Mensaje del presidente Barack Obama a propósito de la Cumbre de las Américas.
Debemos ampliar los lazos con el continente
Al acercarse la Cumbre de las Américas, nuestro continente enfrenta una opción clara. Podemos superar los desafíos que compartimos con un sentido de unión en este propósito común o podemos seguir enfrascados en los trillados debates del pasado. Por el bien de todos nuestros pueblos, debemos optar por el futuro.
Con demasiada frecuencia Estados Unidos no ha buscado ni mantenido relaciones estrechas con sus vecinos. Nos hemos dejado distraer por otras prioridades, sin darnos cuenta de que nuestro progreso está directamente vinculado al progreso en todas las Américas. Mi gobierno tiene el compromiso de renovar y mantener relaciones más amplias entre Estados Unidos y el resto del continente por el bien de la prosperidad y la seguridad comunes.
Ya hemos comenzado a avanzar en esa dirección. Esta semana enmendamos una política hacia Cuba que durante décadas no ha logrado promover libertad ni oportunidades para el pueblo cubano. En particular, la prohibición de que los cubanoamericanos visiten a sus familiares en la isla o les envíen dinero no tenía ningún sentido, especialmente tras años de dificultades económicas en Cuba y los devastadores huracanes del año pasado. Ahora esa política ha cambiado.
La relación entre Estados Unidos y Cuba es ejemplo de un debate que con frecuencia no sale del siglo XX. Para hacer frente a la crisis económica no es necesario debatir si es mejor una economía rígida y dirigida por el gobierno o un capitalismo desenfrenado y sin reglas; es necesario tomar medidas pragmáticas y responsables que promuevan la prosperidad común. Para combatir la criminalidad y la violencia no es necesario debatir si la culpa la tienen los paramilitares de derecha o los insurgentes de izquierda; es necesaria la cooperación práctica para fortalecer la seguridad común.
Debemos optar por el futuro en vez del pasado, porque sabemos que el futuro ofrece enormes oportunidades si trabajamos juntos. Es por eso que líderes desde Santiago de Chile y Brasilia hasta la Ciudad de México se concentran en una renovada alianza en las Américas para que logre avances en asuntos fundamentales como la recuperación económica, la energía y la seguridad.
No hay tiempo que perder. La crisis económica mundial ha perjudicado mucho al continente, particularmente a los habitantes más vulnerables. Años de progreso en el combate de la pobreza y la desigualdad ahora están en juego. Estados Unidos trabaja para promover la prosperidad en el continente impulsando su propia recuperación. Al hacerlo, ayudaremos a estimular el comercio, la inversión, las remesas y el turismo, que le dan una base más amplia a la prosperidad común.
También necesitamos actuar colectivamente. En la reciente cumbre del G-20, Estados Unidos prometió buscar casi $500 millones en asistencia inmediata a las poblaciones vulnerables, y a la vez trabajar con nuestros aliados del G-20 para asignar recursos considerables para ayudar a los países a sobrellevar momentos difíciles. Hemos exhortado al Banco Interamericano de Desarrollo a que maximice los préstamos para reanudar el flujo de crédito y estamos listos para examinar la necesidad y capacidad futura del BID. Además, trabajamos para implementar normas estrictas y claras apropiadas para el siglo XXI para evitar los abusos que han causado esta crisis.
Para hacer frente a esta crisis debemos establecer nuevas bases para la prosperidad a largo plazo. Un sector que promete muchísimo es la energía. Nuestro continente tiene abundantes recursos naturales que pueden producir abundante energía renovable de manera sostenible y, a la vez, generar empleos. Mientras tanto, podemos hacer frente al cambio climático que amenaza con elevar el nivel del Mar Caribe, afectar los glaciares andinos y producir potentes tormentas en la costa del Golfo de Estados Unidos.
Juntos, tenemos tanto la responsabilidad de actuar como la oportunidad de dejar un legado de mayor prosperidad y seguridad. Es por eso que deseo crear una Alianza de las Américas para la Energía y el Clima que nos ayude a aprender a unos de otros, compartir tecnología, potenciar la inversión y sacar el provecho máximo a nuestra ventaja comparativa.
