21 sept 2011

El Presidente Calderón en la ONU

El Presidente Calderón en el Debate General de la 66° Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Nueva York, N.Y., 21 de septiembre del 2011;
Excelentísimo Embajador Nassir Abdulaziz Al-Nasser, Presidente del 66° Periodo de Sesiones de esta Asamblea General.
Excelentísimos representantes del Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno.
Señoras y señores:
Es un honor para mí el participar en esta Asamblea General de Naciones. Sé que hemos escuchado discursos muy importantes y que han captado debidamente la atención de la Asamblea.
Pero quiero, a la vez, desde esta más alta tribuna de la comunidad mundial, exponer el punto de vista de México, un país que ha contribuido activamente como uno de los fundadores de Naciones Unidas, para que esta Organización asuma, de una buena vez, el papel que le corresponde en favor de la paz, de la justicia, de la seguridad, de la equidad y el desarrollo sustentable entre las naciones.
Hoy, el mundo enfrenta grandes desafíos. Se ha hablado de ellos el día de hoy. Hemos hablado de terrorismo, de guerra, de paz, de cambio climático, de pobreza, y sabemos que padecemos otros problemas, como la crisis económica internacional.
Hoy quiero referirme sólo a alguno de ellos, consciente, además, amigos míos, de que nuestro deber es fortalecer a las Naciones Unidades, desburocratizar a las Naciones Unidas y convertir a esta Organización, nuevamente, en una Organización capaz de enfrentar los retos apremiantes de nuestro tiempo.
Frente a esa realidad, México está asumiendo su responsabilidad internacional, con firmeza y con determinación.
Quiero referirme a lo que creo es el problema que más duele a la gente más pobre del mundo en este momento. A más de mil millones de personas, en todos los continentes, que están viviendo con menos de un dólar y 25 centavos al día: el problema de la pobreza.
En los últimos cinco años, los precios de los alimentos han subido más del 50 por ciento. En los últimos 12 meses, han subido 26 por ciento, en promedio. Esto significa  que las familias más pobres, que destinan la mayoría de su ingreso a la alimentación, han visto su vida sumergirse, aún más, en la pobreza.
Por eso, ha aumentado la pobreza en el mundo. Por eso, también, vemos nuevamente la hambruna en el cuerno de África, y en varias naciones de ese Continente, de Asia, de América Latina.
Por eso, también, amigas y amigos, además del despertar democrático de muchas naciones, está también el dolor del hambre de muchísima gente que ha salido a las calles, y ha sido el hambre la que, también, ha despertado, en muchos lugares, la conciencia democrática.
Por qué es este aumento de alimentos. Y es mi primera reflexión.
Parte es porque países en desarrollo han tenido un gran crecimiento. Y qué bueno. China, India y muchos otros, registran tasas tales que le permite a su gente tener más acceso a la alimentación. Y ahí, no queda más que dar la tecnología necesaria para aumentar nuestra capacidad de producir alimentos.
Otro factor ha sido la sequía y el cambio climático. No hemos aprendido que el cambio climático representa una seria amenaza para toda la humanidad y, en particular, está atrás de la sequía que ha causado, precisamente, un freno en la producción alimentaria de los últimos años.
Pero, en tercer lugar, amigas y amigos, está la especulación. La especulación financiera y de los mercados.
Miren este dato: En 1987, los agentes financieros, las empresas financieras, únicamente compraban el 7 por ciento de los alimentos en el mercado mundial.
Hoy, las ventas de maíz y de trigo en el mundo son, en más del 30 por ciento, para empresas financieras.
Para qué quieren maíz y trigo.
Para comerciarlo en distintos mercados, para distribuirlo en distintas regiones. Por supuesto que no. Las empresas comerciales y las empresas distribuidoras compran el 70 por ciento del maíz y del trigo, pero el 30 por ciento restante lo compran firmas financieras con un propósito específico: la especulación.
Y podemos ver cómo se compran y se venden derechos sobre alimentos, con el único propósito de ver subir su precio en los mercados, mientras millones de niños mueren de hambre en diversos continentes.
Soy alguien que cree en el mercado y en la libertad económica, que cree en la empresa, pero también, que sabe que es hora de poner límites a mercados irrefrenables que, también, están atrás de la hambruna mundial.
El segundo reto que quiero referirme, es el narcotráfico y el crimen organizado internacional.
A todos sorprende las decenas o los cientos o los miles de muertos que genera un régimen autoritario y represor. Y, por supuesto, que nosotros también lo repudiamos.  Pero hoy, debemos tener conciencia, amigas y amigos, que el crimen organizado hoy en día está matando más gente y más jóvenes que todos los regímenes dictatoriales juntos en este momento. Que hoy, miles de personas, decenas de miles ya, en nuestra América Latina, particularmente, entre México y Los Andes, están muriendo a causa de los criminales.
Y saludo con afecto y respeto a mis colegas Presidentes, aquí presentes, de Centroamérica y de América Latina.
Hoy, amigas y amigos, el mundo enfrenta el reto de criminales sin escrúpulos que no respetan fronteras y que lastiman con severidad, a ciudadanos de muchas naciones.
