Según fuentes oficiales, se indaga omisión de Noé Ramírez para vigilar a subalternos
Investigan a ex titular de la SIEDO por la venta de información a los Beltrán Leyva
Alfredo Méndez y Gustavo Castillo, reporteros
Investigan a ex titular de la SIEDO por la venta de información a los Beltrán Leyva
Alfredo Méndez y Gustavo Castillo, reporteros
La Jornada, 29 de octubre de 2008;
Los funcionarios de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) que fueron detenidos por vender información clasificada a narcotraficantes formaban parte en 2002 de un “grupo especial” de ex militares de elite comandado por José Luis Santiago Vasconcelos, entonces titular de esa subprocuraduría.
En julio pasado, un ex director de Interpol-México aseguró que conoció en 2002 a Miguel Ángel Colorado, cuando era el coordinador general técnico de la fiscalía antinarcóticos, y al capitán Fernando Rivera, quien fungía como director adjunto de Inteligencia de esa instancia dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR).
“Me comentaron que formaban parte de un grupo especial operativo de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada; que estaban directamente bajo las órdenes de Santiago Vasconcelos, y que sólo a él rendían cuentas”, declaró el pasado 2 de julio en la embajada de México en Estados Unidos el ex funcionario de Interpol, al que se proporcionó el alias de Felipe para proteger su identidad.
Hace dos días, durante una conferencia de prensa en la que se confirmó la existencia de este caso de corrupción dentro de la fiscalía antinarcóticos, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, afirmó que hasta el momento no hay indicios que señalen a Santiago Vasconcelos ni a Noé Ramírez Mandujano, ex titulares de la SIEDO, como posibles encubridores o copartícipes de estos hechos.
Sin embargo, fuentes gubernamentales revelaron ayer a La Jornada que la SIEDO investiga a Ramírez Mandujano por la presunta omisión en vigilar a sus subalternos, además de que la dependencia revisa la evolución patrimonial de este funcionario, que actualmente se desempeña como representante de la PGR ante la Oficina de Naciones Unidas en Viena.
Sobre Santiago Vasconcelos, quien hace dos meses fue nombrado por el presidente Felipe Calderón secretario técnico de la comisión que implementará la reforma de seguridad y justicia penal, los informantes indicaron que no hay motivos para investigarlo por este caso de corrupción en la SIEDO.
En julio pasado, Felipe, el testigo protegido por Estados Unidos, alertó a las autoridades mexicanas sobre sobornos millonarios que dieron los hermanos Beltrán Leyva a diversos funcionarios de la PGR.
De inmediato, Marisela Morales, actual titular de la SIEDO, con el apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), comenzó a investigar al ingeniero Colorado, al capitán Rivera y a otros agentes anticrimen, quienes nunca se percataron de que habían sido delatados desde Estados Unidos. Las pesquisas de la subprocuradora incluyeron inspecciones en los domicilios particulares de sus subalternos.
Uno de esos cateos se efectuó en la casa de Colorado ubicada en una zona residencial del municipio mexiquense de Huixquilucan.
En uno de los cuartos de esa residencia estaba un portafolios color café que contenía diversos documentos, entre los que “había un sobre dirigido a María Ana Luna de Luque (quien es familiar de la esposa de Miguel Ángel Colorado), con una misiva firmada por José Luis Santiago Vasconcelos”, refieren informes ministeriales de la averiguación previa UETMIO/6668/2008.
El contenido de la misiva enviada por Santiago Vasconcelos a la mujer identificada como María Ana Luna de Luque no fue descrito por quienes redactaron el acta circunstanciada.
Al momento del cateo, Colorado y Diana Alicia Luque Luna, su esposa, estaban fuera de casa.
Declaraciones de ex funcionarios de la SIEDO que han admitido haber recibido sobornos de los hermanos Beltrán Leyva señalan a la señora Luque Luna como la principal cómplice de su marido, ya que “ella entregaba la información a los narcos”.
En julio pasado, un ex director de Interpol-México aseguró que conoció en 2002 a Miguel Ángel Colorado, cuando era el coordinador general técnico de la fiscalía antinarcóticos, y al capitán Fernando Rivera, quien fungía como director adjunto de Inteligencia de esa instancia dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR).
