17 ago 2015

La renuncia de Rafael Estrada Sámano/ retrospectiva

Proceso # 1315, a 13 de enero del 2002
 ·      la reforma laboral, sin futuro /jesusa cervantes
 l 20 de diciembre pasado presentó su renuncia Rafael Estrada Sámano, subsecretario de Previsión Social, por razones personales. En realidad, su retiro y la remoción días antes de Pablo Retes, coordinador de asesores de la Secretaría del Trabajo, tuvieron su origen en las profundas diferencias con el titular de la dependencia, Carlos Abascal, en torno de la reforma laboral, a la que se ve cada vez más distante.
La reforma laboral, uno de los proyectos prometidos por Vicente Fox durante su campaña y ya como presidente, puede correr la misma suerte que la reforma fiscal: que se quede a medias.
Así lo considera Pablo Retes, hasta el 30 de noviembre último coordinador técnico de Asesores Especiales de la Secretaría del Trabajo.
Fue el 29 de noviembre cuando Francisco Salazar Sáenz, entonces asesor de esa dependencia, tomó el teléfono y antes de irse de vacaciones a Washington decidió despedir a Retes, encargado de los trabajos de la reforma laboral.

 Al día siguiente, Retes envió una carta al secretario del Trabajo, Carlos Abascal, en la que explicaba los verdaderos motivos por los que fue removido del cargo: Las profundas diferencias de forma y fondo con la estrategia, los contenidos y el alcance del proceso de modernización y actualización de la legislación laboral.
Panista con más de 18 años en el partido, Retes era el hombre de confianza del entonces subsecretario de Previsión Social, Rafael Estrada Sámano, quien presentó su renuncia el 20 de diciembre.
Retes, en entrevista, dice que no es cierto que hayan sido motivos personales los que provocaron la salida de Estrada Sámano y su equipo, como informó el secretario Abascal: Esto tiene que ver con una visión de proyecto distinto y no con problemas personales.
Para los panistas resultaba muy importante la coordinación de los trabajos para la reforma laboral, por tratarse de uno de los cambios más trascendentes planteados por la administración foxista.
La reforma laboral era tan importante como la fiscal o la energética, razón por la que Vicente designó a Estrada Sámano como el encargado de los trabajos, e incluso fue una posición pactada con el Partido Acción Nacional.
Desde el 30 de agosto de 2001, Retes y Estrada Sámano habían entregado a Abascal un documento de siete cuartillas titulado Replanteamiento estratégico para el proceso de modernización y actualización de la legislación laboral, que contenía un diagnóstico de la problemática originada por la forma en que el secretario del Trabajo decidió iniciar los trabajos de discusión.
Ese documento se elaboró con el objeto de identificar las causas que tenían entrampado el proceso y de proponer alternativas de solución. En dicho documento advertíamos la necesidad de modificar la estrategia, ya que de lo contrario, a nuestro juicio, existía el riesgo de que se frustrara la posibilidad de sacar adelante la reforma laboral, cuenta Retes.
La historia comenzó en junio cuando Abascal decidió que la Secretaría debería ser sólo facilitadora de las discusiones para elaborar un proyecto de reforma laboral, que luego se enviaría a la Cámara de Diputados. El objetivo era que dicha propuesta entrara en noviembre para su discusión.
De entrada, Abascal propuso crear lo que llamó Mesa Central de Decisión (MCD), donde estaban representados la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), el Congreso del Trabajo (CT) y el sector empresarial, los legisladores serían convidados de piedra, es decir, podían acudir como observadores de las discusiones pero no tendrían voz ni voto, situación que provocó un enfrentamiento entre los legisladores y el secretario. Abascal recibió una carta del presidente de la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados, José Ramírez Gamero, donde declinaban participar en el proceso bajo esas condiciones.
Además, Abascal se negó en todo momento a que la Secretaría presentara un proyecto bajo el argumento de que eran los actores del proceso productivo quienes deberían elaborarlo, y finalmente impuso que todas las decisiones de la MCD o de la mesa de trabajo —en esta última participaban abogados por cada uno de los tres sectores— se tomaran por consenso, por unanimidad.
Al cabo de tres meses, al no tener resultado alguno en las discusiones, Estrada Sámano y sus colaboradores decidieron elaborar el documento de siete cuartillas, en el que le hacían ver a Abascal que las discusiones estaban llevando a la tumba la posibilidad de presentar un proyecto de reforma laboral.
Se hacía también una serie de propuestas para reencauzar el proceso de discusión. Abascal no les hizo caso. Retes y Sámano le enviaron el documento otra vez antes de abandonar sus puestos. Hoy se encuentra en las oficinas del nuevo subsecretario de Previsión Social, Francisco Salazar Sáenz.
Ante el riesgo de que la estrategia adoptada pudiera derivar eventualmente en la cancelación definitiva de la reforma, en lo personal, consideré que mi responsabilidad era tratar de identificar las causas que habían entrampado el proceso y propuse alternativas... lamento profundamente que mis argumentos no hayan sido recibidos con la misma disposición de apertura, indica Retes en su carta.
Y luego enumera las diferencias de fondo que tuvieron:
En particular, una discrepancia fundamental tiene que ver con su decisión de adoptar la fórmula de consenso hasta el extremo de no reconocer sus limitaciones, de llegar a sacralizarla y convertirla en la única vía aceptable para adoptar acuerdos. Apostar todo al consenso ha demostrado ser una decisión a todas luces equivocada... El camino del consenso ha desembocado en un callejón sin salida y ha permitido que cualquiera de los participantes pueda levantar retenes para frenar o desviar por sí sólo el curso de la reforma.
El consenso ha demostrado ser una poderosa arma para el chantaje o la amenaza y una efectiva receta para la parálisis, más que un mecanismo eficaz para dotar de mayor legitimidad al proceso... me parece que es irresponsable jugarse en su nombre el futuro de una reforma tan importante.
