Un millón de voces
La protesta contra las FARC refuerza a Uribe, pero Colombia también le pide flexibilidad negociadora
El País, 06/02/2008; EDITORIAL
Unas 200 ciudades en todo el mundo, con cerca de 50 en Colombia, se unieron el lunes en un clamor contra las FARC, la guerrilla terrorista que retiene a cientos de secuestrados, entre ellos la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, en su guerra contra el Estado colombiano.
Las marchas, que se dice que congregaron a un millón de manifestantes en Bogotá y cientos de miles en Medellín, habían sido convocadas por un grupo de usuarios de la web Facebook con el lema: "Un millón de voces contra las FARC", y es seguramente la primera en su género y, sin duda, la más numerosa. Madrid, con varios miles de personas reunidas durante dos horas en la plaza Mayor, fue la capital europea que aunó más voces.
La acción no logró, con todo, hacer la unanimidad en la propia Colombia. La izquierda, representada por el Polo Democrático Alternativo, no se sumó a la protesta, porque no se dirigía contra otros grupos armados, como los paras, aunque organizó una concentración, y algunos de sus líderes, como el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, la secundaron.
La comunicación entre el Gobierno del presidente Uribe y las FARC, que discurre por intermedio de la Iglesia, se halla en punto muerto. La guerrilla quiere celebrar conversaciones sin límite de tiempo para acordar el canje de rehenes en una zona de miles de kilómetros cuadrados, que sería despojada de toda representación del Estado, y Bogotá sólo ofrece unos cientos de kilómetros bajo supervisión internacional, por 60 días. Pero se tiene por cierto que para liberar a los rehenes principales, como la señora Betancourt, las FARC exigirían que se les reconociera el estatuto de beligerante, lo que es inaceptable para el Gobierno.
Y para hacerlo todo aún más inmanejable, el presidente venezolano Hugo Chávez se ha convertido en el único canal por el que las FARC van liberando rehenes con cuentagotas. Caracas espera estos días la entrega de tres ex legisladores enfermos, y aunque Uribe tiene que dar por buena su liberación, las FARC se permiten ignorarle como interlocutor.
El presidente no puede ceder ante las ínfulas de los pistoleros, y las marchas le refuerzan a corto plazo, pero no deja de crecer en el país un sentimiento que le exige mayor flexibilidad negociadora. Ésa es una vía que habría que explorar.
La protesta contra las FARC refuerza a Uribe, pero Colombia también le pide flexibilidad negociadora
El País, 06/02/2008; EDITORIAL
Unas 200 ciudades en todo el mundo, con cerca de 50 en Colombia, se unieron el lunes en un clamor contra las FARC, la guerrilla terrorista que retiene a cientos de secuestrados, entre ellos la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, en su guerra contra el Estado colombiano.
Las marchas, que se dice que congregaron a un millón de manifestantes en Bogotá y cientos de miles en Medellín, habían sido convocadas por un grupo de usuarios de la web Facebook con el lema: "Un millón de voces contra las FARC", y es seguramente la primera en su género y, sin duda, la más numerosa. Madrid, con varios miles de personas reunidas durante dos horas en la plaza Mayor, fue la capital europea que aunó más voces.
La acción no logró, con todo, hacer la unanimidad en la propia Colombia. La izquierda, representada por el Polo Democrático Alternativo, no se sumó a la protesta, porque no se dirigía contra otros grupos armados, como los paras, aunque organizó una concentración, y algunos de sus líderes, como el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, la secundaron.
La comunicación entre el Gobierno del presidente Uribe y las FARC, que discurre por intermedio de la Iglesia, se halla en punto muerto. La guerrilla quiere celebrar conversaciones sin límite de tiempo para acordar el canje de rehenes en una zona de miles de kilómetros cuadrados, que sería despojada de toda representación del Estado, y Bogotá sólo ofrece unos cientos de kilómetros bajo supervisión internacional, por 60 días. Pero se tiene por cierto que para liberar a los rehenes principales, como la señora Betancourt, las FARC exigirían que se les reconociera el estatuto de beligerante, lo que es inaceptable para el Gobierno.
