El domingo 28 de febrero por la noche, vía web tuvo lugar la primera audiencia del cardenal con La Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse, la Comisión de investigación sobre respuestas de las instituciones a los abusos a menores que se registraron en Australia en los años 1970 y 1980.
La Iglesia ha cometido errores tremendos, dice el cardenal Pell, quién es acusado NO de haber cometido abusos, sino de posible encubrimiento de clérigos que abusaron sexualmente de menores; de comprobarse que el cardenal ocultó los crimenes deberá renunciar. El papa Francisco lo dijo apenas cuando regreso de México a Roma.
Esta fue la primera de tres audiencias, que inició a las 22: 00 horas y concluyó a las 2:00 de la madrugada del domingo; La segunda audiencia será hoy a las 22:30 horas (hora italiana), nuevamente mediante video-conferencia desde el hotel Quirinale de vía Nazionale, en Roma.
La Royal Comisión había invitado a Pell a viajar a
Australia para declarar, pero no pudo asistir por problemas de hipertensión y cardiopatía,según consta en certificado médico.
La
audiencia con la Comisión ubicada en Ballarat, cerca de Melbourne, se desarrolló en una sala del conocido hotel de la capital italiana, preparado para el
directo audio y vídeo.
El cardenal habló de lo que recuerda de los años 70, cuando era vice párroco y uno de los consultores del obispos Ronald Mulkearns en la diócesis de Ballarat con la “responsabilidad de aconsejar al obispo sobre los nombramientos de los sacerdotes en las parroquias”. Después se pasó a 1987, cuando él fue nombrado obispo y al periodo de 1996-2001 con el encargo de arzobispo de Melbourne.
Victimas presentes:
En primera fila en el hotel en Roma, con camisetas rojas con una inscripción que decía “No more silence” (No más silencio), había un grupo de 15 personas. Son el “Ballarat Survivors Group”, víctimas de abusos por parte del clero, liderados por el portavoz Andrew Collins y acompañados de tres psicólogos encargados de asistirlos en una posible crisis emocional.
Su viaje fue financiado a través de una campaña de crowdfunding vía web, en la que se pedía recoger al menos 55 mil dólares australianos para los gastos. Se recaudaron 130 mil; el resto del dinero que sobre –informa la página web de la recogida de fondos– será dado en beneficiencia de un instituto para servicios de salud mental en la diócesis de Ballarat.
El cardenal habló de lo que recuerda de los años 70, cuando era vice párroco y uno de los consultores del obispos Ronald Mulkearns en la diócesis de Ballarat con la “responsabilidad de aconsejar al obispo sobre los nombramientos de los sacerdotes en las parroquias”. Después se pasó a 1987, cuando él fue nombrado obispo y al periodo de 1996-2001 con el encargo de arzobispo de Melbourne.
Victimas presentes:
En primera fila en el hotel en Roma, con camisetas rojas con una inscripción que decía “No more silence” (No más silencio), había un grupo de 15 personas. Son el “Ballarat Survivors Group”, víctimas de abusos por parte del clero, liderados por el portavoz Andrew Collins y acompañados de tres psicólogos encargados de asistirlos en una posible crisis emocional.
Su viaje fue financiado a través de una campaña de crowdfunding vía web, en la que se pedía recoger al menos 55 mil dólares australianos para los gastos. Se recaudaron 130 mil; el resto del dinero que sobre –informa la página web de la recogida de fondos– será dado en beneficiencia de un instituto para servicios de salud mental en la diócesis de Ballarat.
Precisamente
la ciudad natal de Pell está en el ojo del huracán, en cuanto escenario de
innumerables casos de abusos a menores cometidos entre los años 60 y 80 y los
consecuentes suicidios entre las víctimas, 47 en total. En Ballarat solo el
instituto de los “Hermanos Cristianos” ha sido llamado a responder de 850
crímenes, con 281 religiosos implicados. La institución hasta hoy ha tenido que
pagar 37 millones de dólares de indemnizaciones. Pero, el grupo dice que esto
no basta: estos muertos continúan pidiendo justicia.
Durante
el interrogatorio, la jueza le preguntó al cardenal por el padre Gerald Ridsdale,
el religioso bajo acusación por 138 casos de abusos sexuales con daños a 53
víctimas durante dos decenios y que actualmente está cumpliendo condena en la
cárcel. Su nombre dio vueltas durante demasiado tiempo en las parroquias, y no
en las oficinas de la policía, así continuó cometiendo crímenes en la diócesis.
El
cardenal –que conocía al sacerdote desde
tiempos del noviciado y que lo acompañó también en la primera audiencia de su
proceso en el año 93– afirmó que no sabía en aquella época de los horrores
cometidos por Ridsdale. Pero admite que “fue una catástrofe” no tomar acciones
contra él y también creer en la versión de los sacerdotes culpables en vez de
creer en las víctimas que les acusaban. “Debo decir que en esa época, si un
sacerdote negaba este tipo de comportamientos, yo me sentía fuertemente
inclinado a creerle”.
