5 mar 2008

El efecto Iván, en Reforma

Columna Templo Mayor, Reforma, 5/03/2008;
AL INTERIOR de los círculos calderonistas comienza a causar nerviosismo el "Efecto Iván".
ES DECIR, están viendo con preocupación cómo va creciendo el embrollo en torno a Petróleos Mexicanos y Juan Camilo Mouriño -al que sus allegados le llaman con afecto Iván- y temen que termine por arrollar las negociaciones de la reforma energética.
EL EXPEDIENTE Pemex-Mouriño le dio al PRD la bandera que no había encontrado a lo largo de este gobierno, y ha puesto en jaque a la administración federal en uno de los temas más sensibles para los mexicanos: el destino del petróleo.
EL PERREDISMO se encontraba en su nivel más bajo de popularidad y a punto de la fractura interna, pero el tema de Mouriño los ha vuelto a unificar y les da un motivo de polarización electoral rumbo al 2009 que, sin duda, le hace mucho daño al gobierno del PAN.
Y CON ESO de que por ahí se dice que todavía hay más contratos con Pemex que dejan mal parado a Juan Camilo, es factible pensar que la oposición podría ponerse en plan duro y exija la cabeza del funcionario a cambio de la reforma.
ANTE este panorama, los calderonistas ya están tronándose los dedos.
Columna JAQUE MATE/Sergio Sarmiento:
Reforma, 5/03/2008;
"Cuando la voz de un enemigo acusa, el silencio de un amigo condena". Popular
Juan Camilo Mouriño es seguramente el funcionario más cercano al presidente Felipe Calderón. Por eso los políticos del Frente Amplio Progresista lo han elegido como blanco para un ataque concertado. Lastimar a Mouriño -o a su imagen pública- no sólo significa dañar a un funcionario del gobierno panista y a un posible candidato del PAN a la Presidencia de la República para el 2012 sino también a un amigo del "presidente espurio". La tentación es demasiado grande.

Las andanadas en contra de Mouriño vienen -y seguirán viniendo- de distintos frentes. Por una parte, Gerardo Fernández Noroña, el secretario de Comunicación del PRD -y especialista en ataques mediáticos-, se ha empeñado en demostrar que Mouriño es español -"gallego", dice él, para usar un término que tiene en México un toque peyorativo- y que por lo tanto no cumple con los requisitos constitucionales para ocupar un cargo en el gabinete. Por otro lado, está la acusación, presentada por Andrés Manuel López Obrador, de que Mouriño incurrió en tráfico de influencias para que empresas de su familia obtuvieran contratos de Pemex.
Poco importa si las acusaciones son ciertas o no. La táctica de destrucción política no necesita probar sino acusar, bajo la idea de que algo finalmente quedará. Es la técnica que el PRD y López Obrador emplearon con anterioridad para atacar a Diego Zavala, el hermano de Margarita, cuñado del presidente Calderón. La táctica ha resultado muy eficaz siempre que se ha usado.
El propio Mouriño no ha ayudado a su causa. De nada sirve calificar de "mezquinas" y "dolosas" las acusaciones del PRD si no se presentan datos y pruebas convincentes. En esto Zavala fue mucho más valiente, ya que desde el primer momento enfrentó las acusaciones y presentó toda la información que se le requirió. Tampoco se ayudó a sí mismo Mouriño con ese artículo de portada de la revista Quién que lo presentó como el "chico superpoderoso". Al parecer, el hombre que se ha convertido en el principal operador político del presidente Calderón no tuvo la sagacidad para comprender los daños que Marta y Vicente Fox se hicieron a sí mismos con la entrevista de Quién que hizo gala de su rancho.
En el caso de Mouriño es inevitable preguntar si, en sus distintas capacidades políticas, el actual secretario tuvo algo que ver con los contratos firmados por Pemex con Grupo Energético del Sureste y con Ivancar, las empresas de su familia. Aclarar no hace daño, todo lo contrario. La simple descalificación de una acusación, por muy mezquina
o dolosa que sea, sin el acompañamiento por lo menos de una explicación, hace más daño que bien. Hay una duda razonable que se basa en el hecho de que Mouriño firmó contratos por asignación directa de Pemex entre 2002 y 2003 cuando era presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y asesor del secretario de Energía, Felipe Calderón. Esta acusación puntual requiere cuando menos una explicación y no una simple descalificación.
Por lo que hace al requisito del artículo 91 de la Constitución, el cual establece que "para ser secretario de despacho se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento", Mouriño parece cumplir plenamente con la disposición. Si bien nació en Madrid, España, el artículo 30 de la Constitución establece que son mexicanos por nacimiento "los que nazcan en el extranjero" hijos de padre o madre nacidos en territorio nacional o de padre o madre naturalizados. Todo parece indicar que la madre de Juan Camilo, María de los Ángeles Terrazo, nació en México; ella tiene, cuando menos, un acta de nacimiento que registra su nacimiento en el Sanatorio Español de la Ciudad de México. Por otra parte, el padre, Camilo Terrazo Vales, se naturalizó mexicano en 1942.
