Los migrantes latinoamericanos, “pilar” de la Iglesia católica en Estados Unidos/Reportaje
■ Reconocen obispos su participación y los defienden ante las autoridades de ese país
José Antonio Román, reportero
■ Reconocen obispos su participación y los defienden ante las autoridades de ese país
José Antonio Román, reportero
Publicado en La Jornada, (www.jornada.unam.mx), 10 y 11 de agosto de 2008;
Los migrantes latinos, principalmente mexicanos, se han convertido en uno de los pilares más fuertes de la Iglesia católica en Estados Unidos: su llegada masiva, sobre todo en los últimos 10 años, no sólo ha evitado la prolongada caída en su feligresía, sino que ahora registra, inclusive, un leve crecimiento, pese a la crisis provocada en 2002, cuando se hicieron públicas las acusaciones contra sacerdotes pederastas. El catolicismo estadunidense, alguna vez sólidamente irlandés, italiano y polaco, tiene hoy, cada vez más, un rostro latino.
Con la llegada de cuando menos 4.5 millones de mexicanos indocumentados a Estados Unidos, desde 2000, y 2 millones más de Centro, Sudamérica y el Caribe, los latinos católicos constituyen hoy 35 por ciento de los 75 millones de personas que profesan esa fe en territorio estadunidense. Este hecho los ha convertido ya en el grupo étnico más grande en la Iglesia católica del país.
Desde 1970, los latinos han representado 71 por ciento del aumento en la Iglesia católica en Estados Unidos, fundamentalmente debido a la migración. Para las próximas décadas se prevé un fuerte crecimiento de esta población, producto de esa misma migración, pero también debido a las altas tasas de natalidad, que no registran otros grupos poblacionales.
De acuerdo con las últimas proyecciones censales, para 2030 los latinoamericanos subirán de 35 a 44 por ciento de los católicos en Estados Unidos, y para mediados del siglo, ocho de cada 10 de ellos en el país serán de esa procedencia, según estadísticas del Secretariado de Asuntos Hispanos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Las cifras abrigan un futuro promisorio para la Iglesia católica en ese país.
Los obispos estadunidenses y el mismo papa Benedicto XVI tienen muy claro el fenómeno. Están conscientes, todos, de que si no fuera por los migrantes, la Iglesia católica en Estados Unidos estaría sumergida en una grave crisis, no sólo producto de los escándalos sexuales de sus sacerdotes, sino por la constante pérdida de feligreses anglosajones. Ninguna otra Iglesia en ese país ha perdido más seguidores que la católica, y su estabilidad se debe a los migrantes latinoamericanos, en su mayor parte mexicanos, que han llegado de manera masiva en los últimos 10 años, según revela The Pew Forum Religion and Public Life, en su encuesta El paisaje religioso en Estados Unidos.
Para Fred Alvarez Palafox, especialista en temas religiosos, no es gratuita la férrea defensa que han asumido los obispos estadunidense en materia migratoria, condenando las políticas persecutorias y la construcción del muro fronterizo, ni tampoco los mensajes pronunciados “estratégicamente” en español por el papa Benedicto XVI en su reciente visita a ese país, a mediados de abril pasado. “Dirijo un cordial saludo a los católicos en lengua española y les manifiesto mi cercanía espiritual, en particular a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los que pasan por dificultades o se sienten necesitados”, dijo el pontífice, quien también abogó por los derechos humanos de los migrantes.
Además, Fred Alvarez señala que la presencia latina tiene aún un mayor relieve si se considera que los latinos son apenas 14 por ciento de la población estadunidense. En pocas palabras, ellos literalmente se han convertido en una “gran bendición” para la Iglesia católica, pues los escándalos por pederastia han minado significativamente la fe en los feligreses anglosajones, principalmente los jóvenes, que no acuden a la iglesia.
Ante un nuevo panorama, la fuerza económica que desde siempre ha tenido la Iglesia católica ahora se ve acompañada por una creciente presencia de feligreses latinos, cuya influencia en la vida social y política del país más poderoso del planeta también tiende a crecer.
Pero además, hoy en día las ciudades y regiones adonde tradicionalmente habían llegado los latinos se han diversificado ampliamente. En 2000, más de una cuarta parte los latinos vivían en Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Miami. Dos años más tarde, 9 de cada 10 vivían en las zonas metropolitanas, y la mitad de éstos lo hacían en ciudades principales. En 2008, las 10 diócesis que cuentan con las poblaciones latinas más grandes y los que concentran, consecuentemente, el mayor número de católicos latinos, son: Los Ángeles, Miami, Nueva York, Galveston-Houston, San Bernardino, Chicago, Brooklyn, Fresno, San Antonio y Orange. Sin embargo, paulatinamente, en el mismo lapso, los latinos han empezado a llegar a estados como Arkansas, Luisiana, Indiana, Carolina del Norte, Washington, Ohio y hasta Alaska, algo impensable hasta hace algunos años.
