MVS:
ignorancia, doble moral e hipocresía/Ricardo Alemán
Columna Itinerario Político en El Universal, 17 de marzo de 2015
La
conductora de MVS creyó que su poder mediático podía someter al medio; a MVS.
Por eso, como cualquier empresa, MVS la despidió.
En
toda democracia resulta no solo cuestionable sino trágico que, por la razón que
sea, se cancele un espacio periodístico, una voz o una pluma.
Más,
si el espacio, la voz o la pluma se expresan en medios propiedad del Estado,
las audiencias no sólo tienen derecho sino obligación de exigir al Estado
reponer el espacio y el regreso de voces y plumas, ante la sospecha de
represión y/o censura.
Pero
si el espacio, la voz y la pluma se expresan en un medio privado –concesionado
o no–, y el dueño decide cambios en voces, plumas, conductores o programación
de una frecuencia de radio o televisión, ese empresario tiene derecho de hacer
esos cambios, en tanto negocio privado.
Y
eso ocurre con mas frecuencia de lo que muchos suponen. El caso emblema es el
fin periodístico de José Gutiérrez Vivó, padre de las barras noticiosas de
radio, a quien por diferencias editoriales, políticas y económicas destruyó
Francisco Aguirre, dueño de Radio Centro, hoy propietario de un canal de
Televisión.
Porque
Gutiérrez era aliado del gobierno en turno y porque el periodista era más
incómodo para Radio Centro que para el gobierno. Y es que Gutiérrez perdió el
piso y creyó que su poder periodístico superaba al concesionario. No entendió
que sin el medio –prensa, radio, televisión o internet–, el periodista sirve de
poco.
Con
matices, la historia se repite cuando MVS choca con su conductora estelar –por
diferencias en línea editorial y empresarial–, quien en un salto al vacío
siguió los pasos de Gutiérrez –al creer que su poder era infinito–, y en un
lance suicida apeló a que sus seguidores –ignorantes del fondo del conflicto–,
presionaran al concesionario para seguir dañando a la empresa que pagaba a la
conductora su salario.
Igual
que en su momento hizo Gutiérrez, la conductora de MVS engaña a su audiencia
con el cuento de la censuran, cuando en el fondo jugó el juego de la doble
moral propia de los políticos. ¿Por qué? Porque tanto MVS como la conductora
son parte de una empresa privada que viven del dinero privado y público; porque
la conductora tiene compromisos políticos y empresariales inconfesables,
mientras MVS tiene compromisos políticos y comerciales ¿Cuáles compromisos?
Están
a la vista de todos. ¿Cuándo vieron críticas de la conductora a Carlos Slim, a
AMLO y su claque, a los socios de MVS? ¿Por qué la conductora de MVS no
involucró a Méxicoleaks con CNN? Está claro, la conductora no come lumbre y
sabía que su paga salía del plan de negocios y de los pactos comerciales de MVS
con el poder en turno.
Más
aún, todos los medios impresos –incluidos La Jornada y Proceso–, la radio,
televisión e internet, tienen una línea editorial sustentada en su modelo de
negocio, sus socios o accionistas y los acuerdos con el poder político en
turno. ¿Y por qué rompen MVS y su conductora?
Porque
igual que Gutiérrez Vivó, la conductora de MVS creyó que su poder mediático
podía someter al medio; a MVS. Por eso, como cualquier empresa, MVS la
despidió.
Lo
curioso es que hipócritas, seguidores de Carmen Aristegui condenan la supuesta
censura en MVS, pero aplauden la dictadura y censura de Maduro en Venezuela. Al
tiempo.
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