Los fapistas toman la tribuna alta; Duarte dirige la sesión desde abajo
■ Nuevo bloque en San Lázaro: PAN-PRI-PVEM y chuchos
Los fapistas toman la tribuna alta; Duarte dirige la sesión desde abajo
Roberto Garduño y Enrique Méndez, reporteros
■ Nuevo bloque en San Lázaro: PAN-PRI-PVEM y chuchos
Los fapistas toman la tribuna alta; Duarte dirige la sesión desde abajo
Roberto Garduño y Enrique Méndez, reporteros
Publicado en La Jornada, 29 de octubre de 2008;
Al retirarse Andrés Manuel López Obrador de la Cámara de Diputados se agudizó el diferendo entre el Frente Amplio Progresista (FAP) y la triada PAN-PRI-PVEM, acompasada por legisladores de la corriente perredista Nueva Izquierda. En punto de las 11 de la mañana, unos 20 representantes del sol azteca y del PT ocuparon la mesa directiva con el propósito de evitar que se consumara la aprobación de la reforma energética.
Desde las curules centrales del salón de plenos, Emilio Gamboa Patrón, acompañado por José Murat y Carlos Chaurand, reprobaba la acción de los legisladores del FAP, quienes gritaban: “¡La patria no se vende, la patria se defiende! ¡Pemex sí, yanquis no!”
La acostumbrada mesura de Gamboa se agotó ante la toma de la mesa directiva, y ordenó: “¡Son sólo 15 diputados los que están allá arriba! ¡Díganle a César (Duarte) que venga! ¡Nos vamos a la sede alterna! ¡Que hagan una valla y no pasa nadie! ¡Nadie!”
El coordinador priísta recibía llamadas en sus dos teléfonos celulares, y en una pausa endureció el tono: “¡Ahí está la seriedad y el respeto que tiene Andrés Manuel López Obrador en las instituciones de México! ¡Ahí está la seriedad de quien se dice republicano y que quiere ser presidente de la República! ¡Que lo piense bien el pueblo de México! ¡Ha ordenado que deje de sesionar la mayoría, y en la democracia las mayorías se imponen!”
En su molestia, reclamaba la presencia del presidente de la Cámara, César Duarte Jáquez: “¿Dónde está César? ¡Tráiganlo!” Además, solicitó a los reporteros su comprensión: “Yo a ustedes nunca les pido nada, pero por favor, ahora sí tomen sus lugares”. En esos momentos, Héctor Larios Córdova sostenía una conversación con Duarte, a la que se sumó, en medio del tumulto, Gamboa.
Para entonces, diputados de PRI y PAN tomaron la parte de la tribuna que dejó sin cubrir el FAP. Los legisladores de esos partidos se hicieron del control del micrófono, desde donde Duarte, como lo había hecho Gamboa, solicitó a los medios abandonar el salón de plenos.
No obstante, priístas y panistas no habían acordado con el presidente de la Junta de Coordinación Política, Javier González Garza, a quien convocaron a reunión en el viejo Salón de Protocolo, aledaño al balcón de invitados. Antes de entrar, Gamboa consultó con Duarte Jáquez si estaba dispuesto a llevar la sesión desde la parte baja de la tribuna.
–¿Estás totalmente convencido? –le preguntó.
–¡Por supuesto! –respondió.
Mientras se desarrollaba el cónclave, la diputada de Convergencia Layda Sansores Sanromán reforzó el control de la mesa directiva, hasta donde subió con un megáfono. En la escalinata se topó con la diputada panista guanajuatense Elia Hernández Núñez, quien le soltó, mientras la sujetaba del antebrazo: “¿Y tú, adónde vas?”
El forcejeo fue resuelto por los propios panistas, quienes pidieron a Elia Hernández que no provocara un conato de violencia.
En tanto, desde la mesa directiva los fapistas exclamaban: “¡No a la violencia, no a la violencia!” Pero la réplica que los panistas lanzaron desde sus curules contra los integrantes del FAP fue tajante: “¡Hipócritas, hipócritas!”
Desde su curul, el diputado tamaulipeco por el PRI Enrique Cárdenas gritó, cuando Sansores iniciaba su arenga desde el megáfono: “¡Mucha ropa!”
Furioso, el diputado verde Manuel Portilla, secretario de la mesa directiva, exclamó: “¡Hay que bajarlos a madrazos!”
En el salón de Protocolo, priístas y panistas negociaron con González Garza que se permitiera el desarrollo de la sesión en el pleno, sin incurrir en actos de provocación. El acuerdo implicó que Duarte condujera la sesión desde la parte baja de la tribuna, donde habitualmente se ubican los estenógrafos, para no tener que trasladarse a la sede alterna, en este caso el auditorio del edificio E, aunque también se previó que en caso extremo la sesión se realizara en el salón de la Tesorería, ubicado en Palacio Nacional.
González Garza aceptó bajo protesta y exigió intervenir como primer orador para fijar las razones que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo ha esgrimido ante la opinión pública para evitar lo que, dijo, es un acto de privatización de los hidrocarburos.
