Los
Bélicos, pieza clave del ataque a normalistas/LA
REDACCIÓN
Proceso # 2016, 20 de junio de 2016,
Un
grupo de policías igualtecos de élite formaban una banda de choque que
trabajaba para Guerreros Unidos. De acuerdo con testimonios e indagatorias
oficiales conseguidos por Proceso, en septiembre pasado este comando tuvo una
participación clave en el ataque contra los estudiantes de Ayotzinapa, 43 de
los cuales fueron víctimas de desapariciones forzadas. La noche de la agresión
y a la vista del Ejército, estos hombres obligaron a los normalistas a bajarse
de los autobuses en los que se transportaban.
Los
Bélicos. Así se hacían llamar los policías de élite de Iguala que formaban
parte del Cártel de Guerreros Unidos y, con armas prohibidas por su alto poder,
controlaban las entradas y salidas de Iguala, fueron responsables de las
extorsiones masivas, detenciones ilegales, desapariciones de personas y
asesinatos perpetrados durante el mandato de José Luis Abarca y misteriosamente
tolerados por los militares del 27 Batallón de Infantería con sede en esa
ciudad.
A
pesar de que está probada su participación en el asesinato de los normalistas
de Ayotzinapa y en la desaparición de los 43 estudiantes ocurrida la noche del
26 de septiembre –eran los encapuchados que vestían de negro y usaban armas
potentes–, la mayoría de sus integrantes están libres y viven todavía en esa
ciudad.
Las
declaraciones que varios de los detenidos han rendido ante funcionarios de la
Procuraduría General de la República (PGR) dan pistas sobre cómo operaban,
cuánto les pagaban, quiénes son algunos de los líderes y las armas que
accionaron la noche que los estudiantes fueron cazados como animales o
desaparecidos. Según la versión que tiene la PGR fueron policías de Iguala y de
Cocula quienes entregaron a los normalistas a los miembros de Guerreros Unidos
para que ellos los asesinaran, calcinaran y desaparecieran los cuerpos.
Aunque
Iguala está bajo resguardo de la Gendarmería de la Policía Federal, pronunciar
el nombre de este grupo de narcopolicías sigue prohibido en la ciudad. El
trauma no ha pasado, los culpables siguen libres.
“No
lo menciones ni lo digas porque si alguien aquí lo oye puedes tener problemas,
porque van a pensar que sabes mucho más”, dice nervioso un joven igualteco
cuando se le pregunta sobre ellos.
“Mire,
ésos que están ahí son de Los Bélicos, ahí siguen”, responde en voz baja una
activista social durante un recorrido mientras señala a unos hombres fornidos
que charlan afuera de una casa, cerca del centro.
Este
grupo de élite no fue creado con José Luis Abarca, alcalde de Iguala cuando el
ataque. Comenzó dos administraciones antes, durante el gobierno municipal de
Antonio Jaimes, quien lo heredó a Raúl Tovar. Este grupo de acción inmediata
usaba un uniforme camuflado gris, similar al del ejército, por eso la gente les
apodaba Los Pintos. Al mando estaba un hombre llamado Jesús Castro.
“De
pronto los militares comenzaron a perseguir a Castro. Ellos pegaban su
fotografía en postes para solicitar información porque operaba para la maña, y
gente atrás iba despegándolas”, recuerda un político. El exjefe de policía
moriría en un enfrentamiento en Santa Teresa, del lado de los delincuentes.
Abraham Alemán García quedó entonces al frente de ese grupo.
“Con
Abarca se volvieron unos hijos de la chingada. Hacían sus retenes, detenían
personas y los mataban simulando agresión o persecuciones. Eran como 40. Usaban
uniformes normales de la policía pero tenían armas diferentes, mucho más
potentes, y cuando salían a sus operativos iban encapuchados y vestidos de
negro.”
Durante
la administración de Abarca (de 2012 a octubre de 2014) las desapariciones
sumaron 110 personas, según un registro de la PGR, aunque las organizaciones de
familiares señalan que las víctimas son muchas más.
