El
gran negocio del Grupo Atlacomulco/JENARO
VILLAMIL
Revista Proceso # 1975, 6 de septiembre de 2014;
Lo
imaginó hace muchos años Carlos Hank González y lo anuncia ahora su heredero
natural, Enrique Peña Nieto, quien alcanzó el sueño que ninguno de los
integrantes del Grupo Atlacomulco había logrado: llegar a la Presidencia de la
República. Sus impulsores se refieren a él como un “aeropuerto épico”, pero lo
cierto es que el gran proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México será
un filón de ingresos multimillonarios lo mismo para firmas extranjeras que para magnates
nacionales y de poder político para funcionarios que se irán colgando de él.
Más allá de la cauda de corrupción y de los conflictos sociales que puede
traer, la iniciativa, que venía tramándose en el hermetismo desde casi dos años
atrás, anuncia bonanza para los cercanos al grupo en el poder.
Negociado
con absoluto hermetismo los últimos 20 meses, el proyecto del nuevo Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México es transexenal, pues viene desde la época
de Ernesto Zedillo. El anuncio presidencial del miércoles 3 confirmó el plan de
negocios imaginado por Carlos Hank González, el patriarca del Grupo
Altacomulco, que ahora emprenderá su paisano Enrique Peña Nieto en lo que fuera
el lago de Texcoco.
Junto
con la terminal de seis pistas –a construirse en 50 años– y la inversión
hidrológica para darle sustentabilidad al oriente del Valle de México, vendrán
los grandes negocios de transporte, inmobiliarios, turísticos y de servicios,
pese a las resistencias de grupos sociales y dudas por el impacto ambiental y
social que generará la obra.
Desde
enero de 2000, al final del sexenio de Zedillo, la Secretaría de Comunicaciones
y Transportes (SCT) ya tenía un estudio preliminar sobre la ampliación de la
terminal aérea de la Ciudad de México y todo estaba orientado hacia un sitio:
la cuenca de lo que fuera el lago de Texcoco, con un costo de más de 10 mil
millones de dólares de esa época (Proceso 1275).
El
gobierno zedillista pospuso la decisión por las implicaciones políticas que
ésta tendría. Su sucesor, el panista Vicente Fox, lanzó una convocatoria en la
cual se plantearon dos opciones: Tizayuca, en Hidalgo, y Texcoco, en el Estado
de México. Ganó la segunda, pero nunca se concretó por los problemas derivados
del conflicto con los comuneros de San Salvador Atenco.
Ahora,
por tercera vez, desde la Presidencia de la República, el grupo político y
financiero mexiquense presentó un magno proyecto, considerado el más importante
en infraestructura de todo el sexenio. Su costo total será de 169 mil millones
de pesos, de los cuales 120 mil millones serán para la construcción de la
infraestructura aeroportuaria (terminal, torre de control, pistas e
instalaciones auxiliares).
Cuando
termine la gestión de Peña Nieto, sólo estarán terminadas dos o tres pistas.
Sus promotores sostienen que se trata de un proyecto transexenal que se
terminará en 50 años y será edificado en una superficie de 4 mil 600 de las 12
mil 500 hectáreas de reserva ecológica en los terrenos federales contiguos a
las actuales terminales 1 y 2; pero sobre todo insisten en que se tratará de un
“aeropuerto verde” y “de clase mundial”.
La
primera partida presupuestal para 2015 ya fue definida por la Secretaría de Hacienda.
En su presupuesto de egresos para el próximo año se destinarán 16.2 mil
millones de pesos al proyecto anunciado con un gran despliegue mediático.
El
gobierno insiste en que será autofinanciable y autosustentable: parte del
financiamiento provendrá de los propios ingresos totales del actual aeropuerto,
que ascienden a 8 mil 300 millones de pesos anuales, 55% de los cuales proviene
del cobro de la Tarifa Única de Aeropuerto (TUA). Desde el 3 de enero pasado,
la TUA para vuelos domésticos se incrementó 39.4%, y para vuelos
internacionales 75.1%.
Según
el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, “una parte de los ingresos del
actual aeropuerto y del nuevo, en su momento, contribuirán a su
financiamiento”, pero hasta ahora se desconocen los detalles.
En
el documento oficial del proyecto se aclara que el financiamiento de los 169
mil millones de pesos será “mixto”: 98 mil millones provendrán del Presupuesto
de Egresos de la Federación, y 71 mil millones del sector privado a través de
“créditos bancarios y emisiones de bonos” que “no es deuda pública”.
En
torno a la principal duda –el impacto ambiental– no se ofrecen datos. El
gobernador mexiquense, Eruviel Ávila Villegas, afirmó que será un “aeropuerto
verde” que considerará cuatro aspectos: la eficiencia energética, el manejo
adecuado de residuos sólidos, el aprovechamiento racional del agua y la
movilidad sustentable. Los detalles no se han hecho públicos.
