9 may 2006

Partidismo en la CIA

Retrospectiva
Varios analistas en materia de inteligencia coinciden que para ser director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la clave es no meterse en política partidista.

Incluso esa fue la principal petición que le hicieron los demócratas al dar su voto condicionado por el nuevo director de la CIA Porter J. Goss.
Graham E. Fuller, ex vicepresidente del Consejo de Inteligencia Nacional de la CIA, dice que el director de la Agencia "debe caminar sobre una línea muy fina. Por un lado, debe tener acceso al presidente, contar con su confianza y capacidad para hablarle con libertad....,debe entregar buenas o malas noticias, pero por encima de todo no verse implicado en la formulación de políticas, por más que el presidente le pida consejo.”
Primero Goss aunque fue cercano a Bush no le hablo al oido como si lo hice Negroponte, y tampoco escuchó a los especialistas y lo primero que hizo a una semana de asumir el cargo fue nombrar en puestos claves a cuatro de sus principales colaboradores; todos con una característica común: laboraron con él en el Comité de Inteligencia del Congreso y además han estado vinculados durante muchos años al partido republicano.

¡Las críticas no se hicieron esperar!

El Washington Post fue el primero en criticarlo. Publicó una información a pocos días de que Goss llego a la CIA que obligó a Michael V. Kostiw, uno de sus principales colaboradores, concretamente al número 3 de la Agencia, a abandonar el cargo a sólo tres días de su nombramiento.

El motivo es que Kostiw había sido detenido en 1981 por un robo menor en una tienda mientras trabajaba para la CIA. Y durante una prueba poligráfica sobre el incidente condujo a que la Agencia, entonces, le pusieran una sanción administrativa.
¡Ese incidente lo obligó a dejar la Agencia cuando tenía todo un porvenir"
La critica del Post tuvo éxito. Inmediatamente Kostiw emitió un escueto comunicado –por cierto difundido desde la CIA- donde señalaba que como resultado de lo publicado y de la especulación que la acompaña "he decidido que no puedo aceptar el cargo como director ejecutivo de la CIA para evitar especulaciones", pero -dijo- que se mantendría como el principal asesor de Goss: "Las acusaciones sobre mi pasado serían una distracción de la labor crítica que debe realizar el director de Inteligencia", dijo, sin admitir o negar las informaciones del Post.

El golpe era directo a Goss a unos días de su nombramiento y no era cualquier cosa. Tuvo que ver con el proceso electoral que vivía ese país, y donde el tema del terrorismo y la seguridad nacional estaban en la agenda política, y por tanto definieron la votación del 2 de noviembre del 2004.

Kostiw era de hecho el hombre clave de Goss. Coronel del Ejército, con 57 años de edad, de los cuales gran parte de su vida había laborado en tareas de inteligencia.
En 1981 después del incidente dejó el cargo en la CIA y se fue a trabajara para el partido republicano y para la compañía petrolera Chevron Texaco donde llegó a ser Vicepresidente de asuntos internacionales y su principal cabildero en el Congreso.

En 1987 desde su cargo como Vicepresidente del Instituto republicano Internacional intentó sin éxito ser legislador; tiempo después 1997 llega al Congreso pero ésta vez invitado por Porter J. Goss como jefe de personal en el Comité de Terrorismo y seguridad Nacional.

Después de este golpe no fue fácil para Goss encontrar a alguien fuera de los cuadros profesionales de la CIA para ocupar la posición que dejo su amigo.

Porter J. Goss fue el decimonoveno director de la CIA y aunque tuvo el visto bueno del Senado su futuro era incierto desde un principio.
En declaraciones que le hizo al cineasta Michael Moore para su película Fahrenhet 9/11 señaló que no estaba "calificado" para trabajar en la CIA; Dijo textual: "No tengo los conocimientos lingüísticos (...), mis conocimientos lingüísticos eran las lenguas romances y todo eso. Hoy en día buscamos arabistas”, concluye el fragmento transcrito del material que Moore no utilizó en la cinta.

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