El diablo con la cruz gamada es un reportaje del suplemento DOMINGO de EL PAÍS
Reportaje de DAVID ALANDETE El País, 28/03/2009;
Podría ser un recluso cualquiera en cualquier prisión de Estados Unidos. Pero su gesto es inconfundible. La imagen de sus ojos -marrones, almendrados, cansados- ha dado la vuelta al mundo. También le delata la esvástica que, durante su juicio, se grabó en la frente, corte a corte, hasta convertirla en una cicatriz que ha ido adquiriendo un tono violáceo a lo largo de estos 40 años.
Adolescentes fascinados le escriben a la cárcel. "Encarna como nadie la leyenda de Lucifer", explica un experto
Charles Manson, de 74 años, no es un preso cualquiera. Es el perpetrador de una de las matanzas más sonadas de la historia del crimen en Estados Unidos. El correccional de Corcoran, en el que cumple su cadena perpetua, ha difundido ahora una foto del asesino tomada hace dos semanas. Si no fuera por su oscuro pasado y sus delirios de grandeza, Manson parecería un pacífico septuagenario cualquiera.
Durante dos noches de agosto de 1969, en plena eclosión hippy, Manson y su grupo de seguidores, una comuna conocida como La Familia, asesinaron a siete personas, entre ellas, la actriz Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polanski, que estaba embarazada de ocho meses y medio. Con su sangre pintaron la palabra cerdo en la puerta del chalé. La acusación demostró entonces que Manson y sus seguidores querían desatar el caos mundial con sus propias manos, incitando una guerra de razas en la que ellos acabarían dominando un mundo habitado exclusivamente por personas de raza negra. Estas ideas provenían de una profecía que Manson creyó detectar en la canción de los Beatles Helter Skelter.
Ahora, después de cuatro décadas, el asesino más famoso de EE UU pasa sus días con otros presos a los que se considera altamente peligrosos. Cada mañana desayuna cerca del asesino de Robert Kennedy, Sirhan Sirhan. Se cruza en el patio con Juan Corona, que mató en los años setenta a 25 trabajadores temporeros de California. Juega al ajedrez, bebe zumos y recibe visitas.
"Vive solo en su celda, aunque fuera de ella puede pasar entre seis y ocho horas diarias en contacto con otros presos. De él depende si quiere entrar en contacto con ellos o no", explica I. Decker, portavoz de la prisión. "Los sábados y domingos puede recibir visitas entre las ocho y media y la una y media. De hecho, recibe mucho, gente diferente que viene a verle".
Los seguidores de Manson siguen intentando conseguir el privilegio de pasar unas horas con el macabro profeta. Su leyenda continúa atrayendo a numerosos fanáticos de todo el mundo. Se crean clubes de seguidores con su nombre. Ha inspirado a artistas góticos como Marilyn Manson, que le robó el apellido. Recibe cartas de adolescentes fascinados por su oscura y hermética verborrea, sus apocalípticas profecías y su perseverancia en la impenitencia.
"Esta gente ha encontrado a Manson en su búsqueda de algo más allá de su propio ser. Buscan a un nuevo tipo de dios, y esa búsqueda la unen con una rebeldía cultural que les hace ver en Manson al diablo, a Satanás", explica el psicólogo Stephen Diamond, autor del libro Anger, Madness, and the Daimonic. "Manson encarna como nadie la leyenda de Lucifer, expulsado del paraíso por su rebeldía. En cierto modo, es la imagen de la maldad, un mito capaz de fascinar a miles de personas que se sienten perdidas existencialmente en una generación nihilista que cada vez se ve más carente de valores".
Manson se considera mitad Jesucristo, mitad Satanás. En 1987 concedió una sonada entrevista al Today Show de la cadena NBC. La mayoría de su contenido fue vetado hasta 2007, por considerarse una falta de respeto a las víctimas. "Ahora me venís y me decís que Charlie Manson es el padre de nuestra patria", dice en la cinta. "Me condenáis por ser Jesucristo. Me condenáis por ser el demonio. Me condenáis por ser responsable de vuestras acciones. No soy responsable de las acciones de nadie, aparte de las mías propias".
Si no hubiera sido juzgado en 1971, Manson hubiera acabado sus días no en la cárcel, sino en la silla eléctrica o la cámara de gas. De hecho, se le condenó a muerte. Pero un año después, el Tribunal Supremo de California ilegalizó temporalmente ese tipo de sentencias y convirtió su condena en cadena perpetua. El año próximo tendrá la oportunidad de solicitar la libertad condicional. Hasta ahora se le ha denegado en 11 ocasiones. Manson no es un recluso siempre pacífico. Según la portavoz del correccional, el año pasado sufrió una amonestación disciplinaria cuando los guardas descubrieron un arma casera en su celda. Su oscuro y macabro magnetismo no parece apaciguar a sus compañeros de prisión. En 1999, un grupo de reclusos se amotinó, irrumpió en la zona de alta seguridad y agredió a Manson y a otros presos peligrosos. "Atacar a uno de estos presos es como colgarse una gran medalla al honor", explicó el portavoz de entonces, Tip Kindel. Ya en 1984, mientras pasaba una temporada en un centro médico en la localidad de Vacaville, un grupo de reclusos vertió un bote de disolvente sobre su cuerpo. Sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en un 20% de su cuerpo.
