"El EPR va a dar mucho de qué hablar en los próximos años" Marcos.
Confidencias guerrilleras
José Gil Olmos, reportero
Publicado en la revista Proceso, No.1635, 2/02/2008;
Entrevistas y documentos obtenidos por Proceso en torno a la detención del Comandante Antonio han dado lugar a versiones inquietantes sobre la guerrilla mexicana. Mientras Ruth Ortega, exiliada en Canadá, niega haber sido infiltrada por el gobierno para capturar al dirigente del ERPI, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas asegura que el grupo armado que ella dirigía (el Ejército Villista de Liberación Nacional, EVLN) era “punta de lanza” para infiltrar al resto. Además, da a conocer una carta de Antonio según la cual varias organizaciones guerrilleras (incluyendo el EVLN) rechazaron “la decisión unilateral” del Subcomandante Marcos de hacer estallar la rebelión sólo en el estado de Chiapas, pues aquéllas pretendían que el movimiento insurgente se extendiera por todo el país.
Antes del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, varios grupos armados discutieron con el ahora llamado Subcomandante Marcos la necesidad de hacer estallar la rebelión en todo el territorio nacional.
Pero ante “la decisión unilateral” de Marcos de concentrar la rebelión en esa entidad y abrir fuego el primero de enero de 1994, las organizaciones guerrilleras discordantes abandonaron el plan y decidieron reunirse después para determinar la fecha y las dimensiones de la ofensiva.
Tal es una de las versiones (en este caso atribuida a Ruth Ortega) que se desprenden de las entrevistas y documentos reunidos por Proceso a raíz de que, en su edición número 1632, publicó el reportaje Traicionado y torturado, donde se relatan los pormenores de uno de los golpes más fuertes que el gobierno federal ha asestado a la guerrilla.
Se refiere allí que el 19 de octubre de 1999 fueron aprehendidos los guerrilleros Gloria Arenas, Coronela Aurora, y Jacobo López Nogales, el Comandante Antonio, máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), cuya detención se atribuye a un trabajo de infiltración gubernamental.
Ahora, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB) confirma la información de Proceso: el operativo para detener al Comandante Antonio se basó en el trabajo de una agente infiltrada, Ruth Ortega Orozco, alias La Juchiteca, a quien considera “una leyenda ideada por algún servicio de inteligencia militar”, probablemente el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Desde Canadá, donde vive como “asilada política”, Ruth Ortega –cuyo paradero se reportaba como desconocido en el reportaje aludido– se comunicó a Proceso para asegurar que no entregó al líder guerrillero Antonio y, a su vez, acusar de la traición a un integrante del Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN).
El MRLCB entregó a este semanario una serie de documentos, entre ellos una carta que tenía resguardada y que fue elaborada por el Comandante Antonio el 13 de septiembre de 1999 –un mes antes de su captura–, donde se expresan al EVLN sospechas en torno a una de sus dirigentes, Ruth Ortega, quien se hacía llamar Rosario o Mariela.
La versión de Ruth Ortega
Pero desde Canadá, Ruth Ortega se comunicó con este reportero para dar su versión de los hechos.
Sostiene que nunca trabajó para el gobierno, que no es delatora y que fue usada por un presunto miembro de EVLN –no quiso revelar su nombre– con el fin de llegar hasta el Comandante Antonio y golpear a la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
En entrevista –la primera que concede a un medio de comunicación–, Ruth afirma que nunca perteneció al Ejército Popular Revolucionario (EPR) ni al ERPI ni a ninguna otra agrupación clandestina. “Mi trabajo siempre ha sido político”, asegura.
Sin embargo, no niega el acercamiento que tuvo con estos dos grupos, contactados por ella cuando era integrante del Comité Estudiantil Metropolitano, formado en 1996 por estudiantes rechazados en el examen de admisión de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones de educación superior.
“Sí tuve contacto con el ERPI, pero no es verdad que estuviera reclutando gente para la guerrilla, como se empezó decir en los medios”, sostiene.
Recuerda que a ella también la detuvieron con el Comandante Antonio y que fue torturada durante dos semanas en instalaciones posiblemente militares, “donde se escuchaban aviones”, hasta que logró salir gracias a la intervención de “un familiar”, al que tampoco quiere identificar “para no ocasionarle problemas”.
“A mí me detuvieron junto con Antonio. No eran personas vestidas de pordioseras, sino de albañil –precisa–. Nos detuvieron a la entrada del café (Pekín). Yo apenas había entrado cuando volteo y ya estaban deteniendo a Antonio. Yo soy la persona que les grita: ‘¡Suéltenlo!’, y después me agarran a mí. Me soltaron semanas después. Me torturaron. Tengo huellas en el cuerpo de lo que me hicieron.”
Se le cuestiona por el hecho de que a ninguna persona vinculada con la guerrilla las autoridades la han dejado ir después de haberla capturado.
“Lo sé. Para mí ha sido difícil esto. Cuando sales libre sientes culpabilidad y piensas que mejor no lo hubieran hecho. Hubo muchas cosas en medio que voy a aclarar cuando sea necesario. Aurora y Antonio saben perfectamente que las cosas no son exactamente como todo mundo dice. Ellos me conocieron y siento que, en un momento determinado, no creen al ciento por ciento lo que están diciendo.”
Acepta que hubo muchos descuidos cuando los atraparon, pero rechaza las acusaciones de que traicionó al ERPI.
“Aparte de eso, yo no iba sola; iba con otra persona que hasta el momento nadie sabe dónde está. Nadie sabe dónde quedó y no está reportada como desaparecida”, reitera.
–¿Quién era esa persona?
–Era integrante de otra organización, pero no aparece. Al final de cuentas nos detuvieron, pero él no apareció. Eso lo sabe Antonio, porque fue con quien yo estaba. Puedo aceptar que tengo una responsabilidad, pero no como han dicho de que lo denuncié o lo delaté. Quizá la responsabilidad que tengo es haber caído también en una trampa. Esa persona nos citó ahí, en ese café. Fue quien organizó todo. Creo que nos puso una trampa porque desapareció totalmente. Nosotros quisimos verlo tiempo atrás y siempre nos decía que mejor después.
“Lo único que quiero aclarar es que yo no los delaté. Yo intenté hablar con ellos (ERPI) para aclarar las cosas, pero nunca quisieron hablar conmigo. Sin embargo, no voy a permitir que todo el tiempo se esté diciendo que fui la persona que lo traicionó, que yo fui quien lo torturó, que fui quien lo denunció. No es así.”
Sentencia de muerte
Durante 1996 y 1997, Ruth Ortega y otros estudiantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM organizaron el Movimiento Estudiantil Metropolitano (MEP). Entre sus compañeros universitarios corrió la especie de que estaba ligada a un movimiento armado y de que hacía invitaciones para incorporarse a la guerrilla.
La madrugada del 7 de junio de 1998, en la comunidad El Charco, municipio de Ayutla de Los Libres, Guerrero, el Ejército realizó un operativo contrainsurgente en el que resultaron 11 personas muertas, cinco heridas y 27 detenidas, bajo las acusaciones de que formaban parte del ERPI. Entre los muertos estaba Ricardo Zavala Tapia, de 24 años, compañero de Ruth Ortega.
Dice que desde entonces fue perseguida y hostigada. Aunque en la entrevista no quiere hablar de su familia, en aquel momento señaló que su hija había sido secuestrada y que por ello la presionaron para entregar a Antonio.
A pesar de esta situación, durante un año siguió trabajando en la clandestinidad. Fue en esa etapa cuando se vinculó con el EPR, justamente cuando la organización sufrió las divisiones que derivarían en la creación del ERPI.
Poco más tarde, Ruth Ortega estableció conexión con el ERPI, hasta que fue detenido el Comandante Antonio.
Señala que, tras su propia detención y liberación, vivió en la clandestinidad otros dos años. “Ya no me sentía bien. Estaba viviendo de manera clandestina, sin utilizar mi verdadero nombre, por miedo a que me detuviera el gobierno, no el ERPI, porque con ellos ya no tuve ningún contacto, ya no escucharon mi versión”.
–¿Fuiste recibida como asilada política en Canadá?
–Sí, pero en ningún momento por las amenazas del ERPI o del EPR, sino por las presiones que sufrí del gobierno. Eso es lo que yo manejé desde el principio
Comenta que fue a raíz del asesinato de Digna Ochoa cuando decidió dejar el país y refugiarse en Canadá, en 2001.
Dice que ahora se siente segura en Canadá porque no cree que vayan a viajar hasta ese país para hacerle daño. Tampoco piensa regresar a México porque teme al gobierno, sobre todo después de esta entrevista, ya que, afirma, “la van a tomar como si yo hubiera pertenecido al ERPI”.
No obstante, la especie de que formó parte de la guerrilla y traicionó al Comandante Antonio le ha creado problemas en el trabajo de asesoría que da a inmigrantes en Canadá.
“No me interesa si me creen o no”, dice dirigiéndose al ERPI. “Lo único que quiero es que dejen de estar desprestigiando y que Antonio y Aurora, a quienes aprecio, me escuchen. El sentimiento de culpa no es hacia el ERPI, sino hacia ellos, que están encarcelados”.
Acusa al ERPI de intransigencia: “Ellos tienen mucha gente y siempre sale su versión, me echan tierra y dicen: ella es agente del gobierno, es infiltrada. Incluso han señalado que soy gente de la CIA. ¡Por favor! Si vieran las condiciones en las que vivo, no dirían eso”.
Y es que gente allegada al ERPI le ha expresado que tiene una sentencia de muerte porque fue condenada como delatora en “un juicio revolucionario”.
En el diálogo telefónico, Ruth Ortega cuida cada palabra y dice: “Si yo hubiera sido la persona que los entregó, no hubiera sido sólo a ellos dos, sino a todos, porque yo tenía acceso a más cosas”.
Pero la mencionada carta de Antonio aporta otros elementos de la historia de Ruth que la ponen en entredicho y que ella no quiso abordar.
La otra historia
El 13 de septiembre de 1999, el Comandante Insurgente Antonio envió una carta de 11 hojas al Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) sobre Ruth Ortega, a quien identificaba como Mariela.
La misiva, entregada a Proceso por el MRLCB, plantea que, conforme a lo manifestado por la propia Ruth al Comandante Antonio, ella sí formó parte del EPR desde 1997 y después se fue al ERPI.
Siempre de acuerdo con esa carta, desde el primer contacto le dio a entender a Antonio que formaba parte de otra agrupación guerrillera, pero no fue sino después de los sucesos en El Charco (junio de 1998), a raíz de la crisis que provocó la muerte de su compañero Ricardo Zavala, cuando se decidió a revelarles su verdad: que ella provenía del EVLN y que este grupo estuvo relacionado con el EZLN antes del estallido del conflicto armado de Chiapas en 1994.
Una parte de la misiva de Antonio asienta textualmente:
Fue en el mes de noviembre de 1998 cuando nos informó, entre otras cosas:
–Que la organización a la que había pertenecido era el EVLN, llamado ERIP en un inicio.
–Que el EVLN era producto de una división en el proyecto que dio origen al EZLN, ocurrida en enero de 1994.
–Que esa ruptura se dio en una situación tensa en la que llegó a haber insultos entre ella y M. (El Subcomandante Marcos.)
–Que ella había sido la principal dirigente del EVLN y que esta organización se estaba reestructurando con motivo de su salida.
En otras palabras, antes de 1994 varios grupos armados independientes discutían con el EZLN el plan de levantarse en armas. El Ejército Villista de Liberación Nacional, supuestamente comandado por Ruth Ortega, no aceptó el plan de abrir fuego sólo en Chiapas en enero de 1994. Tanto el EVLN como otras agrupaciones habrían llegado al acuerdo de hacer un levantamiento armado, sí, pero a nivel nacional –no sólo en Chiapas– y en una fecha por determinar. Para discutir los detalles, dichas organizaciones programaron reunirse de nuevo en mayo de 1994.
Antonio le atribuye a Ruth haber dicho que el Subcomandante Marcos tomó la decisión de levantarse en Chiapas en enero de 1994 de manera unilateral, por lo que varias de las partes discordantes determinaron integrar el Ejército Revolucionario de Insurgencia Popular (ERIP), que posteriormente sería denominado Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN).
En 1998, al enterarse el Subcomandante Marcos de que Ruth y el EVLN estaban cerca de otra agrupación guerrillera, los mandó a llamar para reunirse en Chiapas. En ese encuentro, según la misma versión, el Subcomandante Marcos le puso una pistola en la cabeza amenazándola con matarla si revelaba los orígenes del EZLN y los desacuerdos que hubo antes de la rebelión.
Según la versión de Ruth, el Subcomandante Marcos cambió de actitud cuando presuntamente ella le dijo que, antes de asistir a ese encuentro, dejó una carta al ERPI y a algunos periodistas en la que revelaba la historia del EZLN y que ese testimonio sería dado a conocer públicamente si algo le ocurría.
Las sospechas y la trampa
Por lo que se refiere a su situación personal, Ruth le expresó a Antonio que su hija había sido secuestrada por Inteligencia Militar y que la soltarían a cambio de que se entregara. Esta presión, más la muerte de su compañero Ricardo Zavala, le causaron “una enfermedad en la cabeza” y la llevaron a dos supuestos intentos de suicidio.
Sin embargo, su hija fue liberada “por medio de la negociación, bajo el acuerdo de no realizar ninguna denuncia pública (al respecto) ni hacer posteriormente alguna referencia al hecho”.
Más tarde, cuando Ruth aseveró que el EVLN tuvo dos reuniones con el EPR y que en una de ellas éstos acusaron al ERPI de ser “agentes del Estado”, Antonio buscó afanosamente tener un encuentro directo con los miembros del cuerpo dirigente del EVLN, ya que durante casi año y medio sólo habían mantenido una comunicación indirecta a través de Ruth Ortega.
Ante la insistencia de Antonio por reunirse directamente con la dirigencia en pleno del EVLN, Ruth arguyó que la perseguían miembros del EZLN y que integrantes del EVLN habían sido asesinados. Le pidieron los nombres y ella mencionó una lista de 13.
