Francisco: la Iglesia somos todos, no solo los obispos y el Papa
MARCO TOSATTI
Una multitud para la primera audiencia del papa Francisco después del descanso estival. Más de 50 mil personas han llenado la plaza de San Pedro, y fuera, más allá de la 'frontera' entre Ciudad del Vaticano y el Estado italiano. El Papa Francisco se ha acercado a ellos, para saludarlos, con un jeep descubierto.
En los pasados días la Prefectura de la Casa Pontificia había distribuido más de 20 mil entradas para esta primera audiencia de septiembre. El Papa Francisco ha centrado su catequesis en la maternidad de la Iglesia; y ha tenido palabras fuertes hacia los cristianos iraquíes y de solidaridad para la diócesis de Terni, Amelia y Narni, cuyos ciudadanos están preocupados por el cierre de una fábrica que da mucho trabajo. El Papa Francisco ha recordado con una expresión seria que en cada cuestión, también en las del trabajo: “La persona y su dignidad son lo primero. ¡Con el trabajo no se juega! Quien por motivos de negocios, dinero, ganancias mayores quita trabajo, ¡que sepa que está quitando la dignidad a las personas!”.
La Iglesia es madre, y “nos amamanta con la palabra de Dios desde que somos niños”, ha revelado sonriendo el Pontífice, y “una madre siempre defiende a los hijos”. La Iglesia es sobre todo madre. “La Iglesia –ha dicho el Papa-- ha recibido de Jesús el don precioso del Evangelio no para guardárselo si no para darlo a los demás, como hace una madre. En esto se demuestra el perfil de la Iglesia de dar a sus hijos el nutrimiento espiritual para fotificar la vida cristiana. Todos estamos llamados a acoger con la mente y el corazón abiertos la Palabra de Dios que cada día la Iglesia nos dispensa, porque esta palabra tiene la capacidad de cambiarnos desde dentro”.
“Y ¿quién nos da la palabra de Dios?” --ha preguntado el Pontífice-- “La madre Iglesia nos amamanta desde que somos niños con esta palabra, nos cría toda la vida con esta palabra, y esto es algo grande. Es la Iglesia que con la palabra de Dios nos cambia desde dentro: la Palabra de Dios que nos da la Iglesia nos transforma no según la mundanidad de la carne sino según el espíritu”.
Es la palabra de Dios, y la gracia de los sacramentos, que nos permite “orientar nuestras elecciones hacia el bien y atraversar con valentía y esperanza los momentos de oscuridad y los caminos más tortuosos”. Pero no es suficiente; no debemos olvidar que la posibildiad del Mal está siempre presente. La Iglesia nos guía para darnos “la capacidad de defendernos del mal”. “La Iglesia tiene la valentía de una madre que sabe que tiene el deber de defender a sus hijos de los peligros debido a la presencia de Satanás en el mundo y llevarlos hasta Jesús –ha explicado--. Una madre siempre defiende a sus hijos. Esta defensa consiste también en exhortar a la vigilancia: vigilar contra el engaño y la seducción del maligno, porque aunque Dios ha ganando a Satanás, éste vuelve siempre con sus tentaciones”.
Y sonriendo, ha añadido: “Lo sabemos, todos nosotros, somos tentados y depende de nosotros no ser ingenuos. Él viene como un león que ruge, dice el apóstol, y depende de nosotros estar atentos y resistir siendo firmes en nuestra fe. Resistir con la ayuda de la madre Iglesia, que como una buena madre siempre acompaña a sus hijos en los momentos difíciles”.
Y después, con una gran sonrisa, ha exclamado: “Esta es la Iglesia, esta es la Iglesia que amamos todos, esta es la Iglesia que amo yo: una madre que se preocupa por el bien de sus propios hijos y que es capaz de dar leche a sus hijos”.
Y ha concluido: “No debemos olvidarnos que la Iglesia no son los curas, ni los obispos. No, somos todos, la Iglesia somos todos nosotros. Y también nosotros somos hijos y somos madres de otros cristianos. Todos los bautizados, hombres y mujeres juntos –ha concluiodo Bergoglio-- somos la Iglesia”. Y se ha preguntado: “¿Cuántas veces no damos testimonio de esta maternidad de la Iglesia? ¿cuántas veces somos cobardes? Confiemos en María para que, como madre de nuestro hermano Jesús, nos enseñe a tener su mismo espíritu maternal frente a nuestros hermanos, con la capacidad de acoger, de perdonar, de dar fuerza, confianza y esperanza. Y esto es lo que hace una madre”.
A los cristanos iraquíes ha dicho: “La Iglesia es madre y sabe acompañar al hijo necesitado, y defender los hijos indefensos y perseguidos. Querría asegurar especialmente a estos últimos, especialmente indefensos y perseguidos, la cercanía de la Iglesia. Estáis en el corazón de la Iglesia, la Iglesia está orgullosa de vosotros, orgullosa de tener hijos como vosotros. ¡Sois su fuerza y el testimonio concreto y auténtico de su mensaje de amor”.
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