Y para hacerlo todo aún más inmanejable, el presidente venezolano Hugo Chávez se ha convertido en el único canal por el que las FARC van liberando rehenes con cuentagotas. Caracas espera estos días la entrega de tres ex legisladores enfermos, y aunque Uribe tiene que dar por buena su liberación, las FARC se permiten ignorarle como interlocutor.
El presidente no puede ceder ante las ínfulas de los pistoleros, y las marchas le refuerzan a corto plazo, pero no deja de crecer en el país un sentimiento que le exige mayor flexibilidad negociadora. Ésa es una vía que habría que explorar.
Marcha contra las Farc, mayor movilización en la historia del país
Editorial, periódico El Tiempo, 5/01/2008;
Sería fácil exagerar lo que pasó ayer, pues la asistencia a la convocatoria del 4 de febrero contra las Farc y el secuestro superó todas las expectativas. Y todos los precedentes. Nunca antes en la historia tantos colombianos habían salido a la calle -aquí y en el exterior- para protestar por algo.
En Bogotá se habla de millones: un mar humano invadió literalmente la Plaza de Bolívar y sus alrededores, lo mismo que en la carrera séptima hasta mucho más allá de la calle 26. Algo parecido sucedió en la 72, donde una inmensa muchedumbre coreaba la consigna 'No a las Farc', mientras una masa incontable de personas que acudieron al llamado invadían los dos carriles de la séptima, anegados en camisetas blancas hasta donde se perdía la vista.
Idénticas imágenes se vieron en Cali, en Medellín, Cartagena, Barranquilla y docenas de pueblos y ciudades. Y en sitios tan distantes y distintos, como Tokio y Moscú, Nueva York y La Haya, Madrid y Berlín, bajo la lluvia o la nieve, miles de colombianos hicieron sentir su voz y su presencia. La noticia recorrió el mundo como contundente recordatorio de la vitalidad democrática y la conciencia cívica de un país que marcha hacia adelante.
El número de manifestantes es incalculable, pero lo verdaderamente nuevo, lo que no había sucedido antes, es que se pasó de manifestaciones generales contra la violencia o el secuestro, a señalar a uno de los principales perpetradores. Los centenares de miles de colombianos que se volcaron a las calles lo hicieron portando de todas las formas imaginables, en camisetas, banderas, pancartas, letreros, banderines, las consignas con las que fue convocada esta protesta inédita: "No más secuestros. No más mentiras. No más muerte. No más Farc".
En la década del 90 hubo enormes manifestaciones contra el narcotráfico tras el asesinato de Luis Carlos Galán y contra el secuestro en las marchas del "No Más". Pero por primera vez uno de los perpetradores de las atroces formas de violencia del conflicto armado es señalado claramente y condenado de manera multitudinaria. De nada sirve que las Farc intenten envolverse en su discurso fantasioso de que se trató de una manifestación manipulada por los medios, la derecha o el uribismo. La jornada de ayer dejó claro que millones de colombianos condenan a una mal llamada guerrilla que comete los peores crímenes contra la dignidad humana en nombre de una dialéctica hueca que a nadie convoca.
Ese fue el mensaje que transmitió el 4 de Febrero y que recibió el mundo: Colombia es un país con una ciudadanía dinámica y madura. Capaz de salir masivamente a la calle a repudiar con nombre propio a una vieja y poderosa organización armada que mata mientras habla y cree que la respetabilidad política se gana convirtiendo a seres humanos en mercancía de trueque.
¿Habrán entendido algo? En este marco, quizá, (¿ingenuamente?) habría que entender el anuncio de la liberación de otros tres secuestrados en manos de las Farc -Luis Eladio Pérez, Gloria Polanco y Orlando Beltrán-, si es que no se trata de una nueva maniobra propagandística para contrarrestar su abrumadora impopularidad.
