7 dic 2009

Homenaje a Don Luis Calderón

Diversas intervenciones en el XX Aniversario Luctuoso del Licenciado Luis Calderón Vega
Domingo, 6 de Diciembre de 2009 | Discurso
Germán Tena Fernández, Presidente del Comité Directivo del Partido Acción Nacional en el Estado de Michoacán.
Estimado y respetado señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa. Bienvenido a su estado natal, donde se le quiere y se le admira.
Muy querida licenciada Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del ciudadano Presidente de la República. Bienvenida a esta, su segunda casa.
Estimado jefe, licenciado César Nava Vázquez. Bienvenido a su casa.
Queridísimo jefe, ingeniero Luis Mejía Guzmán. Bienvenido.
Estimado maestro Alonso Lujambio Irazábal. Bienvenido.
Estimado Librado Martínez Carranza, Coordinador del Grupo Parlamentario de Acción Nacional en el Congreso del estado.
Senador José González Morfín, Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional, mi ex jefe.
Muy querida familia Calderón Vega y Calderón Hinojosa.
Señoras y señores directores de los medios de comunicación.
Amigas y amigos panistas, aquí presentes.
Señoras y señores:
Sean todos ustedes bienvenidos a esta conmemoración del XX aniversario luctuoso de un gran panista, de los de la primera hora, fundador del partido: don Luis Calderón Vega, hombre de Patria y familia. Por encima de todo, maestro de la vida.
Vida fue su cátedra, maestro al modo socrático, sembrador al viento de la palabra. Vida fue su oratoria, desbordante vida en la tribuna y en la charla capaz de todos los matices.
Supo de bríos y de la salud del alma que transmite su propia alegría de vivir.
Amigo, hacedor de amigos, perseverante y fiel, generoso sin tasa, donador de la amistad. Atraía y ennoblecía todo el contacto de su cordialidad; la cordialidad, cuyo venero etimológico está en la palabra corazón.
Maestro, tribuno, amigo, supo ser, sobre todo, hombre de caridad. Según el concepto paullano, distribuyó sin tasa su saber y su bondad.
En estos días tuve oportunidad de leer algunas de sus obras escritas, y me llamó poderosamente la atención los contenidos de Política y Espíritu, Respuestas y su Iniciación a la Sociología.
Y de compartir con muchos de los aquí presentes anécdotas que vivieron con él. Y ahora, me explico y comprendo su influencia sobre los iniciadores de Acción Nacional en varios municipios de nuestro estado, algunos de ellos aquí presentes.
Sus obras reflejan el gusto por los diálogos fuertes, profundos, con reflexión y pasión vehemente de las posturas de quienes discuten y, sobre todo, por el respeto al compañero una vez concluidas éstas.
Creo que esa cualidad fue bien acogida, atesorada e imitada por su familia. Él dejaba muy en claro que los problemas de México, sus soluciones y todas las decisiones al respecto son responsabilidad de cada uno de nosotros como ciudadanos.
Y es momento de reflexionar sobre esto. Si alguien tiene muy en claro esto, es nuestro Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, que no ha cejado ni un instante en la lucha contra el crimen organizado; que ha tomado las decisiones necesarias con admirable valentía y en función del bien común de la Nación; y que ante las adversidades que confronta nuestro país, nunca ha perdido el rumbo por el que tanto luchó su padre, don Luis Calderón Vega: lograr una Patria ordenada y generosa, y una mejor vida y más digna para todos.
Estamos con usted, señor Presidente.
Amigas y amigos:
Me permitiré parafrasear a don Luis, trayendo a colación una reflexión que hacía en su defensa seria del catolicismo, en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, contra el Gobierno, y que debemos de tomar en cuenta cada uno de los aquí presentes si anhelamos un México mejor:
Es necesario abandonar nuestras posiciones cómodas de funcionarios del partido, de servidores públicos, de empresarios, de trabajadores y/o padres de familia. Las circunstancias actuales nos obligan a estar más cerca de quienes más lo necesitan.
No resisto compartir con ustedes las palabras que escribió don Luis en la presentación de su libro, Política y Espíritu. Y leo:
Las siguientes páginas están escritas por un cristiano o cuasicristiano, para los cristianos que aspiran a serlo más integralmente.
Y al final, termina diciendo:
La gallardía de nuestros jóvenes definidos, reconforta asimismo, de aquella otra tristeza que nos duele y nos causan quienes, contemplando las cosas por encima de lo humano, ven en estas fallas humanas como el signo y la prefiguración de un ecumenismo evangélico, o aquellos otros hermanos que, temerosos de nuestra definición política, pudieran comprometerles.
Prefieren vernos de lejos y tratar de cerca espíritus más liberales, aunque menos ortodoxos, pero amándonos como hermanos separados. Aquí está para quien decida defenderla o compartirla, esta trinchera sagrada de un francotirador que se suscribe a sus órdenes.
Los invito a leer esta obra.
Creo, amigas y amigos panistas, que es momento de renovar energía y seguir en esta brega de eternidad. Este país que todos queremos y amamos necesita de nuestra perseverancia en ella.
Concluyo agradeciendo a una gran mujer, aquí presente, que siempre estuvo al lado de don Luis, y que fue parte fundamental en la construcción de su obra: doña Carmen Hinojosa de Calderón.
-MODERADOR: A continuación se proyectará el video: Reseña Autobiográfica del Licenciado Luis Calderón Vega.
(PROYECCIÓN DE VIDEO)
-MODERADOR: Toma la palabra el ciudadano ingeniero Luis Mejía Guzmán.
-ING. LUIS MEJÍA GUZMÁN: Muy buenos días tengan todos y todas ustedes.
Señor licenciado don Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Señor licenciado César Nava Vázquez, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional.
Señor licenciado don Germán Tena Fernández, Presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Acción Nacional en el estado.
Margarita Zavala, Titular del Sistema DIF Nacional. Qué bueno que estás con nosotros aquí, esta mañana.
Señor Secretario don Alonso Lujambio. Señor Senador don Pepe González Morfín.
Señor Diputado Librado Martínez.
Es un privilegio para mí hablar esta mañana de don Luis Calderón Vega. Sería muy presuntuoso de mi parte narrar su biografía. Ya se han publicado textos sobre el gran personaje que fue don Luis.
Luis Alberto García Orosa, Carlos Castillo Peraza, don Alex Avilés, Armando Ávila Sotomayor, por nombrar algunos, han tenido la habilidad de ofrecer elocuentes palabras sobre él y su obra. Pero me anima el poder compartir con ustedes mis vivencias con don Luis en las décadas de los 60, 70 y 80 en el partido, en campañas, en reuniones de amigos, a través de las cuales pude conocerlo, apreciarlo, tenerlo como guía, como consejero y como un ejemplo a seguir.
Don Luis, como todos lo conocimos, formó parte del grupo de panistas de la primera hora, cuyos nombres eran mencionados en reuniones en la casa de los abuelos.
Después lo empezamos a escuchar en los mítines, allá en los años 50, en campañas municipales o aquellas campañas vigorosas por conseguir el voto femenino. O bien, en la primera campaña en la que participó Acción Nacional para el Gobierno en el Estado de Michoacán, con don Ezequiel Correa, como candidato.
Como muchos, tuvimos necesidad de salir fuera de Morelia a estudiar. Y como es fácil de entender, nos relacionamos con paisanos y amigos que nos reseñaban los libros de Calderón Vega, especialmente Cuba 88; una lectura obligada para los jóvenes y escrita para todos aquellos jóvenes sacerdotes diocesanos, de quienes espera le den algún día, cito: El derecho de tirarles de la manga de la sotana enérgica, aunque respetuosamente, como dicen los reaccionarios, para recordarles que subestimar a la clase estudiantil e intelectual es un infortunio, y olvidar a la universidad, un suicidio.
Actualmente, perdura el recuerdo de Calderón Vega en los jóvenes de aquellos días. Uno de ellos relata cómo asistir a un mitin del PAN significaba aprender de democracia, de libertades y de lucha contra la injusticia y el abuso de poder; escuchando a esos ilustres y valientes michoacanos, verdaderos soldados del bien común, como lo fue Luis Calderón Vega.
Don Luis creía firmemente en el poder de la palabra y en la entrega vigorosa a la acción. Y fue, por supuesto, vivo ejemplo de ello.
Por esta razón quiso conservar y transmitir a las nuevas generaciones la historia de la gesta que fue y es Acción Nacional; cómo surgieron las ideas, las soluciones a los problemas que se iban presentando.
Cómo, y aquí cito sus propias palabras: en la fluidez de la plática, sin cortapisas ni formulismos, van dibujándose programas afianzándose propósitos, madurando opiniones, que tendrán o no vida, se aceptarán o no en las asambleas formales o reglamentarias; pero que serán hombres o ideas, programas o propósitos sugeridos, nuevos protagonistas intangibles en el escenario político. Texto tomado de la campaña de Michoacán, 1962.
Él dio vida e infundió energía a las campañas a través de sus discursos, en la elaboración de sus plataformas, en sus programas de Gobierno, etcétera.
La de 1962, fue una de éstas, en la que él mismo se presentó como precandidato para el Gobierno de Michoacán, y en la que a pesar de no haber sido electo para tal misión, que cabe decir, en aquellos tiempos, emprender campaña contra el viejo régimen era una verdadera peregrinación, gustosa y generosamente entregó su tiempo para acompañar al que resultó candidato, Jorge Eugenio Ortiz Gallegos.
A nuestro regreso a Morelia nos tocó trabajar en las campañas de la segunda mitad de los 60. En 1967, don Luis participó como candidato, ésta vez a Diputado por el distrito de la capital.
Y recuerdo especialmente la del 68, que encabezó el doctor Morelos Valdés, como candidato a Gobernador.
Don Luis fue el encargado de la publicidad que repartíamos y fijábamos de noche los juveniles, apoyado con los incondicionales de don Luis, como eran don Vicente Acosta o Miguel Oseguera.
En ese tiempo nada más se decía Encargado de la Publicidad. Ahora se necesitan coordinadores, incondicionales generales de campaña, de prensa, de logística y de muchas cosas. En ese tiempo, don Luis Calderón hacía él solo todo eso.
Cómo recordamos a don Luis en el diseño, preparación del material, en la revisión de cualquier tipo de publicación que se elaboraba en Fimax, con don Fidel y Chava Ramírez. Recuerdo, cuando en las reuniones del Comité, el Tesorero, don Fernando Torres Villicaña, nos pedía a todos prudencia en los gastos, y se hizo célebre la frase de Calderón Vega: Hay que hacer lo que se deba, aunque se deba lo que se hace.
Sí bien, esa campaña no llevó a Morelos Valdés a la gubernatura, los frutos se pudieron a empezar a ver al cabo de algunos meses.
Para 1968, abríamos un frente, que hasta a la fecha mantenemos en Uruapan con Paco Solís Buenrostro.
