La
cuarta audiencia del cardenal frente a la Royal Commission que investiga sobre
los abusos sexuales del clero en Australia. En 1974 uno estudiante le dijo que
el profesor Dowlan «se comportaba mal con los chicos». La circunstancia fue
referida al capellán del instituto: «Con la experiencia de cuarenta años
después, habría debido hacer más»
Vatican Insider,03/03/2016/
ANDREA
TORNIELLI
ROMA
«Dowlan
se comporta mal con los chicos…» .Es lo que le reveló uno de los estudiantes de
la escuela de los Hermanos Cristianos de Ballarat, cuando él, George Pell, era
el sacerdote que debía ocuparse de la educación católica. «Lo dijo casualmente,
en una conversación, no me pidió que hiciera nada». Y el futuro cardenal se
limitó a referir la revelación al capellán de la escuela, pensando que la orden
de los Hermanos Cristianos se habría ocupado de la situación, o que habría
verificado de qué se trataba.
Es
el momento más dramático de la cuarta audiencia del cardenal australiano,
interrogado en video-conferencia frente a la Royal Commission gubernamental que
investiga sobre los abusos cometidos por el clero y por los religiosos en los
últimos cuarenta años. Durante su deposición, Pell (hoy Prefecto de la
Secretaría para la Economía y miembro del C9, el consejo de cardenales que
ayuda a Papa Francisco en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia
universal) admitió haber recibido información sobre los «malos comportamientos»
de uno de los profesores de la escuela de Ballarat, mismo que se habría
revelado pederasta serial, culpable de haber cometido abusos contra veinte
chicos, por lo menos, en seis diferentes escuelas australianas a partir de
1971.
El
episodio descrito ayer en la noche por el purpurado tuvo lugar en 1974. Un
chico, conversando con Pell, le habló del profesor Edward Dowlan, y le dijo
(explicó el cardenal) algo como «Dowlan se comporta mal con los chicos». Al
escuchar el testimonio, el presidente de la Royal Commission, Peter McClellan,
presionó al cardenal: «¿No se da cuenta de que habría debido hacer más y que de
esta manera habría acabado con esos abusos?». «Al final algo hice —fue la
respuesta de Pell. Pedí información al capellán de la escuela… No tenía idea de
que los Hermanos Cristianos estuvieran encubriendo la situación».
«¿No
fue directamente a la escuela a decir: ‘Tengo esta acusación, ¿qué está pasando
aquí?’», replicó McClellan. «No, no lo hice», respondió Pell. «¿Habría debido
hacerlo?», le preguntó el presidente de la Comisión. El cardenal reconoció:
«Con la experiencia de cuarenta años después, claro, concuerdo en que habría
debido hacer más».
«¿Y
cómo es posible que el cardenal —se le preguntó a Pell— no hubiera reunido
información sobre esta denuncia», para compartirla con «la policía, con los
investigadores, con las aseguradoras, o con los mismos Hermanos Cristianos?
¿Por qué es la primera vez que escuchamos hablar sobre esto en esta semana?».
«Hablé con el responsable —respondió Pell—, y él me dijo que ya se estaban
ocupando de la cuestión. Claro, a la luz de los eventos sucesivos, esto fue
absolutamente insuficiente, pero en aquel momento, dada la naturaleza no
específica de las acusaciones, pensé que era algo bastante correcto».
Y
el abogado replicó: «Dowlan abusó sexualmente de niños mientras siguió siendo
profesor hasta 1985. Decenas de niños. ¿Lo ha entendido?». «Sí», respondió
Pell. «Usted habría podido hacer algo que hubiera puesto fin a estos abusos,
¿no es cierto?», preguntó el abogado. «Con todo el respeto, creo que es una
gran exageración —respondió Pell. Aproveché la ocasión para verificar la
confiabilidad de los rumores. Me dijeron que era una cosa interna y que estaban
verificando».
George
Pell admitió haber recibido directamente una acusación, aunque poco especifica,
y haberse limitado a comunicarla al capellán de la escuela, sin seguir
investigando o confirmar su eventual veracidad, porque no se imaginaba que
existieran los encubrimientos que defendían a los pederastas y confiaba en que
los responsables de la escuela habrían llevado a cabo las investigaciones
necesarias. La acusación que escuchó, según lo que indicó el mismo cardenal,
era muy general. Y él pensó que habría sido suficiente referirla simplemente al
capellán del instituto escolar.
Durante
la audiencia de ayer por la noche también surgió el caso del sacerdote
pederasta Peter Searson. Pell explicó que el caso no estaba bajo su
responsabilidad, y que las acusaciones fueron evaluadas por el obispo de
Ballarat, Ronald Mulkearns. El cardenal expresó su dolor por lo que los abusos
contra menores en la Iglesia han provocado en las víctimas, en sus familiares y
en la sociedad. Durante la audición también intervino el abogado defensor de
Pell, quien sostuvo que el actual «ministro de la Economía» del Vaticano tuvo
pocos contactos con el sacerdote pederasta serial Gerald Ridsdale cuando era
sacerdote en Ballarat. El abogado Duggan también indicó que fue justamente
Pell, en 1998, el que pidió la renuncia del sacerdote pederasta Peter Searson
con una carta, pero que la Santa Sede no apoyó su petición. La Royal Commission
había recibido información sobre los malos comportamientos de Pearson,
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