‘Don
Neto’: la posible liberación que alerta a EU y México/J.
JESÚS ESQUIVEL
La posible
liberación que alerta a México y Washington/J. JESÚS ESQUIVEL
Revista
Proceso
# 1975, 6 de septiembre de 2014;
Por
una decisión judicial, hace poco más de un año Rafael Caro Quintero –quien
purgaba una condena de 40 años por el asesinato del agente de la DEA Kiki
Camarena– quedó libre. Y se escondió. Ese fallo enfureció a Washington, al
punto que sus presiones obligaron a la Suprema Corte a ordenar la recaptura del
exlíder del Cártel de Guadalajara con fines de extradición a Estados Unidos.
Ahora se prevé que ocurrirá lo mismo con un coacusado y exjefe de Caro,
Ernesto, Don Neto, Fonseca, mientras que en aquel país ya se toman medidas para
impedir que, de salir anticipadamente de prisión, quien fue considerado Capo de
Capos se desvanezca en el aire.
“Fonseca
Carrillo saldrá muy pronto de la cárcel. Es cuestión de horas o de días. Esto
ya se lo comunicó el gobierno de México al Departamento de Justicia
(estadunidense) a fin de que prepare una solicitud de extradición para que
inmediatamente que Fonseca Carrillo ponga un pie fuera de prisión, las
autoridades lo vuelvan a detener ahora con fines de extradición”, afirma a Proceso
un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos.
“Está
claro que el gobierno de México no quiere que se repita un incidente de
sorpresa ni para ellos ni para nosotros como el que se dio con la liberación de
Rafael Caro Quintero y que provocó una fricción en la relación de los dos
países”, agrega el funcionario, quien adelantó la información a este semanario
con la condición de no revelar su nombre ni la dependencia federal en la cual
trabaja.
La
madrugada del 9 de agosto de 2013 Caro Quintero –acusado en 1985 por el
gobierno de México del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA
Enrique, Kiki, Camarena Salazar– salió libre del Penal de Puente Grande, luego
de que el Segundo Tribunal Unitario del Tercer Circuito de Jalisco diera luz
verde al amparo interpuesto por el narcotraficante –causa penal 82/25-II– con
el argumento de “sobreseimiento” del caso.
La
liberación de Caro Quintero –quien fundara el Cártel de Guadalajara junto con
Don Neto y Miguel Ángel Félix Gallardo– enfureció al gobierno de Obama, en
especial a la agencia antidrogas estadunidense (DEA), porque el gobierno
mexicano no les avisó y además nada pudieron hacer para evitar que el
exprisionero se escondiera, consciente de que Estados Unidos volvería a
solicitar su aprehensión con una nueva solicitud de extradición.
Hasta
la fecha esa solicitud no ha sido presentada oficialmente, aun cuando ya está
formulada y sustentada en nuevas acusaciones de lavado de dinero.
“En
coordinación con la DEA, el Departamento de Justicia ya trabaja en la
imputación de nuevos cargos contra Fonseca Carrillo para que no pueda
ampararse contra la extradición con el argumento de que ya cumplió su condena
por el asesinato de Kiki Camarena. Las nuevas acusaciones podrían ser por otros
homicidios y por lavado de dinero de la venta de drogas en Estados Unidos”,
explica el funcionario estadunidense.
Presión
y cabildeo
El
día que fue puesto en libertad Caro Quintero, en Jalisco corrió el rumor de que
se haría lo mismo con Don Neto.
Ese
día José Luis Guízar, abogado de Fonseca, afirmó que familiares de su cliente
le habían dicho que el Segundo Tribunal Unitario del Tercer Circuito emitiría
un fallo a su favor, como lo hizo con Caro Quintero. Sostuvo en ese momento que
el Consejo de la Judicatura tomaba en cuenta que Don Neto “ya es grande de edad
y que padecía serios problemas renales”, lo cual había deteriorado seriamente
su estado de salud y justificaba su liberación.
En
la ficha criminal que tiene la DEA sobre Don Neto se afirma que nació en 1942.