A las 11:33 horas se inició la sesión. Priístas y panistas pidieron elevar el volumen del sonido local para tratar de acallar a los diputados del FAP, quienes desde la mesa directiva hacían sonar trompetas de aire comprimido y el megáfono. Sobre esa área del salón de sesiones desplegaron tres mantas de manera sucesiva, en las que se leía: “Éstas son las palabras que se excluyeron del dictamen…”, “Contra la patria, aquí no” y “Sólo unas palabras separan el disenso del consenso; sí hay trampa y engaño, acepten”.
Durante cinco horas, la triada PAN-PRI-PVEM y los perredistas de Nueva Izquierda convivieron en el extremo de sus posiciones. Así, una vez votados los siete dictámenes, eufórico, el diputado perredista de esa corriente Martín Zepeda Hernández le levantó el brazo izquierdo a la panista Violeta Lagunes, la misma que en la toma de protesta de Felipe Calderón defendió la tribuna arrojando latas de Cocacola a Víctor Varela.
Desde las curules centrales del salón de plenos, Emilio Gamboa Patrón, acompañado por José Murat y Carlos Chaurand, reprobaba la acción de los legisladores del FAP, quienes gritaban: “¡La patria no se vende, la patria se defiende! ¡Pemex sí, yanquis no!”
La acostumbrada mesura de Gamboa se agotó ante la toma de la mesa directiva, y ordenó: “¡Son sólo 15 diputados los que están allá arriba! ¡Díganle a César (Duarte) que venga! ¡Nos vamos a la sede alterna! ¡Que hagan una valla y no pasa nadie! ¡Nadie!”
El coordinador priísta recibía llamadas en sus dos teléfonos celulares, y en una pausa endureció el tono: “¡Ahí está la seriedad y el respeto que tiene Andrés Manuel López Obrador en las instituciones de México! ¡Ahí está la seriedad de quien se dice republicano y que quiere ser presidente de la República! ¡Que lo piense bien el pueblo de México! ¡Ha ordenado que deje de sesionar la mayoría, y en la democracia las mayorías se imponen!”
En su molestia, reclamaba la presencia del presidente de la Cámara, César Duarte Jáquez: “¿Dónde está César? ¡Tráiganlo!” Además, solicitó a los reporteros su comprensión: “Yo a ustedes nunca les pido nada, pero por favor, ahora sí tomen sus lugares”. En esos momentos, Héctor Larios Córdova sostenía una conversación con Duarte, a la que se sumó, en medio del tumulto, Gamboa.
Para entonces, diputados de PRI y PAN tomaron la parte de la tribuna que dejó sin cubrir el FAP. Los legisladores de esos partidos se hicieron del control del micrófono, desde donde Duarte, como lo había hecho Gamboa, solicitó a los medios abandonar el salón de plenos.
No obstante, priístas y panistas no habían acordado con el presidente de la Junta de Coordinación Política, Javier González Garza, a quien convocaron a reunión en el viejo Salón de Protocolo, aledaño al balcón de invitados. Antes de entrar, Gamboa consultó con Duarte Jáquez si estaba dispuesto a llevar la sesión desde la parte baja de la tribuna.
–¿Estás totalmente convencido? –le preguntó.
–¡Por supuesto! –respondió.
Mientras se desarrollaba el cónclave, la diputada de Convergencia Layda Sansores Sanromán reforzó el control de la mesa directiva, hasta donde subió con un megáfono. En la escalinata se topó con la diputada panista guanajuatense Elia Hernández Núñez, quien le soltó, mientras la sujetaba del antebrazo: “¿Y tú, adónde vas?”
El forcejeo fue resuelto por los propios panistas, quienes pidieron a Elia Hernández que no provocara un conato de violencia.
En tanto, desde la mesa directiva los fapistas exclamaban: “¡No a la violencia, no a la violencia!” Pero la réplica que los panistas lanzaron desde sus curules contra los integrantes del FAP fue tajante: “¡Hipócritas, hipócritas!”
Desde su curul, el diputado tamaulipeco por el PRI Enrique Cárdenas gritó, cuando Sansores iniciaba su arenga desde el megáfono: “¡Mucha ropa!”
Furioso, el diputado verde Manuel Portilla, secretario de la mesa directiva, exclamó: “¡Hay que bajarlos a madrazos!”
En el salón de Protocolo, priístas y panistas negociaron con González Garza que se permitiera el desarrollo de la sesión en el pleno, sin incurrir en actos de provocación. El acuerdo implicó que Duarte condujera la sesión desde la parte baja de la tribuna, donde habitualmente se ubican los estenógrafos, para no tener que trasladarse a la sede alterna, en este caso el auditorio del edificio E, aunque también se previó que en caso extremo la sesión se realizara en el salón de la Tesorería, ubicado en Palacio Nacional.
González Garza aceptó bajo protesta y exigió intervenir como primer orador para fijar las razones que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo ha esgrimido ante la opinión pública para evitar lo que, dijo, es un acto de privatización de los hidrocarburos.
