Milenio Diario, 5 de septiembre del 2002
Columna Razones-Jorge Fernández Menéndez
- · Ma Baker, sus protegidos y sus peces gordos
Ayer, la procuraduría del Estado
de México anunció la captura de otros siete integrantes del llamado cártel de
Neza, el comandando por la ahora detenida Diana Buendía, apodada Ma Baker.
Entre los siete detenidos había algunos que se dedicaban a la venta de drogas,
otros al secuestro y a algunos otros delitos. Y es que, en realidad, el caso de
esta organización criminal está demostrando, mejor que cualquier argumento
teórico, cómo se ha ido reconfigurando la delincuencia organizada en México y
cómo la transformación de un país de tránsito a uno de consumo ha modificado,
con ello, toda la estructura criminal.
Las investigaciones que se han
realizado y que en realidad apenas comienzan sobre el caso de Ma Baker
demuestran muchas cosas. Primero que nada, confirman el hecho de que estamos,
quizás por primera vez en forma tan evidente, ante una organización criminal
del narcotráfico de esta magnitud, que no está en absoluto involucrada en el envío
de drogas a Estados Unidos, al contrario está, por completo, volcada al mercado
interno: a la venta de drogas en toda el área metropolitana. Confirma también
el hecho de que en distintas regiones del país –y en este caso en la capital–
estas organizaciones tienen un creciente control que funciona de forma
diferente al de los cárteles tradicionales, porque al volcarse al mercado
interno, necesitan una red de protección mucho mayor, más aceitada e incluso
mucho más involucrada no sólo en los ámbitos policiales sino también de la
impartición de justicia. Demuestra, finalmente, la magnitud que ya alcanza el
mercado interno de las drogas como para que este tipo de organizaciones pueda
crecer, desarrollarse y manejar una influencia y una protección de esas dimensiones.
Ello se está poniendo de
manifiesto con otra información que comienzan a procesar las autoridades: la
banda de Ma Baker, como alguna vez dijimos en este mismo espacio, difícilmente
tendría relación con grandes cárteles nacionales como los Arellano Félix (como
incluso se declaró y publicó) porque sus objetivos eran otros: no estaban
dedicados a exportar drogas, sino a distribuirlas en el país. Y las
investigaciones oficiales están indicando que la organización de Neza estaba
relacionada directamente con sus proveedores colombianos, sin pasar por redes
nacionales: establecieron sus contactos con grupos de Colombia (el contacto
para ello sí podría ser un cártel de los menos conocidos públicamente, pero al
que las autoridades le están prestando cada vez más atención, el de los
hermanos Valencia) y la droga les llegaría por vía marítima, a través de
Michoacán y Colima. Los innumerables hechos de violencia que se han dado en las
últimas semanas sobre todo en el estado gobernado por Lázaro Cárdenas Batel
tendría relación con este hecho, y si bien las redes son anteriores a su toma
de posesión, obligará a prestar atención sobre muchos de los funcionarios que
llegaron a Morelia desde distintos estamentos de gobierno en la capital del
país.
Evidentemente, el caso Ma Baker
dará aún mucho de qué hablar. Todo indica que la red de protección resultó tan
eficiente que esa organización (cuyos restos subsisten y siguen siendo
comandados por Carlos Morales, apodado El Águila y que no fue detenido por las
autoridades) había logrado hacer crecer sus contactos bastante más allá de los
tradicionales grupos policiales. Ese entramado se construyó y consolidó mucho
más rápido de lo que estimaba originalmente, aprovechando, sobre todo, el
cambio de administración federal y local, y fue, es de tal magnitud, que la
propia organización comenzó a vender protección a distintos grupos del crimen
organizado. No todos los grupos que están apareciendo ligados a la organización
de Neza eran, en realidad, partes de ésta, simplemente contrataban su
protección, bajo el paraguas de ese grupo: en otras palabras, Ma Baker y El
Águila le cobraban por la protección policial, política y jurídica a otras
organizaciones. ¿Recuerda usted El Padrino I, cuando el personaje de Vito
Corleone, jefe no sólo de una de las familias de la mafia dedicada originalmente
a la prostitución, el alcohol y el juego, sino también de la principal red de
protección en la ciudad de Nueva York, intenta ser asesinado porque no quería
“rentar” esa protección a los traficantes de droga, a las otras familias de la
mafia local?, bueno, en otro sentido, pero exactamente así funcionaba la red de
protección de Ma Baker: se rentaba a otros grupos que en ocasiones nada tenían
que ver con las drogas.
Por esa razón, cada vez más
aparecen dos vertientes de este caso: por una parte, quizás por primera vez, se
pudiera, en un caso de narcotráfico, llegar a niveles realmente altos de
protección (parecería que los propios involucrados en esa red se cuidaron menos
por tratarse de una organización dedicada al mercado interno que si fuera uno de
los grandes cárteles y podrían pagar las consecuencias). Por la otra se
comenzará a ver, involucrados en la investigación, a organizaciones de
secuestradores, de sicarios (asesinos a sueldo) y bandas de ladrones de
tráilers, además de las cerca de 40 bandas que, en menor escala, venden droga
en el DF, y muchas de la cuales aparecían bajo el paraguas de protección de la
organización de Ma Baker. Es más, toda la investigación parecería demostrar
que, por ejemplo, el primero de los principales asesinatos de esta
organización: el realizado contra uno de los principales mandos de la fiscalía
antidrogas, Mario Roldán Quirino, no fue instrumentado directamente por esa
banda, sino por una de las que protegía la organización de Neza, porque la
protección no había funcionado adecuadamente. A partir de allí se desató la
guerra porque se demostró, dicen los investigadores oficiales, que el paraguas
de protección de Ma Baker tenía fisuras, y trataron de cerrarlas a sangre y
fuego.
En síntesis, el caso da y dará
para mucho más, pero sobre todo puede ser un verdadero estudio de caso para
saber cómo está operando el crimen organizado en la actualidad y para saber qué
características, nuevas, adquiere en la búsqueda de control sobre territorios e
instituciones.
Archivos recuperados…
No querían llamar la atención pero
inevitablemente lo hacían: en un tradicional restaurante del centro histórico,
muy cerca de las oficinas del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés
Manuel López Obrador, ayer comía éste con Manuel Ángel Núñez Soto, el
influyente gobernador del estado de Hidalgo. Y ambos tenían un invitado: el ex
regente Manuel Camacho, ex jefe político del titular de la secretaría de
seguridad pública capitalina, Marcelo Ebrard. No creo que hablaran de la
campaña de futbol del equipo Pachuca, pero probablemente tampoco de cuando
Andrés Manuel le hacía plantones en el zócalo a su casi tocayo, tomando
plataformas petroleras en un Tabasco donde ya se sentía la presencia de Roberto
Madrazo (plantones que el gobierno del DF, solucionaba, enviando en cómodos
autobuses a los manifestantes de regreso a Villahermosa) mientras su otro medio
tocayo, el ahora gobernador de Hidalgo, se encargaba de buena parte de las
arduas negociaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá para darle forma
al TLC. Han pasado, desde entonces, casi diez años: todos, o por lo menos ellos
tres, han cambiado demasiado.
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