Pero días después, al solicitarle que dijera de nuevo los nombres ante una cámara de video para hacer una denuncia ante organizaciones civiles, ella se negó. Argumentó que, debido a la enfermedad que tenía en la cabeza, había olvidado esos nombres.
En la carta, Antonio formuló 20 preguntas al EVLN, todas cuestionando cada una de las historias de Ruth Ortega, conocida entonces como Mariela. Y aunque la seguía considerando “compañera revolucionaria”, Antonio propuso una pronta reunión con la comandancia del Ejército Villista para disipar todas las dudas.
Días después, Ruth Ortega confirmó por fin la cita. Sería el 19 de octubre de 1999 a las 4:30 de la tarde en el café Pekín, a un costado de la estación del Metro Normal.
Pero en lugar del encuentro para despejar las dudas y, en su caso, firmar una alianza con el EVLN, ese día el Comandante Antonio cayó en una trampa y fue detenido.
Para el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas, la intención del cuerpo gubernamental de inteligencia era de mayor alcance: disponer de una organización (el EVLN) que le sirviera de punta de lanza para infiltrar a otras organizaciones guerrilleras que decidieran unirse a una sola coordinación.
Ante las sospechas que ya pesaban sobre Ruth Ortega Orozco, el gobierno habría optado por atrapar, por medio de la misma Juchiteca, al menos a uno de los personajes más importantes de la guerrilla mexicana: el Comandante Antonio.
Los infiltrados
José Gil Olmos, reportero
Confidencias guerrilleras
José Gil Olmos, reportero
Publicado en la revista Proceso, No.1635, 2/02/2008;
Entrevistas y documentos obtenidos por Proceso en torno a la detención del Comandante Antonio han dado lugar a versiones inquietantes sobre la guerrilla mexicana. Mientras Ruth Ortega, exiliada en Canadá, niega haber sido infiltrada por el gobierno para capturar al dirigente del ERPI, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas asegura que el grupo armado que ella dirigía (el Ejército Villista de Liberación Nacional, EVLN) era “punta de lanza” para infiltrar al resto. Además, da a conocer una carta de Antonio según la cual varias organizaciones guerrilleras (incluyendo el EVLN) rechazaron “la decisión unilateral” del Subcomandante Marcos de hacer estallar la rebelión sólo en el estado de Chiapas, pues aquéllas pretendían que el movimiento insurgente se extendiera por todo el país.
Antes del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, varios grupos armados discutieron con el ahora llamado Subcomandante Marcos la necesidad de hacer estallar la rebelión en todo el territorio nacional.
Pero ante “la decisión unilateral” de Marcos de concentrar la rebelión en esa entidad y abrir fuego el primero de enero de 1994, las organizaciones guerrilleras discordantes abandonaron el plan y decidieron reunirse después para determinar la fecha y las dimensiones de la ofensiva.
Tal es una de las versiones (en este caso atribuida a Ruth Ortega) que se desprenden de las entrevistas y documentos reunidos por Proceso a raíz de que, en su edición número 1632, publicó el reportaje Traicionado y torturado, donde se relatan los pormenores de uno de los golpes más fuertes que el gobierno federal ha asestado a la guerrilla.
Se refiere allí que el 19 de octubre de 1999 fueron aprehendidos los guerrilleros Gloria Arenas, Coronela Aurora, y Jacobo López Nogales, el Comandante Antonio, máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), cuya detención se atribuye a un trabajo de infiltración gubernamental.
Ahora, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB) confirma la información de Proceso: el operativo para detener al Comandante Antonio se basó en el trabajo de una agente infiltrada, Ruth Ortega Orozco, alias La Juchiteca, a quien considera “una leyenda ideada por algún servicio de inteligencia militar”, probablemente el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Desde Canadá, donde vive como “asilada política”, Ruth Ortega –cuyo paradero se reportaba como desconocido en el reportaje aludido– se comunicó a Proceso para asegurar que no entregó al líder guerrillero Antonio y, a su vez, acusar de la traición a un integrante del Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN).
El MRLCB entregó a este semanario una serie de documentos, entre ellos una carta que tenía resguardada y que fue elaborada por el Comandante Antonio el 13 de septiembre de 1999 –un mes antes de su captura–, donde se expresan al EVLN sospechas en torno a una de sus dirigentes, Ruth Ortega, quien se hacía llamar Rosario o Mariela.
La versión de Ruth Ortega
Pero desde Canadá, Ruth Ortega se comunicó con este reportero para dar su versión de los hechos.
Sostiene que nunca trabajó para el gobierno, que no es delatora y que fue usada por un presunto miembro de EVLN –no quiso revelar su nombre– con el fin de llegar hasta el Comandante Antonio y golpear a la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
En entrevista –la primera que concede a un medio de comunicación–, Ruth afirma que nunca perteneció al Ejército Popular Revolucionario (EPR) ni al ERPI ni a ninguna otra agrupación clandestina. “Mi trabajo siempre ha sido político”, asegura.
Sin embargo, no niega el acercamiento que tuvo con estos dos grupos, contactados por ella cuando era integrante del Comité Estudiantil Metropolitano, formado en 1996 por estudiantes rechazados en el examen de admisión de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones de educación superior.
“Sí tuve contacto con el ERPI, pero no es verdad que estuviera reclutando gente para la guerrilla, como se empezó decir en los medios”, sostiene.
Recuerda que a ella también la detuvieron con el Comandante Antonio y que fue torturada durante dos semanas en instalaciones posiblemente militares, “donde se escuchaban aviones”, hasta que logró salir gracias a la intervención de “un familiar”, al que tampoco quiere identificar “para no ocasionarle problemas”.
“A mí me detuvieron junto con Antonio. No eran personas vestidas de pordioseras, sino de albañil –precisa–. Nos detuvieron a la entrada del café (Pekín). Yo apenas había entrado cuando volteo y ya estaban deteniendo a Antonio. Yo soy la persona que les grita: ‘¡Suéltenlo!’, y después me agarran a mí. Me soltaron semanas después. Me torturaron. Tengo huellas en el cuerpo de lo que me hicieron.”
Se le cuestiona por el hecho de que a ninguna persona vinculada con la guerrilla las autoridades la han dejado ir después de haberla capturado.
“Lo sé. Para mí ha sido difícil esto. Cuando sales libre sientes culpabilidad y piensas que mejor no lo hubieran hecho. Hubo muchas cosas en medio que voy a aclarar cuando sea necesario. Aurora y Antonio saben perfectamente que las cosas no son exactamente como todo mundo dice. Ellos me conocieron y siento que, en un momento determinado, no creen al ciento por ciento lo que están diciendo.”
Acepta que hubo muchos descuidos cuando los atraparon, pero rechaza las acusaciones de que traicionó al ERPI.
“Aparte de eso, yo no iba sola; iba con otra persona que hasta el momento nadie sabe dónde está. Nadie sabe dónde quedó y no está reportada como desaparecida”, reitera.
–¿Quién era esa persona?
–Era integrante de otra organización, pero no aparece. Al final de cuentas nos detuvieron, pero él no apareció. Eso lo sabe Antonio, porque fue con quien yo estaba. Puedo aceptar que tengo una responsabilidad, pero no como han dicho de que lo denuncié o lo delaté. Quizá la responsabilidad que tengo es haber caído también en una trampa. Esa persona nos citó ahí, en ese café. Fue quien organizó todo. Creo que nos puso una trampa porque desapareció totalmente. Nosotros quisimos verlo tiempo atrás y siempre nos decía que mejor después.
“Lo único que quiero aclarar es que yo no los delaté. Yo intenté hablar con ellos (ERPI) para aclarar las cosas, pero nunca quisieron hablar conmigo. Sin embargo, no voy a permitir que todo el tiempo se esté diciendo que fui la persona que lo traicionó, que yo fui quien lo torturó, que fui quien lo denunció. No es así.”
Sentencia de muerte
Durante 1996 y 1997, Ruth Ortega y otros estudiantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM organizaron el Movimiento Estudiantil Metropolitano (MEP). Entre sus compañeros universitarios corrió la especie de que estaba ligada a un movimiento armado y de que hacía invitaciones para incorporarse a la guerrilla.
La madrugada del 7 de junio de 1998, en la comunidad El Charco, municipio de Ayutla de Los Libres, Guerrero, el Ejército realizó un operativo contrainsurgente en el que resultaron 11 personas muertas, cinco heridas y 27 detenidas, bajo las acusaciones de que formaban parte del ERPI. Entre los muertos estaba Ricardo Zavala Tapia, de 24 años, compañero de Ruth Ortega.
Dice que desde entonces fue perseguida y hostigada. Aunque en la entrevista no quiere hablar de su familia, en aquel momento señaló que su hija había sido secuestrada y que por ello la presionaron para entregar a Antonio.
A pesar de esta situación, durante un año siguió trabajando en la clandestinidad. Fue en esa etapa cuando se vinculó con el EPR, justamente cuando la organización sufrió las divisiones que derivarían en la creación del ERPI.
Poco más tarde, Ruth Ortega estableció conexión con el ERPI, hasta que fue detenido el Comandante Antonio.
Señala que, tras su propia detención y liberación, vivió en la clandestinidad otros dos años. “Ya no me sentía bien. Estaba viviendo de manera clandestina, sin utilizar mi verdadero nombre, por miedo a que me detuviera el gobierno, no el ERPI, porque con ellos ya no tuve ningún contacto, ya no escucharon mi versión”.
–¿Fuiste recibida como asilada política en Canadá?
–Sí, pero en ningún momento por las amenazas del ERPI o del EPR, sino por las presiones que sufrí del gobierno. Eso es lo que yo manejé desde el principio
Comenta que fue a raíz del asesinato de Digna Ochoa cuando decidió dejar el país y refugiarse en Canadá, en 2001.
Dice que ahora se siente segura en Canadá porque no cree que vayan a viajar hasta ese país para hacerle daño. Tampoco piensa regresar a México porque teme al gobierno, sobre todo después de esta entrevista, ya que, afirma, “la van a tomar como si yo hubiera pertenecido al ERPI”.
No obstante, la especie de que formó parte de la guerrilla y traicionó al Comandante Antonio le ha creado problemas en el trabajo de asesoría que da a inmigrantes en Canadá.
“No me interesa si me creen o no”, dice dirigiéndose al ERPI. “Lo único que quiero es que dejen de estar desprestigiando y que Antonio y Aurora, a quienes aprecio, me escuchen. El sentimiento de culpa no es hacia el ERPI, sino hacia ellos, que están encarcelados”.
Acusa al ERPI de intransigencia: “Ellos tienen mucha gente y siempre sale su versión, me echan tierra y dicen: ella es agente del gobierno, es infiltrada. Incluso han señalado que soy gente de la CIA. ¡Por favor! Si vieran las condiciones en las que vivo, no dirían eso”.
Y es que gente allegada al ERPI le ha expresado que tiene una sentencia de muerte porque fue condenada como delatora en “un juicio revolucionario”.
En el diálogo telefónico, Ruth Ortega cuida cada palabra y dice: “Si yo hubiera sido la persona que los entregó, no hubiera sido sólo a ellos dos, sino a todos, porque yo tenía acceso a más cosas”.
Pero la mencionada carta de Antonio aporta otros elementos de la historia de Ruth que la ponen en entredicho y que ella no quiso abordar.
La otra historia
El 13 de septiembre de 1999, el Comandante Insurgente Antonio envió una carta de 11 hojas al Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) sobre Ruth Ortega, a quien identificaba como Mariela.
La misiva, entregada a Proceso por el MRLCB, plantea que, conforme a lo manifestado por la propia Ruth al Comandante Antonio, ella sí formó parte del EPR desde 1997 y después se fue al ERPI.
Siempre de acuerdo con esa carta, desde el primer contacto le dio a entender a Antonio que formaba parte de otra agrupación guerrillera, pero no fue sino después de los sucesos en El Charco (junio de 1998), a raíz de la crisis que provocó la muerte de su compañero Ricardo Zavala, cuando se decidió a revelarles su verdad: que ella provenía del EVLN y que este grupo estuvo relacionado con el EZLN antes del estallido del conflicto armado de Chiapas en 1994.
Una parte de la misiva de Antonio asienta textualmente:
Fue en el mes de noviembre de 1998 cuando nos informó, entre otras cosas:
–Que la organización a la que había pertenecido era el EVLN, llamado ERIP en un inicio.
–Que el EVLN era producto de una división en el proyecto que dio origen al EZLN, ocurrida en enero de 1994.
–Que esa ruptura se dio en una situación tensa en la que llegó a haber insultos entre ella y M. (El Subcomandante Marcos.)
–Que ella había sido la principal dirigente del EVLN y que esta organización se estaba reestructurando con motivo de su salida.
En otras palabras, antes de 1994 varios grupos armados independientes discutían con el EZLN el plan de levantarse en armas. El Ejército Villista de Liberación Nacional, supuestamente comandado por Ruth Ortega, no aceptó el plan de abrir fuego sólo en Chiapas en enero de 1994. Tanto el EVLN como otras agrupaciones habrían llegado al acuerdo de hacer un levantamiento armado, sí, pero a nivel nacional –no sólo en Chiapas– y en una fecha por determinar. Para discutir los detalles, dichas organizaciones programaron reunirse de nuevo en mayo de 1994.
Antonio le atribuye a Ruth haber dicho que el Subcomandante Marcos tomó la decisión de levantarse en Chiapas en enero de 1994 de manera unilateral, por lo que varias de las partes discordantes determinaron integrar el Ejército Revolucionario de Insurgencia Popular (ERIP), que posteriormente sería denominado Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN).
En 1998, al enterarse el Subcomandante Marcos de que Ruth y el EVLN estaban cerca de otra agrupación guerrillera, los mandó a llamar para reunirse en Chiapas. En ese encuentro, según la misma versión, el Subcomandante Marcos le puso una pistola en la cabeza amenazándola con matarla si revelaba los orígenes del EZLN y los desacuerdos que hubo antes de la rebelión.