Capturado por el Ejército mexicano el 7 de abril de 1985 en Puerto Vallarta,
fue sentenciado el 29 de junio de 1988 a 40 años de cárcel, acusado de delitos
contra la salud y por su participación en el asesinato de Kiki Camarena. En
marzo de 1989 el Primer Tribunal Unitario ratificó la sentencia.
El
órgano jurídico que el año pasado ordenó la liberación de Caro Quintero
sustentó su fallo en el “error procesal” del caso, pues consideró que Kiki
Camarena “no era un funcionario diplomático” de Estados Unidos.
Los
jueces del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal –ante los cuales Caro
Quintero interpuso su amparo– José Félix Dávalos, Lucio Lara Martínez y Rosalía
Isabel Moreno Ruiz justificaron su decisión a favor del acusado señalando que
la presencia en el territorio mexicano de Camarena como agente de la DEA era
una violación a la soberanía mexicana, pues no estaba acreditado ante la
Secretaría de Relaciones Exteriores como diplomático de Estados Unidos.
Este
argumento es y fue válido. Camarena, como agente de la DEA en esos años y por
las restricciones que imponía en ese momento el gobierno de México a los
agentes antinarcóticos estadunidenses, no podía ser acreditado como
diplomático.
El
9 de agosto de 2013, cuando Caro Quintero quedó en libertad, en un comunicado
de prensa la DEA expresó su “profunda decepción” por la decisión judicial
tomada en Jalisco.
Desde
que quedó libre Caro Quintero –el gobierno de Peña Nieto ya admitió desconocer
su paradero–, el gobierno de Obama no dejó de presionar al sistema judicial
mexicano para revocar el fallo que favoreció a quien fuera uno de los máximos
líderes del Cártel de Guadalajara y con ello darle más fuerza a la solicitud de
extradición que presentará cuando éste sea ubicado.
El
6 de noviembre de 2013, y en clara demostración de la efectividad del cabildeo
y presión del gobierno de Estados Unidos sobre el de México, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó el fallo del tribunal en Guadalajara y
ordenó la detención inmediata, con fines de extradición, de Caro Quintero.
La
decisión de la SCJN sienta un precedente jurídico por el cual Don Neto, si sale
libre, podrá volver a ser detenido inmediatamente. Para cuando esto ocurriera,
el Departamento de Estado ya le habría entregado a la Secretaría de Relaciones
Exteriores la solicitud de extradición del capo.
“No
se podrá escapar como lo hizo Caro Quintero. El que el gobierno de México
avisara con anticipación que Fonseca Carrillo quedará libre no sólo permite
evitar que se repitan los errores, sino que demuestra el gran nivel de
cooperación que hay ahora entre los dos países”, enfatiza el funcionario
estadunidense que adelantó la información a Proceso.
Ante
la Corte Federal del Distrito Centro de California, el gobierno de Estados
Unidos mantiene abierta una causa criminal contra Fonseca Carrillo por los
delitos de secuestro y asesinato de un agente federal, chantaje, conspiración
para cometer crímenes violentos y asistencia para sobornar, conspiración para
secuestrar a un agente federal y asistencia para dañar la seguridad y sociedad
de Estados Unidos.
La
DEA califica a Don Neto como un “hombre peligroso” y por cualquier aviso que
lleve a su captura (en Estados Unidos) la Oficina del Comisario Federal ofrece
una recompensa a discreción del gobierno.
Don
Neto no figura en la lista de los cinco delincuentes internacionales más
buscados por la DEA, honor que sí le cabe a Caro Quintero, quien aparece en el
puesto número uno.
No
obstante Ernesto Rafael Fonseca Carrillo sí ocupa un lugar, por orden
alfabético de su apellido, en la lista de los más buscados por la DEA en Los
Ángeles.
Otros
homicidios
Aunque
el funcionario estadunidense que adelantó a este semanario la noticia de la
eventual liberación de Don Neto, se negó a proporcionar detalles de la nueva causa
judicial en su contra –para que no pueda evitar su nueva detención–, el hecho
de que mencionara que podría ser acusado del homicidio de “otras personas” hace
pensar que se tratará del caso de seis ciudadanos estadunidenses asesinados por
el Cártel de Guadalajara en relación con el caso Camarena.