Fernández Noroña ha tratado de demostrar que el acta de nacimiento de la señora Terrazo es falsa, pero hasta el momento no lo ha conseguido. Afirma, por otra parte, que el criterio que hace mexicanos por nacimiento a los hijos de padres naturalizados es posterior al nacimiento de Juan Camilo y por lo tanto no le da la nacionalidad mexicana. Muchos juristas, sin embargo, consideran que esta redacción constitucional sí ampara la nacionalidad de Juan Camilo, puesto que los cambios de ley se aplican de manera retroactiva cuando son en beneficio de la persona.
Los ataques contra Mouriño no se detendrán, por supuesto. Esto se debe a que es secretario de Gobernación, posible aspirante a la Presidencia de la República y colaborador no sólo cercano sino apreciado del presidente Calderón. Pero aun así es importante que Mouriño no deje de dar respuesta puntual a las acusaciones que se le hacen. De otra manera estará simplemente aceptando que son ciertas, cuando menos en el tribunal de la opinión pública.
Asunto importante/Modesto Suárez
Reforma, 5/03/2008;
No es asunto de poca importancia para un príncipe la elección de sus ministros. Maquiavelo, El Príncipe
La crisis que actualmente enfrenta el titular de la Secretaría de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, ilustra dos problemas relevantes en la historia política de México: la participación de extranjeros en la vida política de México y la corrupción desde los cargos públicos. El primer aspecto ha ensombrecido la joven y vertiginosa carrera política de Mouriño. De acuerdo con la investigación realizada por Alejandro Gutiérrez y Rosa Santana, autores del artículo "Español o mexicano, según convenga" (Proceso, No. 1632, pp. 6-13), Mouriño nació en Madrid el 1o. de agosto de 1971, por lo que para España es español de origen. A la edad de 18 años, Mouriño obtuvo su certificado de nacionalidad mexicana, en razón del origen mexicano de su madre. En dicho documento se establece que el solicitante renuncia a cualquier otra nacionalidad; sin embargo, no hay indicios de que Mouriño lo haya hecho. Por el contrario, en 1994, cinco años después de haber optado por la nacionalidad mexicana, el actual secretario de Gobernación obtuvo un pasaporte español y, según el diario El Sur de Campeche, se internó con él en territorio mexicano en agosto de 1996. Al hacer esto, en opinión del constitucionalista Elisur Arteaga Nava vertida a La Jornada, Mouriño perdió la nacionalidad mexicana en los términos del artículo 37 constitucional. Por otra parte, en una entrevista concedida al Núcleo Comunicación del Sureste, Juan Camilo Mouriño afirmó ser mexicano por nacimiento por haber nacido en el hospital San Martín en Campeche, lo cual contradecía lo asentado en su acta de nacimiento madrileña donde aparece que nació en la clínica La Milagrosa de la capital española.
El rechazo a que los extranjeros tomen parte en la vida política del país no es algo irracional -muchas naciones lo manifiestan-, y tiene como fundamento que la lealtad de tales personas es por lo general a sus naciones de origen y no a la de adopción. Es prudente decir que esto también sucede con mexicanos por nacimiento. Federico Campbell, en su artículo "Nuestro hombre en Querétaro", publicado recientemente en la revista Milenio, recuerda que el psicoanalista Ignacio Millán, en compañía de otros colegas suyos, analizó muchos sueños de ejecutivos mexicanos que trabajaban o habían trabajado para compañías transnacionales, y encontró que en gran parte los ejecutivos eran o habían sido más leales a sus compañías que a su propio país.
El segundo aspecto de la crisis enfrentada por Mouriño es la acusación -respaldada documentalmente- formulada por Andrés Manuel López Obrador de que dicha persona incurrió en tráfico de influencias cuando ocupó la presidencia de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y trabajaba en la Secretaría de Energía, al haber firmado tres contratos -obtenidos mediante adjudicación directa, sin mediar licitación alguna- como representante de Transportes Especializados Ivancar, una empresa de la familia Mouriño. Aparentemente, el valor de tales acuerdos excede de los 26 millones de pesos.
Juan Camilo Mouriño respondió a la acusación anterior diciendo que es inmoral, dolosa y mezquina, porque él nunca se ha beneficiado económicamente de la política. Afirmó también que entregará a las autoridades competentes toda la información relativa al presunto tráfico de influencias.
Que un secretario de Gobernación pudiera estar impedido por la ley para ejercer ese cargo y que esa misma persona pudiera haber incurrido en tráfico de influencias serían cosas sumamente graves; por ello, ese alto funcionario debe de hacer las aclaraciones pertinentes sin rodeos de ningún tipo. Si él decide no aclarar las cosas, esta obligación recaería sobre la persona que lo eligió: el presidente de la República.
Juan Camilo/ Froylán M. López Narváez
Reforma, 5/03/2008;
Ya es firme y creciente la cascada de imputaciones en contra del recién llegado a la Secretaría de Gobernación, Juan Camilo Mouriño. Precisamente el Frente Amplio Progresista anunció que presentará denuncia penal por los delitos de tráfico de influencias, peculado, abuso de autoridad, uso indebido de facultades y atribuciones y coalición de servidores públicos.