En todas estas ocasiones, Manson ha logrado salvarse. Ha podido volver a sus actividades favoritas: a jugar al ajedrez en el patio, leer la Biblia, defender el ecologismo y recibir visitas. Si no fuera uno de los hombres que mejor han encarnado el mal en la vida real, cualquiera diría que lleva la rutina de un jubilado cualquiera. Pero en este jubilado vive, según sus fieles, la semilla del diablo. -
Adolescentes fascinados le escriben a la cárcel. "Encarna como nadie la leyenda de Lucifer", explica un experto
Charles Manson, de 74 años, no es un preso cualquiera. Es el perpetrador de una de las matanzas más sonadas de la historia del crimen en Estados Unidos. El correccional de Corcoran, en el que cumple su cadena perpetua, ha difundido ahora una foto del asesino tomada hace dos semanas. Si no fuera por su oscuro pasado y sus delirios de grandeza, Manson parecería un pacífico septuagenario cualquiera.
Durante dos noches de agosto de 1969, en plena eclosión hippy, Manson y su grupo de seguidores, una comuna conocida como La Familia, asesinaron a siete personas, entre ellas, la actriz Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polanski, que estaba embarazada de ocho meses y medio. Con su sangre pintaron la palabra cerdo en la puerta del chalé. La acusación demostró entonces que Manson y sus seguidores querían desatar el caos mundial con sus propias manos, incitando una guerra de razas en la que ellos acabarían dominando un mundo habitado exclusivamente por personas de raza negra. Estas ideas provenían de una profecía que Manson creyó detectar en la canción de los Beatles Helter Skelter.
Ahora, después de cuatro décadas, el asesino más famoso de EE UU pasa sus días con otros presos a los que se considera altamente peligrosos. Cada mañana desayuna cerca del asesino de Robert Kennedy, Sirhan Sirhan. Se cruza en el patio con Juan Corona, que mató en los años setenta a 25 trabajadores temporeros de California. Juega al ajedrez, bebe zumos y recibe visitas.
"Vive solo en su celda, aunque fuera de ella puede pasar entre seis y ocho horas diarias en contacto con otros presos. De él depende si quiere entrar en contacto con ellos o no", explica I. Decker, portavoz de la prisión. "Los sábados y domingos puede recibir visitas entre las ocho y media y la una y media. De hecho, recibe mucho, gente diferente que viene a verle".
Los seguidores de Manson siguen intentando conseguir el privilegio de pasar unas horas con el macabro profeta. Su leyenda continúa atrayendo a numerosos fanáticos de todo el mundo. Se crean clubes de seguidores con su nombre. Ha inspirado a artistas góticos como Marilyn Manson, que le robó el apellido. Recibe cartas de adolescentes fascinados por su oscura y hermética verborrea, sus apocalípticas profecías y su perseverancia en la impenitencia.
"Esta gente ha encontrado a Manson en su búsqueda de algo más allá de su propio ser. Buscan a un nuevo tipo de dios, y esa búsqueda la unen con una rebeldía cultural que les hace ver en Manson al diablo, a Satanás", explica el psicólogo Stephen Diamond, autor del libro Anger, Madness, and the Daimonic. "Manson encarna como nadie la leyenda de Lucifer, expulsado del paraíso por su rebeldía. En cierto modo, es la imagen de la maldad, un mito capaz de fascinar a miles de personas que se sienten perdidas existencialmente en una generación nihilista que cada vez se ve más carente de valores".
Manson se considera mitad Jesucristo, mitad Satanás. En 1987 concedió una sonada entrevista al Today Show de la cadena NBC. La mayoría de su contenido fue vetado hasta 2007, por considerarse una falta de respeto a las víctimas. "Ahora me venís y me decís que Charlie Manson es el padre de nuestra patria", dice en la cinta. "Me condenáis por ser Jesucristo. Me condenáis por ser el demonio. Me condenáis por ser responsable de vuestras acciones. No soy responsable de las acciones de nadie, aparte de las mías propias".
Si no hubiera sido juzgado en 1971, Manson hubiera acabado sus días no en la cárcel, sino en la silla eléctrica o la cámara de gas. De hecho, se le condenó a muerte. Pero un año después, el Tribunal Supremo de California ilegalizó temporalmente ese tipo de sentencias y convirtió su condena en cadena perpetua. El año próximo tendrá la oportunidad de solicitar la libertad condicional. Hasta ahora se le ha denegado en 11 ocasiones. Manson no es un recluso siempre pacífico. Según la portavoz del correccional, el año pasado sufrió una amonestación disciplinaria cuando los guardas descubrieron un arma casera en su celda. Su oscuro y macabro magnetismo no parece apaciguar a sus compañeros de prisión. En 1999, un grupo de reclusos se amotinó, irrumpió en la zona de alta seguridad y agredió a Manson y a otros presos peligrosos. "Atacar a uno de estos presos es como colgarse una gran medalla al honor", explicó el portavoz de entonces, Tip Kindel. Ya en 1984, mientras pasaba una temporada en un centro médico en la localidad de Vacaville, un grupo de reclusos vertió un bote de disolvente sobre su cuerpo. Sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en un 20% de su cuerpo.
En todas estas ocasiones, Manson ha logrado salvarse. Ha podido volver a sus actividades favoritas: a jugar al ajedrez en el patio, leer la Biblia, defender el ecologismo y recibir visitas. Si no fuera uno de los hombres que mejor han encarnado el mal en la vida real, cualquiera diría que lleva la rutina de un jubilado cualquiera. Pero en este jubilado vive, según sus fieles, la semilla del diablo. -
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