Gustavo
Alanís, director del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), dice a
Proceso que aún falta conocer la Manifestación del Impacto Ambiental (MIA) y la
Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) que deberá emitir la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
El
Cemda, junto con el Centro de Transporte Sustentable y el Instituto Mexicano de
la Competitividad (Imco), está organizando para octubre próximo una serie de
foros con especialistas y organizaciones involucradas a fin de conocer el
impacto ambiental de la obra y formar un observatorio. Es posible que se sumen
el Centro Mario Molina y el Centro de Colaboración Cívica, agrega.
–¿No
temen que utilicen sus opiniones para legitimar el proyecto? –se le cuestiona a
Alanís.
–No
se trata de legitimar. Nosotros nunca nos prestaríamos a eso. Se trata de que
la autoridad vea estas opiniones y puntos de vista como una oportunidad para
incorporar nuestras inquietudes. Nuestro objetivo es ser un espacio neutro,
objetivo para que se expresen tanto en contra como a favor de este proyecto.
En
el Senado también surgieron dudas y reclamos para obtener más información
respecto de los impactos sociales y políticos. Luis Sánchez, senador del PRD y
exdirigente estatal de ese partido en el Estado de México, recordó en un punto
de acuerdo presentado el jueves 4 que “la estrategia de ampliar el Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México hacia Texcoco, Nezahualcóyotl,
Chimalhuacán, Ecatepec y Atenco falló debido a la falta de sensibilidad del
gobierno federal para socializar de forma correcta el proyecto, y a las
arbitrariedades que se cometieron con los habitantes del municipio de Atenco”.
Las
arbitrariedades cometidas en esta última localidad “desencadenaron una fuerte
reacción en las comunidades originarias de la zona, que fueron injustamente
reprimidas tanto por el gobierno del entonces presidente Vicente Fox como por
el gobierno del Estado de México, entonces a cargo de Enrique Peña Nieto”,
abundó Sánchez.
El
grupo impulsor
El
grupo político que ha defendido este proyecto es el mismo desde hace dos
décadas: el Grupo Atlacomulco. Los artífices también vienen del sexenio
zedillista: Aarón Dichter, quien fuera subsecretario de en la SCT; Alfredo
Elías Ayub, exdirector general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares y de la
Comisión Federal de Electricidad, y Alfredo del Mazo González, exgobernador del
Estado de México y tío de Peña Nieto.
Las
otras cabezas del proyecto están estrechamente relacionadas con Del Mazo: Ruiz
Esparza fue subsecretario de Gobierno durante la gestión de Del Mazo y
responsable de los proyectos de infraestructura en el gobierno estatal de Peña
Nieto, mientras que el director del actual aeropuerto internacional, Alfonso
Sarabia de la Garza, fue el secretario particular del entonces mandatario
mexiquense.
En
los últimos meses de negociaciones tras bambalinas, Sarabia de la Garza cometió
un error fundamental, según distintas fuentes de la SCT consultadas por
Proceso: promovió la opción de “ampliación” y no de construcción de una nueva
terminal, como la más viable para 2018. Por esta razón, el funcionario fue
marginado de la presentación del proyecto el miércoles 3.
El
actual director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), Gilberto López
Meyer, participa en el proyecto de la nueva terminal desde el gobierno foxista.
Oriundo de Sinaloa, ha enfrentado varias investigaciones de la Auditoría
Superior de la Federación por presuntas irregularidades en ASA. Algunos de sus
colaboradores fueron asesores o colaboradores de otro exgobernador mexiquense:
Emilio Chuayfett, actual titular de la SEP.
Un
cuarto personaje clave para el Grupo Estado de México es el titular de la
Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett), Jesús
Alcántara Núñez, amigo de Peña Nieto, su suplente como diputado local en la LV
Legislatura y expresidente municipal de Acambay. Desde su discreta posición,
Alcántara Núñez coordinará la sustentabilidad de los suelos y terrenos aledaños
al aeropuerto.
La
diferencia entre la pugna por el aeropuerto en 2001 y ahora es que el
exgobernador de Hidalgo Manuel Ángel Núñez Soto ya no compite con los
mexiquenses para impulsar su proyecto alterno en Tizayuca. Ahora trabaja para
ellos y se coordina directamente con el primer mandatario.
Núñez
Soto es el director general del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, la
empresa controladora tanto del diseño como de la construcción de la magna obra.
En
la misma presentación del diseño arquitectónico del aeropuerto, Núñez Soto
afirmó que el proyecto “fue planteado por primera vez al Estado mexicano hace
dos décadas y hoy se cristaliza como la que será una palanca de desarrollo para
todo México”.
Y
abundó: “En su evaluación, se consideraron aspectos esenciales, tales como el
diseño y concepto, la eficacia y funcionalidad, la ingeniería y geotecnia, el
plan de trabajo para realizarlo, su control de calidad, su sustentabilidad y el
costo del mismo.”
Los
detalles del proceso de selección y la deliberación para apostar por el
proyecto ganador se desconocen hasta ahora. Sólo hubo una “filtración” previa a
algunos medios, del grupo encabezado por el arquitecto Enrique Norten, poco
antes de que se diera a conocer el resultado.
Negocio
monumental
Con
un gran despliegue mediático y una puesta en escena con enormes maquetas y
proyecciones digitales, el miércoles 3 se dio a conocer la propuesta ganadora
del diseño arquitectónico en el Salón Adolfo López Mateos de Los Pinos.