Jesús Zambrano, candidato a la presidencia del PRD en el Distrito Federal, se sumó vehemente en la lista de acusadores. Si se logra la exclusión, sería a mediano o largo plazos seguramente, quienes sean beligerantes eficaces en este litigio político. Habrían de merecer reconocimientos por abatir no sólo al presunto campechano de origen español, sino a Felipe Calderón Hinojosa, quien a más de un año de allanar un Poder Ejecutivo sin que se admita legalidad plena, no acaba de formar gabinete estable, que logre, por lo menos, lo que su antecesor y adversario, el esquizoide Vicente Fox.
Mouriño entró de emergente para suplir a su destapador panista Francisco Ramírez Acuña, a quien no le bastó este arrojo eficiente para colmar las necesidades y habilidades imprescindibles en un secretario de Gobernación. Particularmente cuando hay repudio frontal y parcial a un gobierno tildado de espurio y de ilegítimo.
La estabilidad de este funcionario es de tembleque, de tembeleque. Punto grave, irreparable, si como se aduce su nacionalidad es española de nación, luego mexicanizado según su voluntad y después españolizado por conveniencia y cuando era residente norteamericano. Ayer se habrían de presentar documentos, consideraciones fehacientes y legales, para patentizar que ésa ha sido su variante en cuanto hace a nacionalidad. Más de un perredista quedaría en descrédito, si no se evidencia la base jurídica, incontestable, de lo que se afirma.
Este escándalo y pugna políticos podrían traducirse en una situación personal muy lastimosa. Si se justifican en tribunales, si la Procuraduría General de la República convalida la viabilidad de las imputaciones, y se procede a juicio y sentencia condenatoria, por los delitos que ahora se achacan y los que pudieran acumularse, sería fatal para la administración legalizada de Calderón.
Los inicios de este treintañero son de comerciante, de empresario, gracias a los talentos de su padre, cacique económico de Campeche, de acuerdo con los denuestos de adversarios y consideraciones de lugareños que han visto el afortunamiento muy grande de otro español que hizo la América, si bien no con la banca, textileras, panaderías y hotelería de paso o para turismo o alojamiento necesario y no de recreo efímero.
Ha sido la revista Contralínea la informadora reciente que ha señalado con datos y referencias puntuales los quehaceres y negocios de los hermanos Mouriño, destacadamente los de Juan Camilo, educado en Estados Unidos para hacer dineros grandes, en la Universidad de Tampa. Por razones morales y sociales apenas indiciadas, muy joven se acomodó como diputado campechano y luego federal. Encaminador de almas políticas, líder, jefe, FCH le asimiló entre sus cercanos consentidos. Le incubó en el área de negocios y ocupaciones vinculadas con la energía, con Pemex, empresa de la cual su familia ha conseguido pingües capitales.
Hay suspicacias y pasmos porque la empresa familiar logró adjudicaciones directas inusuales. El secretario en entredicho ha replicado que todo esto es nimio, su nacionalidad esclarecida y que habrá de concentrarse, arduamente, en la Secretaría que le otorgaron.
Han sido vertidas reconsideraciones, datos, para desvirtuar los cargos de ilegalidad en contra del joven político. Que los negocios que hizo Pemex con papá Mouriño fueron con el padre, no con los vástagos, dice Juan Bueno Torio responsable antaño de Pemex. Que lo que pasa es que no está discernida, admitida, la conveniencia para hacer negocios y ser legislador. Ahora, dice el ex director de Petróleos, no hay impedimento legal. Y como Bueno no trató con las criaturas de Carlos Mouriño, ya conocido como traficante de gasolinas, no le ve problema a estas consideraciones.
Los perredistas y sus aliados del FAP insistirán en sus acusaciones. No así la señora Ruth Zavaleta, la presidenta actual de la Cámara de Diputados, quien no tiene elementos para juzgar sobre la inocencia o la culpabilidad definitivas de Juan Camilo. Como todo mundo. En algo así como "piernas para que las quiero", rehúsa analizar el asunto y esperar a que se dictamine el conflicto jurídicamente.
Dentro del PAN ya hay desgarraduras de vestidos por el asunto. Ya no convienen en que se investigue y aclare el asunto. Se abstendrán si la denuncia llega al pleno legislativo. Pero Juan Camilo "está clavado", dice Javier González Garza.
Son millones y millones, y millones, los seres humanos que creen que la vida es para hacer negocios, para acumular y acumular, comprar y comprar, lucrar, pasar la existencia en los negocios. Y no son minoría quienes forman legiones que se enriquecen con bienes comunes, públicos, con éste o aquel artilugio legal. Pobres personas. El neoliberalismo clausura la imaginación, sueños, la generosidad inteligente. Vivir en las arcas, qué miseria. Por ahí dicen que son cristianos o católicos, más bien. Correo electrónico: froymln@prodigy.net.mx

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