29 mar 2009

Echeverría cosa juzgada

La historia no lo deja impune
Nota de JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista Proceso (www.peoceso.com.mx)# 1691, 29 de marzo de 2009;
La historia no ha absuelto a Luis Echeverría y, sin duda, no lo absolverá. En cambio, el expresidente ya cuenta con la exoneración de las autoridades judiciales que han creado para él, según lo dijo el fiscal Ignacio Carrillo Prieto, un “nicho de impunidad” al liberarlo de toda responsabilidad en la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968. En ello coincide la subdirectora de Amnistía Internacional para las Américas, Kerrie Howard, quien critica al Estado mexicano porque, arguye, no sólo incumple sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos, sino que garantiza la impunidad de aquellos que los violan. Exonerado la semana pasada por la justicia mexicana, el expresidente Luis Echeverría Álvarez quedó juzgado para la historia apenas ocurrida la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968.
El Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, con sede en el Distrito Federal, ratificó el jueves 26 el argumento con el que la justicia federal llevó las acusaciones contra Echeverría: hubo genocidio aquella noche de Tlatelolco, pero él no fue responsable. El colegiado confirmó el amparo obtenido por el exmandatario desde el 12 de julio de 2007, cuando el magistrado José Guadalupe Luna Altamirano, como titular del Tercer Tribunal Unitario en Materia Penal, aseguró que en las casi 59 mil fojas del expediente no encontró “ni una sola prueba” sobre su responsabilidad, pese a sostener que en la plaza de las Tres Culturas sí ocurrió ese delito de lesa humanidad y que éste aún no había prescrito.
El criterio predominante en la justicia mexicana fue que no pudo procesar a ningún responsable de aquellos hechos sangrientos porque los acusados estaban muertos –empezando por el expresidente Gustavo Díaz Ordaz– o la acción penal había prescrito. Más aún, que Echeverría, ahora de 87 años y en ese entonces secretario de Gobernación, “no tuvo nada que ver” en la matanza. Con esta determinación no sólo concluye la prisión domiciliaria a la que Echeverría estuvo sometido desde el 28 de noviembre de 2006, por su probable responsabilidad en esos hechos, sino que prácticamente se terminan las acciones judiciales en su contra.
En junio de 2005, la justicia federal también exoneró al exmandatario en definitiva de la matanza estudiantil del 10 de junio de 1971, perpetrada en San Cosme por el grupo paramilitar Los Halcones cuando él era presidente.Con el juicio de la historia a cuestas –ante la que Echeverría pasó como responsable de ambas matanzas–, la ratificación del amparo fue criticada por la oficina de Amnistía Internacional (AI) en México, que hizo ver al gobierno de Felipe Calderón que la impunidad por los delitos del pasado se agrava con el clima de violencia e inseguridad que prevalece en el país. En un comunicado difundido el viernes 27 por la subdirectora para las Américas, Kerrie Howard, AI señaló que el Estado mexicano incumple sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos y garantiza la impunidad. La organización humanitaria, que tiene su sede en Londres, responsabiliza por igual a los tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial: La exoneración es un síntoma de la incapacidad de los sucesivos gobiernos y procuradores, legislaturas y tribunales de mantener y cumplir los compromisos humanitarios de México.
Sin rodeos, Howard estableció: “Los graves abusos cometidos a los derechos humanos en el pasado reciente en México continúan ensombreciendo el presente”. Añadió: “La negación de la justicia, verdad y reparaciones a las víctimas se repite diariamente, al tiempo que la impunidad por estas violaciones sigue siendo el principal obstáculo para el establecimiento de instituciones de justicia confiables y capaces de mantener los estándares de derechos humanos y de proteger a los ciudadanos”. Howard hizo ver que ese “legado de impunidad e injusticia” florece en el actual clima de violencia e inseguridad que se vive en México. Y responsabilizó al gobierno de Felipe Calderón de no haber “reconocido ni tratado el legado de violaciones a los derechos humanos. Es tiempo de que esto cambie y haya un esfuerzo concertado de los poderes del Estado para garantizar la verdad, la justicia y las reparaciones a las víctimas y sus familias”.
Las críticas de la representante de AI aludieron a la desaparecida Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), cuyo extitular, Ignacio Carrillo Prieto, recientemente se deslindó del fracaso de esa instancia creada ex profeso para investigar y establecer las responsabilidades sobre las graves violaciones a los derechos humanos –torturas, desapariciones y ejecuciones– ocurridas entre los años sesenta y parte de los ochenta, durante el régimen del PRI.
Decisión extrajudicial
Cuestionado por su actuación al frente de esa oficina, Carrillo Prieto alegó que la protección judicial a Echeverría es una “impunidad construida en algunas arcaicas sedes del Poder Judicial de la Federación”, a las que acusa de “evidente y funesta ignorancia”. En un texto fechado el 6 de enero pasado, el exfiscal -adscrito ahora al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM como investigador - asegura que con sus “deshilvanadas y manidas resoluciones” esas instancias “han construido el nicho judicial de la impunidad”. En su escrito, que presenta como un caso de “justicia transicional” para ser publicado en la Universidad de Harvard, Carrillo Prieto asegura que pesaron más las decisiones extrajudiciales. Y acusa directamente a Echeverría, “quien –arguye– llegó al extremo de amenazar, mediante uno de sus voceros, al fiscal y al presidente (Vicente) Fox, asegurándole que de intentar acciones ante la justicia que le fueran adversas… no concluiría su mandato constitucional”.
Pese a la gravedad de la imputación, Carrillo Prieto evita dar detalles de la amenaza que alega. Sólo agrega: “No había duda de la soberbia de aquellas fatídicas palabras, que luego obtuvieron algún efecto en el círculo presidencial más estrecho (angustiado por escándalos familiares mediáticos) que apremió a cerrar en falso la fiscalía, en excepcional concordia con el gobierno que inició en 2006, en medio de una grave fractura de credibilidad”. Esa versión contradice lo que él mismo declaró a este semanario en abril de 2007, cuando aseguró que la fiscalía fue víctima de “desaparición forzada”, porque su cierre obedeció a un acuerdo de Fox y Calderón con el PRI para permitir la toma de posesión del actual presidente, el 1 de diciembre de 2006 (Proceso 1590).
El expediente por la matanza de Tlatelolco, en la que de acuerdo con Carrillo Prieto sólo murieron 21 estudiantes, regresará al Segundo Tribunal Unitario en Materia Penal para que su titular, el magistrado Ricardo Paredes Calderón, valore si hay nuevas pruebas contra el expresidente. Pero de acuerdo con Juan Velázquez, abogado de Echeverría, “después de cinco años, entre la revisión exhaustiva del Quinto Colegiado y las actuaciones del Tercer Tribunal Unitario y de la Fiscalía Especial, difícilmente se podrán aportar nuevas pruebas de su probable responsabilidad”. En declaraciones a este semanario hechas el mismo día de la resolución, el abogado desestimó el juicio popular contra Echeverría: “Desde hoy –dijo–, uno será el dicho de la gente y otro, absolutamente distinto, el fallo del tribunal”.
La exoneración de Echeverría fue señalada con claridad por el Consejo de la Judicatura Federal: “Los magistrados Rosa Guadalupe Malvina Carmona Roig, María Eugenia Estela Martínez Cardiel y Manuel Bárcena Villanueva, al resolver el recurso de revisión 132/2007 interpuesto por el agente del Ministerio Público de la federación y el quejoso Luis Echeverría Álvarez contra la sentencia dictada por el Tercer Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, confirmó la resolución impugnada en la que se consideró que la acción penal no había prescrito, que se acreditó el cuerpo del delito de genocidio, no así la probable responsabilidad de Luis Echeverría Álvarez en su comisión.”
Echeverría evitó ser procesado penalmente, pero su defensa fracasó en su intento de desacreditar el delito de genocidio en la matanza del 2 de octubre, consignado por la Fiscalía Especial, pues sostiene que lo ocurrido en Tlatelolco fue “un enfrentamiento” entre grupos armados.El Quinto Tribunal Colegiado, que también tuvo que ver con la exoneración a Echeverría por el halconazo, confirmó la no responsabilidad del expresidente, como lo estableció el magistrado Luna Altamirano el 12 de julio de 2007.
La exculpación
En tres años y medio Echeverría se deshizo de la acusación por los hechos del 2 de octubre. El 18 de septiembre de 2005, la Femospp ejerció acción penal en su contra y contra otros ocho exfuncionarios civiles y militares, aunque las indagatorias de la fiscalía en su contra comenzaron desde 2002. El 2 de julio de ese año, compareció ante la fiscalía en una actuación que fue criticada por el Centro Internacional para la Justicia Transicional, con sede en Nueva York, por la falta de rigor en el interrogatorio.Además de Echeverría y el exjefe del Estado Mayor Presidencial con Díaz Ordaz, el general Luis Gutiérrez Oropeza, Carrillo Prieto consignó a los extitulares de la Dirección Federal de Seguridad Luis de la Barreda y Miguel Nazar Haro, y al exprocurador general de la República Julio Sánchez Vargas, por los delitos de genocidio y privación ilegal de la libertad en la modalidad de plagio o secuestro.También consignó al exsubjefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, el general Raúl Mendiolea Cerecero, así como al excomandante del 43 Batallón de Infantería Javier Vázquez Félix; al exjefe de grupo de comando del 29 Batallón de Infantería Alberto Quintanar López, y al exagente del Ministerio Público Salvador del Toro Rosales (Proceso 1509).El juez Décimo Quinto de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, Ranulfo Castillo Mendoza, negó el 21 de septiembre de 2005 las órdenes de aprehensión por considerar que no se comprobó el genocidio.La fiscalía apeló y el caso pasó al Segundo Tribunal Unitario. Antes de que éste resolviera, el 11 de noviembre de ese año, la fiscalía solicitó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación atraer el caso. Dos meses después, por tres votos contra dos, la Primera Sala del máximo tribunal rechazó la solicitud y el caso se quedó en el Tribunal Unitario.
Su entonces titular, el magistrado José Ángel Mattar Oliva, concedió la orden de aprehensión el 30 de junio de 2006, dos días antes de la elección presidencial, sólo contra Echeverría. Su argumento fue que por haber gozado de fuero constitucional como secretario de Gobernación y presidente de la República, el delito aún estaba vigente en su contra.Sin embargo, el 8 de julio de 2006, el juez Ranulfo Castillo sobreseyó la causa penal al considerar que el delito sí había prescrito. La fiscalía apeló esa determinación y logró que el Segundo Tribunal Unitario ordenara la formal prisión domiciliaria de Echeverría.La defensa apeló y el 12 de junio de 2007 el magistrado Luna Altamirano resolvió que, a pesar de haber existido genocidio, Echeverría no era culpable, por lo que le concedió el amparo contra el encarcelamiento domiciliario. La parte acusadora se inconformó, pero el Quinto Tribunal Colegiado ratificó su exculpación el jueves 26.Velázquez dijo que el amparo “no significa que no haya habido responsables; sí los hubo, pero Luis Echeverría no lo fue”.Explicó que no se trata de una sentencia absolutoria, porque nunca fue sentencia, sino que nunca se pudo demostrar su probable responsabilidad.Ufano, señaló: “Fue el asunto penal más importante en la historia moderna de México, porque difícilmente habrá otro caso en el que un expresidente de la República se encuentre preso y por genocidio”.
***
Las traiciones de Echeverría
JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Contrario a su discurso, Luis Echeverría Álvarez fue uno de los principales guardianes de Estados Unidos en América Latina.
Si como secretario de Gobernación fue el mejor informante que en su momento tuvo la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en México, como presidente se puso a disposición de su homólogo estadunidense Richard M. Nixon para contener la Revolución cubana, encabezada por Fidel Castro, y aislar la experiencia socialista del chileno Salvador Allende, de quien públicamente se declaraba admirador.
La CIA bautizó a su colaborador en México como Litempo 8. Fue la clave para identificar al enlace de mayor importancia que tenía en el país. No era para menos. Como secretario de Gobernación, Echeverría tenía el control de la policía secreta del régimen priista, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), así como de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS).
Ya como presidente, Echeverría fue más explícito en sus servicios a Estados Unidos. En Washington acordó con Nixon actuar para detener “la amenaza comunista” de Castro y el socialismo de Allende. Escogió ese camino para convertirse en “la voz de América Latina”.
Ese propósito fue resultado del viaje que hizo Echeverría a Washington en junio de 1972. Visitó la Casa Blanca los días 15 y 16 y conversó durante varias horas con Nixon. Todo fue grabado de manera subrepticia por el Servicio Secreto (SS) como parte de una tradición inaugurada por el presidente Lyndon B. Johnson con el propósito de que cualquier diálogo presidencial quedara registrado.