Varias
veces –según los familiares de víctimas– la gente era detenida en los
“filtros”, como les llaman a los retenes ilegales que Los Bélicos instalaban en
las tres entradas a Iguala, a la vista y con el permiso de los militares. A
partir de ese momento no se volvía a saber nada.
Desde
el año pasado, los cuerpos de varias de esas personas desaparecidas han sido
encontrados en fosas. Cuatro de sus víctimas, por ejemplo, fueron el señor
Gildardo Lagunas, su hijo Luis Alfredo y sus sobrinos Marlene Hernández y José
Luis Cruz, detenidos en esos retenes.
Según
el familiar de un desaparecido por un comandante de Los Bélicos (por su
seguridad no se menciona su caso), el grupo lo integraban policías que estaban
en la nómina del ayuntamiento y civiles que también usaban uniformes y
coordinaban la actividad en los “filtros”. Quienes eran sospechosos de ser
parte de algún grupo rival lo pagaban caro.
La
percepción generalizada entre los igualtecos es que todos los policías tenían a
los ciudadanos aterrorizados por aplicar una abusiva ley que les permitía
encarcelar a cualquier persona encontrada con una bebida alcohólica en la calle
(aunque no estuviera abierta). La “mordida” para salir en libertad podía ser de
500 pesos o más.
Un
político local consultado sobre este grupo, después de cerrar la puerta de su
oficina, menciona: “Los famosos Bélicos son los que manejaba el hermano de ella
(se refiere a María de los Ángeles Pineda, la esposa de Abarca). Eran policías
con patrullas y todo, pero operaban en las noches con capuchas. Agarraban a
gente y les daban una hora para juntar 10 mil pesos y si no…” Guarda silencio.
Los
Bélicos usaban camionetas último modelo, como las que Abarca pretendía mostrar
en su segundo informe de gobierno, el cual no se realizó porque se fugó tras el
escándalo por la desaparición y muerte de los normalistas –y cuando se
descubrió que Iguala era un narcomunicipio.
En
el informe de gobierno impreso que no llegó a usarse se ve al alcalde posando
junto a unas nuevas y modernas camionetas de doble cabina.
A
Los Bélicos –grupo de Guerreros Unidos infiltrado en la policía– se le adjudica
la desaparición de siete agentes municipales, entre ellos el del propio
director, Abraham Alemán García; también el ataque y secuestro –en patrullas
clonadas– de policías de Teloloapan, con quienes tenían disputas.
Se
encargó también de llevar a cabo la “purga” que Abarca emprendió contra todos
sus opositores, pues quienes lo criticaban públicamente aparecían muertos, eran
desaparecidos, recibían “su calentadita” o eran “llevados de paseo” como
advertencia.
El
exdirigente perredista Francisco López Liborio fue uno de los pocos que salió
vivo de la comandancia de la policía después de que fuera “levantado” y
torturado por policías municipales encapuchados. Lo rescató el ejército. Sin
embargo, este líder, que se oponía abiertamente a la reinstalación de la
Policía Municipal de Iguala, fue asesinado el pasado martes 9. En la ciudad se
rumora que lo asesinaron como castigo.
Entre
noviembre y diciembre también hubo varias marchas ciudadanas de familiares de
personas desaparecidas que suplicaban que la policía municipal no fuera
reinstalada. El gobernador Rogelio Ortega se comprometió a ello, pero incumplió
su palabra: 89 fueron reinstalados.
La
noche del 26 y 27 de septiembre, Los Bélicos, junto con policías municipales
que no eran de élite y los aliados de Guerreros Unidos, atacaron a los
estudiantes.
Las
bitácoras que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) entregó a
Proceso vía la Ley de Transparencia
(folio 0000700019715) muestran que personal militar estuvo al tanto del ataque
cometido contra los normalistas y que conocían el modus operandi de Los
Bélicos.
Uno
de los reportes de aquella noche señala: “Aproximadamente 2230 horas arribaron
al lugar tres patrullas más a bordo de las cuales bajaron policías vestidos de
negro, encapuchados, los cuales les dijeron a los estudiantes que se bajaran,
por lo que los estudiantes les mencionaron que tenían compañeros heridos, sin
especificar qué tipo, aproximadamente 2235 horas los policías que llegaron
trataron de bajar a los estudiantes”. En ese momento, a la vista del ejército,
los policías perpetraban la desaparición de los jóvenes.