A las 11:33 horas se inició la sesión. Priístas y panistas pidieron elevar el volumen del sonido local para tratar de acallar a los diputados del FAP, quienes desde la mesa directiva hacían sonar trompetas de aire comprimido y el megáfono. Sobre esa área del salón de sesiones desplegaron tres mantas de manera sucesiva, en las que se leía: “Éstas son las palabras que se excluyeron del dictamen…”, “Contra la patria, aquí no” y “Sólo unas palabras separan el disenso del consenso; sí hay trampa y engaño, acepten”.
Durante cinco horas, la triada PAN-PRI-PVEM y los perredistas de Nueva Izquierda convivieron en el extremo de sus posiciones. Así, una vez votados los siete dictámenes, eufórico, el diputado perredista de esa corriente Martín Zepeda Hernández le levantó el brazo izquierdo a la panista Violeta Lagunes, la misma que en la toma de protesta de Felipe Calderón defendió la tribuna arrojando latas de Cocacola a Víctor Varela.
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Vida nacional/Pablo Hiriart
Publicado en Excelsior, 29 de octubre de 2008;
Vergonzoso
Sólo faltó que a López Obrador se le rindieran honores como Presidente Legítimo de los Estados Unidos Mexicanos durante su presentación ayer en la sede del Congreso.La vergüenza que vivió ayer la Cámara de Diputados explica en buena parte por qué estamos como estamos.Y estamos de cabeza. Caminamos al revés.
Los diputados, presididos por el priista César Duarte, le dieron a López Obrador la tribuna que le negaron al Presidente de la República.Si fuera por convicción y creen que AMLO ganó las elecciones, adelante. Y hagan lo que legalmente corresponda para instalarlo en la silla presidencial.
Pero lo que hicieron ayer los diputados ante López Obrador no fue por convicción, sino por miedo. Fue un acto de supina cobardía.
Si López Obrador quería dar su opinión sobre la reforma energética, tuvo a su alcance los 22 foros que organizó el Senado, y no asistió a ninguno. Y si para mostrar absoluta buena fe querían darle un espacio el mismo día en que se votaban los siete dictámenes de la reforma, debió ser con preguntas y respuestas.
No se abrió la posibilidad a cuestionar ni siquiera mínimamente al personaje que tuvo a su disposición el micrófono por 45 minutos, en un monólogo plagado de insultos, mentiras y lugares comunes.
Cero réplica. Cuánta cobardía. Lo dejaron insultar, azuzar, incitar a la confrontación, se levantó y se fue al cordón de partidarios suyos que rodeaba San Lázaro. Por eso el país está como está. Por la cobardía de buena parte de la clase política.
Al Presidente de la República se le niega el derecho de ir a presentar su Informe a San Lázaro, se le pide que lo mande por escrito y los diputados se reservan el derecho a citarlo a comparecer en caso necesario.
A López Obrador, en cambio, alfombra roja y caravanas.
Le dieron tribuna, micrófono, cadena nacional de televisión y cero preguntas, porque le tienen miedo. Los diputados han confirmado lo que tantas veces hemos señalado en esta columna: se doblan ante los violentos y son soberbios ante el ciudadano que es respetuoso de la ley.
A pesar del daño que López Obrador le ha hecho al país, le permiten el uso de la tribuna en los salones del Congreso, sin formularle una sola pregunta.
Le abrieron el canal de televisión del poder Legislativo para que insulte a las instituciones, mienta sobre la reforma energética y azuce a la población para aumentar la polarización… sin que nadie le hiciera un cuestionamiento.
El formato de la reunión lo impedía. Nada de preguntas (que habrían mostrado su ignorancia sobre el tema).Le dieron tribuna a quien ha enseñado al país que las cosas se consiguen por la fuerza.
Es mentira lo que dijo el presidente de la Cámara, César Duarte, quien afirmó que a López Obrador se le dio tribuna “como a cualquier otro ciudadano que quiera dar su opinión respecto de la reforma energética”.
Falso.
Esa oportunidad, en el Salón de Protocolo del Congreso y sin derecho a cuestionamientos, sólo se le da a quien amaga con la violencia, insulta y amenaza.
Lo que hizo la Cámara de Diputados es una acción ominosa de cobardía, de falta de respeto a sí misma, y envía un malhadado mensaje a la población.
Duarte le pidió al coordinador de la bancada del PRD en San Lázaro que a cambio de dejar hablar a López Obrador los diputados de ese partido guardaran un comportamiento civilizado durante la sesión de debate y votación de los dictámenes de la reforma energética.¿Cuál fue la respuesta?Lo mandaron por un tubo. Así y todo, el priista permitió que López Obrador tuviera todos los privilegios de un Jefe de Estado en la sede del Congreso.
Por cobardía, nada más.
Porque López Obrador y sus seguidores saben abrir puertas a patadas. Eso es lo que cuenta en México. La fuerza, la amenaza y el chantaje.Estamos a años luz de construir un país con Estado de derecho y certeza jurídica, que son lo mínimo indispensable para el desarrollo de un país.Veamos China. Veamos India. Ahí van rumbo al desarrollo, gracias a la educación de calidad y a la certeza jurídica.Aquí a un impostor se le da trato de Jefe de Estado, y se educa a la población a conseguir las cosas por las malas.
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