Según la versión de Ruth, el Subcomandante Marcos cambió de actitud cuando presuntamente ella le dijo que, antes de asistir a ese encuentro, dejó una carta al ERPI y a algunos periodistas en la que revelaba la historia del EZLN y que ese testimonio sería dado a conocer públicamente si algo le ocurría.
Las sospechas y la trampa
Por lo que se refiere a su situación personal, Ruth le expresó a Antonio que su hija había sido secuestrada por Inteligencia Militar y que la soltarían a cambio de que se entregara. Esta presión, más la muerte de su compañero Ricardo Zavala, le causaron “una enfermedad en la cabeza” y la llevaron a dos supuestos intentos de suicidio.
Sin embargo, su hija fue liberada “por medio de la negociación, bajo el acuerdo de no realizar ninguna denuncia pública (al respecto) ni hacer posteriormente alguna referencia al hecho”.
Más tarde, cuando Ruth aseveró que el EVLN tuvo dos reuniones con el EPR y que en una de ellas éstos acusaron al ERPI de ser “agentes del Estado”, Antonio buscó afanosamente tener un encuentro directo con los miembros del cuerpo dirigente del EVLN, ya que durante casi año y medio sólo habían mantenido una comunicación indirecta a través de Ruth Ortega.
Ante la insistencia de Antonio por reunirse directamente con la dirigencia en pleno del EVLN, Ruth arguyó que la perseguían miembros del EZLN y que integrantes del EVLN habían sido asesinados. Le pidieron los nombres y ella mencionó una lista de 13.
Pero días después, al solicitarle que dijera de nuevo los nombres ante una cámara de video para hacer una denuncia ante organizaciones civiles, ella se negó. Argumentó que, debido a la enfermedad que tenía en la cabeza, había olvidado esos nombres.
En la carta, Antonio formuló 20 preguntas al EVLN, todas cuestionando cada una de las historias de Ruth Ortega, conocida entonces como Mariela. Y aunque la seguía considerando “compañera revolucionaria”, Antonio propuso una pronta reunión con la comandancia del Ejército Villista para disipar todas las dudas.
Días después, Ruth Ortega confirmó por fin la cita. Sería el 19 de octubre de 1999 a las 4:30 de la tarde en el café Pekín, a un costado de la estación del Metro Normal.
Pero en lugar del encuentro para despejar las dudas y, en su caso, firmar una alianza con el EVLN, ese día el Comandante Antonio cayó en una trampa y fue detenido.
Para el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas, la intención del cuerpo gubernamental de inteligencia era de mayor alcance: disponer de una organización (el EVLN) que le sirviera de punta de lanza para infiltrar a otras organizaciones guerrilleras que decidieran unirse a una sola coordinación.
Ante las sospechas que ya pesaban sobre Ruth Ortega Orozco, el gobierno habría optado por atrapar, por medio de la misma Juchiteca, al menos a uno de los personajes más importantes de la guerrilla mexicana: el Comandante Antonio.
Los infiltrados
José Gil Olmos, reportero
Los métodos de la infiltración, una práctica que el gobierno federal utilizó en la “guerra sucia” para terminar con la guerrilla, fueron renovados en los últimos años en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) bajo la dirección del Ejército Mexicano, lo que se ha traducido en golpes como el descabezamiento de dos grupos armados y la detención de dirigentes históricos del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
En entrevista con Proceso y mediante documentos entregados al reportero, la dirigencia del Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB) revela que debido a esa labor de infiltración el Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) –ligado en sus orígenes al Ejército Zapatista de Liberación Nacional– fue totalmente desarticulado, mientras que el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) tuvo una baja importante con la detención de dos de sus principales dirigentes: Jacobo Silva Nogales (comandante Antonio) y su esposa Gloria Arenas.
De igual manera, afirma, el trabajo de inteligencia e infiltración militar llevó a la detención y desaparición de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, miembros del EPR. El movimiento cabañista sostiene que esas mismas tareas se desarrollan en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, pero ataja que no todas las organizaciones guerrilleras han sido infiltradas.Incluso reconoce que algunos grupos, “en su prisa política, permitieron el acceso a individuos ligados a la delincuencia, incluso al narcotráfico, los que hoy colaboran con los servicios de inteligencia del Estado”.
Según el MRLCB, desde el gobierno de Vicente Fox ya se había detectado entre los grupos guerrilleros el trabajo de infiltración por parte de las fuerzas militares. Pero en el de Felipe Calderón, dice, se abrió “un nuevo período de guerra sucia” contra los movimientos sociales y la guerrilla, con el apoyo de grupos “paramilitares y una nueva variante: “narcomilitares”.
Señala a Proceso: “El esfuerzo por infiltrar y dar seguimiento a las organizaciones revolucionarias clandestinas es un elemento constante de la labor contrainsurgente. Tiene momentos en que por circunstancias, principalmente políticas, fluctúa su importancia. Pero ante las necesidades económicas y políticas de la clase dominante este esfuerzo tarde que temprano se intensifica.“La infiltración puede darse en diversos niveles, pero la que más le interesa al Estado es la infiltración en los niveles de la conducción estratégica, para golpear importantemente o controlar e incluso cambiar la actividad de una organización. Esta infiltración a nivel de dirección es la más difícil de conseguir. Actualmente el gobierno contrainsurgente de Calderón da a la lucha política un enfoque militar, abriendo un nuevo período de guerra sucia…”.
–¿Se trata de una estrategia del Cisen o del Ejército?
–A partir de las contradicciones al interior del priismo y luego con el arribo del panismo al poder, hay más cuerpos o servicios de inteligencia.(Carlos) Salinas se llevó parte de los archivos oficiales del Cisen. Luego, cuando sube Fox, desconfía del Cisen priista y forma otro (equipo), hace a un lado a unos que se ven obligados a irse a servir a la iniciativa privada. Por ejemplo, (Jorge) Tello Peón se fue a Cemex, Wilfrido Robledo anduvo en Telmex y ya lo rehabilitaron, e incluso los gobiernos estatales tienen sus propios aparatos de inteligencia, que incluyen escuadrones operativos.
“La infiltración es un esfuerzo que realizan todos los aparatos de inteligencia: civiles y militares, federales o estatales. Quienes han mantenido la labor de inteligencia de una manera permanente son las Fuerzas Armadas.”
–¿Qué tan efectiva ha sido?
–No la subestimamos ni la sobreestimamos. No es la generalidad ni todas las organizaciones están infiltradas. Si fuera efectiva, no nos habría permitido actuar político-militarmente en las coyunturas en que lo hemos hecho, y muchos de nosotros no existiríamos físicamente.
Los “narcomilitares”
Pero según el movimiento cabañista, la estrategia gubernamental no sólo se circunscribe a la infiltración, sino también al apoyo o creación de grupos “narcomilitares”. En su comunicado del 8 de noviembre de 2007, advirtió: “Previendo un nuevo estallido social en el campo, el mal gobierno intensifica la paramilitarización de pistoleros al servicio de los caciques, del narcotráfico y de inteligencia militar. Son las nuevas guardias blancas, con permiso para sembrar el terror y asesinar a la población civil, armados por el mal gobierno y protegidos por los gobiernos estatales, sean del PAN, del PRI o del PRD, como sucede en Oaxaca, Puebla, Chiapas, Veracruz, Hidalgo y otros estados.”
El MRLCB se formó a finales de 2001 como producto de las divisiones en el EPR. Se autodefine como “un colectivo regional de una organización revolucionaria que, protegido por la clandestinidad, coadyuva en la formación de un poder popular”. De acuerdo con sus propios comunicados (20 hasta la fecha), tiene presencia en los estados de Puebla, Oaxaca y Guerrero, al igual que en el Valle de México, y en algunos momentos ha firmado “Manifiestos a la Nación” junto con otros grupos, como Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP); Colectivo Revolucionario-Francisco Javier Mina (CR-FJM); Organización Insurgente-1º de Mayo (OI-1º M); Brigada de Ajusticiamiento-2 de Diciembre (BA-2D), y las Brigadas Populares de Liberación (BPL).
Precisamente en coordinación con estas agrupaciones, la madrugada del 6 de noviembre de 2006 células del MRLCB colocaron las bombas que explotaron en la sede nacional del PRI, así como en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y en una sucursal bancaria de la zona de Tepepan, al sur del Distrito Federal, como protesta por el “fraude” que llevó al poder a Felipe Calderón, a quien califican como “presidente ilegítimo”.
En cuanto al EVLN, el grupo cabañista dice que, de acuerdo con información de otras agrupaciones, esa organización surgió como un proyecto organizativo auténtico, pero que fue infiltrado y utilizado en parte para golpear a otras organizaciones.
“Después de la detención de Jacobo, el gobierno intentó mantener vivo al EVLN como organización y a la Juchiteca (Ruth Ortega) como supuesta militante revolucionaria. El supuesto EVLN dio a conocer un parte el 20 de noviembre de 1999, enviado al director de Página 24 de Aguascalientes, Ramiro Luévano, un mes después de la detención de Jacobo y Gloria.”En dicho comunicado, el único que ha emitido, y firmado por El Comandante Centauro, este grupo amenazaba con usar “escuadrones de la muerte” contra funcionarios y diputados de esa entidad.
El comandante Antonio de ERPI
Traicionado y torturado
Reportaje de José Gil Olmos.
Publicado en Revista Proceso, 1632, 10/02/2008;
Entre los casos de tortura recibidos por la alta comisionada de las Naciones Unidas en su reciente visita, está el de Jacobo Silva, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Detenido en 1999 a raíz de una infiltración gubernamental, el llamado Comandante Antonio ofrece ahora, en exclusiva para Proceso, testimonios de cómo fue brutalmente torturado por policías federales y por militares al punto de que hoy, preso en condiciones inhumanas en el penal del Altiplano, padece intensos dolores y casi no puede caminar.
Después de ocho años en el penal de máxima seguridad de El Altiplano –antes “La Palma” y “Almoloya”–, el exguerrillero Jacobo Silva Nogales comienza a sufrir las más graves consecuencias de las torturas que le infligieron militares y policías tras ser detenido el 19 de octubre de 1999, en medio de una trampa que le armó una supuesta estudiante infiltrada por el gobierno en la guerrilla. En su celda del Módulo Número 1, el Comandante Antonio, exlíder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), tiene hoy serias dificultades para caminar y mover los brazos; a veces las rodillas no le responden, debido a los golpes y las descargas eléctricas que le aplicaron; el dolor en las coyunturas es insoportable porque durante sus tormentos lo esposaban con las manos a la espalda, lo alzaban en vilo de sus brazos y luego alguien se colgaba de su cintura para provocarle un efecto similar al causado por “el potro” que, siglos atrás, inventó la Inquisición.
El 7 de marzo de 2003, Jacobo Silva, quien actualmente tiene 51 años de edad, fue sentenciado a 46 años y tres meses de prisión por los delitos de homicidio calificado, tentativa de homicidio y daños a propiedad, así como a otros cinco años por asociación delictuosa. Pero desde el 24 de octubre de 1999 se encuentra en las zonas más vigiladas del penal junto con jefes del narcotráfico y bandas de secuestradores. Primero estuvo en la zona de máxima seguridad y ahora se halla en el Módulo Número 1, en una celda de cuatro metros cuadrados, donde es vigilado día y noche por un custodio, con un foco encendido las 24 horas. Allí se le obliga a dormir boca arriba, bajo la amenaza de que será castigado si se voltea hacia la pared.
Esa “es otra forma de tortura”, dicen al respecto su hermana Elizabeth y su sobrino David Sánchez Silva, en entrevista con Proceso, y aseguran que, para obstaculizar la defensa legal de Jacobo, las autoridades del penal impidieron el ingreso de un ejemplar de la Constitución.
La trampa
El martes 5 de febrero, durante una reunión con organizaciones sociales, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, recibió un paquete que documenta 50 casos de tortura en México, uno de ellos el de Jacobo Silva Nogales, el Comandante Antonio, quien fue capturado en el café Pekín del barrio de San Cosme, cerca del centro del Distrito Federal.
El operativo lo realizó un grupo de agentes policiacos disfrazados de pordioseros y albañiles el 19 de octubre de 1999, después de que la joven que acompañaba aquella tarde a Jacobo había sido infiltrada en el grupo guerrillero haciéndose pasar como activista de uno de los movimientos estudiantiles de la UNAM. De acuerdo con información proporcionada entonces al reportero por los propios grupos guerrilleros, se trata de una joven de tez morena y pelo negro llamada Ruth Judith Ortega Orozco, la cual “entregó” al Comandante Antonio y, tras ser detenida junto con él, quedó libre de inmediato. Testigos de los hechos declararon que la habían visto en el lugar en varias ocasiones con Jacobo Silva. Según la información de los guerrilleros, Ruth había prometido al Comandante Antonio que lo pondría en contacto con otra agrupación armada para formar alianzas, ya que, después de su ruptura con el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el ERPI necesitaba fortalecerse. Pero, afirman los familiares de Jacobo, todo era parte de una celada.
El hecho es que, al ser capturado el Comandante Antonio, también Ruth fue aprehendida y aparentemente golpeada… sólo que unas cuantas horas después la dejaron en libertad.
Esto llamó la atención del grupo armado, pues sus miembros no han sabido de ningún otro caso en que una persona detenida junto con algún guerrillero haya sido liberada de inmediato. La joven dijo a organizaciones de derechos humanos que había sido presionada por agentes del gobierno que la secuestraron y torturaron para que cooperara, además de que plagiaron a su hija y le advirtieron que la matarían. Por eso, aseveró, había entregado al Comandante Antonio. Con ese argumento logró que, el 18 de noviembre de 1996, Amnistía Internacional emitiera una recomendación dirigida al entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, para brindar protección a Ruth. Posteriormente, ella viajó a Canadá, donde vivió un año en calidad de “exiliada política” luego de manifestar que recibió amenazas de muerte del ERPI porque su acción fue considerada como una traición.
