Allá los premian, aquí los corren /Leo Zuckermann
Excélsior,17/03/2015Siempre he pensado que todos los periodistas quieren ser como Carl Bernstein y Bob Woodward: encontrar una historia tan importante como para hacer que caiga la máxima autoridad de un país, en este caso nada menos que el presidente de Estados Unidos. La perseverancia y el profesionalismo de dos periodistas del Washington Post (WP) derivó en la renuncia de Richard Nixon. A la postre, Bernstein y Woodward se ganaron el mayor galardón periodístico de su país, el Premio Pulitzer. Ambos se convirtieron en celebridades. Su libro sobre el escándalo de Watergate se vendió como pan caliente y fue la base para el guión de la película All the President’s Men donde los periodistas fueron interpretados por Dustin Hoffman y Robert Redford.
La increíble historia del allanamiento en la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el edificio Watergate en Washington DC, que hizo que cayera el presidente Nixon, no hubiera salido a la luz pública sin el apoyo que tuvieron Bernstein y Woodward del director editorial del WP, Ben Bradlee, y la dueña del medio de comunicación, Katharine Graham. Ambos fueron presionados para “matar” la historia. En un artículo de 1992, Bradlee contó los varios momentos en que se sintió descorazonado por las críticas que recibían, sobre todo de los políticos republicanos, y la falta de eco que tenía la investigación en otros medios de comunicación: “Nuestros colegas se preguntaban si la historia iba a colapsar. Algunas veces pensé que, más que preguntárselo, eso estaban deseando”.
La que más recibió presiones fue la dueña del WP: “Nixon comenzó a hacer amenazas de represalias económicas contra el periódico. ‘El Post va a tener malditos problemas por esto. Tienen una estación de televisión… y van a tener que renovarla…Vamos a jugar duro’. De nuestro abogado, Nixon dijo ‘no me gustaría estar en la posición de Edward Bennett Williams después de esta elección. Créanme: vamos a poner en su lugar a ese hijo de perra’”. No obstante de las presiones del presidente de Estados Unidos, Graham apoyó a Bradlee, Bernstein y Woodward. A la postre, lograron algo épico: la renuncia del mandatario de una de las superpotencias.
Hace unos meses, aquí en México, Daniel Lizárraga e Irving Huerta publicaron una investigación periodística que cimbró al país: “La Casa Blanca de Peña”. El reportaje, que originalmente salió en formato de video en el portal Aristegui Noticias, estaba muy bien armado y sustentado. A raíz de esa investigación salieron otras casas sospechosas del Presidente, su esposa y su secretario de Hacienda. Nadie puede dudar que, desde el punto de vista periodístico, el trabajo de Lizárraga y Huerta fue un exitazo. Su jefa, la conductora del espacio radiofónico de MVS por las mañanas, Carmen Aristegui, se la rifó y, con mucho valor, sacó la historia. Esto la consolidó como la mejor conductora del país: nadie como ella para incomodar a los poderosos sacando los trapitos al sol que éstos quieren esconder.
Desgraciadamente, los dueños de MVS no lo vieron así. En lugar de seguir el ejemplo de Graham, los señores Vargas decidieron, primero, despedir a Lizárraga y Huerta. Si bien ambos periodistas habían cometido el error de utilizar la marca de la estación sin la autorización de los dueños, de ninguna forma era motivo para correrlos, mucho menos cuando estaban en el punto más alto de sus carreras: habían destapado la mejor historia que el periodismo mexicano ha producido en años. En un acto de congruencia, Aristegui solicitó que los reinstalaran en su espacio. La empresa entendió esto como un ultimátum y acabaron despidiéndola a ella.
¿Habrán presionado desde Los Pinos para tomar esta desafortunada decisión? No lo sé, pero no lo dudo. Si en un país con mayor tradición democrática-liberal como Estados Unidos, el presidente amenazó cuando sintió pasos en la azotea, pues imagínese en una nación como la nuestra donde apenas dejamos el autoritarismo hace unos cuantos años. Y he ahí la triste diferencia: mientras que en el vecino del norte llenaron de premios y fama a los periodistas y editores que desnudaron al poder, aquí en México esos personajes están hoy en la calle buscando chamba. Qué vergüenza…
Twitter: @leozuckermann
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