22 jul 2008

Los submarinos colombianos

Capos colombianos invierten hasta un mdd en una embarcación
Los narcosubmarinos se construyen en la selva
Los cárteles de la droga habilitaron un astillero en pleno corazón de la jungla. Cuentan con total anuencia de las FARC y otros grupos armados que operan en la zona.
Publicado en Milenio Diario, 22-Julio-08
Jaime Ramírez Yañez, reportero.
Desde hace seis años, los cárteles colombianos comenzaron la construcción de dispositivos submarinos más complejos y potentes que el sumergible hechizo incautado cuando reabastecía combustible en las costas de Oaxaca.
El proceso de construcción de los narcosubmarinos comenzó cerca del puerto de Buenaventura, a 150 kilómetros de Cali, en plena selva y bajo la supervisión de El Tío, seudónimo de Miguel Bonilla, quien falleció en una cárcel de Bogotá hace ocho meses.
El proceso de producción de estos aparatos acuáticos cuenta con la protección de las FARC y de grupos de paramilitares conocidos como paras. También con el silencio de los negros: los lugareños contratados para construirlos.
Ante el aumento en las intercepciones de las narcolanchas rápidas, los capos ordenaron a sus asesores que trabajaran en sistemas de transportación más seguros.
Así nació un primer proyecto para elaborar los “dispositivos submarinos”, que fue bautizado como Neptuno, de acuerdo con detalles dados a conocer a este diario por especialistas en el tema.
Los responsables tuvieron que instalar una planta equipada como astillero. Decidieron crearla en el corazón de la selva colombiana, en el Valle del Cauca, lugar cercano al puerto de Buenaventura.
La ventaja es que la zona está rodeada por un intrincado sistema de ríos que dificulta el acceso por tierra, pero proporciona salida directa al océano Pacífico.
Para llegar por tierra, la única posibilidad es cruzar un pequeño poblado llamado Pianguita, que permite a los halcones (observadores) de los narcos percatarse de quién entra o sale del lugar.
El proyecto tuvo un costo de 100 mil dólares y su planeación demoró un año. Para concretarlo fue necesario contratar a 70 personas, entre obreros y técnicos.
El primer narcoproducto fue un submarino no tripulado similar a un torpedo. Su longitud era de ocho metros de largo y tres de diámetro y se le dio el nombre de Neptuno. Se elaboró con fibra de vidrio.
Igual que el torpedo, al Neptuno se le adaptaron alerones para darle estabilidad y un timón de profundidad para que fuera arrastrado por un barco, puesto que no tenía autonomía de navegación.
Al ser jalado, desciende 15 o 20 metros (el sumergible capturado en Oaxaca sólo alcanzaba tres metros). Se mantiene así hasta que la nave de la superficie detiene su marcha. Entonces el Neptuno emerge.
En la parte de superior tiene una claraboya con un sistema GPS que permite a otro barco equipado con un buscador de señal digital encontrarlo y recuperar las dos toneladas de droga que puede llevar en su interior.
Otro modelo
El otro modelo subacuático del narco es el Toyota, porque se asemeja a un pequeño autobús de transporte público utilizado en Bogotá. Su construcción costó un millón de dólares.
La embarcación, cuya longitud es de 17 metros, cuenta con los instrumentos de navegación comunes, entre ellos el GPS y un hidrófono, con el que se pueden ubicar buques y otros objetos mediante el sonido. También cuenta con sonar —que le permite detectar obstáculos subacuáticos o barcos que van a recibir la droga—, tomas de aire, periscopio y herramientas digitales de navegación.
El Toyota está divido en tres partes. En la sección trasera está el mando de la tripulación (cuatro hombres). Allí está también el panel de instrumentos, motor y depósito de combustible.
En la parte media tiene un compartimiento para el lastre, es decir, un tanque que se puede vaciar o llenar de agua para controlar ascensos y descensos. En tanto, en la proa (parte delantera) se almacenan las ocho toneladas de cocaína que puede transportar. El Toyota tiene una autonomía de navegación de 4 mil kilómetros a una velocidad constante de ocho nudos (18 kilómetros por hora).
Para los narcos, este transporte es lento, pero seguro y su éxito está comprobado. Hasta ahora no se tienen datos de que ninguno de estos vehículos haya sido detenido en Colombia o México.
Guadalajara • Jaime Ramírez Yáñez

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