El poder de la delincuencia es más fuerte que muchos Gobiernos, no ciertamente del nuestro, pero deriva de dos factores fundamentales: las rentas exorbitantes, derivadas del tráfico de drogas, por una parte, y el acceso ilimitado ya, a la compra de armas de alto poder.
Respecto de las armas, amigas y amigos, cuál es la razón por la cual los criminales pueden tener acceso irrestricto a AK-47,  AR-15, a granadas, a lanzamisiles.
La razón para mí, después de combatir fuertemente a los criminales y después de haber decomisado 120 mil armas en cinco años, se resume a una sola palabra: la razón es el lucro, el lucro de la industria armamentista irrefrenable, que ve en cada guerra, sea una guerra civil en un país lejano, o sea una batalla entre criminales, la oportunidad de vender y vender más esas armas.
Es urgente poner controles serios en países productores y vendedores de armas de alto poder, para que no sigan alimentando los arsenales de los delincuentes.
Naciones Unidas tiene chamba, tiene trabajo qué hacer aquí. Naciones Unidas debe continuar impulsando el Tratado Internacional sobre Comercio de Armas, y evitar su desvío hacia actividades prohibidas por el derecho internacional.
Pero, por otra parte, amigas y amigos, el crimen organizado se alimenta de las estratosféricas ganancias que genera la venta ilícita, la venta de drogas ilícitas en el mundo. Desgraciadamente la demanda de drogas sigue creciendo en esos mercados.
Y hay que afirmarlo: Mientras sigan existiendo consumidores de droga dispuestos a pagar decenas de miles de millones de dólares por sus adicciones o preferencias, este financiamiento a la actividad criminal seguirá teniendo ahí su principal fuente.
México está haciendo su parte. Está combatiendo al crimen en todas sus manifestaciones, con energía. Pero es necesario, ahora más que nunca, que países consumidores de droga realicen acciones efectivas para disminuir radicalmente su demanda.
Y me van a decir, amigos, que eso no es posible, que la demanda de drogas sigue en crecimiento, como, efectivamente, sigue en crecimiento aquí, en Estados Unidos, donde casi el 30 por ciento de los muchachos consumen drogas o en otras partes del mundo.
Y cuál es la solución.
Honestamente, digo que si no pueden reducir su demanda de drogas, o si no quieren reducirla, o si se han resignado a que ese consumo siga creciendo, estos países consumidores están obligados, moralmente obligados, a reducir las enormes ganancias económicas que obtienen los criminales de ese mercado negro.
La mejor manera de reducir la demanda, pero si no la reducen, reduzcan la renta económica. Están obligados a encontrar, precisamente, cómo cortar esa fuente de financiamiento ilimitada, y obligados a buscar todas las opciones posibles; obligados, precisamente, a buscar otras opciones, incluyendo alternativas de mercado que eviten que el narcotráfico siga siendo el origen de la violencia y de la muerte, particularmente, en América Latina y el Caribe, y también, en varios países de África.
El tercer reto, finalmente, que quiero hablar, es el cambio climático. Mis colegas centroamericanos, caribeños y un servidor, vivimos cada año a la espera de huracanes cada vez más violentos que destruyen las viviendas de los pobres y ciegan muchas vidas en nuestros países.
La paradoja es que uno de esos huracanes tropicales destinados al Caribe nuestro, vino a parar justo aquí, a las calles de Manhattan, hace algunas semanas. Y todavía hay quien se sorprende de huracanes en Nueva York, o de sequías sin precedentes en Texas; o de inundaciones sin precedentes en Pakistán, o en México, o en Colombia, o en Guatemala. Pero aún con eso, no acepta la realidad del cambio climático.
Aquí debo decir, y con orgullo, amigos, que hemos avanzado y que México ha puesto su grano de arena en la solución de este problema. Organizamos, para las Naciones Unidas, la Conferencia de las Partes, la COP-16, en Cancún. Y ahí, alcanzamos importantes acuerdos.
Por ejemplo. Es la primera vez que los países nos ponemos de acuerdo en el marco de un instrumento vinculante de Naciones Unidas, para establecer un límite global al incremento de la temperatura del planeta. No más de dos grados centígrados de incremento en su punto culminante a este siglo.
Y acordamos crear el Fondo Verde, para apoyar a los países en desarrollo, en sus acciones de mitigación y adaptación. Y creamos un mecanismo de transferencia de tecnología, e incorporamos los métodos de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de suelo, los Mecanismos REDD, que permitirán, por ejemplo, que los países más pobres contribuyan a reducir el cambio climático, a través de preservar sus bosques y selvas.
En México, ya más de 12 millones de personas en comunidades indígenas, que viven en, y que viven de las selvas y bosques, y que no tenían otra alternativa, más que acabar con ellos, hoy aprovechan sus bosques de manera sustentable, y reciben un pago por el servicio ambiental que proporcionan esos árboles por parte del resto de la sociedad.