Con la llegada de cuando menos 4.5 millones de mexicanos indocumentados a Estados Unidos, desde 2000, y 2 millones más de Centro, Sudamérica y el Caribe, los latinos católicos constituyen hoy 35 por ciento de los 75 millones de personas que profesan esa fe en territorio estadunidense. Este hecho los ha convertido ya en el grupo étnico más grande en la Iglesia católica del país.
Desde 1970, los latinos han representado 71 por ciento del aumento en la Iglesia católica en Estados Unidos, fundamentalmente debido a la migración. Para las próximas décadas se prevé un fuerte crecimiento de esta población, producto de esa misma migración, pero también debido a las altas tasas de natalidad, que no registran otros grupos poblacionales.
De acuerdo con las últimas proyecciones censales, para 2030 los latinoamericanos subirán de 35 a 44 por ciento de los católicos en Estados Unidos, y para mediados del siglo, ocho de cada 10 de ellos en el país serán de esa procedencia, según estadísticas del Secretariado de Asuntos Hispanos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Las cifras abrigan un futuro promisorio para la Iglesia católica en ese país.
Los obispos estadunidenses y el mismo papa Benedicto XVI tienen muy claro el fenómeno. Están conscientes, todos, de que si no fuera por los migrantes, la Iglesia católica en Estados Unidos estaría sumergida en una grave crisis, no sólo producto de los escándalos sexuales de sus sacerdotes, sino por la constante pérdida de feligreses anglosajones. Ninguna otra Iglesia en ese país ha perdido más seguidores que la católica, y su estabilidad se debe a los migrantes latinoamericanos, en su mayor parte mexicanos, que han llegado de manera masiva en los últimos 10 años, según revela The Pew Forum Religion and Public Life, en su encuesta El paisaje religioso en Estados Unidos.
Para Fred Alvarez Palafox, especialista en temas religiosos, no es gratuita la férrea defensa que han asumido los obispos estadunidense en materia migratoria, condenando las políticas persecutorias y la construcción del muro fronterizo, ni tampoco los mensajes pronunciados “estratégicamente” en español por el papa Benedicto XVI en su reciente visita a ese país, a mediados de abril pasado. “Dirijo un cordial saludo a los católicos en lengua española y les manifiesto mi cercanía espiritual, en particular a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los que pasan por dificultades o se sienten necesitados”, dijo el pontífice, quien también abogó por los derechos humanos de los migrantes.
Además, Fred Alvarez señala que la presencia latina tiene aún un mayor relieve si se considera que los latinos son apenas 14 por ciento de la población estadunidense. En pocas palabras, ellos literalmente se han convertido en una “gran bendición” para la Iglesia católica, pues los escándalos por pederastia han minado significativamente la fe en los feligreses anglosajones, principalmente los jóvenes, que no acuden a la iglesia.
Ante un nuevo panorama, la fuerza económica que desde siempre ha tenido la Iglesia católica ahora se ve acompañada por una creciente presencia de feligreses latinos, cuya influencia en la vida social y política del país más poderoso del planeta también tiende a crecer.
Pero además, hoy en día las ciudades y regiones adonde tradicionalmente habían llegado los latinos se han diversificado ampliamente. En 2000, más de una cuarta parte los latinos vivían en Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Miami. Dos años más tarde, 9 de cada 10 vivían en las zonas metropolitanas, y la mitad de éstos lo hacían en ciudades principales. En 2008, las 10 diócesis que cuentan con las poblaciones latinas más grandes y los que concentran, consecuentemente, el mayor número de católicos latinos, son: Los Ángeles, Miami, Nueva York, Galveston-Houston, San Bernardino, Chicago, Brooklyn, Fresno, San Antonio y Orange. Sin embargo, paulatinamente, en el mismo lapso, los latinos han empezado a llegar a estados como Arkansas, Luisiana, Indiana, Carolina del Norte, Washington, Ohio y hasta Alaska, algo impensable hasta hace algunos años.
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Preparan curas de exportación en seminario hispano guadalupano
Pide auxilio la Iglesia católica de EU a sus pares de México y CA
■ De 19 mil parroquias existentes, sólo 17% ofrecen misas en español
José Antonio Román / II y último
Como si estuviera ante un rompecabezas que no puede armar, la Iglesia católica estadunidense muestra abierta incapacidad para atender a cientos de nuevas comunidades de migrantes latinos llegados durante la pasada década, producto de la corriente indocumentada.