Para él, la impresión y difusión de las andanzas del partido, significaban la posibilidad de recordar, recordar el fundamento de nuestra acción, el principio, el alma, la recopilación de los discursos de Efraín González Morfin, de la campaña de 1970; la compilación, también de las iniciativas de los diputados de Acción Nacional y, por supuesto, las memorias del PAN, son parte de su legado más valioso, porque en esas páginas se encuentra todo aquello que nos ha fortalecido y permitido ser lo que hoy somos, y porque constituye la fuente en la que todos hemos abrevado.
En su vida, las ideas siempre fueron de la mano de la acción; no era importante repetir ideas, sino ponerse a trabajar.
Haciendo campaña en Zacapú, en un tiempo en que las personas eran renuentes a la participación, recuerdo haberlo escuchado de don Luis: Cuántas veces tendrá que tomar una madre la cuchara para enseñar al niño a comer, cuántas veces tendrá que tomarlo de la mano para enseñarlo a caminar, cuántas veces tendrá que repetirle el Padre Nuestro para enseñarlo a rezar, cuántas veces tendremos que ir nosotros a las plazas a pedir el voto de los ciudadanos para enseñarlos a ser libres, si la vida de las personas es tan corta comparada con la vida de una Patria que tiene visos de eternidad.
Vuelve a decir que después de esas palabras tuvimos convención y tuvimos candidato. Meses después tuvimos la Presidencia Municipal de Zacapú.
Ya fuera de campaña o a través de sus crónicas, enalteció cada obra pensándola así, con visos de eternidad, con una altura, con una luz y un color perpetuo; con una vida interminable, porque para él todo lo que se hacía a través de Acción Nacional no era sino la expresión de un fin último: el bien común, la trinchera sagrada.
En el año de 1975, recibí de don Luis la estafeta como dirigente estatal del partido, contando siempre con su apoyo incondicional. Pero 1976, nos puso a prueba a todos. Vinieron los tiempos difíciles para el PAN, no tuvimos candidato presidencial, conseguir candidatos para diputados para esa campaña Federal fue realmente difícil.
Fuimos testigos de las fuertes discusiones que se suscitaban entre don Miguel, el doctor Morelos y don Luis Calderón. Vino el retiro de Efraín que nos conmocionó, pero al final pudimos salir adelante, y nadie o tal vez muy pocos abandonaron el partido.
Decidimos quedarnos y aquí estamos.
Después vino un episodio, por allá de 1979, que recuerdo con mucha emoción. Cuando el señor ingeniero don Jesús Quiroz Pedraza y un servidor, como representantes del Comité Estatal, acudimos a la Ciudad de México para formar parte de la Comisión Dictaminadora del partido, para formar la nueva lista plurinominal de partidos, y logramos que don Luis Calderón encabezara la lista de nuestra circunscripción.
Como aquí se dijo en el video, ese fue el resultado de sus incontables capacitaciones, conferencias, charlas, campañas a lo largo de varias décadas por todo México.
Recuerdo también, que al regresar don Luis a Michoacán, después de su primera semana como Diputado, pasó por la oficina de su servidor, caminos de Ana María Gallaga y Bocanegra, nos saludamos y le pregunte qué cómo se sentía.
Él me dijo, con su singular tono de voz, que estaba feliz, porque en la Cámara de Diputados se había encontrando con viejos amigos.
Supuse yo que se refería a los del PAN, pero para sorpresa mía se refería a Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Demetrio Vallejo, lo cual a mí me sorprendió, pues nada menos, eran distinguidos miembros del Partido Comunista.
Y, entonces, le pregunté:
Y esa amistad dónde surgió, en algún encuentro estudiantil.
No, me dijo, más bien en un encuentro a trancazos que nos dimos afuera de San Carlos, luchando por la autonomía universitaria.
En esa legislatura, justamente, habría de dar un memorable y brillante discurso en defensa de esa autonomía universitaria.
Eventos, como éste que he narrado, hicieron que algunos de sus biógrafos lo definieran como un tendedor de puentes. Se relacionó con muchísimas personas de diferentes orígenes e ideologías, no sólo a través de su tarea de capacitador o con su apoyo incondicional en las campañas, sino sobre todo por su forma de ser.
Él estaba acostumbrado a pelear a rostro descubierto, hablaba siempre a mar abierto, rechazaba sin cortapisas las capillas y las sectas, porque decía, dañan la confianza interna.
En la década de los 70 y los 80, su aportación a las plataformas políticas y a los programas de Gobierno del partido, fueron claves y visionarias, y continúan vigentes.
Recuerdo, en particular, la disertación que nos ofreció en la Convención Regional de 1980, el episodio y el destino que recogió palabra 10 años después de su muerte.
La figura de don Luis nos permitió tener una actuación muy digna en la LXIII Legislatura del Congreso del Estado, en la que con Cocoa y Javier Barragán, que andan por aquí, con su servidor, constituimos el Primer Grupo Parlamentario del Partido en Michoacán.
Conseguimos su respaldo, porque sus pensamientos, su forma de ser y de actuar, su indiscutible congruencia, nos abrieron puertas en escenarios favorables. Fue nuestro referente, marcó nuestra agenda, su voz habló a través de nuestros discursos y sus principios se concretaron en nuestro actuar.
Su sólido, incansable y generoso apoyo, me acompañó igualmente en mi campaña para Gobernador, en 1986. Y lo recuerdo todavía en el mitin de Zamora, por allá de mayo de 86.
