26 abr 2009

Alerta sin histeria

Alerta sin histeria/Editorial
El País,, 27/04/2009;
Los riesgos de la gripe porcina exigen un buen control sanitario público y decisiones sosegadas
La aparición de ocho posibles casos de gripe porcina en España en viajeros procedentes de México ha desatado una inquietud lógica entre las autoridades y entre los ciudadanos. El virus de la gripe porcina ha causado 81 muertos en México, donde hay más de 1.300 afectados y parece que ha provocado un pequeño número de casos en Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá, Israel y
Francia, entre otros. No conviene minimizar la hipótesis de una posible pandemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado el primer paso al calificar de "muy grave" el brote vírico en México y EE UU por su potencial capacidad de extensión a otras zonas del mundo. El riesgo de pandemia se multiplica por la densa y fluida red de comunicaciones que puede transportar el virus a cualquier parte del mundo.
Pero, como en los casos bien recientes de riesgo provocados por el virus H5N1 de la gripe aviar o del síndrome respiratorio agudo (SARS) procedente de Asia, la conciencia del peligro no debe ser motivo para reacciones histéricas o desproporcionadas; más bien debe incitar a la prudencia. En las situaciones de riesgo para la salud de la población la gestión más delicada consiste en hacer posible que el máximo de garantías para los ciudadanos, que implica un número elevado de controles excepcionales, sea compatible con mantener la tranquilidad, la calma y la sensación de que las autoridades dominan la situación. Y esa calma depende en parte de que los responsables políticos no den síntomas de nerviosismo y convenzan a la población de que existen recursos sanitarios públicos suficientes para afrontar con éxito los riesgos de la enfermedad.
En este brote de gripe porcina hay que mencionar dos circunstancias que, de momento, infunden tranquilidad. Las autoridades mexicanas se han decidido a actuar con rapidez y contundencia
y sus disposiciones de aislamiento y paralización de actividades que facilitan el contagio pueden tener éxito en limitar la extensión del contagio. Además, las ramificaciones fuera de México son débiles. En el caso de España hay ocho casos en vías de confirmación, convenientemente aislados, que reaccionan bien a los antivirales. EE UU y Nueva Zelanda, con una veintena, son los que presentan un mayor número de posibles contagios procedentes de México.
La guía política en casos de riesgo es sencilla, y debe respetarse casi a rajatabla. El primer criterio es que la OMS establezca nuevas alertas de gravedad o extensión de la gripe, en cuyo caso, y sólo en él, sería necesario tomar medidas más drásticas, como la limitación o la supresión de vuelos. Es necesario, además, que los casos posibles de gripe porcina, manifiestos en los síntomas, sean tratados de forma aislada, separados del resto de los pacientes. Y, por supuesto, el Gobierno tiene que mantener un contacto organizado con las comunidades autónomas. Una gestión ordenada de estos protocolos basta para garantizar la salud de los ciudadanos y evitar el riesgo de histeria.

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