Agobiada por los escándalos de pederastia y ante un “mercado religioso extraordinariamente competido”, ha solicitado a sus pares de México y Centroamérica el envío de sacerdotes para la atención de la creciente comunidad católica, que lentamente, ante esta falta de atención, opta por iglesias protestantes o engrosa las filas de los no creyentes.
De los 42 mil sacerdotes católicos que hay en Estados Unidos, sólo 2 mil (5 por ciento del total) son latinos, mientras que de las 19 mil parroquias católicas existentes apenas 17 por ciento ofrecen misas en español y sólo 20 por ciento cuentan con una oficina de ministerio hispano.
En 1970 había solamente un obispo y 220 sacerdotes latinos, mientras que ahora cuenta con 33 prelados, aunque el número de sacerdotes de este origen nacidos en su territorio no llega a 500, cifra que refleja un índice de vocaciones extraordinariamente bajo en este sector poblacional, según datos de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos.
La Conferencia de Obispos Católicos de ese país ha lanzado un llamado de auxilio a las Iglesias de México y Centroamérica, principalmente, para el envío de sacerdotes. Así, la Arquidiócesis de México fundó el Seminario Hispano de Santa María de Guadalupe, a fin de formar presbíteros de exportación, varios de ellos enviados desde las diócesis estadunidenses para ser preparados aquí y entender las costumbres y la religiosidad popular de los mexicanos que se ven obligados a emigrar, pues del otro lado de la frontera no son entendidas plenamente ni por los sacerdotes anglosajones que hablan español.
Desde su creación, hace ocho años, han pasado decenas de seminaristas a fin de atender a las comunidades latinas en Estados Unidos, con recursos de la Arquidiócesis de México y aportes económicos de las diócesis estadounidenses.
Algunas otras iglesias centroamericanas envían temporalmente a algunos sacerdotes, pero el esfuerzo es insuficiente y se pierde en medio de la creciente necesidad.
Julián López Amozurrutia, rector del Seminario Conciliar de México, señala que el fenómeno es complejo, pues, a diferencias de otras migraciones que se dieron hacia Estados Unidos, como la italiana o irlandesa, que llegaron a ese país con todo y sacerdotes, con la latina sólo llegaron los trabajadores, que dejaron en su lugar de origen familias, pastores y ministros. Ésta es la realidad a la que la Iglesia católica de uno y otro lado de la frontera se enfrenta.
Explica que el surgimiento del seminario hispano se dio durante los trabajos para la exhortación apostólica Ecclesia in America, con motivo del nuevo milenio, donde el entonces papa, Juan Pablo II, habló de una sola Iglesia católica en el continente, y los obispos planteaban creciente preocupación por no poder atender a la oleada de migrantes indocumentados.
En medio de este panorama, la Iglesia católica enfrenta también un mercado religioso muy competido, donde la mayoría de las iglesias tienen espacios en medios electrónicos, cuentan con un poder económico importante y realizan un proselitismo más intenso, además de que en ese país se encuentran las sedes internacionales de varias confesiones, como la de los Testigos de Jehová y, la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días, conocida como mormones, por citar sólo dos.
El Centro Hispánico Pew, uno de los principales centros de investigación y encuestas en Estados Unidos, reportó que a pesar de que 74 por ciento de la población de origen mexicano sigue profesando la fe católica, 12 por ciento pertenece ya a alguna denominación evangélica.
En su documento La fe cambiante: latinos y la transformación de la religión en Estados Unidos, indica que, de continuar las actuales tendencias de conversión, la Iglesia católica seguirá perdiendo fieles latinos, la mayoría mexicanos. Se estima que para 2030, cuatro de cada 10 hispanos en Estados Unidos profesarán una religión diferente a la católica. En el mismo lapso la proporción de latinos que son católicos se reducirá de 68 por ciento, cifra reportada en 2006, a 61 por ciento dentro de dos décadas, aunque esta corriente prevalecerá sobre las demás. El cambio de religión, según el mismo estudio, se acentúa en la segunda y tercera generaciones de los migrantes católicos, así como el alejamiento de los jóvenes entre los 18 y 29 años de edad.
El desafío lo dibujó bien Benedicto XVI en su reciente viaje a Estados Unidos, donde pidió a los fieles católicos no dejar a su Iglesia, pero llamó a ésta a defender los derechos de los migrantes, elevar su voz sobre las cuestiones morales y sociales actuales, y formar a los fieles laicos para construir una sociedad más justa desde la célula fundamental de la familia.
Pide auxilio la Iglesia católica de EU a sus pares de México y CA
■ De 19 mil parroquias existentes, sólo 17% ofrecen misas en español
José Antonio Román / II y último
Como si estuviera ante un rompecabezas que no puede armar, la Iglesia católica estadunidense muestra abierta incapacidad para atender a cientos de nuevas comunidades de migrantes latinos llegados durante la pasada década, producto de la corriente indocumentada.