Después
se nombró al padre Paul David Ryan, pero el prefecto para la Secretaría de la
Economía aclaró: “Yo no estoy seguro de que Ryan fuera un pedófilo, yo no soy
experto sobre Ryan. No tuve mucho que ver con su historia”.
Después se le preguntó sobre monseñor John Day. Al respecto el cardenal Pell dijo que “la Iglesia ha estado influenciada por el hecho que algunas de las acusaciones hacia él habían sido retiradas”. Finalmente se habló del caso de Edward Dowlan, profesor del St. Patrick College. El cardenal negó haber ignorado las acusaciones contra él. “Había escuchado algunas voces de comportamientos inadecuados” en los años sesenta, y “llegué a la conclusión de que se referían a comportamientos inadecuados”.
Pero Pell dijo que nunca supo el nombre de las víctimas ni que hubiera un alto número de víctimas y que los abusos de Dowlan, ya juzgado culpable de haber cometido abusos sexuales a veinte niños y condenado a seis años de prisión, fueran de dominio público en la escuela.
La audiencia proseguirá.
Cabe recordar que las acusaciones de encubrimiento al cardenal Pell en torno a los casos de abusos contra menores en Australia no es algo nuevo. El primero en hacer declaraciones públicas fue Peter Saunders, víctima de abusos y uno de los miembros iniciales que compuso la Comisión pontificia para la protección de los menores. Recientemente, Saunders salió de dicha comisión por considerar que no es suficiente el trabajo para prevenir, sino que debería haber más empeño en castigar los casos pasados.
Después se le preguntó sobre monseñor John Day. Al respecto el cardenal Pell dijo que “la Iglesia ha estado influenciada por el hecho que algunas de las acusaciones hacia él habían sido retiradas”. Finalmente se habló del caso de Edward Dowlan, profesor del St. Patrick College. El cardenal negó haber ignorado las acusaciones contra él. “Había escuchado algunas voces de comportamientos inadecuados” en los años sesenta, y “llegué a la conclusión de que se referían a comportamientos inadecuados”.
Pero Pell dijo que nunca supo el nombre de las víctimas ni que hubiera un alto número de víctimas y que los abusos de Dowlan, ya juzgado culpable de haber cometido abusos sexuales a veinte niños y condenado a seis años de prisión, fueran de dominio público en la escuela.
La audiencia proseguirá.
Cabe recordar que las acusaciones de encubrimiento al cardenal Pell en torno a los casos de abusos contra menores en Australia no es algo nuevo. El primero en hacer declaraciones públicas fue Peter Saunders, víctima de abusos y uno de los miembros iniciales que compuso la Comisión pontificia para la protección de los menores. Recientemente, Saunders salió de dicha comisión por considerar que no es suficiente el trabajo para prevenir, sino que debería haber más empeño en castigar los casos pasados.
El
cardenal ya ha declarado personalmente en el 2014 en una Investigación de una
comisión parlamentaria de Victoria y dos veces ante la Real Comisión, durante
las visitas públicas que ha realizado en Sídney.
Fuente: Zenit
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Fuente: Zenit
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Pederastia;
Pell: «La Iglesia ha cometido errores tremendos»
Vatrican Insider, 29/02/2016/ANDREA
TORNIELLI
Fue la primera de tres o cuatro audiciones, que se llevarán a cabo en estos días: el cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría para la Economía y miembro del consejo de cardenales que colabora con el Papa para la reforma de la Curia compareció frente a la comisión gubernamental australiana que investiga sobre los abusos contra menores cometidos por sacerdotes, religiosas o personas relacionadas con la Iglesia. Como se sabe, debido a sus condiciones de salid que no le permiten afrontar el largo viaje transoceánico, el purpurado pidió poder ofrecer su testimonio mediante una video-conferencia, desde el hotel Quirinale de Roma. Estaban presentes algunos seminaristas australianos y una representación de las víctimas de los abusos, que organizaron una colecta de fondos para estar presentes, en vivo, frente a Pell.
Fue la primera de tres o cuatro audiciones, que se llevarán a cabo en estos días: el cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría para la Economía y miembro del consejo de cardenales que colabora con el Papa para la reforma de la Curia compareció frente a la comisión gubernamental australiana que investiga sobre los abusos contra menores cometidos por sacerdotes, religiosas o personas relacionadas con la Iglesia. Como se sabe, debido a sus condiciones de salid que no le permiten afrontar el largo viaje transoceánico, el purpurado pidió poder ofrecer su testimonio mediante una video-conferencia, desde el hotel Quirinale de Roma. Estaban presentes algunos seminaristas australianos y una representación de las víctimas de los abusos, que organizaron una colecta de fondos para estar presentes, en vivo, frente a Pell.
Hasta
ahora, ha surgido un escenario parecido entre el caso australiano y los de
otros países y de otras situaciones: sacerdotes pederastas que en lugar de ser
detenidos o procesados, fueron simplemente cambiados de parroquia pos sus
obispos, y pudieron continuar con sus inmundas acciones en otras sedes. Las
víctimas y sus familiares, en lugar de haber sido escuchadas, apoyadas,
protegidas, acompañadas, indemnizadas… han sido alejadas, no se les ha creado y
han sido tratadas como una amenaza para el prestigio de la Iglesia.
El
cardenal Pell fue ordenado sacerdote en la diócesis australiana de Ballarat, en
1966, y durante su servicio fue uno de los consejeros del obispo Ronald Austin
Mulkearns, que hoy tiene 85 años, acusado de haber ocultado las acusaciones de
pederastia contra algunos sacerdotes de su diócesis y de haber destruido
documentos relacionados con estos casos. En 1987, Pell fue nombrado obispo
auxiliar de Melbourne y nueve años más tarde se convirtió en su arzobispo. La
Comisión gubernamental recuerda que él tenía responsabilidades, como auxiliar,
sobre la zona de la arquidiócesis a la que fue transferido uno de los
sacerdotes pederastas. La opinión pública en Australia es bastante negativa
para con el cardenal, porque, repiten sus acusadores, «no podía no saber» lo
que estaba pasando. Pell siempre se ha defendido negando cualquier conocimiento
de los abusos y de los cambios de parroquia de los abusadores.
El
cardenal «ministro de la Economía» del Vaticano no minimizó el fenómeno y
admitió el menosprecio general típico de la curia durante las décadas del
pasado. «No estoy aquí para defender lo indefensible», dijo al principio de su
deposición; «la Iglesia ha cometido errores enormes y está trabajando para
remediarlos». Añadió que la Iglesia «ha gestionado erróneamente las cosas y ha
fracasado con las personas».
Durante
esta primera audiencia, las preguntas de la abogada de la comisión, Gail
Furness, se concentraron principalmente sobre la red de conocimientos del
cardenal: cuáles personas estaban a su alrededor en Ballarat y Melbourne,
cuánto sabía efectivamente sobre los abusos y cuándo lo supo. Se habló también
sobre los casos específicos de mons. John Day y, mucho más famoso, del padre
Gerald Ridsdale, que en la actualidad se encuentra en la cárcel.
Con
respecto al primero, Pell dijo que supo de las acusaciones de abusos contra
menores pero también dijo que sabía que Day las había negado. En relación con
el caso de Ridsdale, con quien vivió durante algunos meses en el presbiterio,
Pell afirmó que nunca se enteró de las acusaciones en su contra. Y también negó
con firmeza haber tratado de comprar el silencio del sobrino del sacerdote, que
había sufrido abusos.
El
cardenal fue muy duro con el obispo emérito de Ballarat, mons. Mulkearns, y
sobre cómo se ocupó del caso del sacerdote pederasta Ridsdale, cuya actitud,
dijo, era «una catástrofe para la iglesia». Pero también reconoció que había
cometido el error de creer en la versión de los religiosos acusados de haber
abusado de menores en lugar de haberle creído a las víctimas que los acusaban.
«Debo decir —precisó Pell— que en aquella época, si un sacerdote negaba este
tipo de comportamientos, yo me inclinaba fuertemente a creerle».
Un
tercer caso específico es el de los abusos en las escuelas administradas por
los Hermanos Cristianos en Ballarat. El cardenal negó haber ignorado las
acusaciones en contra de Edward Dowlan, profesor en el St. Patrick College.
«Había escuchado algunos rumores sobre comportamientos inadecuados», en los
años setenta, y «había allegado a la conclusión de que tenían que ver con
comportamientos pederastas». Pero Pell dijo que nunca había sabido el nombre de
las víctimas ni que hubiera un elevado numero de víctimas o que los abusos de
Dowlan, culpable de haber abusado de veinte chicos y condenado a 6 años de
reclusión, fueran de dominio público en la escuela. Tuvo que admitir, frente a
las preguntas de Gail Furness, que el número de personas que sabían todas estas
cosas era bastante significativo. El cardenal también añadió que fue advertido
por los parroquianos de que uno de los Hermanos Cristianos, Leo Fitzgerald (que
nadaba con los estudiantes), solía besar a los niños. Pero dijo que no creía
que besar fuera un acto sexual: «Es ciertamente inusual, pero nadie nos dijo
que tupiéramos que hacer algo al respecto».
Durante
toda la audición, el Prefecto de la Secretaría para la Economía siempre estuvo
calmado. En una declaración, el mismo Pell manifestó su apoyo al trabajo de la
Comisión gubernamental y se dijo dispuesto a encontrarse una por una con todas
las víctimas que habían viajado a Roma desde Australia. El cardenal siguió
defendiendo su comportamiento cuando era obispo auxiliar y arzobispo de
Melbourne, a pesar de haber expresado también su tristeza por la manera en la
que había recibido las peticiones de las víctimas y de sus familiares: «Yo y
otros en la Iglesia fracasamos en nuestra responsabilidad moral y pastoral»
hacia las víctimas.
La
segunda audiencia será hoy a las 22.30 (hora italiana), nuevamente mediante
video-conferencia desde el hotel Quirinale de Roma.
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