Es significativo que por estos días se hayan estado acercando a nosotros las personas que lo conocieron como líder estudiantil, como periodistas, como orador.
Efectivamente, se puede hablar de don Luis como un hombre de estudio, de compromiso, fiel a sus principios, un hombre preocupado y ocupado. Y en todas esas facetas, muchos reconocen al amigo y al maestro.
A la luz de los acontecimientos actuales, de todo lo que nos está tocando vivir como ciudadanos, como militantes, como servidores públicos, como mexicanos, pareciera que estamos en una situación en extremo complicada.
Cuál es el más preciado legado de don Luis, que aún en un contexto adverso, se puede y se deben llevar a la práctica los principios que guiaban su acción, que no eran otra cosa que la consecución del bien común.
A los panistas de hoy les digo, que el mejor homenaje que podemos rendirle a una persona, como don Luis Calderón Vega, es tomar como ejemplo su lucha, asumir a tope la responsabilidad de partido del Gobierno, e imprimirle algo: el alma de Acción Nacional, a cada una de nuestras acciones.
Y antes de retirarme, me voy a permitir compartir con ustedes un texto inédito, que mucho expresa lo que fue este gran hombre, ante todo un amigo:
El día en que concluimos mi campaña, allá en junio de 86, tuvimos una reunión en la casa de mi suegro, que usaba muletas. Y para retirarse don Luis, mi suegro, tropezó. Cayó. Don Luis no lo advirtió, pero cuando se lo comunicaron le puso de su puño y letra. Y Voy a hacer entrega a su familia ahorita de ese texto, le dice:
Don Luis Avilés, que te caíste por la precipitación al salir tras de mí, me dice, y todavía me obligaste a sentarme en el auto, dejándome sin poder darte un abrazo. Ahora me queda el recurso de la pluma, libre, para decirte lo que quiera y no sé cómo empezar siquiera.
Y como moscas, una tras otras, llegan las personas a hablar por el teléfono que tengo encima del escritorio, y eso que no está mi mujer. Si estuviera, sería la primera en presentar sus escusas, y yo el último en hacerlo, y lo hago con todo el corazón, y con todo el acendramiento de la estima, que se depura y crece a través de los años. Y hace tanto que nos conocemos.
Muchas gracias.
-MODERADOR: Toca en turno en la palabra al ciudadano maestro Alonso Lujambio Irazábal, Secretario de Educación Pública.
-SECRETARIO ALONSO LUJAMBIO IRAZÁBAL:
Muy buenos días.
Muy estimada doña María del Carmen Hinojosa de Calderón.
Muy estimados miembros de la familia Calderón Hinojosa.
Maestro Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México.
Muy estimada Margarita Zavala, Primera Dama.
Muy querido Jefe Nacional de nuestro partido, don César Nava.
Muy estimado Secretario General, don José González Morfín.
Germán Tena Fernández, Librado Martínez. Gracias por su extraordinaria hospitalidad michoacana.
Muy querido don Luis Mejía
Amigas, amigos todos:
La de Luis Calderón Vega es la vida de un singular escritor del Siglo XX, mexicano y líder de las juventudes católicas, y líder político.
Cuando tiene 15 años Calderón Vega es fundador y Presidente de la Liga de Estudiantes Católicos en Morelia, Michoacán. Esto ocurre a mediados de 1926, poco antes de que estalle la Guerra Cristera.
En 1933, a los 22 años, escribe sus dos primeras novelas: Andanzas, y Un Viejo Amor. Un año después, en 1934, aparecen otras dos novelas: Don Nadie, e Historia de un Hombre que No Tiene Historia.
En 1937, escribe su quinta novela: La Reacción. Dos años después, en 1939, será en la Ciudad de México Secretario General de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos y apoyará en ese año la creación del Partido Acción Nacional.
Dos años después, esto es en 1941, es electo Presidente Nacional de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, y a partir de entonces, y durante los próximos ocho años, será Presidente Internacional de la Confederación Iberoamericana de Estudiantes Católicos.
Estamos, amigas, amigos, ante una carrera meteórica en las organizaciones universitarias católicas, en el nivel local primero, en el nacional después y, finalmente, en el nivel internacional.
Calderón Vega viaja profusamente por Centroamérica, por América del Sur, por España, promoviendo la Organización de los Universitarios Católicos; organiza congresos para reunir a la Confederación en Lima y Bogotá.
En 1944, prácticamente todo el año vive en Chile, en Santiago de Chile; en 1949, Calderón Vega organiza en Roma, Italia, la última reunión de la Confederación Iberoamericana de Estudiantes Católicos, presidida por él; clausura aquel congreso el Obispo Montini, a la postre Papa Paulo VI.
Ningún otro mexicano, ninguno, salvo José González Torres, de Pax Romana a la sazón también michoacana, presidirá en el Siglo XX a las grandes organizaciones internacionales de la juventud católica.
Concluido el congreso, Calderón Vega viaja por Italia, visita Nápoles, es invitado entonces a España como conferenciante a la Universidad de Santander, para después viajar a Madrid para trabajar en el Instituto de Cultura Hispánica, que intentaba, en esos años, aglutinar a la juventud intelectual de habla hispana.
Calderón Vega permanece en Madrid dos años, hasta 1951, cuando regresa a México. Tiene entonces 40 años, ha terminado, sin duda, una etapa de su vida; la ha dedicado toda, desde los 15 años, al estudio, a la actividad política, al periodismo, a la literatura. Su vida, entonces, va a dar un giro. En 1953, a los 42 años, en plena madurez, se casa con una hermosa joven michoacana, María del Carmen Hinojosa.