De la misma manera que promovemos la prosperidad común, debemos promover la seguridad común. Demasiadas personas en nuestro continente viven con temor. Es por eso que Estados Unidos respalda firmemente el respeto al Estado de Derecho, el cumplimiento de la ley y el fortalecimiento de las instituciones judiciales.
La seguridad pública debe promoverse a través del compromiso de aliarnos con quienes combaten valientemente a los carteles de drogas, las pandillas y otras organizaciones criminales en todas las Américas. Y debemos empezar por casa. Si reducimos la demanda de drogas y restringimos el flujo de armas y grandes cantidades de dinero en efectivo a través de nuestra frontera sur, podemos promover la seguridad en Estados Unidos y en otros países. De cara al futuro, mantendremos un diálogo duradero con los demás países del continente para desarrollar prácticas óptimas, adaptarnos a nuevas amenazas y coordinar nuestros esfuerzos.
Finalmente, la cumbre ofrece a todos los líderes democráticamente electos la oportunidad de reiterar los valores que compartimos. Nuestros países han emprendido sus propios caminos democráticos, pero debemos estar unidos en el compromiso con la libertad, la igualdad y los derechos humanos. Por eso anhelo que llegue el día en que todos los países de las Américas puedan ocupar su lugar en la mesa conforme a la Carta Democrática Interamericana. Y así como Estados Unidos persigue ese objetivo en su acercamiento al pueblo cubano, esperamos que todos nuestros amigos en las Américas se nos unan para apoyar la libertad, la igualdad y los derechos humanos de todos los cubanos.
Esta cumbre ofrece la oportunidad de un nuevo comienzo. El impulso de la prosperidad, la seguridad y libertad de los pueblos de las Américas depende de actualizar las sociedades del siglo XXI sin adoptar las posturas inflexibles del pasado. Ese es el liderazgo y la colaboración como socios que Estados Unidos está listo para asumir.
Al acercarse la Cumbre de las Américas, nuestro continente enfrenta una opción clara. Podemos superar los desafíos que compartimos con un sentido de unión en este propósito común o podemos seguir enfrascados en los trillados debates del pasado. Por el bien de todos nuestros pueblos, debemos optar por el futuro.
Con demasiada frecuencia Estados Unidos no ha buscado ni mantenido relaciones estrechas con sus vecinos. Nos hemos dejado distraer por otras prioridades, sin darnos cuenta de que nuestro progreso está directamente vinculado al progreso en todas las Américas. Mi gobierno tiene el compromiso de renovar y mantener relaciones más amplias entre Estados Unidos y el resto del continente por el bien de la prosperidad y la seguridad comunes.
Ya hemos comenzado a avanzar en esa dirección. Esta semana enmendamos una política hacia Cuba que durante décadas no ha logrado promover libertad ni oportunidades para el pueblo cubano. En particular, la prohibición de que los cubanoamericanos visiten a sus familiares en la isla o les envíen dinero no tenía ningún sentido, especialmente tras años de dificultades económicas en Cuba y los devastadores huracanes del año pasado. Ahora esa política ha cambiado.
La relación entre Estados Unidos y Cuba es ejemplo de un debate que con frecuencia no sale del siglo XX. Para hacer frente a la crisis económica no es necesario debatir si es mejor una economía rígida y dirigida por el gobierno o un capitalismo desenfrenado y sin reglas; es necesario tomar medidas pragmáticas y responsables que promuevan la prosperidad común. Para combatir la criminalidad y la violencia no es necesario debatir si la culpa la tienen los paramilitares de derecha o los insurgentes de izquierda; es necesaria la cooperación práctica para fortalecer la seguridad común.
Debemos optar por el futuro en vez del pasado, porque sabemos que el futuro ofrece enormes oportunidades si trabajamos juntos. Es por eso que líderes desde Santiago de Chile y Brasilia hasta la Ciudad de México se concentran en una renovada alianza en las Américas para que logre avances en asuntos fundamentales como la recuperación económica, la energía y la seguridad.