“En su momento se aclarará esto”, ha dicho Jacobo Silva. Por lo pronto, se desconoce el paradero de esta joven que se hacía pasar como sobrina de un exsenador perredista.
Tormento
Desde que Jacobo fue detenido, las autoridades han caído en varias contradicciones. Una de ellas, que a él lo capturaron en Chilpancingo, Guerrero, junto con su esposa Gloria Arenas AGIP (Coronela Aurora) y otros dos presuntos guerrilleros, Fernando Gatica (alias Carlos) y Felícitas Padilla (alias Ofelia), también cónyuges. Sin embargo, no hay duda de que a Jacobo se le aprehendió en el Distrito Federal; a su pareja, en San Luis Potosí, mientras que Fernando y Felícitas, efectivamente, fueron capturados en la capital de Guerrero.Y mientras que las autoridades negaron que Jacobo haya sido torturado, en el testimonio que éste entregó a Proceso detalla los tormentos y vejaciones a que fue sometido a lo largo de cuatro días seguidos por agentes policiacos y militares.
En un documento manuscrito, Jacobo Silva manifiesta: “El 19 de octubre de 1999, en la Ciudad de México, DF, a las 4:30 o 4:35 pm, al acudir a una cita, a la entrada de un restaurante denominado Pekín, ubicado en la calzada México-Tacuba, me detuvieron agentes vestidos de civil. Algunos iban disfrazados de indigentes. Me inmovilizaron entre seis aparentando un asalto. Se hizo un alboroto y mucha gente se acercó a ver. El tráfico se detuvo. Algunos jalaban a mis agresores y gritaban: ‘¡Suéltenlo!’. Entonces uno de los agentes disfrazados sacó unas esposas, y mientras me las ponía gritó: ‘¡No se metan, somos federales!’.
“Me subieron a una Combi. Me tendieron boca abajo, me aplicaron una llave de lucha libre a las piernas y se sentaron sobre mí. La gente gritaba: ‘¡Se llevan al muchacho!’. Un grupo de Zorros (policías del DF) se acercó y uno de los agentes que me tenía dijo: ‘¡Dile que somos federales! ¡Dile que hable con su comandante!’. Los Zorros ya no intervinieron y la Combi finalmente arrancó y tomó la vía rápida. Me habían vendado los ojos y puesto unos tapones en mis oídos. Noté que llegamos al aeropuerto. Me llevaron por una de las pistas y me introdujeron a un lugar. Se trataba de un hangar.”
Allí empezó una parte de la tortura mientras lo interrogaban: “Me golpeaban la cabeza cada dos o tres segundos, contestara lo que contestara a sus preguntas. Me siguieron golpeando, alternando con golpes al estómago y en el pecho. Salieron unas horas y regresaron. Al día siguiente, además de los golpes, casi me asfixiaban. Además, empezó la tortura psicológica diciéndome que ya habían capturado a mi hermano mayor y a mi madre, que ella se había puesto mal del corazón, que me iban a matar despedazándome vivo y que me tirarían en algún lugar para que el ERPI culpara al EPR y se mataran entre ellos. “En la noche llegaron otros y durante unos minutos no me torturaron, pero de repente entraron… eran otras voces, y dijeron: ‘¡Ah, este es el guerrillero! ¡Ahora vas a saber lo que es bueno! Nos lo vamos a llevar nosotros. ¡Prepárenlo!’. Hicieron que me pusieran unos pantalones y una camisa y me sacaron, me subieron a una camioneta. Luego de un trayecto, se detuvieron ante un puesto de vigilancia. Se identificaron como Policía Militar, y entonces alguien dijo: ‘¡Tápenle los oídos!’. Y me los apretaron fuertemente.”
A partir de entonces, en el nuevo sitio, aparentemente una instalación castrense, la tortura fue mayor.“Me metieron a un lugar –al parecer una base militar–, me sentaron en una silla y comenzaron a golpear más fuerte que en el hangar. ‘¡Hijo de tu puta madre, así que no entiendes! ¡Prepárenlo! Hicieron que me desnudara y me echaron una cubetada de agua helada. Se burlaban. Me envolvieron en algo como una colcha de pies a cabeza, me amarraron todo alrededor, y más cubetadas de agua. Me obligaron a sentar en una cubeta metálica. Me pusieron la primera descarga eléctrica en las rodillas y entonces sentí lo que nunca había sentido, y no sé cómo describirlo. Otras preguntas y otras descargas. ¿Cuántas? No recuerdo, imposible llevar la cuenta. Lo peor era cuando ponían los alambres en la cabeza, uno en cada sien. Es uno de los dolores más intensos, que puede ser comparable al de (…) los testículos. “Les di el domicilio de una casa en Cuernavaca que yo sabía que se había desocupado unos meses atrás. Me dejaron descansar de los toques y, ya sin colcha, me condujeron para seguir solamente con golpes. Digo ‘solamente’ porque para mí era un descanso. Al rato, otra vez los baños, la colcha, los toques, dolor sobre dolor.”
Al día siguiente, añade Jacobo en su escrito, “tal vez en la madrugada del 21 de octubre, me regresaron al hangar. Hubiera querido tener varios cerebros: uno para aguantar (…) los golpes que ya me habían dado en la cabeza y los mil por hora que me seguían dando y que desde la noche del 19 de octubre habían hecho que la cabeza me doliera mucho y que a partir de ese momento todo me diera vueltas. Otro cerebro lo hubiera querido para coordinar mis pensamientos y evitar contradicciones. Pero sólo era uno, y los torturadores se turnaban para golpearme (…) A veces venía un alto jefe al que una vez le dijeron ‘coronel’, y que me dijo: ‘Me conoces, ¿verdad?’. Debía ser un personaje político muy conocido para que supusiera que lo conocía”.
Pero en seguida modificaron las formas de tortura: “Esposado con las manos en la espalda como estaba, me alzaban de los brazos en vilo. Tal vez estaban parados en un escalón o desnivel. Luego, alguien se colgaba de mi cintura en tanto que otro me asfixiaba con sus manos. Después introdujeron una variante peor, que ya fue la rutinaria: primero me daban tres o cuatro puñetazos en el estómago, inmediatamente tres o cuatro rodillazos en los testículos, y luego todo lo demás. No podría definir qué me dolía más, si los testículos, las articulaciones de los hombros o la sensación de asfixia. Lo hacían una y otra vez.”Jacobo no podía describir esta experiencia hasta que pintó un cuadro que titula Crucifixión tridimensional. Allí, dice, “me autorretrato en una cruz de la que salen como brazos que me agarran y alguien se cuelga de mi cintura. Ese cuadro me dolió mucho”.
Un nuevo tormento le fue infligido cuando sus captores descubrieron que había mentido sobre la casa de seguridad de Cuernavaca.“Por la tarde, luego de una sesión normal, es decir, sin levantones, trajeron un vaso con líquido. Como no quise tomar, me dijeron: ‘No te estamos preguntando si quieres. ¡Tómatela!’. Y me hicieron beber sosteniéndome la cabeza. Continuó el interrogatorio, pero ahora solamente a golpes en la cabeza. Iban de un tema a otro sin secuencia. Tocaban todos los temas, desde mis inicios como guerrillero en el Partido de los Pobres, luego en el EPR y en el ERPI. “La velocidad de las preguntas aumentó, y muchas veces no terminaba de contestar cuando ya tenía la otra (pregunta). Había trampas como decir que yo ya había dicho algo, y no era cierto. A veces me zarandeaban y me daban una cachetada diciéndome: ‘¡Despierta, cabrón, te estás durmiendo!’.
A ratos repetían los levantones y yo me esforzaba por coordinar bien todo, pero no recordaba bien lo que había contestado poco antes o la pregunta que me habían hecho. Días después llegué a la conclusión de que me habían dado alguna droga.”Cuenta Jacobo que el 22 de octubre por la madrugada lo trasladaron a San Luis Potosí en una avioneta, y gente de “Inteligencia Militar” –así se identificaron ellos mismos ante policías del estado en el trayecto– lo llevó a la casa de su esposa Gloria Arenas. De inmediato los transportaron a ambos en la misma avioneta a la base militar y los encerraron por separado. La tortura se prolongó un día más, y no fue sino hasta el 24 de octubre cuando los presentaron ante los medios de comunicación en el penal de alta seguridad que entonces era conocido como “La Palma”.
Los pusieron detrás de unos cristales gruesos para que no se escuchara nada. Jacobo aún mostraba huellas de tortura y se quedó petrificado ante las cámaras, con las manos detrás aunque para entonces ya le habían quitado las esposas. Pero Gloria levantó el puño izquierdo y lanzó un grito que del otro lado del cristal los reporteros no alcanzaron a escuchar: “¡No estamos vencidos!”.
El amparo
Jacobo Silva es un hombre culto. Sus referencias literarias son amplias, lo mismo que las políticas. Antes de enero de 2005 había realizado 300 cuadros al óleo y en 2002 ganó el segundo lugar en un concurso nacional convocado por el INBA. El cuadro fue expuesto en el Poliforum Cultural Siqueiros. Hoy se le prohíbe pintar, tiene vigilancia extrema día y noche, y le recogieron sus libros, al igual que las copias de su expediente. “Desde las acciones del EPR el año pasado aumentaron las medidas de seguridad”, refieren Elizabeth Silva y su hijo David Sánchez, quienes además denuncian que las amenazas telefónicas que han tenido desde 1999 están ahora subiendo de tono y de frecuencia.
En septiembre de 2007, el propio exguerrillero solicitó un amparo en un documento que él mismo preparó a lo largo de todo un año en la cárcel, exigiendo su libertad y la de Gloria Arenas, bajo los argumentos de que las pruebas son falsas y contradictorias, de que las acusaciones no se sostienen y de que sus declaraciones fueron arrancadas con tortura.
Por ejemplo, la acusación por homicidio calificado y tentativa de homicidio que se le hizo a Jacobo por la muerte de un soldado en un enfrentamiento entre el EPR y el Ejército en Guerrero, el 16 de julio de 1996, se sustentó en una “prueba” que consistió en un comunicado del EPR firmado por el Comandante Antonio.
El alegato de Jacobo puntualiza que la acción del EPR es considerada militarmente como “combate”, además de que los testimonios de dos soldados, Óscar Bautista y Fidel Cortés, tampoco tienen validez porque nunca aceptaron haber visto a quienes disparaban, pues en su declaración asentaron que “las personas que disparaban se hallaban escondidas en el monte”.
El exguerrillero explica que desde que fueron detenidos y luego sentenciados, el Ministerio Público y los jueces consideraron “rebeldes” tanto a Gloria como Jacobo –se les condenó por el delito de “rebelión”–, y el segundo párrafo del artículo 137 del Código Penal Federal señala: “…los rebeldes no serán responsables de los homicidios ni de las lesiones inferidas en el acto de un combate”.
Una evidencia más de la falsificación de pruebas que presenta Jacobo se refiere a las circunstancias de la detención, ya que, de acuerdo con las autoridades, fue realizada en Chilpancingo, en tanto que una resolución publicada por el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) en 2005 para el recurso de revisión 145/05, contra la Secretaría de Gobernación, revela la falsedad de esa versión. La Secretaría de Gobernación señala que, de acuerdo con el Cisen (documento 0410000018905, correspondiente a un expediente del ERPI), “en octubre de 1999 fueron detenidos el Comandante Antonio en el Distrito Federal, la Coronela Aurora en San Luis Potosí, así como dos personas con los alias ‘Carlos’ y ‘Ofelia’, estos dos últimos en un operativo realizado en una ‘casa de seguridad’ del ERPI en Chilpancingo, Gro.”.
Tomado de CEDEMA.org
Nota del CEDEMA: "El material que a continuación se presenta es la carta íntegra enviada por iniciativa del MRLCB al Centro de Documentación de los Movimientos Armados como así también a otros medios.
En entrevista con Proceso y mediante documentos entregados al reportero, la dirigencia del Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB) revela que debido a esa labor de infiltración el Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) –ligado en sus orígenes al Ejército Zapatista de Liberación Nacional– fue totalmente desarticulado, mientras que el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) tuvo una baja importante con la detención de dos de sus principales dirigentes: Jacobo Silva Nogales (comandante Antonio) y su esposa Gloria Arenas.
De igual manera, afirma, el trabajo de inteligencia e infiltración militar llevó a la detención y desaparición de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, miembros del EPR. El movimiento cabañista sostiene que esas mismas tareas se desarrollan en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, pero ataja que no todas las organizaciones guerrilleras han sido infiltradas.Incluso reconoce que algunos grupos, “en su prisa política, permitieron el acceso a individuos ligados a la delincuencia, incluso al narcotráfico, los que hoy colaboran con los servicios de inteligencia del Estado”.
Según el MRLCB, desde el gobierno de Vicente Fox ya se había detectado entre los grupos guerrilleros el trabajo de infiltración por parte de las fuerzas militares. Pero en el de Felipe Calderón, dice, se abrió “un nuevo período de guerra sucia” contra los movimientos sociales y la guerrilla, con el apoyo de grupos “paramilitares y una nueva variante: “narcomilitares”.
Señala a Proceso: “El esfuerzo por infiltrar y dar seguimiento a las organizaciones revolucionarias clandestinas es un elemento constante de la labor contrainsurgente. Tiene momentos en que por circunstancias, principalmente políticas, fluctúa su importancia. Pero ante las necesidades económicas y políticas de la clase dominante este esfuerzo tarde que temprano se intensifica.“La infiltración puede darse en diversos niveles, pero la que más le interesa al Estado es la infiltración en los niveles de la conducción estratégica, para golpear importantemente o controlar e incluso cambiar la actividad de una organización. Esta infiltración a nivel de dirección es la más difícil de conseguir. Actualmente el gobierno contrainsurgente de Calderón da a la lucha política un enfoque militar, abriendo un nuevo período de guerra sucia…”.
–¿Se trata de una estrategia del Cisen o del Ejército?