A mi juicio, la vida de Calderón Vega inicia entonces su segunda parte. Calderón Vega será político siempre, pero, permítanme concentrar la atención en el escritor en ambas etapas.
La primera etapa de la producción del escritor Calderón Vega es particularmente literaria y específicamente novelística.
La segunda parte, a su regreso a México, se concentra en el ensayo, en la historia, en la crónica; en esa segunda parte hay 13 libros, 11 publicados y dos inéditos. Hay diferencias en las dos etapas, pero la constante en ambas, sin duda, será el periodismo.
Gerardo Ceballos, el compilador de su obra, ha localizado artículos periodísticos de Calderón Vega en el periódico El Quijote, en Morelia, hacia finales de 1932. Tenía entonces 21 años.
Poco después combinará sus entregas a El Quijote con artículos bimestrales en la revista Ciencias y Letras. Hacia 1935, cuando tiene 24 años, escribe en ambas publicaciones. A partir de entonces nunca abandonará el periodismo.
Otras revistas mexicanas publicarán artículos de Calderón Vega en los siguientes años: Proa, Casa y Familia, ABC, Lobos, Corporación, Cosas de México, Señal, Comunidad Cristina, Reforma Universitaria, Fe y Vértice, de la que por cierto fue Director.
Hay varios cientos de artículos publicados en la revista La Nación y varios cientos de artículos publicados en el diario La Voz de Michoacán, en su columna Tres Puntos.
Otros periódicos como El Norte y El Universal publicarán artículos de nuestro autor.
La obra periodística de Calderón Vega en diarios y revistas mexicanos es vastísima. La cuidadosa pesquisa de Ceballos ya suma más de mil 300 ensayos breves de artículos de opinión.
Calderón Vega fue un escritor en la política, en años y décadas, sin embargo, de hegemonía política y cultural.
No era fácil ser escritor en esos años. Calderón Vega es de esas pocas plumas que, en esos años difíciles del régimen autoritario mexicano de la posrevolución, abrió brecha haciendo valer el comentario, la crítica, la observación analítica de la vida pública, asumiendo, además, el riesgo de emitir opiniones contrarias a un poder establecido intolerante y muchas veces represor.
No era fácil, insisto, ser escritor non grato al sistema político de la posrevolución.
En ocasiones, el propio Calderón Vega tuvo que pagar de su propio peculio la edición de algún libro, porque en el mundo editorial no imperaba, precisamente, el pluralista.
Calderón Vega se asumió siempre escritor, vivió de su pluma, nunca torció el brazo, renunció desde el principio a una vida fácil y optó por el difícil camino de luchar por su convicción democrática y por su convicción libertaria, donde ni había democracia, ni había libertad.
Fue en la posguerra, Calderón Vega, una de las pocas plumas mexicanas que siguieron de cerca la evolución de la política en América Latina. Hay artículos de Calderón Vega sobre la política chilena, colombiana, venezolana, guatemalteca.
Algunos de sus amigos latinoamericanos de juventud serán, a la postre, protagonistas de su época. Uno de ellos, uno de sus amigos chilenos es Frei; y uno venezolano es Caldera. A la postre, dos Presidentes de sus respectivas Repúblicas.
Calderón Vega analiza también, por supuesto, permanentemente la evolución de la política de México y sus coyunturas.
Calderón es un agudo observador de su época, es cierto; pero también es un agudo observador de las personas. Hay decenas de artículos dedicados a analizar una persona y su coyuntura: Romain Rolland, Efrén González Luna, Stefan Zweig, Juan Ramón Jiménez, el Mariscal Pétain, Julio Vértiz, Azorin, Juan Diego, Ezequiel Chávez, Manuel Gómez Morín, y un interminable etcétera.
La pluma del novelista está siempre presente en estas elegantes piezas de estudio y reflexión.
Permítanme hacer una breve consideración sobre la obra novelística de la primera etapa y sobre la obra ensayística de la segunda.
La primera novela de Calderón Vega, Andanzas, 1933, es en parte autobiográfica y trata de las dolorosas vicisitudes de un joven de 16 años durante la Guerra Cristera en Morelia.
Es una novela desgarradora. Cinco jóvenes, un agente de ventas a quien llaman Pepe Prisas; un empleado de banco a quien llaman El Chino, dos estudiantes de preparatoria: El Chico y Cheno; y el narrador, un estudiante de una escuela de comercio deciden entrar después de una discusión apasionante a la ACJM y apoyar a los cristeros en el arranque de la Guerra Cristera.
Consiguen vendas, consiguen medicinas, consiguen cartuchos. Son carteros. Los personajes discuten qué hacer para aumentar la ayuda. Dos de ellos deciden sumarse al campo de batalla y son muertos de inmediato. El grupo se colapsa. Es una pieza de la literatura mexicana de La Cristiada.
La otra gran novela de Calderón Vega aborda un tema central a largo de toda su obra escrita, incluso ensayística: La relación entre la religión y la política. Se titula: La Reacción; y ganó el primer premio literario en la Escuela Libre de Derecho.
Pero vean de qué reacción estamos hablando si el protagonista es un líder estudiantil, influido por las ideas sociales de la Encíclica Rerum Novarum que intenta organizar un sindicato católico en una fábrica de obreros, aquí en Morelia.
