29 feb 2016

Francisco al patriarca Abuna Matthias I: ‘Es más lo que nos une de lo que nos divide’ El

Francisco al patriarca Abuna: ‘Es más lo que nos une de lo que nos divide’
  • El Papa invita a la Iglesia ortodoxa tawahedo de Etiopía a superar el fardo de dolorosos malentendidos “por los cuales pedimos perdón” e invita a realizar iniciativas comunes

Encuentro entre El Papa Francisco y El Patriarca Ortodoxo Abuna Matthias, de La Iglesia Ortodoxa Etiope
El papa Francisco recibió este lunes 29 de febrero de 2016 al patriarca de la Iglesia ortodoxa tawahedo de Etiopia, su santidad Abuna Matthias I y a la delegación que le acompañaba; ambos tuvieron un coloquio privado y después pronunciaron sus respectivos discursos. 

La Iglesia Ortodoxa de Etiopía cuenta actualmente con 35 millones de fieles, principalmente en África. Es una Iglesia oriental autocéfala, es decir, que tiene su propio patriarca autónomo desde 1959, porque antes dependía directamente del patriarca copto de Alejandría.
Durante su discurso, el Pontífice recordó que desde el 2004 la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales han profundizado su comunión a través del diálogo teológico de la Comisión internacional conjunta. Y que gracias a ello “hemos descubierto que tenemos casi todo en común”, y que es mucho más lo que nos une que lo que nos divide.
A continuación el texto completo del papa Francisco
“Queridos hermanos en Cristo.
Es una alegría y un momento de gracia poder dar la bienvenida a todos los aquí presentes. Saludo con afecto a Su Santidad y a los ilustres miembros de la delegación. Les agradezco por las palabras de amistad y cercanía espiritual y a través de los aquí presentes envío mis cordiales saludos a los obispos, al clero y a la entera familia de la Iglesia ortodoxa etíope tewahedo en todo el mundo. La gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.

La visita de vuestra santidad refuerza las relaciones fraternas que ya une a nuestras iglesias. Recordamos con gratitud la visita del patriarca Abuna Paulos a san Juan Pablo II en 1993. El 26 de junio de 2009 Albuna Paulo regresó para encontrarse con Benedicto XVI, que lo invitó en octubre del mismo año como huésped especial, para que interviniera en la segunda Asamblea para África, del sínodo de los obispos, hablando de la situación del continente africano y los desafíos de los pueblos africanos.
En la Iglesia primitiva era praxis común que una Iglesia enviara a su representante a los sínodos de las otras Iglesias. Este sentido de compartir eclesiástico ha sido muy evidente también en el 2012, en ocasión del funeral de su santidad Abuna Paulos, en el cual estuvo presente una delegación de la Santa Sede.
Desde el 2004 la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales han intentado profundizar juntas su comunión a través del diálogo teológico llevado adelante por la Comisión Internacional Conjunta. Tenemos alegría al constatar la creciente participación ortodoxa etíope tewahedo en este diálogo. Durante años la comisión ha examinado el concepto fundamental de Iglesia comunión, entendida como participación a la comunión entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. De tal manera hemos descubierto que tenemos casi todo en común: una sola fe, un solo bautismo, un solo Señor Salvador Jesucristo. Estamos unidos en virtud del Bautismo que nos ha incorporado al único Cuerpo de Cristo.
Estamos unidos gracias a varios elementos comunes de nuestras ricas tradiciones monásticas y prácticas litúrgicas. Somos hermanos y hermanas en Cristo. Como ha sido reiteradamente observado, lo que nos une es mucho más de lo que nos divide.
Sentimos la verdad de las palabras del apóstol Pablo: “Si un miembro sufre, todos los miembros sufren juntos; y si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran con él”. (1 Cor 12,26).
Los sufrimientos compartidos han hecho que los cristianos, que se encontrarían divididos en muchos aspectos, se acercaran los unos a los otros. Del mismo modo por el cual la sangre derramada por los mártires se ha vuelto semilla de nuevos cristianos en la Iglesia primitiva.
Hoy la sangre de tantos mártires pertenecientes a todas las Iglesias se vuelve semilla de unidad para los cristanos. Los mártires y santos de todas las tradiciones eclesiales son ya una solo cosa en Cristo; sus nombres están escritos en el único ‘martyrologium’ de la Iglesia de hoy. El ecumenismo de los mártires es una invitación dirigida a nosotros aquí y ahora para recorrer juntos los caminos hacia una unidad siempre más plena.
La vuestra ha sido una Iglesia de mártires desde el principio, y aún hoy dan testimonio de una violencia devastadora contra los cristianos y contra otras minorías en Oriente Medio y en algunas partes de África. No podemos dejar de solicitar una vez más, a quienes dirigen los destinos políticos y económicos del mundo, que promuevan una coexistencia pacífica basada en el respeto recíproco y en la reconciliación, en el perdón mutuo y la solidaridad.
Vuestro país está realizando grandes esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de la población para construir una sociedad cada vez más justa, basada en el Estado de derecho y en el respeto del rol de las mujeres. Recuerdo en particular el problema de la falta de agua, con sus graves repercusiones sociales económicas.
Existe un amplio espacio para la colaboración entre las Iglesias a favor del bien común y de la protección de la creación, y no dudo de la disponibilidad de la Iglesia católica de Etiopía para trabajar junto a la Iglesia ortodoxa tewahedo que su santidad preside.
Santidad, queridos hermanos, es mi ardiente esperanza que a partir de este encuentro inicie un nuevo tiempo de hermandad entre nuestras Iglesias. Somos conscientes que la historia ha dejado un fardo de dolorosos malentendidos y de desconfianza, por la cual pedimos perdón y la curación de Dios.
Recemos los unos por los otros, invocando la protección de los mártires y de los santos para todos los fieles confiados a nuestro cuidado pastoral. Que el Espíritu Santo nos siga iluminando y guiándonos hacia la concordia y la paz, alimentando en nosotros la esperanza del día en el cual, con la ayuda de Dios, estemos unidos entorno al altar del sacrificio de Cristo, en la plenitud de la comunión eucarística.
Le rezo a María, Madre de Misericordia, por cada uno de ustedes, con palabras tomadas de vuestra bella y rica tradición litúrgica: ‘Oh Virgen, manantial de la fuente de la sabiduría, riégame con el torrente del evangelio de Cristo, Hijo tuyo, y defiéndeme con su cruz. Cúbreme con su misericordia, cíñeme con su clemencia, revitalízame con sus ungüentos, circúndame con sus frutos. Amén‘.
Santidad, pueda Dios Omnipotente bendecir abundantemente su ministerio al servicio del querido pueblo de la Iglesia ortodoxa etíope tewahedo.
Fuente: traducido por ZENIT del original en italiano difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.



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