–A partir de las contradicciones al interior del priismo y luego con el arribo del panismo al poder, hay más cuerpos o servicios de inteligencia.(Carlos) Salinas se llevó parte de los archivos oficiales del Cisen. Luego, cuando sube Fox, desconfía del Cisen priista y forma otro (equipo), hace a un lado a unos que se ven obligados a irse a servir a la iniciativa privada. Por ejemplo, (Jorge) Tello Peón se fue a Cemex, Wilfrido Robledo anduvo en Telmex y ya lo rehabilitaron, e incluso los gobiernos estatales tienen sus propios aparatos de inteligencia, que incluyen escuadrones operativos.
“La infiltración es un esfuerzo que realizan todos los aparatos de inteligencia: civiles y militares, federales o estatales. Quienes han mantenido la labor de inteligencia de una manera permanente son las Fuerzas Armadas.”
–¿Qué tan efectiva ha sido?
–No la subestimamos ni la sobreestimamos. No es la generalidad ni todas las organizaciones están infiltradas. Si fuera efectiva, no nos habría permitido actuar político-militarmente en las coyunturas en que lo hemos hecho, y muchos de nosotros no existiríamos físicamente.
Los “narcomilitares”
Pero según el movimiento cabañista, la estrategia gubernamental no sólo se circunscribe a la infiltración, sino también al apoyo o creación de grupos “narcomilitares”. En su comunicado del 8 de noviembre de 2007, advirtió: “Previendo un nuevo estallido social en el campo, el mal gobierno intensifica la paramilitarización de pistoleros al servicio de los caciques, del narcotráfico y de inteligencia militar. Son las nuevas guardias blancas, con permiso para sembrar el terror y asesinar a la población civil, armados por el mal gobierno y protegidos por los gobiernos estatales, sean del PAN, del PRI o del PRD, como sucede en Oaxaca, Puebla, Chiapas, Veracruz, Hidalgo y otros estados.”
El MRLCB se formó a finales de 2001 como producto de las divisiones en el EPR. Se autodefine como “un colectivo regional de una organización revolucionaria que, protegido por la clandestinidad, coadyuva en la formación de un poder popular”. De acuerdo con sus propios comunicados (20 hasta la fecha), tiene presencia en los estados de Puebla, Oaxaca y Guerrero, al igual que en el Valle de México, y en algunos momentos ha firmado “Manifiestos a la Nación” junto con otros grupos, como Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP); Colectivo Revolucionario-Francisco Javier Mina (CR-FJM); Organización Insurgente-1º de Mayo (OI-1º M); Brigada de Ajusticiamiento-2 de Diciembre (BA-2D), y las Brigadas Populares de Liberación (BPL).
Precisamente en coordinación con estas agrupaciones, la madrugada del 6 de noviembre de 2006 células del MRLCB colocaron las bombas que explotaron en la sede nacional del PRI, así como en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y en una sucursal bancaria de la zona de Tepepan, al sur del Distrito Federal, como protesta por el “fraude” que llevó al poder a Felipe Calderón, a quien califican como “presidente ilegítimo”.
En cuanto al EVLN, el grupo cabañista dice que, de acuerdo con información de otras agrupaciones, esa organización surgió como un proyecto organizativo auténtico, pero que fue infiltrado y utilizado en parte para golpear a otras organizaciones.
“Después de la detención de Jacobo, el gobierno intentó mantener vivo al EVLN como organización y a la Juchiteca (Ruth Ortega) como supuesta militante revolucionaria. El supuesto EVLN dio a conocer un parte el 20 de noviembre de 1999, enviado al director de Página 24 de Aguascalientes, Ramiro Luévano, un mes después de la detención de Jacobo y Gloria.”En dicho comunicado, el único que ha emitido, y firmado por El Comandante Centauro, este grupo amenazaba con usar “escuadrones de la muerte” contra funcionarios y diputados de esa entidad.
El comandante Antonio de ERPI
Traicionado y torturado
Reportaje de José Gil Olmos.
Publicado en Revista Proceso, 1632, 10/02/2008;
Entre los casos de tortura recibidos por la alta comisionada de las Naciones Unidas en su reciente visita, está el de Jacobo Silva, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Detenido en 1999 a raíz de una infiltración gubernamental, el llamado Comandante Antonio ofrece ahora, en exclusiva para Proceso, testimonios de cómo fue brutalmente torturado por policías federales y por militares al punto de que hoy, preso en condiciones inhumanas en el penal del Altiplano, padece intensos dolores y casi no puede caminar.
Después de ocho años en el penal de máxima seguridad de El Altiplano –antes “La Palma” y “Almoloya”–, el exguerrillero Jacobo Silva Nogales comienza a sufrir las más graves consecuencias de las torturas que le infligieron militares y policías tras ser detenido el 19 de octubre de 1999, en medio de una trampa que le armó una supuesta estudiante infiltrada por el gobierno en la guerrilla. En su celda del Módulo Número 1, el Comandante Antonio, exlíder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), tiene hoy serias dificultades para caminar y mover los brazos; a veces las rodillas no le responden, debido a los golpes y las descargas eléctricas que le aplicaron; el dolor en las coyunturas es insoportable porque durante sus tormentos lo esposaban con las manos a la espalda, lo alzaban en vilo de sus brazos y luego alguien se colgaba de su cintura para provocarle un efecto similar al causado por “el potro” que, siglos atrás, inventó la Inquisición.
El 7 de marzo de 2003, Jacobo Silva, quien actualmente tiene 51 años de edad, fue sentenciado a 46 años y tres meses de prisión por los delitos de homicidio calificado, tentativa de homicidio y daños a propiedad, así como a otros cinco años por asociación delictuosa. Pero desde el 24 de octubre de 1999 se encuentra en las zonas más vigiladas del penal junto con jefes del narcotráfico y bandas de secuestradores. Primero estuvo en la zona de máxima seguridad y ahora se halla en el Módulo Número 1, en una celda de cuatro metros cuadrados, donde es vigilado día y noche por un custodio, con un foco encendido las 24 horas. Allí se le obliga a dormir boca arriba, bajo la amenaza de que será castigado si se voltea hacia la pared.
Esa “es otra forma de tortura”, dicen al respecto su hermana Elizabeth y su sobrino David Sánchez Silva, en entrevista con Proceso, y aseguran que, para obstaculizar la defensa legal de Jacobo, las autoridades del penal impidieron el ingreso de un ejemplar de la Constitución.
La trampa
El martes 5 de febrero, durante una reunión con organizaciones sociales, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, recibió un paquete que documenta 50 casos de tortura en México, uno de ellos el de Jacobo Silva Nogales, el Comandante Antonio, quien fue capturado en el café Pekín del barrio de San Cosme, cerca del centro del Distrito Federal.
El operativo lo realizó un grupo de agentes policiacos disfrazados de pordioseros y albañiles el 19 de octubre de 1999, después de que la joven que acompañaba aquella tarde a Jacobo había sido infiltrada en el grupo guerrillero haciéndose pasar como activista de uno de los movimientos estudiantiles de la UNAM. De acuerdo con información proporcionada entonces al reportero por los propios grupos guerrilleros, se trata de una joven de tez morena y pelo negro llamada Ruth Judith Ortega Orozco, la cual “entregó” al Comandante Antonio y, tras ser detenida junto con él, quedó libre de inmediato. Testigos de los hechos declararon que la habían visto en el lugar en varias ocasiones con Jacobo Silva. Según la información de los guerrilleros, Ruth había prometido al Comandante Antonio que lo pondría en contacto con otra agrupación armada para formar alianzas, ya que, después de su ruptura con el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el ERPI necesitaba fortalecerse. Pero, afirman los familiares de Jacobo, todo era parte de una celada.
El hecho es que, al ser capturado el Comandante Antonio, también Ruth fue aprehendida y aparentemente golpeada… sólo que unas cuantas horas después la dejaron en libertad.
Esto llamó la atención del grupo armado, pues sus miembros no han sabido de ningún otro caso en que una persona detenida junto con algún guerrillero haya sido liberada de inmediato. La joven dijo a organizaciones de derechos humanos que había sido presionada por agentes del gobierno que la secuestraron y torturaron para que cooperara, además de que plagiaron a su hija y le advirtieron que la matarían. Por eso, aseveró, había entregado al Comandante Antonio. Con ese argumento logró que, el 18 de noviembre de 1996, Amnistía Internacional emitiera una recomendación dirigida al entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, para brindar protección a Ruth. Posteriormente, ella viajó a Canadá, donde vivió un año en calidad de “exiliada política” luego de manifestar que recibió amenazas de muerte del ERPI porque su acción fue considerada como una traición.
“En su momento se aclarará esto”, ha dicho Jacobo Silva. Por lo pronto, se desconoce el paradero de esta joven que se hacía pasar como sobrina de un exsenador perredista.
Tormento
Desde que Jacobo fue detenido, las autoridades han caído en varias contradicciones. Una de ellas, que a él lo capturaron en Chilpancingo, Guerrero, junto con su esposa Gloria Arenas AGIP (Coronela Aurora) y otros dos presuntos guerrilleros, Fernando Gatica (alias Carlos) y Felícitas Padilla (alias Ofelia), también cónyuges. Sin embargo, no hay duda de que a Jacobo se le aprehendió en el Distrito Federal; a su pareja, en San Luis Potosí, mientras que Fernando y Felícitas, efectivamente, fueron capturados en la capital de Guerrero.Y mientras que las autoridades negaron que Jacobo haya sido torturado, en el testimonio que éste entregó a Proceso detalla los tormentos y vejaciones a que fue sometido a lo largo de cuatro días seguidos por agentes policiacos y militares.
En un documento manuscrito, Jacobo Silva manifiesta: “El 19 de octubre de 1999, en la Ciudad de México, DF, a las 4:30 o 4:35 pm, al acudir a una cita, a la entrada de un restaurante denominado Pekín, ubicado en la calzada México-Tacuba, me detuvieron agentes vestidos de civil. Algunos iban disfrazados de indigentes. Me inmovilizaron entre seis aparentando un asalto. Se hizo un alboroto y mucha gente se acercó a ver. El tráfico se detuvo. Algunos jalaban a mis agresores y gritaban: ‘¡Suéltenlo!’. Entonces uno de los agentes disfrazados sacó unas esposas, y mientras me las ponía gritó: ‘¡No se metan, somos federales!’.
“Me subieron a una Combi. Me tendieron boca abajo, me aplicaron una llave de lucha libre a las piernas y se sentaron sobre mí. La gente gritaba: ‘¡Se llevan al muchacho!’. Un grupo de Zorros (policías del DF) se acercó y uno de los agentes que me tenía dijo: ‘¡Dile que somos federales! ¡Dile que hable con su comandante!’. Los Zorros ya no intervinieron y la Combi finalmente arrancó y tomó la vía rápida. Me habían vendado los ojos y puesto unos tapones en mis oídos. Noté que llegamos al aeropuerto. Me llevaron por una de las pistas y me introdujeron a un lugar. Se trataba de un hangar.”
Allí empezó una parte de la tortura mientras lo interrogaban: “Me golpeaban la cabeza cada dos o tres segundos, contestara lo que contestara a sus preguntas. Me siguieron golpeando, alternando con golpes al estómago y en el pecho. Salieron unas horas y regresaron. Al día siguiente, además de los golpes, casi me asfixiaban. Además, empezó la tortura psicológica diciéndome que ya habían capturado a mi hermano mayor y a mi madre, que ella se había puesto mal del corazón, que me iban a matar despedazándome vivo y que me tirarían en algún lugar para que el ERPI culpara al EPR y se mataran entre ellos. “En la noche llegaron otros y durante unos minutos no me torturaron, pero de repente entraron… eran otras voces, y dijeron: ‘¡Ah, este es el guerrillero! ¡Ahora vas a saber lo que es bueno! Nos lo vamos a llevar nosotros. ¡Prepárenlo!’. Hicieron que me pusieran unos pantalones y una camisa y me sacaron, me subieron a una camioneta. Luego de un trayecto, se detuvieron ante un puesto de vigilancia. Se identificaron como Policía Militar, y entonces alguien dijo: ‘¡Tápenle los oídos!’. Y me los apretaron fuertemente.”
A partir de entonces, en el nuevo sitio, aparentemente una instalación castrense, la tortura fue mayor.“Me metieron a un lugar –al parecer una base militar–, me sentaron en una silla y comenzaron a golpear más fuerte que en el hangar. ‘¡Hijo de tu puta madre, así que no entiendes! ¡Prepárenlo! Hicieron que me desnudara y me echaron una cubetada de agua helada. Se burlaban. Me envolvieron en algo como una colcha de pies a cabeza, me amarraron todo alrededor, y más cubetadas de agua. Me obligaron a sentar en una cubeta metálica. Me pusieron la primera descarga eléctrica en las rodillas y entonces sentí lo que nunca había sentido, y no sé cómo describirlo. Otras preguntas y otras descargas. ¿Cuántas? No recuerdo, imposible llevar la cuenta. Lo peor era cuando ponían los alambres en la cabeza, uno en cada sien. Es uno de los dolores más intensos, que puede ser comparable al de (…) los testículos. “Les di el domicilio de una casa en Cuernavaca que yo sabía que se había desocupado unos meses atrás. Me dejaron descansar de los toques y, ya sin colcha, me condujeron para seguir solamente con golpes. Digo ‘solamente’ porque para mí era un descanso. Al rato, otra vez los baños, la colcha, los toques, dolor sobre dolor.”
Al día siguiente, añade Jacobo en su escrito, “tal vez en la madrugada del 21 de octubre, me regresaron al hangar. Hubiera querido tener varios cerebros: uno para aguantar (…) los golpes que ya me habían dado en la cabeza y los mil por hora que me seguían dando y que desde la noche del 19 de octubre habían hecho que la cabeza me doliera mucho y que a partir de ese momento todo me diera vueltas. Otro cerebro lo hubiera querido para coordinar mis pensamientos y evitar contradicciones. Pero sólo era uno, y los torturadores se turnaban para golpearme (…) A veces venía un alto jefe al que una vez le dijeron ‘coronel’, y que me dijo: ‘Me conoces, ¿verdad?’. Debía ser un personaje político muy conocido para que supusiera que lo conocía”.