La
firma ganadora, Romero Havauz-Foster and Partners, desplazó a otras firmas que
participaron desde la época de Zedillo, en particular al grupo Mitre, empresa
estadunidense que presentó en octubre de 2000 una investigación denominada
“Futuro aeroportuario de la Ciudad de México”. Mitre estuvo asociada a ICA para
este proyecto (Proceso 1275).
Mitre
fue contactada desde 1996 por el entonces subsecretario de la SCT, Aaron
Dychter, y trabajó en coordinación con el grupo Interacciones, de Carlos Hank
Rhon. Desde hace casi dos décadas la compañía cuenta con el conocimiento más
detallado del impacto en la zona de Texcoco. Ahora se integrará en otros de los
trabajos alternos, junto con los poderosos despachos de Teodoro González de
León, Legorreta Hernández, Norten y Bringas, que participaron en la licitación,
según confirmaron a Proceso las fuentes de la SCT consultadas.
El
proyecto de diseño arquitectónico pretende convertir al nuevo Aeropuerto de la
Ciudad de México en el tercero más grande del mundo en capacidad, sólo por
debajo del de Londres, con 172 millones de pasajeros al año, y de Estambul, con
150 millones de pasajeros.
Está
pensado en tres fases. En la primera, garantizará 50 millones de pasajeros al
año, 550 mil operaciones anuales, tres pistas paralelas de operación, 94
puertas de embarque de contacto y 42 remotas, en un terreno de 4 mil 430
hectáreas.
De
acuerdo con el documento de la presentación de la SCT, la mayor parte de los
169 mil millones de pesos de la inversión total de la obra se destinará a la
construcción de la infraestructura aeroportuaria (terminal, torre de control,
pistas, instalaciones auxiliares) con un monto inicial de 120 mil millones.
En
segundo término, 20 mil 500 millones se
destinarán a “diseño, ingeniería y gestión del proyecto”; el tercer monto, de
16 mil 400 millones de pesos, será para obras hidráulicas (lagunas, túneles y
canales), y sólo 4 mil 700 millones serán para obras sociales.
Entre
los múltiples consorcios nacionales e internacionales interesados en la
construcción, todo parece indicar que el ganador de la licitación más
importante sería Grupo Carso, del magnate Carlos Slim, en conjunto con otras
decenas de grandes y medianas constructoras que se involucrarían en las
distintas fases del proyecto.
Slim,
a quien algunos consideran el más afectado por la reforma en
telecomunicaciones, en realidad saldría compensado con estas y otras jugosas
licitaciones para la construcción de infraestructura en el sexenio peñista. Su
yerno es Fernando Romero Havaux, el arquitecto ganador del concurso.
Sobre
el viejo aeropuerto
A
pesar de la puesta en escena y la reacción positiva entre instituciones
financieras y compañías aéreas frente al anuncio del proyecto transexenal, el
problema actual es la saturación de las dos terminales que forman parte del
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y los problemas de hundimiento
y filtraciones de agua que presenta la Terminal 2, construida durante los
gobiernos panistas.
El
propio titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, admitió que deberán invertir
más de mil millones de pesos en resolver los problemas de la mala construcción
de la Terminal 2, según sus declaraciones en distintos medios electrónicos.
Desde
el 17 de abril de 2013, en el Diario Oficial de la Federación se hizo la
declaratoria de “saturación del campo aéreo del Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México Benito Juárez”, que sustituyó a la declaratoria del 26 de
julio de 2007.
Esta
declaratoria ya anunciaba la necesidad de ampliar o construir una nueva
terminal aérea, pero aún no se sabía por cuál de las dos opciones se inclinaría
finalmente el gobierno federal.
Aunado
al problema de la saturación actual del aeropuerto, el impacto ecológico y
urbano de la construcción de una nueva terminal está presente en distintos
estudios que se han divulgado en revistas y estudios especializados.
En
el ensayo “Texcoco: un Shangri-La aeronáutico”, la revista Obras advirtió en
junio pasado:
“El
proyecto de ampliación del AICM no se había licitado oficialmente; desde
diciembre de 2013 el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, ha mencionado en
diversas ocasiones la ventaja de contar con los terrenos de Texcoco (la reserva
federal cuenta con más de 4 mil 500 hectáreas, que incluyen la zona del Bordo
Poniente). También es un hecho la pasarela ante la SCT de despachos nacionales e
internacionales de arquitectura para concursar su propuesta de diseño.”
La
revista especializada advirtió que las experiencias recientes de la Línea 12
del Metro en la Ciudad de México, la Terminal 2 y la Estela de Luz, que
arrancaron sin las previsiones necesarias, pueden convertir al nuevo aeropuerto
en “uno de los dolores de cabeza logística”.
Y
concluye: “Texcoco podría seguir su leyenda del santo grial aeronáutico, ante
la pesadilla de miles de viajeros”.
El
proyecto del “aeropuerto épico” que durará para los próximos 100 años y
generará 160 mil empleos, según la propaganda gubernamental, está más lleno de
dudas que de buenos deseos.
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