28 feb 2013

Fin de un pontificado


 A las 20 horas de hoy termina su pontificado
De timonel a grumete

José Manuel Vidal | Madrid
MUNDO  |28 de febrero de 2012
"A las 20 horas de hoy termina el pontificado de Benedicto XVI, 265 Papa, 264 sucesor de Pedro. Desde el 19 de abril de 2005, día de su elección, Benedicto XVI guió la Iglesia universal durante 7 años, 10 meses y 9 días". Así dice y reza para la posteridad el Boletín oficial de la Santa Sede.
Y es que hoy, a las ocho en punto de la tarde se va a producir la mayor renuncia al poder jamás escenificada en la historia. Por vez primera, en más de 700 años, Benedicto XVI dejará de ser vicario de Cristo en la tierra, obispo de Roma, jefe del Estado Vaticano y depositario de la jurisdicción absoluta que le corresponde a la potestad del sucesor de Pedro. El Papa renuncia con "total libertad", pero, en su "caída", arrastra a toda la maquinaria de la Curia vaticana.

Hoy, a las ocho en punto, comienza la sede vacante. Eso quiere decir que tienen que renunciar a sus puestos -éstos sí obligadamente- todos los prefectos de todas las congregaciones, consejos pontificios y demás organismos de la Santa Sede. Sólo se salvan de la "quema" el camarlengo, Tarcisio Bertone, el penitenciario mayor, Manuel Monteiro de Castro, ex nuncio en España, el cardenal vicario de Roma, monseñor Vallini, y los 189 nuncios repartidos por todo el mundo.
La Iglesia, como institución humano-divina, está sometida a la perenne lucha entre la dinámica del poder y la del servicio. Porque el servicio entendido y ejercido como poder es la gran tentación de la Iglesia. Lo dicen todos los teólogos, los santos y algunos Papas, como Benedicto XVI. El primer Papa teólogo de la Iglesia arremetió, durante sus casi ocho años de pontificado, contra el poder sacral.
Al poco tiempo de llegar al solio pontificio, en una audiencia general de los miércoles, denunciaba la tentación de "hacer carrera" y el "afán de poder" a la cual no son inmunes muchos de los prelados con puestos de gobierno en la propia Iglesia católica.
"¿No es, quizás, una tentación el hacer carrera, el poder?" Una tentación a la cual no son inmunes ni siquiera aquellos que tienen un rol de animación y de gobierno de la Iglesia.
"Nosotros no debemos buscar poder, prestigio, estima para nosotros mismos. Sabemos cómo las cosas en la sociedad civil, y no raramente en la Iglesia, sufren por el hecho de que muchos de aquellos a quienes se les ha conferido una responsabilidad trabajan para sí mismos y no para la comunidad".
Ejemplo máximo de despojo del poder
Sordos a las advertencias curiales, los arribistas de la Curia mancharon la imagen de la Iglesia con intrigas, complots, cuervos, Vatileaks y luchas intestinas, que le estallaron al Papa anciano en la cara. Benedicto XVI ya desgastado en limpiar la Iglesia de las manzanas podridas del clero pederasta, no tuvo "fuerzas físicas y espirituales" para limpiar la Curia y los escándalos financieros del IOR, el banco vaticano. Y optó por la solución más drástica: la propia renuncia, que obliga a todos los demás a renunciar.
Un ejemplo máximo de despojo del poder. Con su renuncia demuestra que el Papa está al servicio de la Iglesia y no viceversa. La función del sucesor de Pedro es de servicio, por eso se llama "servicio petrino". Quizás por eso, hasta el Evangelio del día que se despide es una abierta diatriba de Jesús contra la dinámica del poder: "El primero entre vosotros será vuestro servidor" (Mt 23, 11).
Por ahí pasa la hoja de ruta de los cardenales electores. Y por ahí, pasará la vida del Papa emérito, que no jubilado. Un Papa que se oculta, que deja paso, que cede el puesto a otro con más fuerzas.
Un Papa-Bautista, que señala al sucesor, y se retira a rezar por la barca de la Iglesia, que navega por "aguas tormentosas", siempre confiada en que el Gran Capitán es el propio Cristo. El Papa fue siempre, y así se considera a sí mismo, un pequeño timonel, que deja de serlo, para convertirse en simple grumete. En el consejero desinteresado, en el confesor y el apoyo espiritual del Sucesor.
Dentro de unos días, la Iglesia tendrá dos Papas. Uno al timón y otro, en la retaguardia. El nuevo Papa "político" convivirá con el antiguo Papa "espiritual". Los dos brazos de la cruz unidos. Benedicto XVI, sabio y anciano lobo de mar, que entregó su renuncia como gesto profético contra la gran tentación del poder en la Iglesia, se queda en el Vaticano... hasta que Dios le llame.

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