El ya basta! del Presidente Calderón
Mensaje del Presidente Felipe Calderón
Jueves, 7 de Agosto de 2008, residencia Oficial
Muy buenos días amigas y amigos de los medios de comunicación.
El artero asesinato del joven Fernando Martí es una tragedia que conmocionó al país y ha llenado de luto a la sociedad entera.
En este acto cobarde se pone de manifiesto la urgencia de poner un alto a la impunidad con la que operan las organizaciones criminales.
Es un hecho significativo que representa, además a las miles de personas que en México sufren diariamente crímenes y que éstos quedan impunes.
Al privar a un ser humano de su libertad o de la vida, los criminales no sólo afectan a la víctima, también lesionan a la sociedad entera.
Los mexicanos exigen, con toda justicia y con toda razón, nos exigen a las autoridades que más allá de banderas políticas y diferencias partidistas, nos pongamos de acuerdo y nos unamos en el combate a la delincuencia y a la impunidad, y hagamos el trabajo que aún no hemos hecho.
No hay mayor agravio para la sociedad que un delito impune, y es más indignante aún cuando los secuestradores, los delincuentes, son policías o están protegidos por policías.
Es intolerable que quienes tienen la responsabilidad de proteger a la sociedad y son pagados por ésta, traicionen su confianza y se unan a las filas del crimen.
El agravio de la sociedad exige medidas drásticas de las autoridades para frenar, de una vez por todas, esta grave situación.
El agravio de la sociedad requiere, por una parte, que se termine con la impunidad en la investigación de los delitos y, por otra, que los castigos sean verdaderamente inhibidores de la acción criminal.
Hace más de un año envié una iniciativa al Senado de la República para castigar con mayor severidad las distintas modalidades del secuestro.
Hoy enviaré una atenta solicitud al Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que dirija una excitativa a la Cámara de Senadores, con el objeto de que se retome el dictamen de la iniciativa que envié en marzo del año pasado.
Con el mismo fin, he decidido enviar el día de hoy una nueva iniciativa en la materia a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que esta vez la remita a la Cámara de Diputados, la colegisladora, y así se analice también en dicha Cámara la propuesta de mi Gobierno para penalizar el secuestro con mayor fuerza, incluida la cadena perpetua.
Con esta reforma mi Gobierno propone elevar la pena máxima de prisión y que en algunas modalidades del secuestro se imponga como pena máxima la prisión vitalicia.
Proponemos lo siguiente:
Cadena perpetua para secuestradores que sean o hayan sido integrantes de instituciones de seguridad pública.
Cadena perpetua para quien secuestre a menores de edad o personas incapaces. (sic)
Cadena perpetua para quienes lesionen, mutilen, torturen y lastimen gravemente, o priven de la vida a las víctimas.
Cadena perpetua para quien secuestre a un menor de edad y lo pretenda llevar a otro país con fines de lucro.
Tengo la plena confianza en que el Poder Legislativo analizará y, en su caso, aprobará esta iniciativa, asumiendo en toda su magnitud el sentir de una sociedad agraviada por la violencia.
No podemos permitir que el crimen organizado haga presa del miedo y del terror a nuestra Nación. Una verdadera justicia exige que el castigo corresponda a la gravedad del delito y del daño social causado.
Una verdadera justicia exige que se castigue con mayor severidad a quien atenta contra los más vulnerables. Una verdadera justicia requiere que se aplique todo el peso de la ley a aquellos cuya crueldad no conoce límites.
Es un momento propicio para aprobar una reforma como la que hoy propongo nuevamente al Congreso, habida cuenta de que se han dado pasos importantes para fortalecer y modernizar las instituciones encargadas de seguridad y justicia penal.
Recientemente fue aprobada una Reforma Constitucional en Materia de Procuración e Impartición de Justicia Penal.
Por ello, las instituciones de seguridad pública del país deberán realizar cambios estructurales para ser más eficientes en la delicada tarea de velar por la seguridad de los ciudadanos.
