21 mar 2020

Las pestes/Alejandra Rangel

Las pestes/Alejandra Rangel
REFORMA, 21 Mar. 2020
Hablar en estos momentos del coronavirus y sus consecuencias se ha vuelto el tema obligado de análisis científicos, económicos y políticos. No hay forma de hacer a un lado la preocupación de este mal temible, pero al menos intentan nombrar a los fantasmas que circulan entre nosotros con interpretaciones diversas.

Un buen recurso lo ofrece la literatura con sus novelas acerca de las calamidades que asolaban a la humanidad matando a miles de personas, devastando ciudades y familias. Por ejemplo La peste, de Albert Camus, que narra cómo aparece una plaga de ratas en la ciudad argelina de Orán. Ante las escasas medidas profilácticas, la enfermedad cunde y la falta de espacios para atender a todos los enfermos deja el sistema de salud colapsado.
Y no sería el único referente. Tenemos La carretera (The Road), de Cormac McCarthy, Premio Pulitzer de novela considerada como una visión anticipatoria del final del mundo por las guerras nucleares y con ellas la muerte de la naturaleza. Un hijo y su padre, casi únicos sobrevivientes, intentan buscar el sentido a la destrucción y a la soledad caminando por una carretera gris y solitaria, buscando víveres al interior de las casas abandonadas.

Por otro lado, el cineasta Felipe Cazals estrena en 1979 El año de la peste, película de ciencia ficción, ganadora del Ariel a mejor película, que narra la aparición de una pandemia cuya gravedad minimizan las autoridades y acaban encubriendo los riesgos. Hay que revisar también Los niños del hombre, dirigida y coescrita por Alfonso Cuarón.
La historia se repite hoy, y estamos demasiado ocupados en actividades relacionadas con la economía, la caída de la Bolsa, las pérdidas millonarias y como siempre descuidando lo esencial, que es la vida, hasta que de pronto suenan las alarmas y nos enfrentamos a una realidad que nos sobrepasa: falta de infraestructura médica, deficiente servicio de salud, agravado por la clausura del Seguro Popular y la instalación de un monstruo llamado Insabi que nadie entiende cómo funciona ni cuáles son sus objetivos reales ni imaginarios.
Duele saber que como siempre los más afectados serán los pobres y los grupos vulnerables. Y en México tenemos un Presidente que se ha visto rebasado por organizaciones sociales y gobernantes estatales ante la ignorancia federal que sigue vendiendo milagros y desatendiendo todas las recomendaciones de los científicos y expertos.
Hemos presenciado el show mediático de un López Obrador disfrutando del poder que tanto anheló para terminar como predicador de pueblo con estampitas y "detentes" religiosos, llevando al país a una grave recesión que ni entiende ni modifica. Es un líder irresponsable que lo que sabe hacer es campaña política visitando poblaciones y ofreciendo lo que ya no puede ser.
Además, en medio de su prepotencia parece jactarse de desobedecer las medidas que su propio equipo ha pregonado como el distanciamiento social, la no aceptación de festivales masivos, el cierre de restaurantes y escuelas, un mundo que se le viene encima y no sabe cómo responder.
Lo más notable es ver las reacciones ciudadanas, de los que sí comprenden los efectos devastadores de las epidemias y quienes al observar la falta de capacidad de López Obrador se han puesto a trabajar tomando como ejemplo las acciones exitosas en otros países. Bien por los hospitales privados que se están adelantando a la epidemia en México y construyen espacios para atender a los posibles enfermos.
López Obrador ha dejado de ser considerado como líder, su ignorancia lo descalifica. Bastaría que revisara la historia: entre 1346 y 1347 estalló la mayor epidemia de peste conocida en Europa, llamada la peste negra o peste bubónica, debido a que los infectados presentaban manchas oscuras en la piel, ocasionadas por un bacilo que se encontraba en las pulgas de las ratas y mató a casi la mitad de la población en el continente.
Las enfermedades infecciosas convertidas en pandemias han resultado ser un peligro mortal para los humanos, igual que los gobernantes sin preparación...

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