El profe
Alejandro Avilés/Jesús González Schmal
El
pasado 15 de octubre, en la Capilla Alfonsina del INBA, se celebró una velada
para conmemorar el centenario del natalicio de Alejandro Avilés Inzunza. Hacía
diez años, que se nos había adelantado. En el marco de la música que el mismo
homenajeado había compuesto, interpretada con excelencia por su hija la
cantautora María Eva, nos reunimos
sus amigos, discípulos, paisanos y quienes lo conocieron y admiraron por su
gran don de darse a los demás, por su amplísima cultura igual que su sencillez
y generosidad, por su entrega y profesionalismo en todas las actividades que
con brillante desempeño realizó en sus noventa años de fructífera existencia
terrenal.
A
mi me correspondió abordar la faceta política del que fue por antonomasia
poeta, además de maestro, escritor, periodista; cofundador y rector de la
escuela de periodismo Carlos Septién
García. Fue director de la revista “La Nación” del Partido Acción Nacional
en la época más importante por su aportación y apertura a la crítica-política.
Recordé que el profe Alejandro Avilés -como todos lo conocíamos-, fue
prácticamente de las generaciones fundadoras del PAN al que ingresó en 1941 a
solo dos años de su creación. Ahora conociendo con más amplitud su biografía,
con las inquietudes y aspiraciones juveniles advierto que le fue fácil coincidir
con el ideario de un partido que había nacido de la decisión de un grupo de
intelectuales y maestros universitarios, que se oponían a la perpetuación de un
partido oficial, hegemónico, único, presidencialista, que no ofrecía ningún
buen futuro a la vida política y económica del país.
El
entonces Partido Nacional Revolucionario de 1929, se aproximaba rápidamente al
modelo de los de Europa de la preguerra que se iban consolidando como partidos
corporativos, ultranacionalistas, con único control de mando por el führer, el
duce o por el líder supremo quién manipulando los símbolos patrios, degeneraban
en totalitarismos. El ahora PRI nació bajo ese signo con su presidencialismo
exacerbado al grado de jefe máximo con Plutarco Elías Calles que asfixiaba la
vida pública e impedía la oxigenación democrática.
Cómo no
recordar al Profesor Avilés hablándonos de ese sentido recto,
ético, humanista de la política frente a la depredación de su práctica por la
ambición, lucro y el sectarismo que desde entonces prevalece en México. Cómo no
revivir la satisfacción de encontrar en las páginas de la Revista “La Nación”,
que magistralmente dirigía, no solo sus estupendos y profundos editoriales sino
la reproducción de los discursos de los fundadores del PAN Efraín González Luna, Manuel Gómez Morín, Rafael Preciado Hernández,
Miguel Estrada Iturbide, y después Jesús Sanz Cerrada, José González Torres
Arias, Alfonso Ituarte Servín y de una pléyade de mexicanos decididos a
representar el pensamiento avanzado de una democracia participativa en lo
político, en lo económico, en lo cultural; para la ciudad, para el campo; para
las viejas, nuevas y próximas generaciones. Una democracia que reencauzara al
país hacia su mejor época en el progreso bien distribuido, en la honestidad
política; en el pleno ejercicio de la soberanía nacional en el concierto
mundial. Toda una inmensa gama de análisis, debates, deliberaciones, ensayos y
noticias del día, nos ofrecía el Profesor Avilés en su docta y conducción del
órgano de información del partido que entonces, independiente y de verdadera
oposición, circulaba por todos los países latinoamericanos. Era una publicación
intransigente contra las vendettas y corrupciones del control oficial, que
cooptaba a cuanta sociedad intermedia se doblegaba a la colusión. Encontrábamos
en cada número semanal los jóvenes que en los años 60´s iniciábamos nuestra
propia valoración, la información y elementos de juicio para estrenar nuestro
derecho al voto que entonces se obtenía hasta la edad de veintiún años.
Siempre
amable, atento, paternal el profesor parecía tener el mismo interés para cada
uno de los jóvenes que nos le acercábamos o le escuchábamos en sus
conferencias. La figura del político no convencional, no común; la del político
de ideas, de compromiso moral, del político poeta, periodista, maestro. Por sus
análisis objetivos e inspirados en el deber ser de la política de servicio,
nunca por afanes personalistas.
Fue un político que rompió moldes porque vivió
a plenitud la congruencia entre el pensar y el hacer. Un mexicano patriota que
amaba la verdad por la que empeñó su vida. El poeta, que no se conformo con
solo serlo para él y que indujo a otros como seguidores tan cercanos, que lo
fue en los tiempos del PAN autentico, gente como Hugo Gutiérrez Vega que siguió
los pasos de su mentor, para consagrarse también como dilecto y fecundo hacedor
de la poesía.
Promotor incansable, fue artífice de un
periodismo superior de convicción, independencia y valor contra todo riesgo de
represión y persecución. Su pluma trascendió fronteras y fue baluarte en los
mejores movimientos de la verdadera Democracia Cristiana en América Latina y
con Rafael Caldera y Arístides Calvani
en Venezuela; Freyre y Allende en Chile, cuando estos marcaron la lucha
democrática antiimperialista reivindicaba su propio proyecto continental.
¡El Profesor Avilés vive!, no se ha ido. Vive
y vivirá en el México que soñó como político, que descubrió como periodista y
que elevó para llegar al cielo con su poesía, con su palabra y voz perenne, que
se funde en la inmortalidad de su espíritu.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario