Reportaje de El Tiempo, sobre el Negro Acacio
Septiembre 22 de 2007
Aunque su cuerpo no aparece, relatos de campesinos del Guaviare confirman muerte del 'Negro Acacio'
Decenas de historias sobre el final que tuvo el jefe guerrillero circulan por los caseríos apostados a la orilla del río, donde el Ejército continúa las operaciones contra las Farc.
"El cielo se estremeció con las bombas y la selva quedó envuelta en una nube negra; entonces 'Acacio' se convirtió en paujil (un pájaro de monte) y se perdió por entre la maleza...", dicen los colonos que viven en los ranchos a lo largo de la ribera del Guaviare sobre lo que pasó el primero de septiembre con Tomás Medina Caracas, el jefe del frente 16 de las Farc.
El hombre que embarcó de lleno a esa guerrilla en el negocio del narcotráfico y que, según las autoridades, en 14 meses entregó mil millones de dólares a su organización, se convirtió en leyenda en boca de indígenas y colonos que lo conocieron vivo y que ahora dan su propia versión sobre la muerte, que el Ejército reportó como un hecho hace tres semanas.
EL TIEMPO viajó a la zona, entre Meta y Guaviare, donde 'Acacio' pasó los últimos meses entre caños, malokas y caseríos y por donde no se le ve desde el día del bombardeo a su campamento.
En San José del Guaviare, donde empezó el recorrido tras el rastro del jefe guerrillero, la gente tiene la instrucción de decir que está vivo. Allá la guerrilla ha mandado la razón de que el 'Negro' sigue gobernando y que cualquier 'negocio' que se quiera hacer en la zona necesita su consentimiento. Por eso el temor hacia este hombre que llegó de las costas del Cauca sigue intacto, a tal punto que nadie se atreve a movilizarse río abajo sin previa autorización del frente 44, que también le reportaba a 'Acacio'. A pesar del gran despliegue militar en el área, con más de 5.000 hombres, el punto de quiebre de la zona sigue siendo Puerto Alvira, una inspección de Mapiripán (Meta), ubicada en la mitad del trayecto sobre el río. Allí las Farc siguen mandando. Camino a caño Siare, un retén con dos guerrilleros que se atreven a asomarse al río impide que el equipo periodístico avance. "Esto es de nosotros y aquí decimos quién entra y quien no", advierte uno de ellos.Y tiene la razón. De ahí en adelante, hasta poco antes de llegar a Barrancominas (Guainía), un trayecto de más de 160 kilómetros, las operaciones no han logrado desalojar a los hombres de 'Tirofijo'.
Casi todos los pobladores salieron de Caño Hormiga, Buenos Aires y Guacamayas por temor a los bombardeos. Y en su desplazamiento, además de unos pocos pertrechos, cargaron con decenas de historias sobre el 'Negro Acacio', su vida y su muerte."El 5 de septiembre llegó a Caño Jabón (Puerto Alvira) el cajón para 'Acacio', de ahí lo bajaron por río hasta caño Siare y se lo llevaron ya arreglado para la Mapiripana (en Guainía)", asegura uno de lo colonos.
Este diario pudo confirmar con algunas fuentes en Villavicencio, que efectivamente, para esa fecha, alguien compró y envió, en un vuelo expreso, un ataúd "de buena calidad". Otros pobladores aseguran que un grupo de indios guahibos ayudaron a los guerrilleros que huían con el cuerpo a arreglarlo en una improvisada ceremonia. El lugar que mencionan es el mismo donde el 7 de septiembre las Fuerzas Especiales encontraron una fosa con los restos del radioperador, el jefe de seguridad y el caletero de 'Acacio'.
Según esos relatos, su cuerpo fue bañado, enfundado en un uniforme limpio y rezado, según el ritual guahibo, porque estaba incompleto: le faltaba la mano derecha."En la otra parte del brazo, cuentan los indios, tenía varias de las manillas que siempre usaba, tejidas en caña e hilo. En su mano estaba la pulsera que tenía tejido el nombre de 'Acacio'", contó otro habitante de la zona. La historia de la mano perdida por Acacio ha salido de las selvas.
De hecho, fuentes militares consultadas aseguraron que no pueden negar ni confirmar que, como cuentan en el Guaviare, la extremidad sí apareció en el campamento que ocuparon las Fuerzas Especiales.
En la ofensiva de las Fuerzas Militares lanzada el pasado primero de septiembre contra Tomás Medina y sus hombres murieron 34 guerrilleros del frente 16. En total, 27 cuerpos fueron recuperados.'Estaba cruzado'Lo cierto es que vivo o muerto, los lugareños dicen que cuando empezó el bombardeo, los cascabeles que 'Acacio' tenía atados a un collar empezaron a sonar. Ni él ni los hombres de su seguridad, siguen los relatos, alcanzaron a elevarle plegarias a Santa Bárbara, a quien le profesaban culto a través de la santería.
La historia de los rezos de 'Acacio' no es nueva. Soldados y hasta oficiales afirman que Tomás Medina Caracas estaba 'cruzado', que tenía pacto con chamanes y que los santos que cargaba amarrados al cuello en escapularios no le dejaban entrar las balas. Guerrilleros desmovilizados que estuvieron con 'Acacio' en la zona de distensión también hablan de los ritos que hacía antes de las tomas guerrilleras y que ofrendaba por anticipado, "las almas de los soldados que se pudiera llevar por delante".
Una cara menos siniestra aparecía en Navidad, cuando mandaba regalos a los niños de los internados de la zona bajo su dominio: "Enviaba maletas de lona, cuaderno y lápices", cuenta un profesor. El 'detalle' lo cobraba después, con el reclutamiento forzado de niños para su frente.
Allá hay quienes agradecen su generosidad decembrina y otros que lloran a los hijos que se fueron para el monte por orden del jefe guerrillero y no volvieron. Entre Puerto Alvira y Barrancominas todos recuerdan la bonanza cocalera que promovió a finales de 1998, con su socio, el narcotraficante brasileño 'Fernandinho'.
Desde ese tiempo, en el que narcos y raspachines se divertían con garotas que 'Acacio' traía en aviones desde Brasil, era todo un personaje. Y aún más cuando le llovieron del cielo los 10.000 fusiles AK-47 que negoció a través de Vladimiro Montesinos, el 'Rasputín' del régimen Fujimori en Perú. Por eso la noticia de su muerte cayó como trueno en la selva. Su cadáver no aparece y las Farc guardan silencio sobre el hecho, a pesar de que han pasado 20 días desde el bombardeo.
Puerto Alvira, la piedra en el zapato
Pese a que las Fuerzas Especiales, la Fuerza de Tarea Omega y la IV División del Ejército, con apoyo de la Fuerza Aérea han concentrado gran parte de su esfuerzo en esta zona, la guerrilla tiene su centro de abastecimiento en Puerto Alvira.
Este corregimiento del Meta, que en 1998 sufrió la llegada de los paramilitares con una masacre que dejó más de 40 muertos, tres años después quedó nuevamente bajo el dominio de las Farc, que en agosto del 2002 secuestraron al pueblo entero y se llevaron a 1.500 pobladores en planchones.
En el 2003 un equipo periodístico de EL TIEMPO quiso indagar sobre la suerte de estos habitantes y fue retenido durante 6 días. Hoy, la guerrilla continúa allí.
JINETH BEDOYA LIMA
ENVIADA ESPECIAL DE EL TIEMPO
SELVAS DEL GUAVIARE
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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