1 jun 2010

Diego y la guerrilla

Columna Archivos del poder/Martín Moreno
Diego y la guerrilla; Wallace y la injusticia
Publicado en Excélsior, 1 de junio de 2010;
En círculos de la seguridad federal se tiene la certeza de que Diego Fernández de Cevallos fue secuestrado por un grupo guerrillero.
A pesar de que el Ejército Popular Revolucionario se deslindó, el pasado 18 de mayo, del plagio del Jefe Diego, se presume que un derivado de ese Ejército Popular, o bien otra guerrilla, puedan ser los responsables de la desaparición.
Y, para proteger la vida del panista, el gobierno federal —por órdenes directas de Los Pinos— se hizo a un lado del caso. El responsable de cualquier negociación es el procurador General de la República durante el zedillismo, Antonio Lozano Gracia.
A 18 días de la desaparición de uno de los políticos más poderosos, millonarios e influyentes de México, sólo hay una confirmación del gobierno calderonista: A Diego se lo llevaron. Y punto.
Fernández de Cevallos —como lo apuntamos en nuestra columna del 18 de mayo— es “el emblema de la corrupción política en el país”. Aún más: representa la impunidad de carne y hueso, esa misma que hoy tiene de rodillas a millones de mexicanos.

Por eso, más allá del dinero que la guerrilla pueda obtener por el secuestro de Diego y como bien apunta Ricardo Alemán en su columna de ayer en El Universal, su plagio es una humillación, y envía el mensaje al gobierno de que no hay intocables. Una revancha social, pues.
Ahí está la fotografía del Diego secuestrado: indefenso, vencido, apabullado.
Paralelo al caso Fernández de Cevallos —donde la impunidad juega un papel clave—, la jueza séptima de Distrito de San Andrés, en Cholula, Puebla, Florida López Hernández, nos da una muestra de cómo la justicia, a ese nivel, ha llegado a los límites de la ineficacia... o de la corrupción.
Resulta que la jueza López Hernández anuló la sentencia en contra del peligroso secuestrador y asesino César Freyre Morales, por el homicidio de quien fue compañero de fechorías de éste, Rugiero Martínez Báez, a quien mató, en Cuernavaca, tras una disputa por dinero.
Ese dinero era producto del secuestro de Bárbara Cindy, a quien Rugiero conocía, y a quien “puso” para que Freyre la secuestrara junto con su pequeño hijo.
Bestia humana, Freyre violó a Bárbara y cobró el rescate.
El mismo Martínez Báez narró los hechos.
Poco después, Freyre, junto con Jacobo Tagle Dobín, mataron a Rugiero y lo enterraron en un terreno propiedad de César, y que fue descubierto durante las investigaciones del caso Wallace.
Freyre Morales y Tagle son responsables del plagio y la muerte de Hugo Alberto Wallace Miranda. Al primero, jefe de la banda, el juez Augusto Octavio Mejía Ojeda lo condenó a 47 años de prisión, en una sentencia benévola contra un sujeto que secuestraba y mataba a quien se le antojaba. La actuación del juez de marras fue tan lamentable como cobarde.
Ahora, la jueza López Hernández elimina la pena a Freyre por el delito de homicidio en contra de Rugiero Martínez Báez. El peligroso secuestrador se mantiene solamente en la cárcel por el plagio de Hugo Alberto y cuatro más en el Edomex.
¿De qué sirve tanto esfuerzo ciudadano, e inclusive el de algunos legisladores que se preocupan por castigar severamente el secuestro, si jueces cómplices eliminan delitos de manera insultante para una sociedad inerme ante la criminalidad?
Jueces Mejía Ojeda y Florida López Hernández: son una vergüenza.
ARCHIVOS CONFIDENCIALES... Si los jueces fallan, ¿qué tal con el encargado del despacho de la PGJEM, Alfredo Castillo? El jueves pasado, en un programa nocturno de TV, Castillo reconoció haber cometido errores con la “sábana de cajón” en el caso Paulette; calificó de mentirosas a las nanas, Erika y Martha Casimiro, quienes aseguran que revisaron una y otra vez la cama de la menor y no estaba allí; dijo inclusive que el cuerpo de Paulette no olía “porque estaba como embalsamado, como las momias”. Al contrario de estas explicaciones, el caso Paulette dista mucho de haberse cerrado. Hay versiones en el ámbito federal que pronto se revelarán... Tremendo error de Javier Aguirre a unos días del Mundial: eliminar de la lista a un jugador joven y con tanto futuro como Jonathan dos Santos —¿acaso no juega en el Barcelona?— podría fracturarle al grupo. Aguirre, encaprichado con ese indolente llamado BofoBautista, con imposiciones como la de Paul Aguilar y Torres Nilo, y endiosado con Cuauhtémoc Blanco, parece sentirse más a gusto entre jugadores viciados que fuman y beben alcohol frente a su entrenador, poco tiempo antes del primer juego. No en balde El Vasco calificó a Cuauhtémoc de “pedote” ante todo el mundo. A ver si no hacemos el ridículo

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