El cabildo de Guanajuato, encabezado por el Sr. Eduardo Romero Hicks, alcalde panista y acompañado de regidores del PRI y PRD pretenden convertir en delito el darse un beso en público.
Pretenden castigar a los enamorados con multa de mil 500 pesos.
Caray, ni siquiera los conservadores del siglo XIX se atrevieron a tanto.
Ante tal barbaridad propongo hagamos una "vaquita" -léase pase de charola- para hacer el monumento Al BESO. Quizás colocar una replica de "El Beso" de Auguste Rodin ahí en pleno Callejón del beso, en Guanajuato.
Además, por que no hacer un maratón de lectura de poesías referente al BESO.
Propongo de entrada el poema de Pedro Salinas(1891-195I), que dice:
"Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te dia
yer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.Te estoy besando más lejos...
****
Sobrre el tema recomiendo la columna:
Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 18 de enero de 2009;
Sólo la estupidez de un alcalde decimonónico y un cabildo medieval —junto con PRI, PAN y PRD— pudieron convertir en delito el beso.
Y sí, ocurrió en México, en la colonial capital de Guanajuato, en la llamada “cuna de la Independencia” —y en años recientes cuna del más rancio panismo—, donde las “buenas conciencias” dieron categoría de “curiosidad mundial” al bando que propuso el alcalde de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, y que aprobó el cabildo municipal, que entre otras genialidades castiga con multa de mil 500 pesos el beso practicado en lugares públicos.
En efecto, el despropósito y la sinrazón —explicables sólo como producto de la estupidez de un gobernante de extrema derecha llevado al poder por los caprichos del panismo guanajuatense— no sólo colocaron los ojos del mundo en Guanajuato y arrancaron risas de incredulidad y estupefacción en todo el país —por lo retrógrado de sus autoridades—, sino que el escándalo se convirtió en retrato del nuevo PAN.
Y es que el saliente alcalde de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, un médico viudo, sin más experiencia y méritos en el ejercicio del poder que ser hermano de Juan Carlos —ex gobernador de Guanajuato y actual director del Conacyt— y de José Luis —ex director del Banco de Comercio Exterior—, es la mejor estampa del estruendoso fracaso cultural del PAN y del agotamiento de su otrora floreciente cantera.
Según no pocos observadores del partido en el poder, en las elecciones de 2009 para renovar la Cámara de Diputados, seis gobiernos estatales y una decena de capitales y congresos locales, el PAN no tendrá más remedio que reclutar a buena parte de esa derecha extrema decadente, que hoy detenta el poder en entidades estratégicas como Guanajuato, Jalisco y Querétaro.
Ante su fracaso cultural, el PAN podría estar en la antesala de ser tragado por la extrema derecha intolerante, nada democrática, atrasada y, para mala fortuna de todos, emparentada con la extrema izquierda radical, más que con los afanes democráticos que dieron origen al PAN y al PRD.
“EL BESO” DE RODIN
Pero para tratar de entender el tamaño de la estupidez de Eduardo Romero Hicks —y el despropósito de su cabildo—, volvimos a un clásico del erotismo: El beso. De lo metafísico a lo erótico, de Adrianne Blue, recomendable para las buenas conciencias y la doble moral de no pocos panistas mochos de Guanajuato y para recuperar un pasaje memorable.
Como todos saben, acaso la más famosa escultura de Rodin, El beso —de la que al menos existen cuatro originales, unas de mármol y otras de bronce—, se exhibe en la Tate Gallery de Londres. Resulta que ese formidable mármol de cuatro toneladas llegó ahí gracias al coleccionista Edgard Perry Warren, quien en 1900 la encargó directamente a Rodin, luego de que se dijo impresionado por la original que estaba en París.
“En 1914 Warren dispuso que El beso fuera expuesto en el ayuntamiento de Lewes y esperaba que la ciudad inglesa pudiera conservar indefinidamente su Rodin. Pero muchos habitantes de Lewes consideraron que la escultura era inmoral. Preocupados, no fuera que pudiera corromper a los soldados que acudían a los conciertos del ayuntamiento, el consejo la cubrió con una tela negra. Le fue devuelta a Warren en 1917 y permaneció guardada hasta su muerte”. Años después esa versión de El beso fue adquirida por la Tate Gallery y es una de sus principales atracciones.
Cuando El beso de Rodin fue presentado por primera vez en el Salón de París, en 1989, causó revuelo, censura, y las buenas conciencias se escandalizaron, pero la escultura es una de las más vistas en los museos donde se exhibe. La mejor respuesta a aquellos que todavía se escandalizan ante El beso —dice Blue— sigue siendo aquella que Rodin dio a su amigo Besnard, preguntándose por qué todo el revuelo de 1898; dijo: “Supongo que te das cuenta de que sólo se trata de dos modelos que están posando. ¿No? Esos amantes nunca se han acostado, ¡ni tienen el más mínimo deseo de hacerlo!”