Sé que, por desgracia, la ilegalidad y la impunidad se han ido enquistando en nuestra sociedad y en nuestras instituciones, y que los distintos gobiernos no hemos respondido en la medida en que la sociedad lo ha demandado.
Como Presidente de la República, y desde el primer día, puse como la más alta prioridad de mi Gobierno la lucha contra la inseguridad y contra la delincuencia.
He dispuesto de todos los recursos del Estado para recuperar la seguridad en el país. En esa lucha han perdido la vida, en esta Administración, ya cientos de policías federales, soldados y marinos al servicio de la República, en el cumplimiento del deber de proteger a los ciudadanos y de coadyuvar con las autoridades estatales en el cumplimiento de su responsabilidad, de la seguridad pública de los gobernados.
Al igual que la sociedad lo hace con justa razón, exigiéndonos a todos el cumplimiento de nuestro deber, a las autoridades; también nosotros hemos dicho ya basta, en su momento, y he llamado una y otra vez al compromiso y la colaboración a fondo de las autoridades estatales y municipales, a los Poderes de la Unión, a los partidos políticos, a los integrantes de los poderes judiciales, Federal y estatales; a la sociedad civil organizada, a los medios de comunicación, a los ciudadanos, a todos.
En la lucha contra la criminalidad estamos trabajando para depurar y profesionalizar los cuerpos policíacos federales, con el fin de que cumplan con elevados estándares de confianza y honradez.
Hemos insistido y seguiremos insistiendo para que los gobiernos locales también modernicen, depuren y profesionalicen sus instituciones policiacas.
Debemos compartir información, fortalecer la coordinación y trabajar siempre de manera conjunta, no importa a quien constitucionalmente competa directamente la seguridad.
No podemos aspirar a ser una Nación desarrollada sin contar con cuerpos policiacos honestos y confiables.
Es tarea urgente que todas las autoridades asumamos nuestra responsabilidad y no posterguemos la depuración de los cuerpos policiacos a nivel local, a nivel estatal y a nivel Federal.
Nos concierne a todos los órdenes de Gobierno garantizar que los criminales no estén en las policías ni encubiertos por las policías. Debemos purgar las organizaciones policiales para acabar con los infiltrados del crimen, debemos poner un alto definitivo al contubernio entre delincuentes y autoridades.
Hoy se cierne la amenaza de la inseguridad sobre la libertad y los derechos de los mexicanos, y ante este terrible flagelo es imperativo que todos unamos fuerzas para combatirlo.
Por ello, reitero el llamado que hice a todos los actores políticos, a los tres órdenes de Gobierno y a los Poderes de la Unión; a las empresas, a las organizaciones civiles, a los medios, a la sociedad entera, para cerrar filas y unirnos en torno a un verdadero frente nacional contra la delincuencia y el crimen organizado.
Hoy, nuevamente convoco a todos.
Hago un llamado a que la lucha contra la delincuencia sea asumida como una acción de Estado; que dejemos a un lado nuestras diferencias, que admitamos y superemos nuestras insuficiencias, nuestras omisiones y que respondamos a la exigencia ciudadana de trabajar conjuntamente y a fondo en el tema de la seguridad por encima de cualquier interés político.
La sociedad lo que exige es unidad en torno a una misma causa y en contra del enemigo común; así hemos entendido este justo reclamo hacia nosotros, las autoridades federales y hacia las autoridades locales.
Yo reitero la plena y absoluta disposición del Gobierno Federal para trabajar con cualquier Gobierno estatal o municipal, independientemente del signo partidista.
Queremos trabajar con las autoridades de todos los órdenes de Gobierno para depurar y profesionalizar a las policías, para dotarlas de las técnicas de investigación, del armamento y de la capacidad operativa que se requiere para hacer frente a estos problemas.
Nuestra responsabilidad primaria es ante la ciudadanía, a ella nos debemos. Es urgente poner fin a este cáncer que daña y lastima a México.
