Amnesia y estupidez/ Ricardo Alemán
Columna Itinerario Político
Excélsior, 14 de junio de 2011
¿Mintió Calderón en el discurso que pronunció en Stanford? No, todo lo que dijo es estrictamente cierto. ¿Y entonces por qué tanto escándalo?
Sin duda que el discurso pronunciado el pasado domingo por Felipe Calderón, ante estudiantes de la Universidad de Stanford, es un mensaje de profundo contenido electoral.
Y lo es, no sólo por su contexto histórico —memoria de los gobiernos autoritarios, represores y antidemocráticos del PRI—, sino por la catalizada sucesión presidencial que vivimos, cuyos vientos anuncian el regreso de ese partido.
Y resulta no sólo normal, sino hasta saludable, que el PRI reaccione con virulencia al recuerdo de que hace 20 o 30 años en México se vivía “un régimen autocrático”, en donde “todos los gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido”. Se entiende que el PRI se incomode cuando se le recuerda que durante décadas, “ese mismo partido controlaba todo; lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo”.
Y por supuesto que enoja al PRI que Felipe Calderón recuerde a los estudiantes de Stanford, “cuando estudiantes, como ustedes, protestaban, eran masacrados. Muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos”. Y conste que Calderón no abundó en las matanzas del 2 de octubre, en Tlaltelolco, del 10 de junio en el Casco de Santo Tomás, del viejo IPN… ni tampoco recordó la persecución del magisterio, la guerra sucia, la guerrilla y los patrióticos fraudes electorales.
Y se entiende el enojo del PRI —sobre todo porque los tricolores creen que tienen todo para regresar al poder—, porque es el Presidente de los mexicanos el que recurre al ejercicio memorioso. Y se entiende que uno de los más enojados sea el jefe nacional del PRI, Humberto Moreira, porque en su estado natal, en donde gobernó hasta hace meses, pareciera que el tiempo no ha pasado. ¿Por qué?
Pues porque en Coahuila se vive “un régimen autocrático”, en donde el PRI de los Moreira controla todo, lo que se dice en los medios, lo que se enseña en las escuelas, los cargos públicos, lo que dicen los políticos, lo que hacen los gobernantes y, por si faltara algo, hasta se hereda el cargo de gobernador. En Coahuila el tiempo no pasa, los Moreira llevan seis años en el poder y tienen listo permanecer otros seis. Por lo pronto, claro.
¿Mintió Felipe Calderón en el discurso que pronunció en Stanford? No, todo lo que dijo es estrictamente cierto. ¿Y entonces por qué tanto escándalo? Pues resulta que en tiempos electorales la verdad no sólo peca, sino incomoda. Pero lo curioso es que la declaración de Calderón no sólo incomodó a los barones del PRI, sino desató la amnesia y la estupidez de muchos que no son priistas, sino que eran o parecían antipriistas. Vamos por partes.
En rigor, los ciudadanos que no militan en un partido, los que no profesan credo político alguno y que no han sido picados por el bicho del fanatismo mesiánico, debían aplaudir que se someta a debate el pasado de los partidos, sus gobiernos y gobernantes. ¿Cuántos jóvenes que en julio de 2012 votarán por primera vez no saben nada del pasado del viejo PRI; cuántos no han leído nada acerca de los gobiernos autoritarios, represores, asesinos y antidemocráticos del PRI? Son millones los que ignoran lo que fue el PRI.
Pero en el extremo de la estupidez, otros no sólo son ignorantes absolutos de lo que fue el PRI en el siglo pasado, sino que por inercia cuestionan que Calderón recuerde que con ese PRI se vivieron fraudes, masacres y desapariciones. Y el mejor ejemplo es el jefe nacional del PRD, Jesús Zambrano, quien pese a que en sus tiempos de guerrillero fue víctima del más despiadado régimen priista, hoy le pide a Calderón “menos gritos y más acuerdos”.
¿Olvida Zambrano que es responsabilidad de políticos y ciudadanos —incluidos los periodistas— que padecieron los regímenes autocráticos, represores y criminales del viejo PRI, gritar sobre el riesgo del regreso de esas prácticas y la vuelta de ese PRI al poder presidencial? Pero es mayor la estupidez cuando Zambrano y otros comparan la represión de los gobiernos del PRI en el siglo pasado, con la guerra del Estado mexicano contra el crimen y el narcotráfico. ¿De verdad, señor Zambrano, son comparables esos dos momentos de la historia? No existe punto de comparación.
Pero la amnesia y la estupidez —además del odio a Calderón y a su gobierno— han llevado a muchos a inventar el cuento de que “ante los 40 mil muertos de Calderón”, el PRI de ayer hubiera sido mejor que el PAN de hoy. No quieren ver que esa amnesia, odio y estupidez, pavimentan el regreso del PRI. Al tiempo.
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