Hace más de un siglo una escultura de fuerte carga erótica escandaliza a muchos. Hoy, en Guanajuato, la doble moral de un alcalde, y la estupidez de suponer que en tanto autoridad debe imponer sus dobleces morales a los habitantes del municipio que gobierna, lo llevaron a él y a su no menos atrasado cabildo a aprobar que es un delito el beso practicado en lugares públicos. ¿Y el espíritu laico del Estado? Guste o no a los azules, ofrecen un retrato de cuerpo completo. De vuelta al pasado.
EL BESO DEL DIABLO
Ejemplos como el del alcalde de Guanajuato confirman que el PAN vive una de sus peores crisis ideológicas, de liderazgo y doctrinaria, que llega justo cuando el PAN tiene en sus manos el poder presidencial. Pero vale asomarse intramuros del partido para ver la crisis que vive.
Hace apenas unos días, el presidente Calderón y el gerente del PAN, Germán Martínez, presidieron un homenaje para reconocer los aportes de Luis H. Álvarez a su partido. El político —no ideólogo— que viró el rumbo del PAN en 1987 y lo convirtió del “apostolado democrático” que había sido en 40 años al partido del cambio que fue desde 1988. Don Luis tiene todo el mérito de ese viraje. Pero además de llegar al poder, ¿fue un cambio positivo para el PAN?
Todo indica que no. Parece que se cumplió el maleficio que pronosticó el propio Calderón cuando llegó a la presidencia del PAN en 1997: “No ganemos el poder pero perdamos al partido”. Hoy, casos como el de Romero Hicks —que no era ni militante del PAN hace tres años—, como los de gobernadores de Guanajuato, Jalisco, Querétaro, San Luis Potosí, y otros, dejan ver que el PAN tiene el poder presidencial, una buena porción del poder en el Congreso y de gobiernos estatales… pero ha perdido doctrina, liderazgo y, sobre todo, las luchas de poder terminaron por extinguir la cantera.
Al arrancar el año electoral intermedio —determinante rumbo a 2012—, el PAN no sólo no tiene un líder nacional ni regionales, y menos municipales —es una vergüenza para los azules de Guanajuato que su líder sea su mocho alcalde—, no tiene una figura nacional capaz de ser vista como “el bueno” para 2012, y tendrá que llenar las listas para diputados federales, locales, gobernadores y jefes delegaciones del DF con morralla de la derecha extrema, con vividores del poder como los que se enriquecen en el PAN-DF y, en el extremo, con enroques interesados o groseros del gabinete presidencial.
¿Cuántos Eduardos Romero Hicks llegarán al Congreso en 2009; cuántos llegarán a gobiernos estatales, a otras capitales del país, a congresos locales? ¿Cuántas Marianas Gómez del Campo? El PAN vive los estragos del “beso del diablo”. El poder.
EN EL CAMINO
Por cierto, está por aparecer en librerías el más reciente ensayo de Carlos Arriola sobre el PAN: El miedo a gobernar. Eso le pasa al PAN.
Y sí, ocurrió en México, en la colonial capital de Guanajuato, en la llamada “cuna de la Independencia” —y en años recientes cuna del más rancio panismo—, donde las “buenas conciencias” dieron categoría de “curiosidad mundial” al bando que propuso el alcalde de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, y que aprobó el cabildo municipal, que entre otras genialidades castiga con multa de mil 500 pesos el beso practicado en lugares públicos.
En efecto, el despropósito y la sinrazón —explicables sólo como producto de la estupidez de un gobernante de extrema derecha llevado al poder por los caprichos del panismo guanajuatense— no sólo colocaron los ojos del mundo en Guanajuato y arrancaron risas de incredulidad y estupefacción en todo el país —por lo retrógrado de sus autoridades—, sino que el escándalo se convirtió en retrato del nuevo PAN.
Y es que el saliente alcalde de Guanajuato, Eduardo Romero Hicks, un médico viudo, sin más experiencia y méritos en el ejercicio del poder que ser hermano de Juan Carlos —ex gobernador de Guanajuato y actual director del Conacyt— y de José Luis —ex director del Banco de Comercio Exterior—, es la mejor estampa del estruendoso fracaso cultural del PAN y del agotamiento de su otrora floreciente cantera.
Según no pocos observadores del partido en el poder, en las elecciones de 2009 para renovar la Cámara de Diputados, seis gobiernos estatales y una decena de capitales y congresos locales, el PAN no tendrá más remedio que reclutar a buena parte de esa derecha extrema decadente, que hoy detenta el poder en entidades estratégicas como Guanajuato, Jalisco y Querétaro.
Ante su fracaso cultural, el PAN podría estar en la antesala de ser tragado por la extrema derecha intolerante, nada democrática, atrasada y, para mala fortuna de todos, emparentada con la extrema izquierda radical, más que con los afanes democráticos que dieron origen al PAN y al PRD.