El
2 de diciembre de 1984 –según el relato de exagentes judiciales mexicanos que
integraban la escolta de Don Neto y actualmente son testigos protegidos del
gobierno de Estados Unidos para el caso Camarena–, los ciudadanos
estadunidenses y testigos de Jehová Dennis y Rose Carlson y Benjamin y Pat
Mascareñas, quienes repartían propaganda religiosa, fueron secuestrados,
torturados y asesinados por haber sido catalogados (sin serlo) como agentes de
la DEA (Proceso 1919).
Lo
mismo ocurrió con los otros dos ciudadanos estadunidenses, también confundidos
con agentes federales antinarcóticos: Alberto Radelat y John Walker,
secuestrados, torturados y asesinados por el Cártel de Guadalajara el 30 de
enero de 1985
**
“Aquí
el único gallo soy yo”/J.
JESÚS ESQUIVEL
El
asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena y las secuelas del caso, a partir
del cual el crimen organizado se hizo presente en la escena mexicana, son
desmenuzados en La CIA, Camarena y Caro Quintero, amplia y documentada
investigación periodística de J. Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en
Washington. Aquí se adelanta el capítulo “Narco y farándula” del libro, que
será presentado oficialmente esta semana por editorial Grijalbo.
Hija
del secretario de Educación Pública de Jalisco, César Octavio Cosío Vidaurri, y
sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, exgobernador de la entidad y expresidente
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la capital mexicana, Sara
supuestamente fue secuestrada por Caro Quintero, quien se la llevó con él a
Costa Rica. Cuando fue detenido el capo mexicano, Sara estaba acompañándolo en
esa finca a las afueras de San José.
“Sarita
no era tan bonita como se decía –sostiene José 2, quien conoció de cerca a esta
mujer–, más bien Rafael Caro Quintero se encaprichó con ella. Era medio
gordita, a decir verdad. Pero fue cuento eso de que la secuestró, ella andaba
con él por la buena. Era igualita de caprichosa que Rafael, hija de ricos, al
fin.”
“Caprichosa
como Caro Quintero…”; ¿qué quiere decir?
En
el tiempo que la andaba conquistando, Caro Quintero le regaló un carro blanco
convertible, un Ford Continental que los Tierra Blanca le fueron a entregar a
Sara a su casa. Pero no lo quiso, lo regresó con los mismos Tierra Blanca.
Extrañamente,
Rafael no se enojó; me pidió a mí que le llevara nuevamente el carro a Sarita.
Le llevé el carro a la muchacha, quien vivía en la casa del papá. Dejé el carro
en la casa, estacionado. Luego salió ella y lo quemó, le echó gasolina y lo
quemó. Eso ocurrió a finales del año 1984.
El
carro que quemó Sara era uno especial que encargó Rafael a la agencia Ford
Country Motors de Guadalajara, que era de los hermanos Cordero Stauffer. A esos
mismos hermanos Caro Quintero en 1984 les compró 300 Grand Marquis. Se los pagó
con dinero en efectivo que les entregó en un portafolios, Gárate y yo lo
acompañamos a comprarlos. La agencia de coches estaba en la avenida Unión y
Paseo de Las Águilas. Los Grand Marquis que compró costaban 1 millón 700 mil
pesos cada uno.
Los
dueños de la agencia le preguntaron a Caro Quintero de qué color quería los
carros, y él les respondió que eso valía madres, que los quería para su gente y
para regalarlos a los políticos, jefes de la policía y del Ejército, eso les
dijo.
Por
cierto, a [Sergio] Espino Verdín le llevaron uno de color azul que no le gustó
mucho. Todo esto pasó poquito después de que mataron al Doctor, el medio
hermano de don Ernesto Fonseca Carrillo.
¿Por
qué hasta la fecha se dice que Caro Quintero tenía con él, a la fuerza, a Sara
Cosío?