Tomen nota, señores del secretariado. Ayer un país entero los condenó en las calles, pacífica y enérgicamente. Esas masas que reivindican en sus comunicados dijeron de manera incontestable que el secuestro y los secuestradores son aborrecibles.
Las Farc han probado hasta ahora ser insensibles a la opinión. Si esta manifestación no las hace, como mínimo, ver el despeñadero político en el cual se han precipitado, es que son ciegas sin remedio.
editorial@eltiempo.com.co
En Bogotá se habla de millones: un mar humano invadió literalmente la Plaza de Bolívar y sus alrededores, lo mismo que en la carrera séptima hasta mucho más allá de la calle 26. Algo parecido sucedió en la 72, donde una inmensa muchedumbre coreaba la consigna 'No a las Farc', mientras una masa incontable de personas que acudieron al llamado invadían los dos carriles de la séptima, anegados en camisetas blancas hasta donde se perdía la vista.
Idénticas imágenes se vieron en Cali, en Medellín, Cartagena, Barranquilla y docenas de pueblos y ciudades. Y en sitios tan distantes y distintos, como Tokio y Moscú, Nueva York y La Haya, Madrid y Berlín, bajo la lluvia o la nieve, miles de colombianos hicieron sentir su voz y su presencia. La noticia recorrió el mundo como contundente recordatorio de la vitalidad democrática y la conciencia cívica de un país que marcha hacia adelante.
El número de manifestantes es incalculable, pero lo verdaderamente nuevo, lo que no había sucedido antes, es que se pasó de manifestaciones generales contra la violencia o el secuestro, a señalar a uno de los principales perpetradores. Los centenares de miles de colombianos que se volcaron a las calles lo hicieron portando de todas las formas imaginables, en camisetas, banderas, pancartas, letreros, banderines, las consignas con las que fue convocada esta protesta inédita: "No más secuestros. No más mentiras. No más muerte. No más Farc".
En la década del 90 hubo enormes manifestaciones contra el narcotráfico tras el asesinato de Luis Carlos Galán y contra el secuestro en las marchas del "No Más". Pero por primera vez uno de los perpetradores de las atroces formas de violencia del conflicto armado es señalado claramente y condenado de manera multitudinaria. De nada sirve que las Farc intenten envolverse en su discurso fantasioso de que se trató de una manifestación manipulada por los medios, la derecha o el uribismo. La jornada de ayer dejó claro que millones de colombianos condenan a una mal llamada guerrilla que comete los peores crímenes contra la dignidad humana en nombre de una dialéctica hueca que a nadie convoca.
Ese fue el mensaje que transmitió el 4 de Febrero y que recibió el mundo: Colombia es un país con una ciudadanía dinámica y madura. Capaz de salir masivamente a la calle a repudiar con nombre propio a una vieja y poderosa organización armada que mata mientras habla y cree que la respetabilidad política se gana convirtiendo a seres humanos en mercancía de trueque.
¿Habrán entendido algo? En este marco, quizá, (¿ingenuamente?) habría que entender el anuncio de la liberación de otros tres secuestrados en manos de las Farc -Luis Eladio Pérez, Gloria Polanco y Orlando Beltrán-, si es que no se trata de una nueva maniobra propagandística para contrarrestar su abrumadora impopularidad.
Tomen nota, señores del secretariado. Ayer un país entero los condenó en las calles, pacífica y enérgicamente. Esas masas que reivindican en sus comunicados dijeron de manera incontestable que el secuestro y los secuestradores son aborrecibles.
Las Farc han probado hasta ahora ser insensibles a la opinión. Si esta manifestación no las hace, como mínimo, ver el despeñadero político en el cual se han precipitado, es que son ciegas sin remedio.
editorial@eltiempo.com.co
Foto de la agencia AFP
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