Las confidencias del fiel secretario de Juan Pablo II
Entrevista con el cardenal Stanislaw Dziwisz/ por Chiara Santomiero.
Traducción por Inma Álvarez
Agencia Zenit
CRACOVIA, domingo 1 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Stanislaw Dziwisz es arzobispo de Cracovia, pero aún ahora se le conoce como el secretario de Juan Pablo II, cargo que desempeñó durante cuarenta años, desde cuando Karol Wojtyla fue nombrado arzobispo de esa ciudad.
En esta entrevista, que puede verse también íntegra en www.aleteia.org/index.php/es/encuentro-con-el-cardenal-stanislaw-dziwisz , el secretario del nuevo beato explica su secreto.
-Todos aquellos que conocieron de cerca a Juan Pablo II confirman su extraordinaria capacidad de sumergirse en la oración: ¿es verdad?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: Me preguntan: ¿Cuántas horas rezaba el Papa? ¿Cuántos rosarios decía al día? Yo contesto que él rezaba con toda su vida. Llevaba siempre el rosario consigo, pero sobre todo estaba unido a Dios, hombre de Dios, inmerso en Dios. Aunque la gente no lo sabía, él rezaba siempre por las personas que venían a él, después del coloquio rezaba también con las personas con las que había hablado. Toda jornada comenzaba con oración, meditación, y terminaba siempre con la bendición de su ciudad, Roma. Siempre, cuando aún podía caminar, iba a la ventana; al final, cuando estaba muy débil, pedía “levantadme” para ver de nuevo Roma y bendecirla. Este era siempre el último gesto de cada día, bendecir al pueblo de Roma, su diócesis.
- Juan Pablo II, durante su pontificado, creó más santos que todos los demás papas juntos: ¿por qué sentía tanta necesidad de indicar testigos en la vida de la gente?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: Quería cumplir la voluntad del Concilio. El Concilio dijo que era necesario facilitar todos los procesos, sobre todo para los candidatos a los honores de los altares de los países alejados de Roma, porque antes, cuando se miraban los candidatos, normalmente eran fundadores de congregaciones, obispos, pero sobre todo en el ámbito de Europa. El Papa vio la necesidad de dar la posibilidad también a otros países que nunca habían tenido un beato o santo y así, cumpliendo la voluntad del Concilio, daba esta satisfacción de tener santos. Los santos son importantes para la vida de la Iglesia local, pero también para las naciones, son sus guías seguros. Cuando la vida es más laica, Dios manda a los santos para dar una señal: ¿a dónde vamos? ¿en qué dirección? El Santo Padre comprendía perfectamente la – por así decirlo – utilidad, necesidad de dar ejemplos al mundo de hoy. Cuando la vida es menos santa, vienen los santos. Así era en la historia de la Iglesia y de la humanidad. Leía los signos de los tiempos: vida más secularizada, más necesario dar ejemplos de santidad.
-¿Qué enseñanza quiso dar Juan Pablo II con su sufrimiento llevado a los ojos del mundo?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: Él decía siempre que que Dios, Jesucristo salvó al mundo, redimió al mundo con su sufrimiento, por la cruz, y también la cruz, enfermedad, sufrimiento, tiene sentido. Mostró que tiene un sentido profundo también el sufrimiento en la vida del hombre y así lo acogía, no se lamentaba nunca y no escondía tampoco sus debilidades, sus enfermedades. Y daba fuerza a la gente que sufre, que está enferma. Cuando veían al Papa tan enfermo, débil, pero que todo eso lo ofrecía a Jesucristo, y también por el mundo, era también un apostolado profundo, convincente, a través del sufrimiento. Y también a través de la muerte. He escuchado, he leído, que su muerte fue las encíclica más importante que escribió, escrita con su vida, cómo se comportó al final de su vida y también en la muerte.
- “Nueva evangelización” es una expresión acuñada por Juan Pablo II: ahora hay un Consejo Pontificio dedicado a su promoción, y también el Centro Juan Pablo II que está surgiendo en Cracovia quiere ser un estímulo en esta dirección: ¿qué entendemos por nueva evangelización?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: La nueva evangelización era el programa pastoral de Juan Pablo II. Él no solamente proclamaba la necesidad de la nueva evangelización, sino que la hacía, con los jóvenes y también presentando diversos problemas al mundo: defensa de la vida. O sea, dar un nuevo empuje a la vida espiritual a través de la Sagrada Escritura, a través del Evangelio. Volver a las raíces de nuestra fe, porque vio que el mundo se ha alejado de las raíces, de las fuentes, de nuestra fe. Volver a las fuentes, pero para anunciar la Buena Noticia, anunciar a aquellos que no conocen a Jesucristo, proclamar a Jesucristo.
- El Papa amaba profundamente a su tierra: ¿hay un mensaje que deja, en particular, a Polonia?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: Él era pastor de toda la Iglesia. Todo lo que decía en Polonia era válido para todos. Y lo mismo que decía, hablaba, enseñaba fuera era válido para Polonia. Él amaba su patria pero servía a toda la Iglesia y respondía a toda la humanidad. Era un hombre que amaba su patria, pero no era cerrado, no era nacionalista, era un hombre muy abierto, consciente del compromiso para el que Dios le llamaba. Ciertamente para los polacos esta enseñanza, es la herencia más preciosa de parte de un hombre que era cercano, que era amado y estimado.
- ¿Puede contarnos un recuerdo suyo personal?
Cardenal Stanislaw Dziwisz: Tengo que decir que debo descubrirle de nuevo. Descubrirle y quizás amarle más aún. Hombre con gran riqueza espiritual, todo eso estaba dentro de él. Se abría raramente, pero la gente notaba que había algo dentro de él. Y hoy veo la necesidad de descubrir esta profundidad espiritual y también intelectual. Le estimaba como padre y ahora le estimo como padre y como beato.
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