9 jul 2009

Fox no es Calderón

Fox no es Calderón: Fox/Jorge Fernández Menéndez
La verdad, me sorprendió la carta que me envió el martes el ex presidente Vicente Fox en relación con la columna que ese mismo día se había publicado en este espacio, donde analizábamos cómo había actuado su administración luego de la derrota de 2003, buscando extraer lecciones que debería aplicar el presidente Calderón luego de la dura derrota del domingo pasado.
Me sorprendió, no por la carta en sí: el ex mandatario tiene todo el derecho de defender su gestión y el documento es, salvo un párrafo que no entendí a quién iba dirigido, sobre la labor de los periodistas en el pasado, muy respetuosa, como siempre lo ha sido conmigo Vicente Fox. Lo desconcertante es que no debate los puntos abordados en mi columna, sino establece una directa comparación de su labor, sobre todo económica, con el actual gobierno. No hace, según lo señaló Excélsior en su primera plana de ayer (y como lo escribió también mi querido amigo Joaquín López-Dóriga en Milenio), un deslinde con el columnista sino con su sucesor, con Felipe Calderón.
La carta de Fox muestra con claridad cómo están definidos los campos en el panismo. En Jalisco, Querétaro, Nuevo León, San Luis Potosí, los enfrentamientos se localizan buscando la caída de las dirigencias estatales; Manuel Espino y Santiago Creel apuntan a quedarse con la presidencia nacional en el próximo consejo del partido; y el ex presidente enfila las baterías directamente a Felipe Calderón: “El (ex) presidente Vicente Fox dice la carta durante su mandato trabajó permanentemente cerca de la ciudadanía. Hoy la gente reclama esa cercanía a las autoridades”. En otras palabras, que el presidente Calderón ha gobernado lejos de la gente. Y agrega: “El (ex) presidente Fox actuó con sensatez, como un verdadero demócrata con respeto a los poderes y con tolerancia ante los desacuerdos. Mantuvo el país en paz y con desarrollo económico”. Traducido, y a pesar de la utilización de la tercera persona para hablar de sí mismo, quiere decir que el actual gobierno no ha actuado con sensatez, no ha respetado a los poderes y no ha tenido tolerancia con los desacuerdos y tampoco se ha mantenido la paz ni el desarrollo económico. Y concluye diciendo que “el presidente Fox le dio al país lo que muchos otros no lograron” y que, en síntesis, “efectivamente Fox no es Calderón”.
La carta incluye un documento estadístico y muchos datos sobre la situación económica durante el pasado sexenio. Las comparaciones, sobre todo económicas, son siempre odiosas, pero es casi imposible realizarlas sin tomar en cuenta el contexto. Vicente Fox recibió el gobierno en 2000 con una economía que creció, ese año, más de 7%, ingresos petroleros altos y en el pico de producción de Cantarell. Hoy se vive la peor crisis económica global, con repercusiones directas en México, y la ausencia de reformas de fondo en el terreno fiscal y energético ha dejado al país con sus defensas económicas debilitadas para enfrentar la crisis. Y, antes de la crisis global, el gobierno de Calderón debió enfrentar la alimentaria, como ahora la caída de la producción petrolera, porque no se pudo invertir en exploración y explotación lo suficiente ya que no existía una legislación que le diera la seguridad jurídica a los inversionistas. Sin duda, los números económicos del gobierno de Vicente Fox fueron mejores que los de este primer trienio de Calderón, la pregunta, sin embargo, es si en esas condiciones se podría haber hecho aún más y por qué no se construyeron las reformas de fondo, estructurales, que el país requería entonces y requiere, con mayor urgencia aún, ahora. Lo mismo podría decirse de la seguridad: ¿la crisis actual la generó este gobierno o fue heredada?
En última instancia, lo que planteaba la columna que motivó la carta del ex presidente era de alguna manera eso: la necesidad de aprovechar el momento para lograr las grandes reformas estructurales pendientes. Decíamos que había cuatro lecciones que aprender de los errores que se cometieron después de los comicios de 2003: que no se habían podido establecer esos acuerdos y que el gobierno foxista terminó dependiendo para ello de Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo enfrentados entre sí. Que no se realizaron los cambios en el equipo presidencial que se hacían necesarios ante los resultados electorales y que se dio, con ello, la impresión de que no se habían leído correctamente los mensajes que enviaban los votos. Decíamos que tampoco se había establecido una estrategia correcta de cara a la sucesión presidencial que comienza después de los comicios intermedios (Fox lanzó su precandidatura al día siguiente de las elecciones de 1997) y que todo se había concentrado en impulsar la candidatura de Santiago Creel. La ganó Calderón desde una posición de distancia con Fox y desde entonces la relación entre el actual presidente y su antecesor distó mucho de ser fluida. Y, finalmente, y eso quizás es lo que provocó el malestar del ex mandatario, decíamos que las encuestas internas, como ocurrió ahora, le habían prometido a Fox un triunfo en los comicios que no fue tal. Y que ello lo había llevado a un abatimiento político, una suerte de parálisis que explicaba también el que no se hubiera avanzado en los otros capítulos: acuerdos, cambios en el gabinete, sucesión fluida.
Hablábamos de política y no de medidas oportunas, desde la prohibición de la publicidad del tabaco hasta la creación del Instituto de Medicina Genómica. Todos los presidentes han tenido logros de ese tipo, pero no suelen ser juzgados por ellos sino debido a la visión que tuvieron, los cambios que introdujeron y la percepción respecto a cómo dejaron el país a su sucesor. Eso es lo que quiere debatir Vicente Fox y muestra con claridad quién es su adversario: Felipe Calderón. Ahí reside la verdadera fractura en el panismo.
Sin duda, los números económicos del gobierno de Fox fueron mejores que los de este primer trienio de Calderón.

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