Y agrega: Es un error pensar que sólo es válida o legítima una decisión cuando ésta es avalada o suscrita por todos los interesados. La democracia aparece justamente ante la imposibilidad de que todos estén de acuerdo.
Al respecto, Retes precisó en entrevista que tanto él como Sámano no están en desacuerdo con el consenso. Explica que ellos propusieron que se elaborara un documento que contuviera las posiciones de los distintos partidos, organizaciones sindicales, organizaciones internacionales y académicos, y que a partir de ese documento, que se presentaría ante la MCD, se irían haciendo adecuaciones; según las propuestas de los tres actores, se pondrían de acuerdo en lo propuesto o se harían otras sugerencias.
Pero resultaba absurdo partir de una hoja en blanco y Abascal nunca quiso que elaboráramos una posición de la Secretaría, dice.
Consideraciones políticas
Retes, en ambos documentos, explica el papel que debe jugar el Estado ante una reforma de tal magnitud:
No veo por qué un gobierno que no padece del déficit de legitimidad democrática que acompañó a los gobiernos posrevolucionarios tenga que temer a las definiciones y atribularse hasta el punto de sucumbir a la tentación de buscar, a cualquier precio, agradar y dejar satisfechos a todos. Toda decisión, necesariamente, implica adoptar definiciones y asumir el riesgo de las reacciones provocadas por los contingentes de inconformes y damnificados de la misma.
Y advierte: El peso específico que la Secretaría tiene en el proceso de reforma al estar totalmente subordinada a lo que dicten lo intereses de parte de los sectores, por más legítimos que éstos sean, así como la resistencia del Congreso del Trabajo y, en alguna medida, de los empleadores a realizar cambios de fondo, trae aparejado el riesgo de que la actual administración termine avalando un proyecto de reformas que no responda ni a las exigencias de cambio que hay en la materia ni a los principios, valores y objetivos de un gobierno emanado de Acción Nacional.
En la entrevista, aclara que ni Estrada Sámano ni él pretendían que la propuesta del PAN en materia laboral fuera el punto de partida, sino que fuera tomada en cuenta al igual que la de otros partidos y sectores.
Añade: Por la actitud poco abierta al cambio que han demostrado tener algunos de los participantes en el proceso, me atrevo a señalar que el empeño de sacar adelante la reforma en dichas condiciones es tanto como pedir a los reos y custodios de una cárcel que, por consenso y sin incurrir en excesos inadmisibles, elaboren, prudente y responsablemente, el reglamento interno de la prisión.
Una reforma light
En su carta precisa:
Un análisis realista de la situación política que hoy prevalece en el país nos impone reconocer que muy probablemente las condiciones no están dadas para lograr una reforma de la magnitud, profundidad y alcance que quisiéramos, pero ello no debe llevarnos a claudicar en el objetivo principal inicialmente trazado que implique modificaciones estructurales y de fondo en la materia.
Apostarle a una reforma mínima, light, de bajo contenido calórico, modificando sólo 30 o 50 artículos de la LFT, como lo ha expuesto muy recientemente la Secretaría, equivale a defraudar las expectativas de cambio en la materia que el pueblo mexicano cifró en el nuevo gobierno.
Y establece: La reforma laboral que México demanda, entre otras cosas, debe tender a desmantelar las estructuras corporativas y el modelo de control sindical que hoy padecemos, debe ser capaz de incorporar la necesaria flexibilidad laboral con equidad y justicia, sin menoscabo de la estabilidad en el empleo, debe estar orientada a promover el empleo, la inversión productiva y a preservar las fuentes de trabajo existentes.
A juzgar por las últimas decisiones en el sentido de reformar lo mínimo para que muy poco cambie, este compromiso no será cumplido ni respetado, en aras de satisfacer exigencias dictadas por intereses de parte.
Y concluye: La Secretaría no puede abandonar la responsabilidad ética y política que tiene de dirigir el proceso y de proponer un modelo de legislación laboral que sea democrático, justo y humano. Si hoy en día, tal y como se nos ha dicho, el objetivo se reduce a ‘romper con el paradigma que establece que la LFT es irreformable’, no encuentro razones que justifiquen mi permanencia y colaboración en un proyecto de tan limitado alcance.
Discusión cupular
El investigador Alfonso Bouzas, una de las personas que han estado cerca de todo el proceso de negociación, aún sin formar parte de la mesa respectiva, coincide con Retes: El proceso para arribar a una reforma laboral resultó ser el menos afortunado.
Aclara que aunque después de seis meses de trabajo no hay un solo acuerdo, aún es tiempo de establecer dos puntos centrales que de llevarse a la Cámara de Diputados y lograr que se aprueben, ya serían una gran ganancia, aunque nunca la gran reforma estructural que se planteó. Estos dos puntos son democracia y libertad sindical, y libre contratación.
Considera que con el procedimiento impuesto por Abascal, se renunció a la consulta a la sociedad civil, porque con discutibles representantes inició una discusión cupular, pero ni siquiera esta discusión cupular fue libre, sino que se orientó por la definición laboral de Carlos Abascal, su nueva Cultura Laboral.
Explica que el primer vicio y gran error fue la imposición de lo que Abascal entiende por consenso. El tema y la forma como se planteó esterilizaron las discusiones desde el principio.
—¿La actitud asumida por Abascal fue autoritaria?
—Por supuesto. Él definió la filosofía de la nueva cultura laboral, él definió quiénes eran los actores y los términos de la mesa, aunque ciertamente dijo que ellos deberían ponerse de acuerdo. Evidentemente éste fue mucho bocado para lo que él podía comer.
Considera que Abascal quiso resolver el problema desde el gabinete, la cúpula, en el escritorio, lo que demuestra que no conoce el mundo del trabajo o que tiene una visión, muy sectorial y una falta de sensibilidad muy grande.
  Proceso # 1315, a 13 de enero del 2002
propuestas y contrapropuestas /jesusa cervantes