El patrón ve pronto con horror que su hermosa hija se ha enamorado del joven líder. No entro a la complejidad de la doble trama. El joven teme que la Junta de Conciliación y Arbitraje que apoya sistemáticamente, a mediados de los años 30, durante el Cardenismo al sindicalismo revolucionario bloqueé, sin embargo, el sindicalismo católico.
Sus temores resultarán fundados. La novela aborda el tema absolutamente central para los jóvenes católicos, influidos por el pensamiento socialcristiano de la época, de las posibilidades y futuro del movimiento progresista católico, en el marco del Estado revolucionario durante el Cardenismo.
Unas palabras, amigas, amigos, señor Presidente, finalmente, sobre la segunda etapa de la obra de Calderón Vega. Hay en esta etapa, amigas, amigos, 13 libros.
Déjenme mencionarlos: Los Siete Sabios de México, 1950; Retorno a la Tierra, 1956; Cuba 88, Memorias de la UNEC, en 1959; La Campaña de Michoacán, 1982; El 96.47 por ciento de los Mexicanos, ensayo de sociología religiosa, 1964; Política y Espíritu, Compromisos y Fugas del Cristiano, 1965; Memorias del PAN, Tomo I, 1967; Reportaje sobre el PAN, 31 Años de Lucha, 1970; Figuras, 1971; Memorias del PAN, Tomo II, 1975; Memorias del PAN, Tomo III, 1978; Iniciación a la Sociología, en 1978; Reportaje sobre el PAN, 40 Años de Vida Política, en 1980; quedaron inéditos Medio Siglo Católico y la Burguesía Mexicana.
Destaca, sin embargo, una obra de las más leídas, de las más citadas por otros autores nacionales y extranjeros. Se titula Cuba 88, Memorias de la UNEC y es el primer libro publicado en 1959 sobre el origen, el desarrollo y la muerte de esa importante y poderosísima, créanmelo, poderosísima Organización Nacional de Estudiantes que él presidió, la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, la UNEC.
La UNEC era asistida por jesuitas, que marcaron para siempre el pensamiento de Calderón Vega. De hecho, en 1967 hay un homenaje al gran jesuita, fundador de la UNEC, y hay palabras, en realidad, emocionantes; en verdad, emocionadas de Calderón Vega en su madurez, en relación con su gran maestro el jesuita Ramón Martínez Silva.
La UNEC era una organización para elevar el nivel intelectual de los universitarios católicos y será actor político central, apoyando a Manuel Gómez Morin en la Universidad Nacional en su combate contra el Artículo 3 Constitucional.
La UNEC era la vanguardia del pensamiento social cristiano y los unéficos eran mal vistos por la ACJM y por Acción Católica, quien se encargó de liquidarla en 1944; era la punta de lanza del pluralismo católico mexicano de la primera mitad del Siglo XX.
El otro gran libro, creo, se titula: El 96.47 por ciento de los Mexicanos, Ensayo de sociología religiosa. Ahí Calderón Vega les dice tanto a los jacobinos de época terciaria, cito aquí sus palabras.
Como a los católicos de Pedro, El Ermitaño, es decir, tanto a los revolucionarios anticatólicos, como a los católicos de su generación marcados por la Guerra Cristera y todavía imposibilitados para dialogar con otras posturas y creencias, a todos ellos les dice lo siguiente y lo cito:
La nuestra, dice Calderón Vega, no es una posición intolerante, no hemos postulado y de ninguna manera aceptaríamos la tesis de un monismo político, mucho menos si éste es confesional y nuestro rechazo se desprende clara y lógicamente de nuestra doctrina, particularmente sobre el Estado no confesional.



Por el contrario, como cristianos y republicanos, afirmamos la necesidad de un claro pluralismo político. Termina la cita.
Calderón llamaba, vuelvo a citarlo, a tender muchos puentes de entendimiento y comprensión entre los mexicanos de distintas ideologías y creencias.
La de Calderón es en el Siglo XX, de algún modo, a mi juicio, una hazaña. Muy pocos jóvenes acejotaemeros que sufrieron directa y personalmente los horrores de la Guerra Cristera en los años 20, aquí en Michoacán y en El Bajío, pertenecientes a su generación, abandonarán, como él sí hizo, toda concepción integrista, católica y aceptarán cabalmente el pluralismo político e ideológico.
Imposible, aquí termino, amigas, amigos, referirme a la voluminosa obra de Calderón Vega sobre la historia del PAN. Tres tomos de las memorias y dos ediciones de reportaje sobre el PAN y la enciclopédica compilación de las propuestas legislativas del partido, completan una obra impresionante, que nadie ha superado.
Parte fundamental del legado cultural y político de Calderón Vega es, sin duda, su obra escrita, de vastas dimensiones, que merece y aguarda su compilación: narrativa, historia, ensayo, crónica, perfiles, periodismo.
Pero más allá de la obra escrita, está la actitud de un mexicano del Siglo XX, que nunca desfalleció, que ofreció su intensa y apasionada vida a los suyos y a sus convicciones, que dejó testimonio de su esfuerzo generoso y tenaz, que nació durante el breve Gobierno de Madero y murió en el inicio de la transición democrática.
Luis Calderón Vega es uno de los grandes demócratas del Siglo XX mexicano.
Muchas gracias.

-MODERADOR: Hace uso de la palabra el ciudadano licenciado César Nava Vázquez, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional.
-LIC. CÉSAR NAVA VÁZQUEZ: Muy estimado señor Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa. Querida Margarita Zavala Gómez del Campo. Muy querida doña Carmen Hinojosa de Calderón.
Muy queridos Cocoa, Luis Gabriel, Juan Luis y Mariquita.