“EL BESO” DE RODIN
Pero para tratar de entender el tamaño de la estupidez de Eduardo Romero Hicks —y el despropósito de su cabildo—, volvimos a un clásico del erotismo: El beso. De lo metafísico a lo erótico, de Adrianne Blue, recomendable para las buenas conciencias y la doble moral de no pocos panistas mochos de Guanajuato y para recuperar un pasaje memorable.
Como todos saben, acaso la más famosa escultura de Rodin, El beso —de la que al menos existen cuatro originales, unas de mármol y otras de bronce—, se exhibe en la Tate Gallery de Londres. Resulta que ese formidable mármol de cuatro toneladas llegó ahí gracias al coleccionista Edgard Perry Warren, quien en 1900 la encargó directamente a Rodin, luego de que se dijo impresionado por la original que estaba en París.
“En 1914 Warren dispuso que El beso fuera expuesto en el ayuntamiento de Lewes y esperaba que la ciudad inglesa pudiera conservar indefinidamente su Rodin. Pero muchos habitantes de Lewes consideraron que la escultura era inmoral. Preocupados, no fuera que pudiera corromper a los soldados que acudían a los conciertos del ayuntamiento, el consejo la cubrió con una tela negra. Le fue devuelta a Warren en 1917 y permaneció guardada hasta su muerte”. Años después esa versión de El beso fue adquirida por la Tate Gallery y es una de sus principales atracciones.
Cuando El beso de Rodin fue presentado por primera vez en el Salón de París, en 1989, causó revuelo, censura, y las buenas conciencias se escandalizaron, pero la escultura es una de las más vistas en los museos donde se exhibe. La mejor respuesta a aquellos que todavía se escandalizan ante El beso —dice Blue— sigue siendo aquella que Rodin dio a su amigo Besnard, preguntándose por qué todo el revuelo de 1898; dijo: “Supongo que te das cuenta de que sólo se trata de dos modelos que están posando. ¿No? Esos amantes nunca se han acostado, ¡ni tienen el más mínimo deseo de hacerlo!”
Hace más de un siglo una escultura de fuerte carga erótica escandaliza a muchos. Hoy, en Guanajuato, la doble moral de un alcalde, y la estupidez de suponer que en tanto autoridad debe imponer sus dobleces morales a los habitantes del municipio que gobierna, lo llevaron a él y a su no menos atrasado cabildo a aprobar que es un delito el beso practicado en lugares públicos. ¿Y el espíritu laico del Estado? Guste o no a los azules, ofrecen un retrato de cuerpo completo. De vuelta al pasado.
EL BESO DEL DIABLO
Ejemplos como el del alcalde de Guanajuato confirman que el PAN vive una de sus peores crisis ideológicas, de liderazgo y doctrinaria, que llega justo cuando el PAN tiene en sus manos el poder presidencial. Pero vale asomarse intramuros del partido para ver la crisis que vive.
Hace apenas unos días, el presidente Calderón y el gerente del PAN, Germán Martínez, presidieron un homenaje para reconocer los aportes de Luis H. Álvarez a su partido. El político —no ideólogo— que viró el rumbo del PAN en 1987 y lo convirtió del “apostolado democrático” que había sido en 40 años al partido del cambio que fue desde 1988. Don Luis tiene todo el mérito de ese viraje. Pero además de llegar al poder, ¿fue un cambio positivo para el PAN?
Todo indica que no. Parece que se cumplió el maleficio que pronosticó el propio Calderón cuando llegó a la presidencia del PAN en 1997: “No ganemos el poder pero perdamos al partido”. Hoy, casos como el de Romero Hicks —que no era ni militante del PAN hace tres años—, como los de gobernadores de Guanajuato, Jalisco, Querétaro, San Luis Potosí, y otros, dejan ver que el PAN tiene el poder presidencial, una buena porción del poder en el Congreso y de gobiernos estatales… pero ha perdido doctrina, liderazgo y, sobre todo, las luchas de poder terminaron por extinguir la cantera.
Al arrancar el año electoral intermedio —determinante rumbo a 2012—, el PAN no sólo no tiene un líder nacional ni regionales, y menos municipales —es una vergüenza para los azules de Guanajuato que su líder sea su mocho alcalde—, no tiene una figura nacional capaz de ser vista como “el bueno” para 2012, y tendrá que llenar las listas para diputados federales, locales, gobernadores y jefes delegaciones del DF con morralla de la derecha extrema, con vividores del poder como los que se enriquecen en el PAN-DF y, en el extremo, con enroques interesados o groseros del gabinete presidencial.
¿Cuántos Eduardos Romero Hicks llegarán al Congreso en 2009; cuántos llegarán a gobiernos estatales, a otras capitales del país, a congresos locales? ¿Cuántas Marianas Gómez del Campo? El PAN vive los estragos del “beso del diablo”. El poder.
EN EL CAMINO
Por cierto, está por aparecer en librerías el más reciente ensayo de Carlos Arriola sobre el PAN: El miedo a gobernar. Eso le pasa al PAN.
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