El
Papa admite que nunca pensó reunirse con los disidentes cubanos
Nota de PABLO
ORDAZ
El País, A bordo del vuelo papal 23 SEP 2015 - 02:26 CEST
De
las siete preguntas formuladas al papa Francisco durante el vuelo entre
Santiago de Cuba y Washington, cinco llevaban implícita la percepción de que se
había mostrado demasiado condescendiente con el régimen de los hermanos Fidel y
Raúl Castro y, en cambio, había ignorado la represión hacia los disidentes. Las
respuestas de Jorge Mario Bergoglio no solo no cambiaron tal percepción, sino
que la acentuaron. El Papa aseguró desconocer que durante su visita se habían
producido detenciones de activistas y confirmó que en su ánimo nunca había
estado reunirse con la oposición. Cuando le preguntaron si creía que Fidel
Castro se había arrepentido del sufrimiento del pueblo cubano durante su
régimen, contestó: “El arrepentimiento es una cosa muy íntima. Fidel y yo no
hablamos del pasado”.
El
Papa no emite ningún mensaje crítico con los Castro
Ante
otra pregunta sobre su supuesta tibieza hacia los perseguidos, el Papa vino a
decir que el trabajo de ayuda, silencioso y práctico, ya lo desempeña la
Iglesia cubana: “La Iglesia acá ya hizo una lista y fueron indultados más de
3.000 personas. Se estudiarán más casos y la Iglesia cubana está comprometida
en seguir trabajando sobre los indultos. También alguien me dijo que sería
lindo que se acabara con la cadena perpetua. Yo ya he dicho que la cadena
perpetua es casi una pena de muerte escondida, es como estar muriéndose todos
los días”.
Un
periodista francés y uno italiano pusieron sobre la mesa una acusación, cada
vez más presente, en algunos sectores conservadores, sobre todo de Estados
Unidos. Sostienen que la beligerancia de Bergoglio contra, por ejemplo, el
sistema económico mundial contrasta con sus posiciones más amables hacia
actitudes o Gobiernos de izquierda. “Ya se había hablado”, sostuvo el
periodista, “de un papa comunista, ahora se llega a hablar de un papa que no es
católico. Ante estas consideraciones, ¿usted qué piensa?”. Jorge Mario
Bergoglio le respondió con la anécdota de un amigo cardenal al que “una señora
muy católica y un poco rígida” le había preguntado si él era el anticristo o el
antipapa porque no calzaba zapatos rojos. Ya más en serio, dijo: “Yo estoy seguro
de que no he dicho una cosa más que no hubiera estado en la doctrina social de
la Iglesia. En el otro vuelo una colega me dijo que yo le había tendido la mano
a los movimientos populares y me preguntó '¿pero la Iglesia lo va a seguir?’ Yo
le dije 'soy yo el que sigo a la Iglesia'. Y en esto me parece que no me
equivoco. Creo que nunca dije una cosa que no fuera en la doctrina social de la
Iglesia. No, mi doctrina sobre todo esto, sobre la Laudato Si, sobre el
imperialismo económico, todo esto, es la de la doctrina social de la Iglesia. Y
si es necesario que yo recite el credo, estoy dispuesto a hacerlo, ¿eh?”.
Unos
minutos antes de las cuatro de la tarde, diez de la noche en España, la
comitiva papal aterrizó en la base militar de Andrews, donde lo esperaba el
presidente Barack Obama y su familia.
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