Muchas gracias.
Jueves, 7 de Agosto de 2008, residencia Oficial
Muy buenos días amigas y amigos de los medios de comunicación.
El artero asesinato del joven Fernando Martí es una tragedia que conmocionó al país y ha llenado de luto a la sociedad entera.
En este acto cobarde se pone de manifiesto la urgencia de poner un alto a la impunidad con la que operan las organizaciones criminales.
Es un hecho significativo que representa, además a las miles de personas que en México sufren diariamente crímenes y que éstos quedan impunes.
Al privar a un ser humano de su libertad o de la vida, los criminales no sólo afectan a la víctima, también lesionan a la sociedad entera.
Los mexicanos exigen, con toda justicia y con toda razón, nos exigen a las autoridades que más allá de banderas políticas y diferencias partidistas, nos pongamos de acuerdo y nos unamos en el combate a la delincuencia y a la impunidad, y hagamos el trabajo que aún no hemos hecho.
No hay mayor agravio para la sociedad que un delito impune, y es más indignante aún cuando los secuestradores, los delincuentes, son policías o están protegidos por policías.
Es intolerable que quienes tienen la responsabilidad de proteger a la sociedad y son pagados por ésta, traicionen su confianza y se unan a las filas del crimen.
El agravio de la sociedad exige medidas drásticas de las autoridades para frenar, de una vez por todas, esta grave situación.
El agravio de la sociedad requiere, por una parte, que se termine con la impunidad en la investigación de los delitos y, por otra, que los castigos sean verdaderamente inhibidores de la acción criminal.
Hace más de un año envié una iniciativa al Senado de la República para castigar con mayor severidad las distintas modalidades del secuestro.
Hoy enviaré una atenta solicitud al Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que dirija una excitativa a la Cámara de Senadores, con el objeto de que se retome el dictamen de la iniciativa que envié en marzo del año pasado.
Con el mismo fin, he decidido enviar el día de hoy una nueva iniciativa en la materia a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para que esta vez la remita a la Cámara de Diputados, la colegisladora, y así se analice también en dicha Cámara la propuesta de mi Gobierno para penalizar el secuestro con mayor fuerza, incluida la cadena perpetua.
Con esta reforma mi Gobierno propone elevar la pena máxima de prisión y que en algunas modalidades del secuestro se imponga como pena máxima la prisión vitalicia.
Proponemos lo siguiente:
Cadena perpetua para secuestradores que sean o hayan sido integrantes de instituciones de seguridad pública.
Cadena perpetua para quien secuestre a menores de edad o personas incapaces. (sic)
Cadena perpetua para quienes lesionen, mutilen, torturen y lastimen gravemente, o priven de la vida a las víctimas.
Cadena perpetua para quien secuestre a un menor de edad y lo pretenda llevar a otro país con fines de lucro.
Tengo la plena confianza en que el Poder Legislativo analizará y, en su caso, aprobará esta iniciativa, asumiendo en toda su magnitud el sentir de una sociedad agraviada por la violencia.
No podemos permitir que el crimen organizado haga presa del miedo y del terror a nuestra Nación. Una verdadera justicia exige que el castigo corresponda a la gravedad del delito y del daño social causado.
Una verdadera justicia exige que se castigue con mayor severidad a quien atenta contra los más vulnerables. Una verdadera justicia requiere que se aplique todo el peso de la ley a aquellos cuya crueldad no conoce límites.
Es un momento propicio para aprobar una reforma como la que hoy propongo nuevamente al Congreso, habida cuenta de que se han dado pasos importantes para fortalecer y modernizar las instituciones encargadas de seguridad y justicia penal.
Recientemente fue aprobada una Reforma Constitucional en Materia de Procuración e Impartición de Justicia Penal.
Por ello, las instituciones de seguridad pública del país deberán realizar cambios estructurales para ser más eficientes en la delicada tarea de velar por la seguridad de los ciudadanos.
