27 dic 2008

Israel-Hamas

Retrospectiva
Israel-Hamas
El alto el fuego Israel-Hamas/Abraham B. Yehoshua,
escritor israelí, inspirador del movimiento Paz Ahora.
Traducción: Sonia de Pedro
Publicado en LA VANGUARDIA, 13/07/2008;
Por fin se ha alcanzado un alto el fuego entre Israel y Hamas. Durante más de medio año se ha
estado animando al Gobierno israelí desde distintos sectores para que aceptase un alto el fuego con Hamas. Pero el Gobierno se negaba, ateniéndose a razones diversas y extrañas, tales como que “eso debilitará a Abu Mazen”, como si no debilitasen a Abu Mazen la construcción continuada de colonias judías en Jerusalén Este y la ausencia de desmantelamiento de asentamientos ilegales. También aducía que “Hamas no reconoce la existencia del Estado de Israel”, algo raro cuando a lo largo de los últimos sesenta años todos los alto el fuego con los países árabes y con la Organización para la Liberación de Palestina se han alcanzado sin exigir el “reconocimiento de Israel”, y se han establecido sin condiciones, buscando un cese del derramamiento de sangre en ambas partes, pues ese ha sido el criterio moral que ha guiado a Israel durante todos estos años.
No obstante, cabe constatar que finalmente la sensatez y el realismo han prevalecido sobre las dudas y se ha firmado un alto el fuego. Y sólo queda lamentarse por el tiempo perdido, durante el que han dominado el sufrimiento y la destrucción.
Es importante recordar un aspecto crucial en este largo conflicto: los israelíes y los palestinos son vecinos y siempre lo serán. Por tanto, las consideraciones de carácter militar en esta guerra no se parecen a las que podrían darse en una guerra entre países lejanos entre sí. Las muertes, tanto de israelíes como de palestinos, penetran en la memoria y en los recovecos de cada pueblo, y por eso, un alto el fuego es mucho más importante que cualquier fantasía acerca de un acuerdo definitivo a largo plazo.
Ahora bien, ¿cuánto va a durar? Aquellos que se opusieron a este alto el fuego le vaticinan una vida corta. Está claro que, si se queda en una mera formalidad y no se buscan maneras de aprovechar el momento, será flor de un día. Por ello, es necesario reunir fuerzas para alimentar el alto el fuego, con el fin de que haga posible un largo periodo de calma que permita que con el tiempo se llegue a un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina.
Así pues, ¿qué se puede hacer? En primer lugar, abrir los pasos fronterizos y puestos de control a todos los enfermos, estudiantes y familiares palestinos que han quedado aislados a causa del cierre de los territorios. En segundo lugar, establecer una amplia cobertura, que iría creciendo con el tiempo, para que los palestinos puedan ir a trabajar a Israel, algo que conviene tanto a israelíes como a palestinos. Y es que es preferible que, en vez de trabajadores extranjeros venidos de países remotos con dificultades para integrarse y con la amenaza constante de la deportación, trabajen en Israel palestinos, que tras el trabajo vuelven a su casa como cualquier otro israelí. De esta forma, los futuros trabajadores de Gaza, con pleno derecho a buscarse el pan en Israel, se convertirían en los mayores defensores de la continuación del alto el fuego.
Además, sería importante retomar ahora, tal vez con financiación internacional, proyectos empresariales que había y que se paralizaron a raíz de la guerra y hacer que Hamas los vea como legítimos gracias a que colabore en ellos algún país árabe. También habría que dejar de ejecutar, o al menos reducir, los asesinatos selectivos de miembros de Hamas en Gaza y permitir a la Autoridad Palestina ocuparse de ellos con sus propios mecanismos.
Y, por último, es fundamental destacar que la calma tiene su propia dinámica. Cuando las personas se hallan en guerra, acaban acostumbrándose y al final se convierte en su rutina hasta tal punto que ya no se imaginan otra realidad. Pero en el momento en que la tranquilidad y el cese de los enfrentamientos se van transformando en su día a día, la idea de volver a estar en guerra pasa a ser algo doloroso e insoportable, pues no supone regresar a una realidad desconocida, sino a unas circunstancias de un terrible sufrimiento.Por tanto, hay que considerar este alto el fuego no un mero acuerdo firmado sobre un papel, sino una semilla que se siembra: hay que regar la tierra, cuidar la semilla, protegerla para que acabe convirtiéndose en un árbol fuerte, para que ningún cohete Qasam u obús logre arrancarlo fácilmente.