En
la nómina del cártel
De
acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Abarca tenía en la
policía a “100 elementos armados” que no habían sido sometidos a exámenes de
control de confianza, como obliga la ley, reportó La Jornada el 5 de diciembre
pasado.
Según
algunos de los detenidos, los jefes de las corporaciones policiacas de Iguala y
de Cocula cobraban en la nómina paralela de Guerreros Unidos. Hasta marzo
pasado la PGR había detenido a 104 personas –entre ellas 48 policías
municipales de Iguala y 16 de Cocula– acusadas de haber participado en el
ataque.
Una
fuente al interior de los grupos de seguridad mencionó que policías de Tepecua
y Huitzuco participaron en la agresión contra el autobús de Los Avispones –al
mismo tiempo que sus colegas atacaban a los de Ayotzinapa–, pero no se les ha
investigado. Guerreros Unidos tiene bajo control a los cuerpos policiacos de
Iguala, Huitzuco, Tepecua, Taxco y Cocula. Las órdenes se dan desde Iguala.
“El
ejército siempre los ha dejado operar. Les permitían establecer sus filtros,
que eran ilegales, y parar gente, y todos sabíamos lo que le hacían a los
detenidos”, dice un entrevistado.
Otro
dato: el general Alejandro Saavedra Hernández, comandante de la 35 Zona Militar
de Chilpancingo y responsable del 27 Batallón de Infantería de Iguala
–ascendido tras la desaparición de los 43 estudiantes– fue quien impuso al jefe
de policía de Cocula: el exmilitar Salvador Bravo Bárcenas, detenido por los
hechos de Iguala. Su segundo era el exmilitar César Nava, quien había sido
acusado ante el 27 Batallón por sus presuntos nexos con el cártel, pero se le
dejó operar.
Proceso
tuvo acceso a algunas de las declaraciones contenidas en la averiguación previa
PGR/SEIDO/UEIDMS/816/2014, donde policías y empleados de Guerreros Unidos
hablan sobre este grupo policiaco. Muchas “confesiones” fueron obtenidas
mediante tortura, como ya es conocido, por lo que se advierte al lector que
algunos de los señalamientos mostrados a continuación pudieron haber sido
fabricados por las autoridades.
Algunos
de los policías mencionados en los expedientes por su supuesta pertenencia a
Los Bélicos fueron: El comandante y policía primero Alejandro Mota Román, los
policías Édgar Vieyra Pereyra (Taxco, quien dijo que sólo perteneció tres
meses), Héctor Aguilar Ávalos (Chombo), Leodan Pineda Fuentes (Mataviejitas),
Alejandro Lara (Cone), Alejandro Mota Román (Mota), Édgar Magdaleno Navarro
(Patachin), Óscar Augusto Pérez Carreto (Sombra), Neftalí Pérez Carreto (Pan
crudo), Alejandro Meza (Granito de arroz), Uriel Cuevas (Gordo), y Agustín
Cuevas (Kikis).
De
los siguientes no hay datos completos: Cabañas, Nicolás, Humer (escolta del
secretario de Seguridad Pública del municipio, Felipe Flores Velásquez),
Charly, Carlos, Prócoro, y un Narciso que ya no pertenece al grupo. A quien se
le califica como Bélico pero él lo niega es a Santiago Socorro Mazón Zedillo.
Los
policías mencionados como miembros de Guerreros Unidos fueron: Christian Rafael
Guerrero Saucedo, Baltazar Martínez Casarrubias, José Ulises Bernabé García,
Esteban Ocampo Landa, Emilio Torres Quezada, Hugo Salgado Wenses, Ignacio
Hernández García, Abdiel Acatlán Peralta; el comandante de reacción de Cocula,
Ignacio Aceves Rosales, y César Nava, el subdirector de la Policía Municipal de
Cocula.