Viene la COP-17, en Durban, en Sudáfrica. Temo, amigas y amigos, que si no hay el liderazgo político suficiente, y si no hay el compromiso serio de Naciones Unidas, en su propia Convención, en Durban podamos perder parte de lo que hemos avanzado contra el cambio climático.
Y tenemos que avanzar en el Protocolo de Kioto. No se olvide que el Protocolo de Kioto se termina el próximo año, que el próximo año fenecen las obligaciones del Anexo 1. Qué va a pasar con nuestras obligaciones ambientales ante la falta de acción de los liderazgos mundiales más relevantes.
El mejor camino para combatir el cambio climático, amigas y amigos, es romper el falso dilema de que tenemos que optar entre el crecimiento económico o el combate al cambio climático.
Es perfectamente compatible que,  a través de acciones que construyan el desarrollo sustentable, combatamos, al mismo tiempo, la pobreza y, al mismo tiempo, el cambio climático.
Finalmente. Un tercer reto es la base social para combatir, precisamente, la pobreza y la marginación.
En México establecimos, precisamente, un programa de transferencias de dinero a la gente más pobre, condicionada a que las mamás lleven a sus niños a la escuela o a la clínica. Y a través de este Programa, Oportunidades, que da en promedio 80 dólares al mes a la cuarta parte de las familias de México, las más pobres, que beneficia a más 30 millones de personas, ha permitido reducir la pobreza extrema entre 1995 y 2010, en casi un 50 por ciento en nuestro país.
Recientemente nos hemos enfocado a garantizar la salud de los mexicanos. En cinco años, mil nuevos hospitales o clínicas, dos mil más reconstruidas, y un Seguro Popular que cubre ya a más de 100 millones de personas.
Le permiten a México decir hoy con orgullo en Naciones Unidas, que México, este año, alcanzará la cobertura universal de salud: Médico, medicinas, tratamiento y hospital para cualquier mexicana o cualquier mexicano que lo necesite. Un logro que nos enorgullece y que refrenda el hecho de que México ha alcanzado ya, anticipadamente, prácticamente todas las metas del milenio que comprometió.
Finalmente, amigas y amigos, hablo de un tema imperativo que tiene que ver con la transformación y la actualización de la Organización de las Naciones Unidas. Un tema que, por lo visto, ha puesto a prueba la capacidad de esta Organización, y es el conflicto en el Medio Oriente.
Nos preocupa, en particular, el estancamiento en las negociaciones entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
La ONU tiene la responsabilidad de contribuir constructivamente a resolver de manera pacífica ese conflicto. Una resolución que posibilite la existencia de dos estados, que reafirme el reconocimiento al derecho de existencia de Israel y que haga realidad el establecimiento de un Estado Palestino, siempre y cuando ello sea el resultado de una solución viable, verdadera, negociada, donde el papel de la mediación legítima y equilibrada, es fundamental.
Una solución que sea políticamente viable, y que Israel y Palestina puedan convivir, verdaderamente, en paz. Y que las nuevas generaciones de israelitas y palestinos puedan, verdaderamente, conocer lo que es la sincera convivencia, sin odio ni violencia.
Y advertimos, también, que ninguna solución puede encontrarse, mientras integrantes de una u otra de las partes, pretendan explícita o implícitamente, la eliminación de la otra parte.
Hay que avanzar, además, en el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, para poner fin a políticas que, sabemos todos, son contrarias al derecho internacional.
Es imperativo, además, avanzar juntos en la transformación y actualización de esta Organización de las Naciones Unidas. Qué bueno que se está renovando el edificio de la ONU. Es hora de reformar, también, la esencia de la Organización de las Naciones Unidas.
La ONU no puede faltar a su compromiso con la historia y con la humanidad. Es tiempo que todos los Estados miembros pongamos la parte que corresponde, para darle a la Organización la fortaleza y la viabilidad que requiere y de la que carece.
En muchas ocasiones, la ONU se ha visto, por ejemplo, paralizada por la tiranía del consenso, que otorga a una minoría el poder de oponerse a la gran mayoría. El consenso debe dejar de entenderse como el poder de veto de los empecinados, y debe, más bien, comprenderse como la posibilidad de construir soluciones comunes y, verdaderamente, legítimas, que permitan avanzar en el reflejo de las soluciones que buscamos de la mayoría.
Preservar la vigencia de la ONU conlleva, también, necesariamente, a una reforma de su Consejo de Seguridad. Sus reglas no han sido revisadas en más de 40 años.
México aspira a una reforma integral que mejore la representación de todos sus integrantes, pero que, al mismo tiempo, preserve la capacidad de acción del Consejo y promueva la rendición de cuentas de sus miembros.
No podemos permitir que el máximo órgano supranacional, se convierta en el centro de toma de decisiones de sólo unos cuantos.
México reafirma su confianza en las Naciones Unidas como un foro que representa la diversidad y la pluralidad de los seres humanos; y reitera que seguirá, México, siendo un aliado estratégico de la Organización en la lucha por la paz, en el combate al hambre, en la lucha por la seguridad y por el progreso de todos los pueblos.
Muchas gracias por su atención.

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