Tal
vez porque la familia de ella se encargó de que la historia se contara de esa
manera. El que se oponía a la relación era su papá. Rafael conoció a Sara en
una fiesta. Ese día hablaron mucho y pasaron mucho tiempo juntos.
La
segunda o tercera vez que Caro Quintero la vio fue en un restaurante de Ernesto
Fonseca Carrillo que se llamaba Lido. Era una casa antigua convertida en
restaurante, frecuentado por las personalidades del gobierno y de la alta
sociedad de Guadalajara.
Cuando
la vio en el Lido, ella andaba acompañada supuestamente de un pretendiente.
Rafael iba a matar a ese muchacho por esa causa; no lo mató porque se lo pidió
Sara. En el restaurante el mismo Rafael le puso unos madrazos y lo echaron para
fuera. Ahí presionó un poquito más a Sara.
¿Caro
Quintero era muy mujeriego?
Sí.
¿Quién
era más, Caro Quintero o Fonseca Carrillo?
Rafael,
aunque don Ernesto no tenía malos gustos. Por su cama y sus fiestas pasaron
muchas mujeres, artistas como Marcela Rubiales, a quien en muchas ocasiones la
llevaron para que cantara en las fiestas que hacía el cártel.
A
las artistas don Ernesto las atendía muy bien, les pagó mucho dinero, les
compraba joyas y se quedaban con él los días que duraran sus fiestas. Nunca las
trató mal, aunque un día se le adelantaron a Fonseca Carrillo y por poco pasa
algo grave.
¿Cómo
que se le adelantaron? ¿Quiénes?
Su
medio hermano, el Güerón. Fue una vez que hicieron una fiesta en el restaurante
Uno. El Güerón se llevó a la cama a una de las artistas y por poco lo matan.
Don Ernesto ordenó que lo quebraran, no sé por qué no lo mataron.
El
testigo protegido, e identificado para este trabajo como José 1, fue a quien
Fonseca Carrillo asignó para matar al Güerón por el asunto de la artista en el
restaurante Uno.
A
esa fiesta –relata– fueron a cantar Marcela Rubiales, Zoila Flor y Jimena,
quienes eran las que casi siempre iban. Les pagaba por lo menos 1 millón de
pesos por cada fiesta y les daba muchas joyas.
En
la fiesta del restaurante Uno, el Güerón se llevó a Jimena mientras tocaba la
banda El Recodo de Cruz Lizárraga, el viejo. Esta banda siempre iba a sus
fiestas. No faltó quien le fuera con el chisme a don Ernesto y se encabronó.
Luego
luego me mandó llamar. Me dijo: “Quiero que me traiga amarrado a ese cabrón, y
si no quiere, chínguelo, mátelo”. Intenté calmarlo, pero no pude. “Déle piso,
le estoy ordenando”, me machacó don Ernesto.
Le
ordenó a su yerno, Andrés Toussaint, que me acompañara, pero cuando nos
separamos de la mesa donde estaba don Ernesto, convencí a Andrés de que se
regresara a calmar a su suegro mientras yo buscaba al Güerón.
Me
hice pendejo un rato en el restaurante pensando que se le iba a pasar el coraje
a Fonseca Carrillo, pero nada. Me volvió a llamar para preguntar si ya le había
dado piso al Güerón. Le contesté que no lo encontraba. Se enojó más, me
advirtió que si no cumplía sus órdenes al que le iban a dar piso era a mí.
“Aquí en mi casa el único gallo soy yo. El único que pisa a las gallinas en
este rancho soy yo”, gritó don Ernesto delante de todos.
Entonces
fue cuando mandó a otros compañeros a que me ayudaran a buscar al Güerón. Fui
directamente a uno de los cuartos del restaurante donde ya sabíamos que estaba
y abrí la puerta. El Güerón se enojó, me reclamó que por qué lo interrumpía y
Jimena, desnuda, comenzó a llorar porque nos vio ahí, con los cuernos de chivo
en la mano.