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Hamastan
Hamastan cumple un año/Samuel Hadas, analista diplomático y primer embajador de Israel en España y ante la Santa Sede
Publicado en LA VANGUARDIA, 29/06/2008;
Un año ha transcurrido desde que la organización fundamentalista islámica Hamas abatiera a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina identificadas con Fatah, el partido del presidente Mahmud Abas, en las sangrientas jornadas de junio del 2007 en Gaza, haciéndose con el poder en esta parte de Palestina. No habían transcurrido entonces sino tres meses del acuerdo para el establecimiento de un gobierno de unidad nacional palestino agenciado por Arabia Saudí, con el apoyo de la Liga Arabe. Hamas, recordemos, había derrotado a Fatah en las elecciones a la ANP en enero del 2006, ante el desconcierto de todos los actores en la región. Las esperanzas de que Gaza pudiera transformarse en la Singapur de Oriente Medio después de que Israel evacuara este territorio, se disiparon como el humo: en esta parte del mundo la realidad se resiste a transitar por carriles previstos y Gaza no tuvo mejor suerte que Somalia.La situación en este territorio palestino es desde entonces un infierno: las condiciones de vida han empeorado notablemente y dos de cada tres de sus habitantes viven por debajo de la línea de pobreza, mientras el paro asume proporciones catastróficas. La mayoría de sus habitantes depende de la caridad de instituciones internacionales. Gaza no es hoy sino un gran problema humano. Desde junio del 2007, centenares de militantes de Fatah pueblan las cárceles de Gaza como resultado de la persecución política. Mientras que el gobierno de la ANP paga los salarios de sus 78.000 ex funcionarios en Gaza, Irán cubre los gastos de Hamas, incluso los militares.
Hamas ha logrado sobrevivir hasta ahora al cerco internacional con el que Israel, con el consentimiento de la ANP y con la ayuda de Estados Unidos y la Unión Europea, busca proscribirlo internacionalmente y expulsarlo del poder. El resultado: Hamas, una organización calificada terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea y, por supuesto, Israel, es hoy más popular que nunca entre los cercados palestinos de Gaza. Para estos, los responsables de su calamitosa situación son los israelíes y “sus aliados norteamericanos” y no los fundamentalistas de Hamas, cuya prédica nacionalista-religiosa gana día a día más adeptos. El empobrecimiento ha contribuido a la radicalización religiosa. “Antes - explica un palestino-, veíamos en las mezquitas mayoritariamente a gente adulta, y hoy vemos allí más y más jóvenes”. Mientras, un resignado compatriota suyo explica que están acostumbrados a la situación, dado que al fin y al cabo “las condiciones han sido siempre malas y nada sucede si con Hamas son un poco peores”. El hecho es que a un año de su golpe de mano, Hamas ha logrado superar políticamente el bloqueo que ha arruinado la economía de Gaza y sigue en el poder.
Hamas conmemora el primer aniversario de Hamastán con dos clamorosos éxitos políticos: las renovadas conversaciones con la ANP para la reconciliación nacional (hasta ahora, su presidente, Mahmud Abas, rechazaba categóricamente negociar con Hamas, exigiendo el retorno al statu quo anterior al golpe) y, sobre todo, el acuerdo de “tregua” con Israel, que no es otra cosa que compromisos que Israel y Hamas asumen ante Egipto, que mediará el cese de fuego que ponga fin a la cotidiana lluvia de cohetes sobre las poblaciones israelíes y las consiguientes represalias.
La tregua es extremadamente frágil y cualquier incidente menor podría rematarla. Hamas necesitaba urgentemente un respiro que permita aliviar la penuria de los habitantes de Gaza mientras que para el Gobierno israelí, presionado por una opinión pública cada vez más crítica por la situación de las poblaciones en la frontera con Gaza, era menester apaciguar los caldeados ánimos políticos. Entre la incerteza y el pesimismo, israelíes y palestinos dudan que la calma pueda mantenerse mucho tiempo. Problemas conflictivos como el cese del masivo contrabando de armas a Gaza por parte de Hamas, gentileza de Irán, o la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, a cambio de terroristas palestinos, podrían hacer saltar por los aires la tregua.
Exultantes líderes de Hamas presentan la tregua como una “gran victoria” sobre Israel y Estados Unidos, mientras que es rechazada por los israelíes que exigen una operación militar que destruya la infraestructura de Hamas y ponga fin a su régimen. Pero, sobre todo, porque al aceptar la iniciativa egipcia, el Gobierno israelí reconoce, de facto, la legitimidad del régimen de Hamas en Gaza, lo que podría conducir a algo que intenta evitar: el reconocimiento internacional de esta organización radical, cuyos sectores más duros siguen sin demostrar la mínima disposición a aceptar la existencia de Israel. En las escuelas, mezquitas y los medios de comunicación de Gaza, sobre todo en la televisión de Hamas, se predica sin tregua la yihad, la guerra santa contra los judíos. La carta fundamental de Hamas nos recuerda que no hay otra solución para el problema palestino que la yihad.De ahí que en Israel no son pocos los que consideran inevitable una contienda en gran escala con Hamas, cuyo objetivo prioritario sigue siendo reforzar su “brazo armado”, según el exitoso modelo de Hizbulah en su guerra con Israel en el 2006. La tregua proporciona a Hamas una oportunidad de oro para prepararse para la próxima vuelta.