Estimado Monseñor don Alberto Suárez Inda.
Estimado Jefe Estatal Germán Tena.
Muy estimados compañeros del Presídium.
Amigas y amigos todos:
Nos encontramos hoy aquí para recordar y honrar a don Luis Calderón Vega, a 20 años de la partida de este mundo. Hemos escuchado de quienes me han antecedido del uso de la palabra, algunos detalles biográficos que nos revelan con toda nitidez la estatura intelectual y el calado moral de quien hoy nos convoca en esta tan entrañable ciudad de Morelia.
Son varias las facetas por las que don Luis Calderón merece ser recodado y evocado este medio día. El líder universitario, el católico militante, el escritor, el maestro de muchas generaciones, el panista de la primera hora, el candidato incansable, el inflamado orador, el esmerado Legislador, el ardiente defensor de sus convicciones, tanto dentro como fuera del PAN.

Algunas de ellas han sido abordadas ya en este acto y otras más quizá lo serán con su hijo, hoy Presidente de la República.
Quisiera explorar y compartir con ustedes una faceta que ha encerrado para mí un descubrimiento deslumbrante, gracias a la generosidad de doña Carmen y a la complicidad de Gerardo Ceballos, que buscó y encontró los archivos de don Luis Calderón, las fuentes, algunas de ellas inéditas que han motivado las reflexiones que enseguida pondré en común con todos ustedes.
Como vivió don Luis Calderón su proceso de formación personal, académica y cívica en su adolescencia y primera juventud; cómo se forjó el hombre que en su plenitud vino a entregar todo a la causa de Acción Nacional y de México. Encontramos a sus apenas 14 años, una pieza reveladora de la hondura de la fe y la solidez de las ideas que efervescían en la mente del adolescente moreliano, que ganó el diploma principal de algún concurso, quizá organizado en su escuela secundaria.
Es su primer texto que trasciende. Luis Calderón inicia en 1925 su vida literaria con un elogio de la humildad de Tomás de Aquino, referente fundamental del humanismo integral y trascendente, cuya vida y obra inspirarán su pensamiento y su acción.
Y lo cito: muchos creen que por ser ricos, sabios o ilustres por su naturaleza o méritos naturales se rebajarían si hicieran actos de desprecio de honores y riquezas, de sacrificio. Vean ellos el ejemplo de humildad que nos da nuestro patrono Santo Tomás de Aquino, el cual era ilustre no sólo por nacimiento y méritos naturales, sino también, por su sabiduría y sus virtudes.
No deja de llamar la atención el énfasis que prodiga el jovencísimo Calderón Vega a la virtud y la humildad. Recordemos que escribió esto a sus 14 años, y a esa temprana edad elige el mérito del rico perfume de la flor callada que vivía en Santo Tomás, quizá proyección y anhelo de la virtud que él mismo buscaba cultivar y acrecentar para mayor lustre de su temprana inteligencia que revela la edad en la que la inmensa mayoría de sus compañeros de generación, dedicaban al escarceo de las flores de fugaz gloria.
El preclaro texto de Luis Calderón nos invita a recordar lo que hemos sostenido durante los 70 años de Acción Nacional: que la tarea política entendida en su más noble concepción sólo puede pensarse y vivirse como labor de entrega y de sacrificio. En el apartamiento del fasto y del fatuo en la Nación constante.
Tres años después, en 1928, asistimos a la alocución que dirigió Calderón Vega a la Unión de Fabricantes de Calzado. Se trata de un joven de apenas 17 años que se dirige a un grupo tal vez compuesto de zapateros, comerciantes y pequeños empresarios, con el ardor propio de su primera lozanía.
Es posible advertir también aquí un hilo conductor que enlaza a esta composición, ya mencionada en honor de Tomás de Aquino, con esta charla: en ambos casos aparece el llamado al sacrificio, en el primero, por la vía directa; en este segundo, por la vía indirecta al señalar el vicio egoísta que termina por echar a tierra los esfuerzos colectivos más preciados.

Al defender la valía de la unión, por encima del esfuerzo individual, dijo don Luis a los, quizá, recientemente agremiados. Si buscamos la causa primera y esencial del frío desprecio, la muda indiferencia y las burlas grotescas con que muchos recibieron la idea que nos había deformado un idealismo colectivo que nos impulsase a la unión, encontraríamos, señores, sin mucho esfuerzo, una lacra que, ciertamente, afecta al mundo en general, que es más profunda, más arraigada, más perjudicial y mejor amamantada con pleno conocimiento en todas y cada una de las agrupaciones, en todos los núcleos que constituyen la sociedad mexicana. El egoísmo.
Y continúa el joven Calderón Vega: el egoísmo es un intenso amor por nosotros mismos, es una ambición consistente en desear para nosotros todo antes que para nadie, y esta ambición, este prurito de anteponernos a todo, ese yo primero; nos hace ver a nuestros semejantes como simples instrumentos para realizar nuestros deseos.
Resulta asombroso constatar que mientras el joven Calderón Vega, en plena Guerra Cristera, se dirigía a ese grupo de zapateros morelianos; el joven Gómez Morin hacia su tarea también y se carteaba con Vasconcelos, al señalarle, precisamente, la trascendencia y el enorme valor de apostar por un esfuerzo colectivo y permanente, antes que por una misión individual y pasajera; sin imaginar, siquiera, que a varias centenas de kilómetros, palpitaba un corazón viajero que también acudiría con él al llamado de 1939.
