Sobre el racismo en las aulas/ Juan Goytisolo
Imaginemos un plató de televisión -no hace falta mucha imaginación para ello, lo podemos ver a diario-, en el que, con el tirón del título ¿Qué piensas de tus vecinos?, la persona invitada, consciente de su visibilidad mediática, responde a las preguntas del presentador:
“¿Te llevas bien con ellos?”.
“En general, sí”.
“¡Ah! y ¿sólo en general? ¿Alguno te fastidia en particular?”.
“Tanto como fastidiar… a veces, sí”.
“Cuenta, cuenta”.
“Bueno, con esa gente ya se sabe”.
“¿Vienen de afuera?”.
“Sí”.
“¿Qué les reprochas? ¿El ruido, la promiscuidad?”.
“El griterío que arman, no te dejan ni dormir”.
“Claro, sus fiestas”.
“Se lían a gritos hasta en la escalera”.
“Tienen muchos críos, ¿verdad?”.
“Más de la cuenta”.
Etcétera.
Trasladémonos ahora a un centro escolar en el que los alumnos de secundaria son invitados…
“¿Te llevas bien con ellos?”.
“En general, sí”.
“¡Ah! y ¿sólo en general? ¿Alguno te fastidia en particular?”.
“Tanto como fastidiar… a veces, sí”.
“Cuenta, cuenta”.
“Bueno, con esa gente ya se sabe”.
“¿Vienen de afuera?”.
“Sí”.
“¿Qué les reprochas? ¿El ruido, la promiscuidad?”.
“El griterío que arman, no te dejan ni dormir”.
“Claro, sus fiestas”.
“Se lían a gritos hasta en la escalera”.
“Tienen muchos críos, ¿verdad?”.
“Más de la cuenta”.
Etcétera.
Trasladémonos ahora a un centro escolar en el que los alumnos de secundaria son invitados…
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