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Un alto el fuego con Hamas/ Abraham B. Yehoshúa, escritor israelí
Traducción: Sonia de Pedro
LA VANGUARDIA, 21/10/07):
Hace unas semanas, un grupo de intelectuales israelíes publicó una carta abierta dirigida al Gobierno de Israel; en ella se le pedía que hiciera todo lo que estuviera en su mano para que en la cumbre internacional que se celebrará en noviembre se llegara realmente a un acuerdo y no se quedara todo en una mera declaración de buenas intenciones hacia el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Además, se llamaba a iniciar en paralelo negociaciones con Hamas con el fin de alcanzar un alto el fuego.
La primera petición fue muy bien acogida; en cambio, la segunda causó asombro y fue mal recibida. ¿Cómo podíamos solicitar al Gobierno israelí que negociara con una organización que niega la existencia del propio Estado de Israel? ¿No estamos así legitimando moralmente esa ideología radical y cuestionando la lucha de Al Fatah contra Hamas?
Nuestra respuesta fue la siguiente. Desde la creación del Estado de Israel, los distintos gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, han negociado con países y organizaciones que no reconocían en absoluto a Israel. Por ejemplo, con Jordania, que atacó Israel en 1948 a fin de impedir que se cumpliera la resolución de la ONU donde se establecía el Estado judío. Lo mismo ha ocurrido con Siria y Egipto, tras las guerras de 1956, 1967 y 1973. Israel ha negociado con ellos pese a que sabía que el alto el fuego no implicaba que fuera reconocido como Estado. Incluso con la OLP, que negaba toda legitimidad a Israel y que llevaba a cabo una lucha de guerrilla en el sur de Líbano contra el Estado judío, el líder de derechas Menahem Begin firmó en 1981 un alto el fuego.
Sin duda, los gobiernos israelíes sabían que esos altos el fuego podían ser temporales y permitían al enemigo rearmarse, pero a pesar de todo creo que Israel se guiaba por el principio de que, si quería asegurarse su existencia en la región, había que reducir el baño de sangre entre judíos y árabes. Y es que Israel tenía claro que nunca podría vencer definitivamente a los árabes y que debía conseguir ser reconocido como Estado, algo que logró con Egipto y Jordania. Los egipcios, los jordanos y los palestinos no suponen para los israelíes lo mismo que representaban los vietnamitas para los norteamericanos, los afganos para los soviéticos o los argelinos para los franceses. En estos casos, tras las sangrientas luchas, los dos lados combatientes se separaron, y sus poblaciones podían dejar de estar en contacto. En cambio, en el caso de Israel se trata de sus países vecinos, y por tanto se debe hacer todo lo posible para mitigar el sufrimiento de la población, un dolor que deja profundas cicatrices en la conciencia del pueblo incluso después de firmarse la paz. Por ello, lo más lógico es alcanzar un alto el fuego con Hamas, aun cuando sea temporal y frágil y aunque suponga que el enemigo pueda aprovecharlo para posicionarse mejor y hacerse más fuerte.
Hamas controla Gaza. No es una mera organización terrorista, sino un enemigo real que llegó al gobierno a través de unas elecciones generales. Israel evacuó los asentamientos de colonos de Gaza y desmanteló los puestos militares. Pero, en vista de los continuos ataques, Israel tiene pensado declarar en el futuro la franja de Gaza zona hostil y cortar el suministro de luz eléctrica y gasolina. Por eso, antes de que se tomen esas medidas tan drásticas, en cierto modo justificadas ante el lanzamiento de cohetes sobre la población del Neguev y de la ciudad de Sderot, Israel debe proponer a Hamas un alto el fuego y llamar a la población palestina de Gaza a presionar a su gobierno, para que cese el ataque con cohetes, que generalmente realiza gente sin escrúpulos y pagada por Irán. Y es que Hamas sí puede controlar y detener a esas personas. No olvidemos que Gaza se halla tan sólo a setenta kilómetros de Tel Aviv, y esperamos que algún día podamos mantener con Gaza, ahora que ya no está bajo ocupación israelí, unas buenas relaciones de vecindad.
Además, una Gaza en calma hará que el Gobierno israelí convenza más fácilmente a su población de seguir negociando con la Autoridad Nacional Palestina para retirarse de más territorios ocupados en el 67. Y a pesar de la enemistad declarada entre la ANP y Hamas, a los palestinos de Cisjordania les interesa llegar a un alto el fuego con Hamas e integrar poco a poco a los dirigentes de Hamas en una futura negociación. El alto el fuego obligaría a Hamas a detener sus acciones terroristas y sus atentados suicidas, y a Israel, a no efectuar asesinatos selectivos ni detener a sus líderes.
Es cierto que Hamas puede aprovechar el alto el fuego para rearmarse más para el siguiente asalto, pero en todo caso Israel es más fuerte que Hamas, por lo que es probable que la calma que imperaría a ambos lados de la frontera ayudaría a que ese alto el fuego se hiciera más prolongado. Al fin y al cabo, si Hamas quiere demostrar que su gobierno es bueno para los palestinos, tendrá que darles calidad de vida.
Un alto el fuego con Hamas no implica legitimar su ideología así como tampoco supone que Hamas reconozca a Israel; sin embargo, es un paso necesario para lograr cierta calma que permita alcanzar un acuerdo más amplio.

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