Sé que, por desgracia, la ilegalidad y la impunidad se han ido enquistando en nuestra sociedad y en nuestras instituciones, y que los distintos gobiernos no hemos respondido en la medida en que la sociedad lo ha demandado.
Como Presidente de la República, y desde el primer día, puse como la más alta prioridad de mi Gobierno la lucha contra la inseguridad y contra la delincuencia.
He dispuesto de todos los recursos del Estado para recuperar la seguridad en el país. En esa lucha han perdido la vida, en esta Administración, ya cientos de policías federales, soldados y marinos al servicio de la República, en el cumplimiento del deber de proteger a los ciudadanos y de coadyuvar con las autoridades estatales en el cumplimiento de su responsabilidad, de la seguridad pública de los gobernados.
Al igual que la sociedad lo hace con justa razón, exigiéndonos a todos el cumplimiento de nuestro deber, a las autoridades; también nosotros hemos dicho ya basta, en su momento, y he llamado una y otra vez al compromiso y la colaboración a fondo de las autoridades estatales y municipales, a los Poderes de la Unión, a los partidos políticos, a los integrantes de los poderes judiciales, Federal y estatales; a la sociedad civil organizada, a los medios de comunicación, a los ciudadanos, a todos.
En la lucha contra la criminalidad estamos trabajando para depurar y profesionalizar los cuerpos policíacos federales, con el fin de que cumplan con elevados estándares de confianza y honradez.
Hemos insistido y seguiremos insistiendo para que los gobiernos locales también modernicen, depuren y profesionalicen sus instituciones policiacas.
Debemos compartir información, fortalecer la coordinación y trabajar siempre de manera conjunta, no importa a quien constitucionalmente competa directamente la seguridad.
No podemos aspirar a ser una Nación desarrollada sin contar con cuerpos policiacos honestos y confiables.
Es tarea urgente que todas las autoridades asumamos nuestra responsabilidad y no posterguemos la depuración de los cuerpos policiacos a nivel local, a nivel estatal y a nivel Federal.
Nos concierne a todos los órdenes de Gobierno garantizar que los criminales no estén en las policías ni encubiertos por las policías. Debemos purgar las organizaciones policiales para acabar con los infiltrados del crimen, debemos poner un alto definitivo al contubernio entre delincuentes y autoridades.
Hoy se cierne la amenaza de la inseguridad sobre la libertad y los derechos de los mexicanos, y ante este terrible flagelo es imperativo que todos unamos fuerzas para combatirlo.
Por ello, reitero el llamado que hice a todos los actores políticos, a los tres órdenes de Gobierno y a los Poderes de la Unión; a las empresas, a las organizaciones civiles, a los medios, a la sociedad entera, para cerrar filas y unirnos en torno a un verdadero frente nacional contra la delincuencia y el crimen organizado.
Hoy, nuevamente convoco a todos.
Hago un llamado a que la lucha contra la delincuencia sea asumida como una acción de Estado; que dejemos a un lado nuestras diferencias, que admitamos y superemos nuestras insuficiencias, nuestras omisiones y que respondamos a la exigencia ciudadana de trabajar conjuntamente y a fondo en el tema de la seguridad por encima de cualquier interés político.
La sociedad lo que exige es unidad en torno a una misma causa y en contra del enemigo común; así hemos entendido este justo reclamo hacia nosotros, las autoridades federales y hacia las autoridades locales.
Yo reitero la plena y absoluta disposición del Gobierno Federal para trabajar con cualquier Gobierno estatal o municipal, independientemente del signo partidista.
Queremos trabajar con las autoridades de todos los órdenes de Gobierno para depurar y profesionalizar a las policías, para dotarlas de las técnicas de investigación, del armamento y de la capacidad operativa que se requiere para hacer frente a estos problemas.
Nuestra responsabilidad primaria es ante la ciudadanía, a ella nos debemos. Es urgente poner fin a este cáncer que daña y lastima a México.
Muchas gracias.
Fuente: CS de Los Pinos
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