La reforma laboral ha enfrentado desde el inicio de su discusión una serie de problemas, que impiden que se avance en un proyecto que pueda ser enviado a la Cámara de Diputados.

El primer gran escollo que enfrentó la Mesa Central de Decisión (MCD) fue definir a partir de qué documento se iniciaría la discusión. Los empresarios pidieron al grupo de abogados del subsecretario de Previsión Social, Rafael Estrada Sámano, encargado de los trabajos de la reforma, que se reviviera el anteproyecto del Código de Procedimiento Laboral elaborado en el sexenio de Ernesto Zedillo con la participación del Congreso del Trabajo, pero la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) se negó porque deja intactos los controles corporativos y sindicales.

Después, los empresarios propusieron que se partiera del anteproyecto que elaboró el exsubsecretario del Trabajo, Javier Bonilla, con la iniciativa privada, también durante el sexenio pasado, pero en esta ocasión quien se opuso fue el equipo de Estrada Sámano. El secretario Carlos Abascal ordenó que se partiera de dicho texto. Finalmente no prosperó, ya que la UNT amenazó con levantarse de la mesa.

Esa organización pidió que la discusión partiera de los 20 compromisos firmados por Vicente Fox durante su campaña, que incluyen condiciones de trabajo dignas y justas; libertad y democracia sindicales; una contratación colectiva legítima; el registro público de sindicatos y contratos colectivos; respetar el derecho de los trabajadores a pertenecer o no a un sindicato, sin ningún tipo de hostigamiento, discriminación o persecución a la disidencia sindical; que la elección de las directivas sindicales sea mediante el voto universal, secreto y directo; eliminar los contratos de protección patronal y todo tipo de corrupción, extorsión, presión y violencia contra los trabajadores; suprimir todas las restricciones que imperan en la práctica laboral para lograr el pleno cumplimiento de los derechos colectivos, como la huelga.

La propuesta de la UNT fue rechazada de manera tajante por el sector empresarial y por el CT.

Al cabo de unos meses, el equipo de abogados de Estrada Sámano logró configurar el marco conceptual para la modernización y actualización de la legislación laboral, que en un principio fue aceptado por Abascal, pero cuando se pretendió establecer como una propuesta de la Secretaría, lo rechazó de manera rotunda.

Ese marco se elaboró con base en varios documentos, como el de la Misión Laboral a Madrid, España, y a la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la propuesta de la UNT, el denominado Agenda de Trabajo del Sector Obrero presentado por el CT, las propuestas del PAN, del PRD, los 20 compromisos firmados por Vicente Fox , instrumentos de derecho internacional sobre la materia y otros de derecho comparado.

A pesar de todos los obstáculos, de la salida del equipo designado por Vicente Fox para coordinar el proyecto de reforma laboral y de los rechazos del mismo Abascal, el sector empresarial, el CT y, en algunos puntos, la UNT, la mesa central de decisión seguirá trabajando, aunque al final sea la Cámara de Diputados la que fije la reforma laboral, aunque de todo ello salga una reforma light.


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