No hay tiempo que perder. La crisis económica mundial ha perjudicado mucho al continente, particularmente a los habitantes más vulnerables. Años de progreso en el combate de la pobreza y la desigualdad ahora están en juego. Estados Unidos trabaja para promover la prosperidad en el continente impulsando su propia recuperación. Al hacerlo, ayudaremos a estimular el comercio, la inversión, las remesas y el turismo, que le dan una base más amplia a la prosperidad común.
También necesitamos actuar colectivamente. En la reciente cumbre del G-20, Estados Unidos prometió buscar casi $500 millones en asistencia inmediata a las poblaciones vulnerables, y a la vez trabajar con nuestros aliados del G-20 para asignar recursos considerables para ayudar a los países a sobrellevar momentos difíciles. Hemos exhortado al Banco Interamericano de Desarrollo a que maximice los préstamos para reanudar el flujo de crédito y estamos listos para examinar la necesidad y capacidad futura del BID. Además, trabajamos para implementar normas estrictas y claras apropiadas para el siglo XXI para evitar los abusos que han causado esta crisis.
Para hacer frente a esta crisis debemos establecer nuevas bases para la prosperidad a largo plazo. Un sector que promete muchísimo es la energía. Nuestro continente tiene abundantes recursos naturales que pueden producir abundante energía renovable de manera sostenible y, a la vez, generar empleos. Mientras tanto, podemos hacer frente al cambio climático que amenaza con elevar el nivel del Mar Caribe, afectar los glaciares andinos y producir potentes tormentas en la costa del Golfo de Estados Unidos.
Juntos, tenemos tanto la responsabilidad de actuar como la oportunidad de dejar un legado de mayor prosperidad y seguridad. Es por eso que deseo crear una Alianza de las Américas para la Energía y el Clima que nos ayude a aprender a unos de otros, compartir tecnología, potenciar la inversión y sacar el provecho máximo a nuestra ventaja comparativa.
De la misma manera que promovemos la prosperidad común, debemos promover la seguridad común. Demasiadas personas en nuestro continente viven con temor. Es por eso que Estados Unidos respalda firmemente el respeto al Estado de Derecho, el cumplimiento de la ley y el fortalecimiento de las instituciones judiciales.
La seguridad pública debe promoverse a través del compromiso de aliarnos con quienes combaten valientemente a los carteles de drogas, las pandillas y otras organizaciones criminales en todas las Américas. Y debemos empezar por casa. Si reducimos la demanda de drogas y restringimos el flujo de armas y grandes cantidades de dinero en efectivo a través de nuestra frontera sur, podemos promover la seguridad en Estados Unidos y en otros países. De cara al futuro, mantendremos un diálogo duradero con los demás países del continente para desarrollar prácticas óptimas, adaptarnos a nuevas amenazas y coordinar nuestros esfuerzos.
Finalmente, la cumbre ofrece a todos los líderes democráticamente electos la oportunidad de reiterar los valores que compartimos. Nuestros países han emprendido sus propios caminos democráticos, pero debemos estar unidos en el compromiso con la libertad, la igualdad y los derechos humanos. Por eso anhelo que llegue el día en que todos los países de las Américas puedan ocupar su lugar en la mesa conforme a la Carta Democrática Interamericana. Y así como Estados Unidos persigue ese objetivo en su acercamiento al pueblo cubano, esperamos que todos nuestros amigos en las Américas se nos unan para apoyar la libertad, la igualdad y los derechos humanos de todos los cubanos.
Esta cumbre ofrece la oportunidad de un nuevo comienzo. El impulso de la prosperidad, la seguridad y libertad de los pueblos de las Américas depende de actualizar las sociedades del siglo XXI sin adoptar las posturas inflexibles del pasado. Ese es el liderazgo y la colaboración como socios que Estados Unidos está listo para asumir.
Tomado de El Nuevo Herald.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario