Equidad/Federico Reyes Heroles
Publicado en Reforma, 22/07/2008;
A la memoria de Félix.
La discusión es vieja. Los posicionamientos diferentes. Al final del día es una cuestión de órdenes valorativos. Libertad o equidad. Un grupo de distinguidos mexicanos a contrapuesto al amparo que promovimos un grupo de ciudadanos una argumentación centrada en la equidad. Recordemos los argumentos de nuestra demanda y la contraargumentación.
Los solicitantes del amparo alegamos cuestiones de forma y de fondo. La reforma fue mal procesada, lo cual sienta un precedente nefasto para las modificaciones constitucionales. El caminito de modificar garantías básicas de los mexicanos, derechos individuales, por la vía de contraponer otro artículo constitucional debe tener un límite. De no ser así el acuerdo entre tres dirigencias partidarias podría modificar las decisiones políticas fundamentales. ¿Qué régimen es ése? ¿Cuál es el órgano encargado de dar esa versión final de apego a los principios de nuestra Constitución? En nuestra opinión es la SCJN en su carácter de Tribunal Constitucional. Ésa es la disyuntiva del documento preparado por Fabián Aguinaco. No se trata de poner a la Corte en aprietos, sino al contrario, de elevar el nivel de discusión para que la Corte asuma de una vez por todas el papel que le corresponde brindando certidumbre. Es un paso histórico.
La libertad de expresión es uno de los pilares de cualquier democracia. Debe ser intocable. La vida política de nuestro país hoy, para bien y para mal, pasa por los medios. Más del 90 por ciento de la información política que reciben los mexicanos proviene de la radio y de la televisión. Los medios encarecen la política, sí. Pero la politización reciente de México es inexplicable sin los medios. ¿Se puede pensar en excluir a los medios como ocurre en otros países? Teóricamente sí. Pero en un país con la extensión y dispersión poblacional del nuestro, con menos de nueve años de escolaridad, con bajísimos niveles de entendimiento en la lectura, sacar a los medios sería restringir aún más la participación.
Si ésa es la intención, que nadie utilice los medios, ese nadie debe incluir a los partidos. Lo que violenta varias garantías individuales es reservar el acceso a los medios sólo a los partidos. Es contrario a los criterios de igualdad, al derecho de asociación y a la libertad de expresión. De 629 elecciones federales de cada 6 años, 628 se deciden localmente. Sólo la elección presidencial atañe a todo el territorio. La fobia en contra de las dos grandes redes de televisión confunde. Para la vida democrática de México son las estaciones locales, muchas veces de radio, el vehículo más eficiente para transmitir mensajes. El argumento de que se trata de un instrumento de los ricos no tiene ni pies ni cabeza.
Garantizar equidad entre partidos durante la contienda es una obligación de Estado. Pero las contiendas generan reacciones. La sociedad debe tener derecho a plantear sus puntos de vista utilizando los mismos medios que los partidos. ¿De dónde sale la idea de que la equidad nace de maniatar a la sociedad? Si un lance de un político se convierte en una afrenta para un ciudadano o un grupo de ciudadanos ellos están en todo su derecho de responder por los mismos cauces. ¿De cuándo acá la equidad se logra decapitando a la sociedad?
Lo deseable sería que a las propuestas de campaña correspondieran adhesiones, apoyos o críticas de la sociedad. Sólo escuchando a la sociedad, a grupos de muy diversa índole -religiosos, culturales, académicos, empresariales, de minorías, de género, de profesionistas, de ecologistas, de científicos, lo que sea-, los políticos conocerán a sus gobernados. Si de equidad se trata, lo verdaderamente inequitativo es que los barones de los partidos tengan por ley el derecho en exclusiva de utilizar los medios más poderosos de difusión de las ideas. El odio a las televisoras y al arquetipo de los "empresarios", de "los poderosos", provoca una confusión. Los empresarios, grandes, pequeños y medianos que son la gran mayoría, nos guste o no, son parte muy relevante de nuestra sociedad.
El ánimo de exclusión del nuevo artículo 41 constitucional es indefendible. Para que cierto grupo no participe, los "ricos", se excluye a toda la sociedad y se le entrega el poder a las dirigencias partidarias. El ministro Cossío ha planteado una ruta interesante. El criterio básico es el de compaginar el artículo 6 con el 41 deslindando lo que es propaganda de los mensajes políticos de carácter general. También hay contradicciones entre la ley secundaria y la Constitución. Si el miedo es que el poder económico se apropie de la política, pues entonces busquemos fórmulas compensatorias de acción afirmativa como lo ha planteado Isabel Turrent. Podría también pensarse en espacios exclusivos para la expresión social de minorías reglamentado en los propios tiempos oficiales. Lo que resulta inconcebible es negarle el derecho a toda la sociedad en beneficio de los partidos.
Quiero imaginar una contienda en Chiapas donde las iglesias minoritarias salgan a defenderse de las agresiones de un candidato de las mayorías religiosas. También podría ocurrir en Jalisco o Guanajuato. Quiero imaginar a grupos feministas contradiciendo los dislates de algún macho trasnochado. Quiero imaginar a grupos gay reaccionando frente a los frecuentes arranques homofóbicos. Quiero imaginar a libaneses o judíos o testigos de Jehová o budistas ejerciendo su derecho por radio o por televisión a defender su visión del mundo. Esa democracia no da miedo, al contrario, alienta porque tiene los pesos y contrapesos necesarios para ser sana.
Lo vigente en cambio es una partidocracia nada equitativa e indefendible.
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