Agobiada por los escándalos de pederastia y ante un “mercado religioso extraordinariamente competido”, ha solicitado a sus pares de México y Centroamérica el envío de sacerdotes para la atención de la creciente comunidad católica, que lentamente, ante esta falta de atención, opta por iglesias protestantes o engrosa las filas de los no creyentes.
De los 42 mil sacerdotes católicos que hay en Estados Unidos, sólo 2 mil (5 por ciento del total) son latinos, mientras que de las 19 mil parroquias católicas existentes apenas 17 por ciento ofrecen misas en español y sólo 20 por ciento cuentan con una oficina de ministerio hispano.
En 1970 había solamente un obispo y 220 sacerdotes latinos, mientras que ahora cuenta con 33 prelados, aunque el número de sacerdotes de este origen nacidos en su territorio no llega a 500, cifra que refleja un índice de vocaciones extraordinariamente bajo en este sector poblacional, según datos de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos.
La Conferencia de Obispos Católicos de ese país ha lanzado un llamado de auxilio a las Iglesias de México y Centroamérica, principalmente, para el envío de sacerdotes. Así, la Arquidiócesis de México fundó el Seminario Hispano de Santa María de Guadalupe, a fin de formar presbíteros de exportación, varios de ellos enviados desde las diócesis estadunidenses para ser preparados aquí y entender las costumbres y la religiosidad popular de los mexicanos que se ven obligados a emigrar, pues del otro lado de la frontera no son entendidas plenamente ni por los sacerdotes anglosajones que hablan español.
Desde su creación, hace ocho años, han pasado decenas de seminaristas a fin de atender a las comunidades latinas en Estados Unidos, con recursos de la Arquidiócesis de México y aportes económicos de las diócesis estadounidenses.
Algunas otras iglesias centroamericanas envían temporalmente a algunos sacerdotes, pero el esfuerzo es insuficiente y se pierde en medio de la creciente necesidad.
Julián López Amozurrutia, rector del Seminario Conciliar de México, señala que el fenómeno es complejo, pues, a diferencias de otras migraciones que se dieron hacia Estados Unidos, como la italiana o irlandesa, que llegaron a ese país con todo y sacerdotes, con la latina sólo llegaron los trabajadores, que dejaron en su lugar de origen familias, pastores y ministros. Ésta es la realidad a la que la Iglesia católica de uno y otro lado de la frontera se enfrenta.
Explica que el surgimiento del seminario hispano se dio durante los trabajos para la exhortación apostólica Ecclesia in America, con motivo del nuevo milenio, donde el entonces papa, Juan Pablo II, habló de una sola Iglesia católica en el continente, y los obispos planteaban creciente preocupación por no poder atender a la oleada de migrantes indocumentados.
En medio de este panorama, la Iglesia católica enfrenta también un mercado religioso muy competido, donde la mayoría de las iglesias tienen espacios en medios electrónicos, cuentan con un poder económico importante y realizan un proselitismo más intenso, además de que en ese país se encuentran las sedes internacionales de varias confesiones, como la de los Testigos de Jehová y, la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días, conocida como mormones, por citar sólo dos.
El Centro Hispánico Pew, uno de los principales centros de investigación y encuestas en Estados Unidos, reportó que a pesar de que 74 por ciento de la población de origen mexicano sigue profesando la fe católica, 12 por ciento pertenece ya a alguna denominación evangélica.
En su documento La fe cambiante: latinos y la transformación de la religión en Estados Unidos, indica que, de continuar las actuales tendencias de conversión, la Iglesia católica seguirá perdiendo fieles latinos, la mayoría mexicanos. Se estima que para 2030, cuatro de cada 10 hispanos en Estados Unidos profesarán una religión diferente a la católica. En el mismo lapso la proporción de latinos que son católicos se reducirá de 68 por ciento, cifra reportada en 2006, a 61 por ciento dentro de dos décadas, aunque esta corriente prevalecerá sobre las demás. El cambio de religión, según el mismo estudio, se acentúa en la segunda y tercera generaciones de los migrantes católicos, así como el alejamiento de los jóvenes entre los 18 y 29 años de edad.
El desafío lo dibujó bien Benedicto XVI en su reciente viaje a Estados Unidos, donde pidió a los fieles católicos no dejar a su Iglesia, pero llamó a ésta a defender los derechos de los migrantes, elevar su voz sobre las cuestiones morales y sociales actuales, y formar a los fieles laicos para construir una sociedad más justa desde la célula fundamental de la familia.
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