Pero en seguida modificaron las formas de tortura: “Esposado con las manos en la espalda como estaba, me alzaban de los brazos en vilo. Tal vez estaban parados en un escalón o desnivel. Luego, alguien se colgaba de mi cintura en tanto que otro me asfixiaba con sus manos. Después introdujeron una variante peor, que ya fue la rutinaria: primero me daban tres o cuatro puñetazos en el estómago, inmediatamente tres o cuatro rodillazos en los testículos, y luego todo lo demás. No podría definir qué me dolía más, si los testículos, las articulaciones de los hombros o la sensación de asfixia. Lo hacían una y otra vez.”Jacobo no podía describir esta experiencia hasta que pintó un cuadro que titula Crucifixión tridimensional. Allí, dice, “me autorretrato en una cruz de la que salen como brazos que me agarran y alguien se cuelga de mi cintura. Ese cuadro me dolió mucho”.
Un nuevo tormento le fue infligido cuando sus captores descubrieron que había mentido sobre la casa de seguridad de Cuernavaca.“Por la tarde, luego de una sesión normal, es decir, sin levantones, trajeron un vaso con líquido. Como no quise tomar, me dijeron: ‘No te estamos preguntando si quieres. ¡Tómatela!’. Y me hicieron beber sosteniéndome la cabeza. Continuó el interrogatorio, pero ahora solamente a golpes en la cabeza. Iban de un tema a otro sin secuencia. Tocaban todos los temas, desde mis inicios como guerrillero en el Partido de los Pobres, luego en el EPR y en el ERPI. “La velocidad de las preguntas aumentó, y muchas veces no terminaba de contestar cuando ya tenía la otra (pregunta). Había trampas como decir que yo ya había dicho algo, y no era cierto. A veces me zarandeaban y me daban una cachetada diciéndome: ‘¡Despierta, cabrón, te estás durmiendo!’.
A ratos repetían los levantones y yo me esforzaba por coordinar bien todo, pero no recordaba bien lo que había contestado poco antes o la pregunta que me habían hecho. Días después llegué a la conclusión de que me habían dado alguna droga.”Cuenta Jacobo que el 22 de octubre por la madrugada lo trasladaron a San Luis Potosí en una avioneta, y gente de “Inteligencia Militar” –así se identificaron ellos mismos ante policías del estado en el trayecto– lo llevó a la casa de su esposa Gloria Arenas. De inmediato los transportaron a ambos en la misma avioneta a la base militar y los encerraron por separado. La tortura se prolongó un día más, y no fue sino hasta el 24 de octubre cuando los presentaron ante los medios de comunicación en el penal de alta seguridad que entonces era conocido como “La Palma”.
Los pusieron detrás de unos cristales gruesos para que no se escuchara nada. Jacobo aún mostraba huellas de tortura y se quedó petrificado ante las cámaras, con las manos detrás aunque para entonces ya le habían quitado las esposas. Pero Gloria levantó el puño izquierdo y lanzó un grito que del otro lado del cristal los reporteros no alcanzaron a escuchar: “¡No estamos vencidos!”.
El amparo
Jacobo Silva es un hombre culto. Sus referencias literarias son amplias, lo mismo que las políticas. Antes de enero de 2005 había realizado 300 cuadros al óleo y en 2002 ganó el segundo lugar en un concurso nacional convocado por el INBA. El cuadro fue expuesto en el Poliforum Cultural Siqueiros. Hoy se le prohíbe pintar, tiene vigilancia extrema día y noche, y le recogieron sus libros, al igual que las copias de su expediente. “Desde las acciones del EPR el año pasado aumentaron las medidas de seguridad”, refieren Elizabeth Silva y su hijo David Sánchez, quienes además denuncian que las amenazas telefónicas que han tenido desde 1999 están ahora subiendo de tono y de frecuencia.
En septiembre de 2007, el propio exguerrillero solicitó un amparo en un documento que él mismo preparó a lo largo de todo un año en la cárcel, exigiendo su libertad y la de Gloria Arenas, bajo los argumentos de que las pruebas son falsas y contradictorias, de que las acusaciones no se sostienen y de que sus declaraciones fueron arrancadas con tortura.
Por ejemplo, la acusación por homicidio calificado y tentativa de homicidio que se le hizo a Jacobo por la muerte de un soldado en un enfrentamiento entre el EPR y el Ejército en Guerrero, el 16 de julio de 1996, se sustentó en una “prueba” que consistió en un comunicado del EPR firmado por el Comandante Antonio.
El alegato de Jacobo puntualiza que la acción del EPR es considerada militarmente como “combate”, además de que los testimonios de dos soldados, Óscar Bautista y Fidel Cortés, tampoco tienen validez porque nunca aceptaron haber visto a quienes disparaban, pues en su declaración asentaron que “las personas que disparaban se hallaban escondidas en el monte”.
El exguerrillero explica que desde que fueron detenidos y luego sentenciados, el Ministerio Público y los jueces consideraron “rebeldes” tanto a Gloria como Jacobo –se les condenó por el delito de “rebelión”–, y el segundo párrafo del artículo 137 del Código Penal Federal señala: “…los rebeldes no serán responsables de los homicidios ni de las lesiones inferidas en el acto de un combate”.
Una evidencia más de la falsificación de pruebas que presenta Jacobo se refiere a las circunstancias de la detención, ya que, de acuerdo con las autoridades, fue realizada en Chilpancingo, en tanto que una resolución publicada por el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) en 2005 para el recurso de revisión 145/05, contra la Secretaría de Gobernación, revela la falsedad de esa versión. La Secretaría de Gobernación señala que, de acuerdo con el Cisen (documento 0410000018905, correspondiente a un expediente del ERPI), “en octubre de 1999 fueron detenidos el Comandante Antonio en el Distrito Federal, la Coronela Aurora en San Luis Potosí, así como dos personas con los alias ‘Carlos’ y ‘Ofelia’, estos dos últimos en un operativo realizado en una ‘casa de seguridad’ del ERPI en Chilpancingo, Gro.”.
Tomado de CEDEMA.org
Nota del CEDEMA: "El material que a continuación se presenta es la carta íntegra enviada por iniciativa del MRLCB al Centro de Documentación de los Movimientos Armados como así también a otros medios.
Se adjunta, además, una nota aparecida en la revista Proceso ("Traicionado y torturado" de José Gil Olmos, Nº 1632 del 10 de febrero de 2008, México DF) citada en la respectiva esquela.]
Sr. Jorge Lofredo
Director de CEDEMA
Por considerarlo de interés al interior de quienes militamos en organizaciones revolucionarias ya que hay hechos y detenciones aún no aclarados plenamente le pedimos de favor, la publicación de esta carta que enviamos al semanario proceso y de la que se resumieron algunos puntos para un reportaje.
Este texto iba acompañado por la carta al EVLN, que escribió Jacobo Silva Nogales, comandante Antonio del ERPI, antes de su detención, ya que lo consideramos un acertado análisis de la maniobra de inteligencia, antes del golpe.
Los posteriores análisis que otros hemos realizado han sido a toro pasado, a la luz de los hechos. El acierto de Antonio fue analizar la maraña de mentiras y contradicciones en la que caía “la juchiteca”. El error, acudir a la cita.
Ojalá ese texto sirva para alertar a quienes en Canadá y en México confían, todavía, en Ruth Yuridia Orozco.
ATENTAMENTE
Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
2008-02-14
Sres. Rafael Rodríguez Castañeda y José Gil Olmos
Director y reportero de Proceso.
El reportaje “Traicionado y Torturado” que apareció en Proceso del 10 de febrero (No. 1632) sobre la detención de Jacobo Silva Nogales, es de gran actualidad ya que a partir de que la ultraderecha gobierna a través de la administración fecalista los servicios de inteligencia han retomado las maniobras similares.
A su vez el reportaje de Jorge Torres, Cisen: palos de ciegos, nos parece una excelente investigación, solo expresaríamos una diferencia de apreciación ya que no es a partir del accionar del EPR que la “administración calderonista decidió reactivar sus programas secretos de infiltración a grupos subversivos” puesto que la detención en mayo pasado de dos militantes eperristas es, a nuestro parecer, producto de una labor de inteligencia previa.
Van algunas precisiones que reafirman lo que investigaron los periodistas.
Ruth Yuridia (O Judith) Ortega Orozco, conocida como la Juchiteca, Mariela o Rosario era militante del Movimiento Estudiantil Metropolitano, (MEM) se acercó desde 1997 a lo que entonces era parte del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
En 1998, cuando la mayor parte de la estructura eperrista en Guerrero se separó y formó el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), la Juchiteca se pegó hacia el lado de los escindidos. ¿Por qué? Creemos que porque el Cisen ya había logrado tener un seguimiento bastante cercano hacia algunos militantes del EPR, seguimiento que los llevó a casi realizar detenciones importantes en 1999. Aclarando que seguimiento cercano no es infiltración porque algunos analistas, como Sergio Aguayo, parecen confundir los términos. Además no se puede hablar de infiltración a nivel general, pues una cosa es que inteligencia tenga informantes en el nivel periférico y otra que tenga acceso a la información y decisiones estratégicas de una organización.
Afortunadamente se lograron romper la mayoría de esos hilos. Tomemos en cuenta que ese seguimiento se da en el entorno de subsecuentes fragmentaciones del EPR. Algún hilo sin romper fue el que llevó a la posterior captura de los hermanos Cerezo, malogrando aparentemente un seguimiento de años que les pudo producir capturas de mayor importancia. ¿Por qué? bien por la necesidad del foxismo de presentar resultados públicos en la contrainsurgencia, puesto que las FARP habían operado, o bien porque ya sabían que son hijos de militantes del EPR y entonces el Estado los tomó como rehenes. Ese mismo hilo seguían los nada inocentes agentes muertos en Tláhuac.
Ya teniendo contacto en el ERPI, la Juchiteca le platica a todo el que quiera escucharla que militó en el EZLN pero que, junto con otras personas, se salió para formar el ERIP, ojo, ERIP, no ERPI, y que luego se transformaron en el Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) por lo que el subcomandante Marcos los había sentenciado a muerte (guión que retoma partes del libro La Rebelión de las Cañadas, de Tello Macías).
Toda esa leyenda de la Juchiteca fue ideada por algún servicio de inteligencia gubernamental, pudo ser el Cisen o Inteligencia Militar, aunque parece, por la información aparecida en Proceso, que fue el Cisen de ese entonces, con el objetivo de ganarse la confianza de Jacobo y Gloria.
El EVLN tenía presencia en el norte del país, especialmente en Chihuahua. Podemos deducir que a través de la infiltración en niveles estratégicos mediante una agente del Cisen el gobierno logró anular a esa organización asesinando a parte de la dirección, reprimiendo y coptando a otros. Eso fue entre 1994 y 97. Aquí cabría preguntar si “Ana” ó “Rubí” a la que se refieren los reportes del Cisen consultados por Jorge Torres es la Juchiteca que aparece en 1997 o 98 en el DF apoyando las marchas zapatistas. Puede ser que si, pero también es posible que se refiera a otra agente infiltrada.
La jugada, dentro de ese ajedrez que es la Inteligencia, iba a más largo plazo, incluso a tener una organización (El EVLN) que les sirviera de punta de lanza para infiltrar a las organizaciones guerrilleras que se coordinaran o unieran con ellos, pero tuvieron que acelerarla porque Jacobo y Gloria empezaron a desconfiar de la Juchiteca puesto que había múltiples contradicciones e incoherencias que revelaban que lo que decía era falso, por lo que decidieron recopilar otras versiones, pero la dificultad y lentitud del acceso a esas otras fuentes decidió esa partida a favor del gobierno.
Inteligencia gubernamental optó por pescar al que podía capturar en ese momento a través de la Juchiteca, fue Jacobo. Para lograrlo la Juchiteca le manda a Jacobo un mensaje por beeper (se acuerdan de esos aparatitos precursores del celular) donde le dice que ahora si va a presentarle a sus amigos, o sea a la dirigencia del EVLN. Jacobo escribe entonces una carta para la supuesta dirección del EVLN donde le expone las múltiples contradicciones en que ha caído la Juchiteca, atribuyéndolas a las golpizas que presuntamente recibió durante sus detenciones. Jacobo llevaba esa carta al momento de ser detenido porque la iba a entregar él mismo al EVLN por lo que anexamos una copia que, quizá como previsión dejó entre las pertenencias de su suegra, hoy difunta y que en ese entonces vivía con ellos.
La cita fue en el café Pekín de San Cosme, en el DF, llegó la Juchiteca acompañada por un hombre alto, blanco y nariz grande quien supuestamente era de la dirección del EVLN. Creemos que era un agente encubierto.
En nuestra opinión la Juchiteca puede estar todavía protegida por el malgobierno, puesto que a algunos luchadores sociales detenidos y torturados les han ofrecido becas en el extranjero, previo cambio de identidad y hasta de fisonomía, siempre y cuando entreguen a alguien de mayor responsabilidad en su organización.
Dato interesante es que la salida de la Juchiteca hacia Canadá no solamente fue apoyada por la secretaría de Gobernación sino por algunos diputados perredistas.
Lo más importante ahora es que el Cisen retomó los esfuerzos para intentar infiltrar a las diversas organizaciones clandestinas.
Detienen a militantes de organizaciones de masas que consideran ligadas a alguna organización guerrillera, los torturan, amenazan a la familia. Unos denuncian, otros no.
Han capturado también a algunos militantes de organizaciones clandestinas. La tortura va enfocada a hacerlos hablar pronto, entre más rápido mejor para que su organización no advierta la detención.
Los mismos captores les elaboran la coartada, pueden decir que se fueron de borrachera, o que estaban enfermos, que estaban en el hospital, que los asaltaron, que los confundieron unos narcos o que los secuestró otra organización clandestina. El objetivo es que no pierdan la confianza de su organización ni de las organizaciones con las que se relacionan.
Es elemental investigar internamente cuando a una organización la golpean a nivel de dirección, la mas indicada para hacerlo es la propia organización.