Los micrófonos captaron cada una de las palabras de los dos presidentes que se reconocían a sí mismos como líderes mundiales. Cinco pequeños micrófonos fueron colocados en la silla de Nixon y dos más en una chimenea cercana. Más que suficientes para que quedara el testimonio en el que Echeverría se perfilaba como guardián de los Estados Unidos en América Latina. Los diálogos, apoyados en un traductor, revelan con claridad la comunión de intereses.
A lo largo de su inacabado segundo mandato, Nixon fue grabado por el SS. Tres mil 700 horas en total. De ellas, poco más de tres fueron con Echeverría o son referencias elogiosas a él en los intercambios de opiniones que el entonces jefe de la Casa Blanca tuvo con sus más cercanos colaboradores. Entre ellos, su asesor de Seguridad Nacional, Alexander Haig, quien posteriormente fue secretario de Estado de otro presidente republicano: Ronald Reagan, ya fallecido. Otro de los que supo de los elogios de Nixon a Echeverría fue el director de la CIA, Richard Helms, quien conocía de sobra los servicios prestados por el presidente mexicano.
Durante años, Nixon –fallecido en abril de 1994– se opuso a la revelación del contenido de esas grabaciones, pero a partir de 1999 el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha difundido algunas de ellas. La encargada del Proyecto México de esa organización no gubernamental, Kate Dole, tiene registradas 169 referencias a México y a su presidente en aquella época.
Antes de ir a Estados Unidos, Echeverría realizó una gira por varios países de América Latina, incluido Chile, donde se encontró incluso con Allende. Después, viajó a Beijing y a Moscú, donde previamente había estado Richard M. Nixon.
Conversaciones reveladoras
Echeverría hizo ese viaje a Estados Unidos un año después del 10 de junio de 1971, cuando el grupo paramilitar Los Halcones, creado desde que él era secretario de Gobernación, arremetió contra una manifestación de estudiantes. En ese operativo fueron asesinados al menos 12 de ellos, según informó lustros después la desaparecida fiscalía para la guerra sucia que encabezó Ignacio Carrillo Prieto.
La más reveladora de las conversaciones de Echeverría con Nixon es la del 15 de junio de 1972, registrada entre las 10:31 de la mañana y las 12:10, tiempo de Washington. El encuentro de los dos mandatarios se efectuó poco antes de que el visitante pronunciara un discurso ante el Congreso estadunidense.
Dígale al presidente –le pidió Echeverría al traductor– que en el discurso que daré ante la sesión conjunta del Congreso en la próxima hora reiteraré mis principios del Tercer Mundo frente a los grandes poderes del mundo porque…
–… Por la doctrina Echeverría –interrumpió Nixon.
–…Sí, porque si yo no tomo esta bandera en América Latina (Fidel) Castro lo hará. Estoy muy consciente de esto.
Y prosiguió: En México sentimos –y sentí lo mismo cuando fui a Chile y puede ser sentido en América Central, y entre los jóvenes y algunos intelectuales– que Cuba es una base soviética en todo el sentido del término, tanto militar como ideológicamente. Y esto va a pasar bajo nuestras narices.
(…) Y creo, señor presidente, que es obvio que con el gran subsidio que recibe (de los soviéticos) y su profunda complicidad, intenta proyectar su influencia en grupos tanto en los Estados Unidos como en América Latina. Y si en México no adoptamos una actitud progresista hacia la estructura de libertad y de amistad con Estados Unidos, esa tendencia va a crecer. He sentido esto no sólo en América Latina sino en los Estados Unidos también.
Si a Nixon no le había quedado clara su aseveración acerca del activismo de la izquierda estadunidense, Echeverría le informó que los aparatos de seguridad mexicanos –la DFS y la DIPS, bajo su jurisdicción desde que llegó a la Secretaría de Gobernación en 1964– habían reunido reportes de inteligencia sobre los planes de varios grupos de Estados Unidos para protestar contra el gobierno mexicano en las ciudades estadunidenses por las que él viajaría. Se refirió en particular a la feminista y comunista Angela Davis, de la Universidad de Berkeley, California.
Cuando iba a salir de México para este viaje, señor presidente, fui informado que grupos de mexicanos han estado en contacto con amigos de Angela Davis en este país. Y fuimos prevenidos de los planes de la organización que ella encabeza para montar una manifestación en San Antonio para protestar por la existencia de prisioneros políticos en México. Todo esto está conectado con gente de Chile, gente de Cuba, con los llamados grupos chicanos en los Estados Unidos, con ciertos grupos en Berkeley, California. Todos ellos están trabajando de forma muy cercana.