Le
dije al Güerón que su hermano había ordenado que le diera piso por haberse
llevado a la cantante a la cama. Se espantó el Güerón, lo calmé, le aconsejé
que se brincara la barda que daba al estacionamiento del restaurante y que se
pelara en un coche, que con Andrés intentaríamos calmar a don Ernesto. El
Güerón no esperó más, se peló y dejó a Jimena encuerada en la cama.
¿Qué
le dijeron a Fonseca Carrillo?
Que
el Güerón ya no estaba, que cuando llegamos al cuarto Jimena estaba sola. No se
le bajaba el enojo, me dijo que tenía que matar a alguien para desquitar su
coraje. Le amarramos a uno, no recuerdo a quién, y lo mató. Ya después se le
pasó el enojo. Fonseca Carrillo cuando se encabronaba no respetaba ni a su
familia.
¿Qué
otras artistas asistían a las fiestas de Fonseca Carrillo o de Caro Quintero?
Varias,
Beatriz Adriana, quien era comadre de Miguel Ángel Vielma, el Negro Vielma. Las
artistas los visitaban incluso estando presos en el D. F.
¿Quiénes?
Marcela
Rubiales, pero me contaron algunos de sus escoltas que estaban con Caro Quintero
en la cárcel, en el Reclusorio Norte, que a una fiesta que duró tres días fue
la misma Lola Beltrán a cantarles.
¿Se
enteraba de esto la esposa de Fonseca Carrillo?
Claro,
pero eran esposas, no una sola esposa. Ellas estaban en su casa y no les faltaba
nada. Eso sí, nadie debía ni siquiera decirle nada a las mujeres de don
Ernesto.
¿Por
qué?
Porque
incluso si se les quedaban mirando, al mirón le podía costar la vida. Era un
insulto. Por ejemplo, una día fuimos a Puerto Vallarta a ver a una mujer que
tenía allá. La mujer tenía un cuerpo escultural. Por esa mujer muchos jefes de
la policía y de los militares le tenían envidia.
A
esa mujer un amigo que vivía en Vallarta le echó las flores. El pendejo se
metió a la frecuencia de los radios Yaesu, que se usaban en ese tiempo, y habló
de la mujer. Fonseca Carrillo lo escuchó y le ordenó a Lorenzo Harrison que
fuera a Vallarta a partirle la madre. Le dices que la próxima vez que hable de
mi vieja lo matamos al hijo de su puta madre.
Harrison
se fue a Vallarta y se llevó a uno que le decíamos el Pollo, quien era uno de
los pistoleros que formaban el grupo de los Dormidos. Pero Harrison no le pegó
al hombre, le dijo a qué iba y le pidió 50 mil pesos para no pegarle.
¡Lógico!,
el tipo aceptó pero le pidió a Harrison una semana para darle el dinero; como
era amigo, Harrison aceptó, pero a la semana que fue a cobrar ya lo estaba
esperando la judicial del estado. Y lo levantaron, fue cuando mataron al
Pantera o el Carnes Asadas, a Harrison lo hirieron en una mano y con una Uzi le
metieron un tiro en una rodilla para que no volviera a caminar.
J33
recuerda a otros músicos o artistas de esa época que asistían a las fiestas de
los jefes del cártel de Guadalajara:
“Los
Cadetes de Linares, Broncos de Reynosa, Paulino Vargas, Carlos y José; les
pagaban para que compusieran sus corridos.
“A
Vicente Fernández una vez lo llevaron a huevo a una de esas fiestas –dice J33–
[…] seguido lo invitaban pero nunca quiso ir. Esa vez, en las fiestas de
octubre de Guadalajara, lo dejaron que terminara de cantar en el palenque y a
fuerza lo llevaron a la fiesta que había en una casa de Caro Quintero. ‘Miren,
señores, yo aquí les canto lo que quieran. Pero eso del vicio no, yo soy
tequilero. No quiero drogas’, les advirtió […] A don Ernesto no le gustaba
mucho Vicente Fernández, él era de banda, pero a Caro Quintero sí.”
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