“Me comentaron que formaban parte de un grupo especial operativo de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada; que estaban directamente bajo las órdenes de Santiago Vasconcelos, y que sólo a él rendían cuentas”, declaró el pasado 2 de julio en la embajada de México en Estados Unidos el ex funcionario de Interpol, al que se proporcionó el alias de Felipe para proteger su identidad.
Hace dos días, durante una conferencia de prensa en la que se confirmó la existencia de este caso de corrupción dentro de la fiscalía antinarcóticos, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, afirmó que hasta el momento no hay indicios que señalen a Santiago Vasconcelos ni a Noé Ramírez Mandujano, ex titulares de la SIEDO, como posibles encubridores o copartícipes de estos hechos.
Sin embargo, fuentes gubernamentales revelaron ayer a La Jornada que la SIEDO investiga a Ramírez Mandujano por la presunta omisión en vigilar a sus subalternos, además de que la dependencia revisa la evolución patrimonial de este funcionario, que actualmente se desempeña como representante de la PGR ante la Oficina de Naciones Unidas en Viena.
Sobre Santiago Vasconcelos, quien hace dos meses fue nombrado por el presidente Felipe Calderón secretario técnico de la comisión que implementará la reforma de seguridad y justicia penal, los informantes indicaron que no hay motivos para investigarlo por este caso de corrupción en la SIEDO.
En julio pasado, Felipe, el testigo protegido por Estados Unidos, alertó a las autoridades mexicanas sobre sobornos millonarios que dieron los hermanos Beltrán Leyva a diversos funcionarios de la PGR.
De inmediato, Marisela Morales, actual titular de la SIEDO, con el apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), comenzó a investigar al ingeniero Colorado, al capitán Rivera y a otros agentes anticrimen, quienes nunca se percataron de que habían sido delatados desde Estados Unidos. Las pesquisas de la subprocuradora incluyeron inspecciones en los domicilios particulares de sus subalternos.
Uno de esos cateos se efectuó en la casa de Colorado ubicada en una zona residencial del municipio mexiquense de Huixquilucan.
En uno de los cuartos de esa residencia estaba un portafolios color café que contenía diversos documentos, entre los que “había un sobre dirigido a María Ana Luna de Luque (quien es familiar de la esposa de Miguel Ángel Colorado), con una misiva firmada por José Luis Santiago Vasconcelos”, refieren informes ministeriales de la averiguación previa UETMIO/6668/2008.
El contenido de la misiva enviada por Santiago Vasconcelos a la mujer identificada como María Ana Luna de Luque no fue descrito por quienes redactaron el acta circunstanciada.
Al momento del cateo, Colorado y Diana Alicia Luque Luna, su esposa, estaban fuera de casa.
Declaraciones de ex funcionarios de la SIEDO que han admitido haber recibido sobornos de los hermanos Beltrán Leyva señalan a la señora Luque Luna como la principal cómplice de su marido, ya que “ella entregaba la información a los narcos”.
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■ Ex funcionarios de la SIEDO dicen que por ello repuntaron las ejecuciones en el país
Una traición acabó con el nexo Beltrán Leyva-cártel de Sinaloa, según detenidos
■ Me encargaron buscar a Nacho Coronel para que El Barbas se vengara, narra ex capitán preso
Alfredo Méndez, reportero
Una traición acabó con el nexo Beltrán Leyva-cártel de Sinaloa, según detenidos
■ Me encargaron buscar a Nacho Coronel para que El Barbas se vengara, narra ex capitán preso
Alfredo Méndez, reportero
La Jornada, 29 de octubre de 2008;
Con los testimonios aportados hace dos meses por ex funcionarios de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) vinculados a la red de corrupción de servidores públicos que recibieron sobornos de los hermanos Beltrán Leyva, la Procuraduría General de la República (PGR) pudo conocer el motivo real por el cual este clan familiar de narcotraficantes rompió relaciones con el cártel de Sinaloa o del Pacífico, que encabezan Joaquín El Chapo Guzmán, Ignacio Nacho Coronel Villarreal e Ismael El Mayo Zambada.
