Como
Francisco, Romero pedía sacerdotes “con olor a oveja”
En
recuerdo de Romero
El
ex secretario personal del mártir Óscar Arnulfo Romero, monseñor Jesús Delgado
Acevedo, reveló que ya más de 35 años atrás el arzobispo de San Salvador usaba
la misma frase que actualmente el Papa Francisco
ANDRÉS
BELTRAMO ÁLVAREZ para Vatican Insider, 4 de febrero de 2015
“Al
primero que escuché usar la frase ‘pastores con olor a oveja’ fue a monseñor
Romero”. Esta revelación la hizo el ex secretario personal del arzobispo de San
Salvador. En entrevista con el Vatican Insider, monseñor Jesús Delgado Acevedo,
dio detalles poco conocidos en la vida del mártir, asesinado el 24 de marzo de
1980.
¿Qué
significa la beatificación para quienes conocieron a Romero?
¿Cómo
era él de verdad?
Como
pastor fue una persona amante de su grey, nunca la abandonó, le dijeron por qué
no se iba del país cuando lo estaban amenazando y él respondió que los
políticos se iban para salvar su vida, pero que él no era político sino pastor,
y el pastor debe estar con sus ovejas, tener olor a ovejas. A él fue al primero
que le escuché decir esa frase.
¿Él
usaba esta frase, como el Papa Francisco?
No
es que el Papa Francisco se la haya escuchado a Romero, pero puede ser una
feliz coincidencia. Él decía que sus sacerdotes debían oler a oveja y no a
pólvora de ametralladora o a perfume de ricos. Lo dijo en una conversación
particular. Yo lo acompañaba siempre a esas pláticas. Un hombre así es el
prototipo de tantos salvadoreños que quieren entregar su vida para regenerar
nuestra sociedad.
¿Él
sabía que tenía los días contados?
Sí
por supuesto, ya desde que lo eligieron obispo, en 1977. Su elección como
arzobispo se pudo concretar gracias a varias personas muy ricas, que le dijeron
al nuncio: Lo queremos a él, no al otro porque es comunista. Decían que Romero
era un hombre de Iglesia. Pero a los pocos días, cuando él apoyó al padre
Rutilio Grande (asesinado ese mismo año), dijeron: Ya no lo queremos, tenemos
que quitarlo de algún modo, y entonces pidieron su remoción al nuncio, a los
obispos, al Vaticano. Llegaron a advertir: Si ustedes no lo quitan, lo vamos a
quitar nosotros. Esperaron tres años, perdieron la paciencia y terminaron
matándolo.
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