Doble
referencia, como integrantes de Los Bélicos y del cártel, recibieron Francisco
Salgado Valladares y Juan Carlos Delgado González (Toxicológico) y Crisóforo (o
El Maestro).
Las
armas más comunes entre estas personas eran los fusiles Beretta y HK –esta
última es un arma de asalto hecha en Alemania e introducida de manera ilegal a
México por su fabricante: la empresa Heckler & Koch.
La
narcopolicía que se
viste de uniforme
Un
empleado de Protección Civil, quien fue interrogado como testigo, mencionó que
él se encargaba de coordinar halcones y de pedir la participación de policías
municipales conocidos como Los Bélicos.
A
su vez, Osvaldo Ríos Sánchez (El Gordo), detenido en el centro de Cuernavaca,
supuestamente confesó haber participado en el asesinato de los estudiantes
junto con miembros de Guerreros Unidos y policías de Iguala apodados Los
Bélicos.
“Les
llaman así a los ‘policías bélicos’ a los policías municipales de Iguala,
Guerrero, ya que están metidos con los Guerreros Unidos”, dijo antes de
detallar que los estudiantes supuestamente habían sido asesinados y enterrados
en Pueblo Viejo.
En
su declaración el presunto sicario Martín Alejandro Macedo Barrera mencionó que
fue vendedor de drogas y trabajaba para El Chuky en una célula que estaba
también integrada por un agente municipal de nombre Fausto Bruno Heredia.
“Quiero
señalar que hay gente de la policía municipal que trabaja para los Guerreros
Unidos, para El Chuky, a los que les dicen Los Bélicos, que son como 10
elementos, a quienes conozco a algunos de ellos, por apodo a uno que le dicen
El Güero, que anda en la patrulla número veinte, al Balta, anda en la patrulla
número quinientos ochenta y dos, y a Charly, quien anda en la patrulla número
veinte, también al comandante Valladares de la policía municipal de Iguala,
trabaja para Guerreros Unidos, esto me lo dijo Mente.”
Entre
los detenidos también hubo algunos que admitieron formar parte de Los Bélicos.
Sin embargo, se defendieron argumentando que era un mero grupo de reacción
rápida que atendía las denuncias ciudadanas. Algunos señalaron que dejó de
existir poco antes de septiembre del año pasado.
El
exmilitar y policía municipal tripulante de la patrulla 007, Honorio Antúnez
–quien el día del ataque estuvo en un curso de profesionalización en el cuartel
de la policía estatal, según su dicho– mencionó ante la PGR que el grupo de
reacción inmediata de la Secretaría de Seguridad Pública de Iguala conocido
como Los Bélicos “está al servicio de Guerreros Unidos”.
Sobre
Ignacio Aceves, comandante de reacción de Cocula, y su escolta Oscar Rodríguez
El Oscarín, dijo que recibían órdenes del subdirector operativo de la Policía
de Iguala, Francisco Salgado Valladares. De acuerdo con varios señalamientos,
él quedó al mando de Los Bélicos tras la desaparición del comandante Abraham.
El
detenido mencionó que otro policía le contó lo ocurrido entre la noche del 26 y
la madrugada del 27 de septiembre: “Que (los normalistas) fueron trasladados a
los patios de la comandancia de la Policía Municipal en donde fueron entregados
al juez de barandilla de nombre Ulises Bernabé García, que se le dice El Gay,
quien los entregó a los sicarios de Cocula a los de Protección Civil y a
elementos del grupo de reacción inmediata también conocida como Los Bélicos,
entre los que se encuentran Francisco Salgado Valladares, director de Seguridad
Pública, quien tiene a su mando a los elementos, el comandante Héctor Aguilar
alias El Chombo, quien sé es el segundo de a bordo de la célula de Valladares
(…) trasladaron a algunos estudiantes a la localidad de Cocula, (…) es sabido
que las personas que levantan son entregadas a la patrulla 006 de Cocula”.
En
otros testimonios, en cambio, se señala que los estudiantes fueron divididos en
grupos.
Un
entrevistado afirma, siempre en voz baja, siempre con miedo: “No entendemos por
qué la PGR no fue por todos. Ellos siguen sueltos, siguen operando, están
aquí”.
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