Regresando al reportaje sobre la detención de Jacobo y Gloria, todos los detalles de su cautiverio están planificados para destruirles su personalidad, para hacerlos sentir aniquilados, nulificados, por eso, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente enviamos un saludo de cariño y aliento a los dos.
Porque en ese poner nuestro granito de arena para construir un México más parejo y pese a las fallas que todos tenemos, la lucha sigue y entre más grandes son la injusticia y desigualdad más razones para rebelarnos y más compañeros encontramos.
El mismo saludo fraternal lo enviamos a tantos presos políticos que sobreviven en condiciones de extrema crueldad como son Sergio Bautista Martínez y José Luis López García, detenidos en 1996 y desde entonces permanecen en cárceles de aniquilamiento. Los detenidos de Guadalajara, Atenco, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Querétaro, Veracruz y los desaparecidos que quien sabe donde están. Su dolor es parte de nuestra rabia.
¡RESISTIREMOS Y SEREMOS MILLONES!
¡GLOBALICEMOS LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS!
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS.
(MRLCB).
Sr. Jorge Lofredo
Director de CEDEMA
Por considerarlo de interés al interior de quienes militamos en organizaciones revolucionarias ya que hay hechos y detenciones aún no aclarados plenamente le pedimos de favor, la publicación de esta carta que enviamos al semanario proceso y de la que se resumieron algunos puntos para un reportaje.
Este texto iba acompañado por la carta al EVLN, que escribió Jacobo Silva Nogales, comandante Antonio del ERPI, antes de su detención, ya que lo consideramos un acertado análisis de la maniobra de inteligencia, antes del golpe.
Los posteriores análisis que otros hemos realizado han sido a toro pasado, a la luz de los hechos. El acierto de Antonio fue analizar la maraña de mentiras y contradicciones en la que caía “la juchiteca”. El error, acudir a la cita.
Ojalá ese texto sirva para alertar a quienes en Canadá y en México confían, todavía, en Ruth Yuridia Orozco.
ATENTAMENTE
Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
2008-02-14
Sres. Rafael Rodríguez Castañeda y José Gil Olmos
Director y reportero de Proceso.
El reportaje “Traicionado y Torturado” que apareció en Proceso del 10 de febrero (No. 1632) sobre la detención de Jacobo Silva Nogales, es de gran actualidad ya que a partir de que la ultraderecha gobierna a través de la administración fecalista los servicios de inteligencia han retomado las maniobras similares.
A su vez el reportaje de Jorge Torres, Cisen: palos de ciegos, nos parece una excelente investigación, solo expresaríamos una diferencia de apreciación ya que no es a partir del accionar del EPR que la “administración calderonista decidió reactivar sus programas secretos de infiltración a grupos subversivos” puesto que la detención en mayo pasado de dos militantes eperristas es, a nuestro parecer, producto de una labor de inteligencia previa.
Van algunas precisiones que reafirman lo que investigaron los periodistas.
Ruth Yuridia (O Judith) Ortega Orozco, conocida como la Juchiteca, Mariela o Rosario era militante del Movimiento Estudiantil Metropolitano, (MEM) se acercó desde 1997 a lo que entonces era parte del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
En 1998, cuando la mayor parte de la estructura eperrista en Guerrero se separó y formó el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), la Juchiteca se pegó hacia el lado de los escindidos. ¿Por qué? Creemos que porque el Cisen ya había logrado tener un seguimiento bastante cercano hacia algunos militantes del EPR, seguimiento que los llevó a casi realizar detenciones importantes en 1999. Aclarando que seguimiento cercano no es infiltración porque algunos analistas, como Sergio Aguayo, parecen confundir los términos. Además no se puede hablar de infiltración a nivel general, pues una cosa es que inteligencia tenga informantes en el nivel periférico y otra que tenga acceso a la información y decisiones estratégicas de una organización.
Afortunadamente se lograron romper la mayoría de esos hilos. Tomemos en cuenta que ese seguimiento se da en el entorno de subsecuentes fragmentaciones del EPR. Algún hilo sin romper fue el que llevó a la posterior captura de los hermanos Cerezo, malogrando aparentemente un seguimiento de años que les pudo producir capturas de mayor importancia. ¿Por qué? bien por la necesidad del foxismo de presentar resultados públicos en la contrainsurgencia, puesto que las FARP habían operado, o bien porque ya sabían que son hijos de militantes del EPR y entonces el Estado los tomó como rehenes. Ese mismo hilo seguían los nada inocentes agentes muertos en Tláhuac.
Ya teniendo contacto en el ERPI, la Juchiteca le platica a todo el que quiera escucharla que militó en el EZLN pero que, junto con otras personas, se salió para formar el ERIP, ojo, ERIP, no ERPI, y que luego se transformaron en el Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) por lo que el subcomandante Marcos los había sentenciado a muerte (guión que retoma partes del libro La Rebelión de las Cañadas, de Tello Macías).
Toda esa leyenda de la Juchiteca fue ideada por algún servicio de inteligencia gubernamental, pudo ser el Cisen o Inteligencia Militar, aunque parece, por la información aparecida en Proceso, que fue el Cisen de ese entonces, con el objetivo de ganarse la confianza de Jacobo y Gloria.
El EVLN tenía presencia en el norte del país, especialmente en Chihuahua. Podemos deducir que a través de la infiltración en niveles estratégicos mediante una agente del Cisen el gobierno logró anular a esa organización asesinando a parte de la dirección, reprimiendo y coptando a otros. Eso fue entre 1994 y 97. Aquí cabría preguntar si “Ana” ó “Rubí” a la que se refieren los reportes del Cisen consultados por Jorge Torres es la Juchiteca que aparece en 1997 o 98 en el DF apoyando las marchas zapatistas. Puede ser que si, pero también es posible que se refiera a otra agente infiltrada.
La jugada, dentro de ese ajedrez que es la Inteligencia, iba a más largo plazo, incluso a tener una organización (El EVLN) que les sirviera de punta de lanza para infiltrar a las organizaciones guerrilleras que se coordinaran o unieran con ellos, pero tuvieron que acelerarla porque Jacobo y Gloria empezaron a desconfiar de la Juchiteca puesto que había múltiples contradicciones e incoherencias que revelaban que lo que decía era falso, por lo que decidieron recopilar otras versiones, pero la dificultad y lentitud del acceso a esas otras fuentes decidió esa partida a favor del gobierno.
Inteligencia gubernamental optó por pescar al que podía capturar en ese momento a través de la Juchiteca, fue Jacobo. Para lograrlo la Juchiteca le manda a Jacobo un mensaje por beeper (se acuerdan de esos aparatitos precursores del celular) donde le dice que ahora si va a presentarle a sus amigos, o sea a la dirigencia del EVLN. Jacobo escribe entonces una carta para la supuesta dirección del EVLN donde le expone las múltiples contradicciones en que ha caído la Juchiteca, atribuyéndolas a las golpizas que presuntamente recibió durante sus detenciones. Jacobo llevaba esa carta al momento de ser detenido porque la iba a entregar él mismo al EVLN por lo que anexamos una copia que, quizá como previsión dejó entre las pertenencias de su suegra, hoy difunta y que en ese entonces vivía con ellos.
La cita fue en el café Pekín de San Cosme, en el DF, llegó la Juchiteca acompañada por un hombre alto, blanco y nariz grande quien supuestamente era de la dirección del EVLN. Creemos que era un agente encubierto.
En nuestra opinión la Juchiteca puede estar todavía protegida por el malgobierno, puesto que a algunos luchadores sociales detenidos y torturados les han ofrecido becas en el extranjero, previo cambio de identidad y hasta de fisonomía, siempre y cuando entreguen a alguien de mayor responsabilidad en su organización.
Dato interesante es que la salida de la Juchiteca hacia Canadá no solamente fue apoyada por la secretaría de Gobernación sino por algunos diputados perredistas.
Lo más importante ahora es que el Cisen retomó los esfuerzos para intentar infiltrar a las diversas organizaciones clandestinas.
Detienen a militantes de organizaciones de masas que consideran ligadas a alguna organización guerrillera, los torturan, amenazan a la familia. Unos denuncian, otros no.
Han capturado también a algunos militantes de organizaciones clandestinas. La tortura va enfocada a hacerlos hablar pronto, entre más rápido mejor para que su organización no advierta la detención.
Los mismos captores les elaboran la coartada, pueden decir que se fueron de borrachera, o que estaban enfermos, que estaban en el hospital, que los asaltaron, que los confundieron unos narcos o que los secuestró otra organización clandestina. El objetivo es que no pierdan la confianza de su organización ni de las organizaciones con las que se relacionan.
Es elemental investigar internamente cuando a una organización la golpean a nivel de dirección, la mas indicada para hacerlo es la propia organización.
Regresando al reportaje sobre la detención de Jacobo y Gloria, todos los detalles de su cautiverio están planificados para destruirles su personalidad, para hacerlos sentir aniquilados, nulificados, por eso, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente enviamos un saludo de cariño y aliento a los dos.
Porque en ese poner nuestro granito de arena para construir un México más parejo y pese a las fallas que todos tenemos, la lucha sigue y entre más grandes son la injusticia y desigualdad más razones para rebelarnos y más compañeros encontramos.
El mismo saludo fraternal lo enviamos a tantos presos políticos que sobreviven en condiciones de extrema crueldad como son Sergio Bautista Martínez y José Luis López García, detenidos en 1996 y desde entonces permanecen en cárceles de aniquilamiento. Los detenidos de Guadalajara, Atenco, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Querétaro, Veracruz y los desaparecidos que quien sabe donde están. Su dolor es parte de nuestra rabia.
¡RESISTIREMOS Y SEREMOS MILLONES!
¡GLOBALICEMOS LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS!
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS.
(MRLCB).
La guerrilla después del EZLN/JUAN VELEDÍAZ, reportero
El Universal, Lunes 13 de noviembre de 2006
Desde abril de 2001, poco después de que se dieran los bombazos a unas oficinas de Banamex en el DF, Tiburcio Cruz Sánchez se convirtió en el hombre más buscado por los servicios de inteligencia civil y militar del país. Porque ese sería su nombre real, de acuerdo con funcionarios del Cisen (Centro de Investigación y Seguridad Nacional), quienes lo identificaron en aquel año, como quien se presenta como un "luchador social" pero que desde hace más de una década vive en la clandestinidad con el nombre de Francisco Cerezo Quiroz, padre de Alejandro, Héctor y Antonio Cerezo Contreras, detenidos en agosto de aquel año acusados de la autoría de las explosiones.
Tiburcio Cruz Sánchez, identificado hoy como uno de los principales líderes del EPR (Ejército Popular Revolucionario), fue junto con el fallecido Héctor Heladio Hernández Torres y el exiliado José María Ortiz Vides, uno de los fundadores de la Unión del Pueblo (UP), una de las guerrillas más antiguas del país surgida en los años 60. De acuerdo con documentos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) depositados en la galería uno del Archivo General de la Nación (AGN), esta organización se caracterizó por su propensión a colocar artefactos explosivos en aquella época en oficinas de gobierno en Jalisco, Oaxaca, el DF y el estado de México, así como en sedes de bancos, oficinas distritales del PRI y estatuas de los considerados próceres de ese partido. A este grupo que se decantaba por poner bombas, la DFS lo identificó como Los Bomberos, una célula de la UP cuyas acciones tenían como finalidad "hostilizar al grupo burgués en el poder generando terror".
Una paradoja que no dejó de llamar la atención luego de la detención de los hermanos Cerezo fue que quienes se atribuyeron la autoría de las explosiones en Banamex, días después de ocurridas, fueron las FARP (Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo), un grupo guerrillero presuntamente antagónico al EPR.
A lo largo de los años de la década del 60 y 70 la Unión del Pueblo tuvo poca importancia como guerrilla organizada hasta que en 1978 se convirtió en PROCUP (Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo) y tiempo después en 1981, se fusionó con lo que quedó del Partido de los Pobres (PDLP), una organización que reaparecía luego de haber sido casi aniquilada por el Ejército, pues quedó como resquicio del movimiento que con estas siglas encabezó en Guerrero Lucio Cabañas, muerto en diciembre de 1974.
La unión PROCUP-PDLP se realizó con ex militantes dispersos de otras guerrillas, y se hicieron célebres en la década de los 80 por sus secuestros de militantes de izquierda y ejecuciones de ex guerrilleros a quienes consideraban traidores al movimiento.
Una vertiente del PROCUP-PDLP considerada importante por especialistas en movimientos armados y funcionarios de las áreas de inteligencia del gobierno federal, fue la que en 1994 se reagrupó con otras organizaciones para formar lo que dos años después, en junio de 1996, se presentó en Aguas Blancas, Guerrero, como EPR.
A partir de 1994, luego de la irrupción del EZLN, la Defensa Nacional y el Cisen identificaron varios grupos que reactivaron sus células clandestinas para reaparecer como guerrilla unificada. En una serie de notas periodísticas aparecidas en aquellos años compiladas y analizadas por el politólogo y especialista en movimientos armados Jorge Lofredo en su estudio La guerrilla mexicana, de la unidad a la ruptura, se registraron los grupos y organizaciones encabezados por el PROCUP-PDLP que se unieron para constituir el EPR: el Ejército de Liberación de la Sierra del Sur, el Movimiento Popular Revolucionario, los Comandos Armados Mexicanos, las Brigadas Obreras de Autodefensa, la Organización Revolucionaria Armada del Pueblo (ORAP) y la Unión de Comandos Revolucionarios, entre otras.
Entre 1998 y 1999 se conocieron las primeras rupturas al interior del EPR, de las que surgieron el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y las citadas FARP, las cuales junto a otras organizaciones de presencia regional como el Ejército Villista Revolucionario del Pueblo (EVRP) y el Comando Justiciero 28 de Junio (CJ-28) crearon en el año 2001 la Coordinadora Guerrillera Nacional José María Morelos y Pavón (CGNJMM).