La historia le dio la razón a Gómez Morin y a Calderón Vega. Los dos trascendieron mucho más allá de su muerte, porque fueron capaces de renunciar a la aventura egoísta y privilegiaron siempre el esfuerzo ordenado y colectivo de la acción nacional.
El joven Calderón Vega trascendió porque supo postular y vivir el amor por los demás, antes que el amor propio y porque supo llevar esta convicción a la esfera de lo social de la cosa pública, a donde la inmensa mayoría de los que entonces pensaban como él, jamás transitaron.


Y es que Luis Calderón decidió llevar su fe y su convicción al pedregoso y sinuoso camino de la vida pública, ahí donde muchos no se atreven a caminar por miedo al oscuro barranco, ahí se atrevió él a andar.
Renunció al amor por sí mismo para amar a los demás y transformó el amor al prójimo en la mejor expresión de la caridad, el servicio a la Patria. Así, escribiría años después en Cuba 88 al resaltar el valor de la participación activa de la política entendida como un auténtico apostolado y lo cito.
Poco se he pensado en esta calidad, unifica la dimensión apostólica de los muchachos. Ellos mismos poco hablaban de ese carácter, porque tenían la humildad de sentirse incapaces para tal misión; más por eso mismo, cuánta mayor valía en sus diarias acciones y cuánta mayor pureza en sus intenciones y en su conducta respecto de sus compañeros, de sus grupos, de sus sociedades, en clase o en el discurso del mitin o en el Congreso o en la plazuela.
Sabían que ahí, dentro de la esfera de la actividad social, su mensaje cristiano tenía más resonancia y no frustraba la ocasión deparada por la providencia, de convertirse en magnavoces de las encíclicas pontificias.
De regreso años atrás, a sus 19 años, podemos leer también el refrendo de una alma encendida por el deseo de entregar todo para el bien de su Patria.
En, Para Eréndira, escrita a sus 18 años, recoge y hace suyas las palabras inscritas en la urna que guardaba el corazón de Melchor Ocampo en el Colegio de San Nicolás.
Qué más puede ofrecer un hombre a su Patria y a su juventud, que su corazón que late, vive y muere por su cariño y por su amor.
Cinco años después, de nuevo la humildad ocupa el centro en sus reflexiones y es el motor de su incursión en la novela.
A sus 23 años, como ha recordado Alonso Lujambio, escribe Don Nadie, en la que deja traslucir como los grandes autores algunos rasgos autobiográficos que proyecta en la descripción del protagonista.
Escribió Calderón Vega: se nos apersonó un joven trigueño, lacio del pelo, delgado y alto, vestido a lo estudiante, es decir, mal; abrigado con una gabardina plomo. Sabemos que el sujeto ése ha recibido un telegrama de México, una carta de San Luis Potosí, una postal de Pátzcuaro y creo que un periódico de Morelia; de lo cual podemos lógicamente concluir que puede ser de México, de San Luis Potosí o de Pátzcuaro o un vulgar guayabate. Se trata de un trotamundos, un don nadie.
Resulta paradójico que quien a sus 23 años escribiera esta novela, resulte ser tanto hoy para tanta gente. A fin de cuentas, como él mismo escribió en 1929: los grandes hombres siempre son humildes.
En suma. Un hombre grande que cultivó en su juventud la virtud de la humildad, un gigante que se forjó a partir de la renuncia, la generosidad y el sacrificio.
En su plenitud, fundó un partido, fundó una familia y fundó una tradición, la del político que no guarda en su casa sus convicciones, ni tampoco pontifica en la plaza pública con ellos.
La mejor tradición del político que decide ser diferente y vive hasta el final, en consecuencia, con su decisión. La tradición de quien dice lo que piensa, defiende lo que dice y vive lo que defiende.
Un león, como le llamara Castillo Peraza a su muerte, quien formó en el amanecer de su vida el sabio escaso y excepcional cimiento de la grandeza con la que hoy le recordamos.
Y al recordarlo, como hemos rememorado en la celebración de los 70 años de Acción Nacional a muchos de los que han precedido, estamos obligados a honrarlo con la memoria, sí; pero estamos llamados a hacer más, mucho más que eso, porque no hemos sido convocados hoy aquí en Morelia para contemplar el pasado con la mirada llena de nostalgia o por los buenos tiempos que no habrán de volver.
Estamos aquí para el rendir el tributo de la memoria, sí; pero, sobre todo, para rendir el tributo de la imaginación, porque ahora descansa en nuestros hombros la nobilísima tarea que algún día Calderón Vega, Gómez Morin, González Luna, Herrera y Lazo, y muchos más se echaron a cuestas.
Y estamos llamados, como decía Castillo Peraza, a fundar una nueva tradición, la tradición de un partido moderno, que se hincha los pulmones con los aires del Siglo XXI y se afianza, al mismo tiempo, en sus principios, los mismos principios que germinaban en la mente del adolescente del joven Calderón Vega.
A partir de lo que nos hace más fuertes, nuestras convicciones, nuestra idea del hombre y la política, hagamos este día un renovado voto para los años que habrán de venir.
Hagamos memoria y hagamos imaginación. Miremos el futuro con renacida esperanza; y al hacerlo rindamos tributo a hombres como Calderón Vega que hoy nos contempla desde la eternidad y nos invita a iluminar sin buscar el brillo, a trabajar sin buscar el descanso, a luchar toda la vida sin buscar la recompensa.
-MODERADOR: A continuación el Ensamble Vocal Femenino, Voces de Las Rosas, interpretará la pieza musical Yunuén.

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