La ruptura se produjo en febrero de este año, debido a que la gente al servicio de Nacho Coronel dejó fuera de un negocio de drogas a Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, lo que fue visto por este capo sinaloense como traición.
Desde entonces repuntaron los ajustes de cuentas en el norte y centro de la República, y los hermanos Beltrán Leyva comenzaron a traficar, ya sin intermediarios, cargamentos de cocaína procedentes de Colombia y Venezuela.
Antes de la ruptura del vínculo entre los capos del cártel del Pacífico y los Beltrán Leyva (juntos formaban la llamada Federación de Cárteles), los barones de la droga se dividían las actividades de sus negocios ilícitos.
En las costas del sur del país la gente de El Chapo recibía los embarques de cocaína procedentes de Colombia y luego los enviaban por tierra a Estados Unidos. En el Distrito Federal, los hermanos Ismael y Jesús Zambada (el segundo detenido hace unos días) se encargaban de sacar los cargamentos de narcóticos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para llevarlos a la frontera de norte y cruzarlos al vecino país. Los hermanos Beltrán Leyva contactaban a traquetos (narcotraficantes) colombianos, a quienes compraban cocaína.
El capitán Fernando Rivera Hernández, ex director adjunto de inteligencia de la SIEDO, quien dirigía los operativos antinarco emprendidos por las Fuerzas Federales de Apoyo y efectivos militares, reveló el pasado 4 de agosto los motivos de la fractura. Según el ex militar, “en febrero de 2008, El Diecinueve (un sicario al servicio de los Beltrán Leyva apodado así porque había perdido una falange) me pidió que junto con mi grupo en la SIEDO nos abocáramos a la búsqueda de Nacho Coronel, ya que este narcotraficante y su gente habían traicionado en el negocio (de la droga) a don Arturo (Beltrán Leyva, El Barbas), y que por ello querían cobrar venganza”.
En su declaración ministerial, el ex funcionario de la SIEDO refirió que por ese trabajo para los narcos, los Beltrán Leyva les iban a pagar 350 mil dólares, “pero nunca hicimos ese jale”.
La ruptura se produjo en febrero de este año, debido a que la gente al servicio de Nacho Coronel dejó fuera de un negocio de drogas a Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, lo que fue visto por este capo sinaloense como traición.
Desde entonces repuntaron los ajustes de cuentas en el norte y centro de la República, y los hermanos Beltrán Leyva comenzaron a traficar, ya sin intermediarios, cargamentos de cocaína procedentes de Colombia y Venezuela.
Antes de la ruptura del vínculo entre los capos del cártel del Pacífico y los Beltrán Leyva (juntos formaban la llamada Federación de Cárteles), los barones de la droga se dividían las actividades de sus negocios ilícitos.
En las costas del sur del país la gente de El Chapo recibía los embarques de cocaína procedentes de Colombia y luego los enviaban por tierra a Estados Unidos. En el Distrito Federal, los hermanos Ismael y Jesús Zambada (el segundo detenido hace unos días) se encargaban de sacar los cargamentos de narcóticos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para llevarlos a la frontera de norte y cruzarlos al vecino país. Los hermanos Beltrán Leyva contactaban a traquetos (narcotraficantes) colombianos, a quienes compraban cocaína.
El capitán Fernando Rivera Hernández, ex director adjunto de inteligencia de la SIEDO, quien dirigía los operativos antinarco emprendidos por las Fuerzas Federales de Apoyo y efectivos militares, reveló el pasado 4 de agosto los motivos de la fractura. Según el ex militar, “en febrero de 2008, El Diecinueve (un sicario al servicio de los Beltrán Leyva apodado así porque había perdido una falange) me pidió que junto con mi grupo en la SIEDO nos abocáramos a la búsqueda de Nacho Coronel, ya que este narcotraficante y su gente habían traicionado en el negocio (de la droga) a don Arturo (Beltrán Leyva, El Barbas), y que por ello querían cobrar venganza”.
En su declaración ministerial, el ex funcionario de la SIEDO refirió que por ese trabajo para los narcos, los Beltrán Leyva les iban a pagar 350 mil dólares, “pero nunca hicimos ese jale”.
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