El ERPI es considerado como la primera ruptura importante al interior del EPR, que se concretó en enero y junio de 1998. "Se diferencian del eperrismo por la estrategia insurreccional que proclaman y la cercanía con pueblos y comunidades, impulsando la toma de decisiones de las bases para realizar acciones militares. Proyectaron contactos con organizaciones sociales para garantizar su seguridad y, a la vez, una mayor penetración erpista en sectores no clandestinos ni armados; y también es el grupo con mayor cercanía ideológica con el Ejercito Zapatista. Señalan que el proceso de dispersión del EPR marca la tercera generación de la guerrilla mexicana", escribe Lofredo.
El ERPI fue en la práctica anulado por la Policía Federal Preventiva cuando en 1998, luego de una serie de acciones armadas, fueron detenidos Jacobo Silva Nogales, alias comandante Antonio, y Gloria Arena Agis, comandante Aurora, quienes fueron recluidos en una cárcel de alta seguridad y sentenciados a 50 años de prisión.
La ruptura de las FARP con el EPR data de 1998; sus acciones militares son mínimas en esos meses pues sólo se dedicaron a realizar actos de propaganda armada en Puebla y Morelos como paso previo a su presentación pública en Xochimilco en el año 2000. Su estrategia continuó pero ahora en los estados de Guerrero y Oaxaca. En mayo de 2001, agrupado junto con el EVRP y el CJ-28 como Coordinadora Guerrillera Nacional, realizan un ataque armado a un retén policial en Acapulco, poco después de que se adjudicaran la autoría de los bombazos en Banamex.
La cabeza visible del autodenominado Ejército Villista (EVRP) se hace llamar comandante Roldán, quien abandonó el EPR en febrero de 1999 y no es sino hasta diciembre de ese año cuando emitió, con estas siglas, su primer comunicado. En esta organización confluyeron integrantes del autodenominado Comando Armado Francisco Villa y de la Organización Revolucionaria Armada del Pueblo (ORAP), agrupaciones consideradas fundadoras del EPR.
Durante agosto y octubre de 1999, mes en que se conoce el primer escrito de la denominada Tendencia Democrática Revolucionaria (TDR), el comandante José Arturo rompe con la cúpula eperrista para estructurar esta nueva agrupación. El antecedente del TDR se localiza al interior del EPR cuando era sólo una corriente de opinión, escribe Lofredo, pues anteriormente José Arturo junto a Francisco y Roldán ahora del EVRP, eran parte de la primera cúpula eperrista.
El CJ-28 que irrumpió el 28 de junio de 1998, en el segundo aniversario de la masacre de Aguas Blancas, cuya fecha toman como distintivo, puede estar identificado, añade en su análisis el politólogo, como una escisión del ERPI, pues en sus comunicados aseguran existir de mucho tiempo atrás sin que se identifiquen como escisión del EPR, a quien no descartan en un futuro como posibles aliados.
Tras el proceso de ruptura al interior del EPR surgieron una serie de grupos cuyos orígenes no se vinculan de manera directa con esta guerrilla, de acuerdo con el estudio de Lofredo. Estas organizaciones son el Ejército Socialista Insurgente (ESI), el Ejército Revolucionario del Sureste (ERS), el Comando México Bárbaro (CMB), Ejército Justiciero del Pueblo Indefenso (EJPI), la Nueva Brigada Campesina de Ajusticiamiento (NBCA) y el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB).
De estas organizaciones se conocen pronunciamientos y comunicados, los cuales se pueden consultar en internet (www.cedema.org), pero no hay registro de su participación en acciones armadas salvo las dos últimas, cuyos líderes se adjudicaron en unos comunicados la autoría de algunas de las explosiones del pasado lunes 6 de noviembre.
Por estos días, hace ahora dos años, en noviembre del 2004 Tiburcio Cruz Sánchez fue ubicado en el poblado de San Juan Ixtayopan, en la delegación Tláhuac, por agentes de la PFP quienes lo tenían identificado de tiempo atrás en una casa de seguridad la cual presuntamente funcionaba como lugar de reunión para la comandancia del EPR. La presencia policial fue aprovechada por los simpatizantes del grupo, quienes generaron el rumor de que los policías federales se querían robar unos niños, lo que llevó a que la población se enardeciera y los linchara.
Con ese episodio como antecedente, el EPR sigue considerado por las autoridades como un grupo armado con capacidad de organización, movimiento y manejo de armas y explosivos. Para la Secretaría de la Defensa Nacional, en respuesta a una solicitud de información, los grupos guerrilleros que operan en el país, después de la aparición del EZLN en 1994, son el EPR y sus seis ramificaciones: el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), la Tendencia Democrática Revolucionaria del EPR (TDR-EPR), el Comando Justiciero 28 de Junio (CJ-28 de Junio), el Ejército Villista Revolucionario del Pueblo (EVRP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) y el Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo (CJM-23 de Mayo). De todos ellos, el más activo, al menos en comunicados y en pronunciamientos para adjudicarse acciones armadas, resulta ser la última escisión eperrista conocida como TDR-EPR.
El Universal, Lunes 13 de noviembre de 2006
Desde abril de 2001, poco después de que se dieran los bombazos a unas oficinas de Banamex en el DF, Tiburcio Cruz Sánchez se convirtió en el hombre más buscado por los servicios de inteligencia civil y militar del país. Porque ese sería su nombre real, de acuerdo con funcionarios del Cisen (Centro de Investigación y Seguridad Nacional), quienes lo identificaron en aquel año, como quien se presenta como un "luchador social" pero que desde hace más de una década vive en la clandestinidad con el nombre de Francisco Cerezo Quiroz, padre de Alejandro, Héctor y Antonio Cerezo Contreras, detenidos en agosto de aquel año acusados de la autoría de las explosiones.
Tiburcio Cruz Sánchez, identificado hoy como uno de los principales líderes del EPR (Ejército Popular Revolucionario), fue junto con el fallecido Héctor Heladio Hernández Torres y el exiliado José María Ortiz Vides, uno de los fundadores de la Unión del Pueblo (UP), una de las guerrillas más antiguas del país surgida en los años 60. De acuerdo con documentos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) depositados en la galería uno del Archivo General de la Nación (AGN), esta organización se caracterizó por su propensión a colocar artefactos explosivos en aquella época en oficinas de gobierno en Jalisco, Oaxaca, el DF y el estado de México, así como en sedes de bancos, oficinas distritales del PRI y estatuas de los considerados próceres de ese partido. A este grupo que se decantaba por poner bombas, la DFS lo identificó como Los Bomberos, una célula de la UP cuyas acciones tenían como finalidad "hostilizar al grupo burgués en el poder generando terror".
Una paradoja que no dejó de llamar la atención luego de la detención de los hermanos Cerezo fue que quienes se atribuyeron la autoría de las explosiones en Banamex, días después de ocurridas, fueron las FARP (Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo), un grupo guerrillero presuntamente antagónico al EPR.
A lo largo de los años de la década del 60 y 70 la Unión del Pueblo tuvo poca importancia como guerrilla organizada hasta que en 1978 se convirtió en PROCUP (Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo) y tiempo después en 1981, se fusionó con lo que quedó del Partido de los Pobres (PDLP), una organización que reaparecía luego de haber sido casi aniquilada por el Ejército, pues quedó como resquicio del movimiento que con estas siglas encabezó en Guerrero Lucio Cabañas, muerto en diciembre de 1974.
La unión PROCUP-PDLP se realizó con ex militantes dispersos de otras guerrillas, y se hicieron célebres en la década de los 80 por sus secuestros de militantes de izquierda y ejecuciones de ex guerrilleros a quienes consideraban traidores al movimiento.
Una vertiente del PROCUP-PDLP considerada importante por especialistas en movimientos armados y funcionarios de las áreas de inteligencia del gobierno federal, fue la que en 1994 se reagrupó con otras organizaciones para formar lo que dos años después, en junio de 1996, se presentó en Aguas Blancas, Guerrero, como EPR.
A partir de 1994, luego de la irrupción del EZLN, la Defensa Nacional y el Cisen identificaron varios grupos que reactivaron sus células clandestinas para reaparecer como guerrilla unificada. En una serie de notas periodísticas aparecidas en aquellos años compiladas y analizadas por el politólogo y especialista en movimientos armados Jorge Lofredo en su estudio La guerrilla mexicana, de la unidad a la ruptura, se registraron los grupos y organizaciones encabezados por el PROCUP-PDLP que se unieron para constituir el EPR: el Ejército de Liberación de la Sierra del Sur, el Movimiento Popular Revolucionario, los Comandos Armados Mexicanos, las Brigadas Obreras de Autodefensa, la Organización Revolucionaria Armada del Pueblo (ORAP) y la Unión de Comandos Revolucionarios, entre otras.
Entre 1998 y 1999 se conocieron las primeras rupturas al interior del EPR, de las que surgieron el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y las citadas FARP, las cuales junto a otras organizaciones de presencia regional como el Ejército Villista Revolucionario del Pueblo (EVRP) y el Comando Justiciero 28 de Junio (CJ-28) crearon en el año 2001 la Coordinadora Guerrillera Nacional José María Morelos y Pavón (CGNJMM).
El ERPI es considerado como la primera ruptura importante al interior del EPR, que se concretó en enero y junio de 1998. "Se diferencian del eperrismo por la estrategia insurreccional que proclaman y la cercanía con pueblos y comunidades, impulsando la toma de decisiones de las bases para realizar acciones militares. Proyectaron contactos con organizaciones sociales para garantizar su seguridad y, a la vez, una mayor penetración erpista en sectores no clandestinos ni armados; y también es el grupo con mayor cercanía ideológica con el Ejercito Zapatista. Señalan que el proceso de dispersión del EPR marca la tercera generación de la guerrilla mexicana", escribe Lofredo.
El ERPI fue en la práctica anulado por la Policía Federal Preventiva cuando en 1998, luego de una serie de acciones armadas, fueron detenidos Jacobo Silva Nogales, alias comandante Antonio, y Gloria Arena Agis, comandante Aurora, quienes fueron recluidos en una cárcel de alta seguridad y sentenciados a 50 años de prisión.
La ruptura de las FARP con el EPR data de 1998; sus acciones militares son mínimas en esos meses pues sólo se dedicaron a realizar actos de propaganda armada en Puebla y Morelos como paso previo a su presentación pública en Xochimilco en el año 2000. Su estrategia continuó pero ahora en los estados de Guerrero y Oaxaca. En mayo de 2001, agrupado junto con el EVRP y el CJ-28 como Coordinadora Guerrillera Nacional, realizan un ataque armado a un retén policial en Acapulco, poco después de que se adjudicaran la autoría de los bombazos en Banamex.
La cabeza visible del autodenominado Ejército Villista (EVRP) se hace llamar comandante Roldán, quien abandonó el EPR en febrero de 1999 y no es sino hasta diciembre de ese año cuando emitió, con estas siglas, su primer comunicado. En esta organización confluyeron integrantes del autodenominado Comando Armado Francisco Villa y de la Organización Revolucionaria Armada del Pueblo (ORAP), agrupaciones consideradas fundadoras del EPR.
Durante agosto y octubre de 1999, mes en que se conoce el primer escrito de la denominada Tendencia Democrática Revolucionaria (TDR), el comandante José Arturo rompe con la cúpula eperrista para estructurar esta nueva agrupación. El antecedente del TDR se localiza al interior del EPR cuando era sólo una corriente de opinión, escribe Lofredo, pues anteriormente José Arturo junto a Francisco y Roldán ahora del EVRP, eran parte de la primera cúpula eperrista.
El CJ-28 que irrumpió el 28 de junio de 1998, en el segundo aniversario de la masacre de Aguas Blancas, cuya fecha toman como distintivo, puede estar identificado, añade en su análisis el politólogo, como una escisión del ERPI, pues en sus comunicados aseguran existir de mucho tiempo atrás sin que se identifiquen como escisión del EPR, a quien no descartan en un futuro como posibles aliados.
Tras el proceso de ruptura al interior del EPR surgieron una serie de grupos cuyos orígenes no se vinculan de manera directa con esta guerrilla, de acuerdo con el estudio de Lofredo. Estas organizaciones son el Ejército Socialista Insurgente (ESI), el Ejército Revolucionario del Sureste (ERS), el Comando México Bárbaro (CMB), Ejército Justiciero del Pueblo Indefenso (EJPI), la Nueva Brigada Campesina de Ajusticiamiento (NBCA) y el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB).
De estas organizaciones se conocen pronunciamientos y comunicados, los cuales se pueden consultar en internet (www.cedema.org), pero no hay registro de su participación en acciones armadas salvo las dos últimas, cuyos líderes se adjudicaron en unos comunicados la autoría de algunas de las explosiones del pasado lunes 6 de noviembre.
Por estos días, hace ahora dos años, en noviembre del 2004 Tiburcio Cruz Sánchez fue ubicado en el poblado de San Juan Ixtayopan, en la delegación Tláhuac, por agentes de la PFP quienes lo tenían identificado de tiempo atrás en una casa de seguridad la cual presuntamente funcionaba como lugar de reunión para la comandancia del EPR. La presencia policial fue aprovechada por los simpatizantes del grupo, quienes generaron el rumor de que los policías federales se querían robar unos niños, lo que llevó a que la población se enardeciera y los linchara.
Con ese episodio como antecedente, el EPR sigue considerado por las autoridades como un grupo armado con capacidad de organización, movimiento y manejo de armas y explosivos. Para la Secretaría de la Defensa Nacional, en respuesta a una solicitud de información, los grupos guerrilleros que operan en el país, después de la aparición del EZLN en 1994, son el EPR y sus seis ramificaciones: el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), la Tendencia Democrática Revolucionaria del EPR (TDR-EPR), el Comando Justiciero 28 de Junio (CJ-28 de Junio), el Ejército Villista Revolucionario del Pueblo (EVRP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) y el Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo (CJM-23 de Mayo). De todos ellos, el más activo, al menos en comunicados y en pronunciamientos para adjudicarse acciones armadas, resulta ser la última escisión eperrista conocida como TDR-EPR.
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