Sobre “la amenaza comunista en México y el resto de América Latina”, añadió: Este problema en América Latina se refleja al interior de la sociedad estadunidense, en particular en la sociedad mexicano-estadunidense, puertorriqueños y otros grupos de minorías raciales…
El espaldarazo
Nixon le comentó a su interlocutor que estaba de acuerdo en su consideración sobre la importancia crucial de la inversión en la zona, pero le dejó en claro que antes de comprometerse en América Latina, los negocios estadunidenses necesitaban sentirse confiados de que los países de la región protegerían la empresa privada. En concreto, le pidió “estabilidad sin el temor de una violenta confiscación o expropiación”.
Le propuso llevar ese mensaje por la región, además de advertirle respecto de los peligros de seguir el camino socialista de Chile. Le dijo incluso que podría convertirse en el dirigente más importante de la zona:
Creo que una cosa que podría ser de mucha ayuda para el presidente es que en sus declaraciones en Latinoamérica ponga énfasis en el hecho de que hay una responsabilidad para dar estabilidad desde el gobierno, y dar algunas garantías para la protección del derecho de la empresa privada, como ocurre en su país.
Esta es una materia muy delicada. Nadie en Estados Unidos puede decir esto porque parece que estamos interfiriendo en Latinoamérica e intentando decirles la clase de gobierno que deberían tener… Debe haber responsabilidad en los gobiernos de América Latina para dar estabilidad para esa clase de inversión.
Así mismo, Nixon mencionó el caso de Chile y el viaje de Echeverría a ese país: El presidente (Echeverría) ha estado en Santiago. No conozco al presidente Allende y no lo juzgo. No sé cuáles pueden ser sus planes para Chile. Pero como el presidente bien sabe, en este momento todos los capitales extranjeros están saliendo de Chile…
Si el experimento de Chile se repite de distinto grado en otros países de América Latina, no habrá oportunidad para que las grandes corporaciones pongan allí su dinero. Debido a que hay otras partes del mundo, como Indonesia y Tailandia, en Asia, e incluso algunos de África, donde hay una mejor oportunidad para sus inversiones. Lo que le digo al presidente no es para su país. (Al contrario) si más países en América Latina siguieran el ejemplo de México, creo que usted vería una tremenda explosión de inversiones desde Estados Unidos, Europa y Japón… Pero puede usted contar que urgiré a la comunidad empresarial a invertir en la región.
Sobre la amenaza comunista subrayada por el visitante, Nixon consideró como vitalmente importante para Estados Unidos no permitir que la tragedia cubana infecte al resto del Caribe y eventualmente al resto de América Latina. Y francamente, creo que sería muy en detrimento de todos nosotros tener el experimento chileno extendido en el resto del continente. Sería muy insano.
Y Nixon siguió con su alocución. Le dijo a Echeverría que con el respeto hacia la tradicional actitud de independencia será muy útil que México tuviera mayor liderazgo en la OEA en materias como éstas.
No pienso ahora que México debería tomar este papel como cualquier agente de Estados Unidos. Pero creo que México está en una posición ideal para hacerlo. De otra manera, el liderazgo podría ser tomado por otros líderes del continente que no hablan de forma tan efectiva como el presidente de México.
Echeverría lo interrumpió y le dijo al traductor: Dígale que estoy de acuerdo con su análisis. Nixon redondeó su intención: En otras palabras, dejemos que la voz de Echeverría en lugar de la de Castro sea la voz de América Latina.
Los planes de los dos presidentes se empezaron a venir abajo a las pocas horas de ese encuentro. El 17 de junio de 1972, el día después de que Echeverría y Nixon tuvieron su segundo encuentro, cinco ladrones fueron detenidos en las oficinas centrales del Comité Nacional Demócrata en el complejo conocido como Watergate, en el centro de Washington.
Las grabaciones que se le hicieron a Nixon probaron su participación en el espionaje a sus rivales demócratas. Después de dos años de investigaciones, el 9 de agosto de 1974 renunció a la presidencia de Estados Unidos. Con él se fueron las aspiraciones de Echeverría de ser la voz de América Latina.

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