30 sept 2025

Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, a Silvia Molina.

 SESIÓN SOLEMNE DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, CELEBRADA EL MARTES 30 DE SEPTIEMBRE DE 2025

PRESIDENCIA DE LA SENADORA LAURA ITZEL CASTILLO JUÁREZ

La Presidenta Senadora Laura Itzel Castillo Juárez: (11:03 horas) Con el quórum de nuestra sesión ordinaria, conforme a la fracción VII del artículo 56 del Reglamento del Senado, y en el acuerdo aprobado el 18 de septiembre pasado, iniciamos la sesión solemne para la entrega del Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, correspondiente al año 2024, a la escritora Silvia Molina.


Pido a las senadoras y a los senadores, Beatriz Mojica Morga, a la senadora María Martina Kantún Can, a la senadora Susana Harp Iturribarria, a la senadora Ivideliza Reyes Hernández, a la senadora Maki Esther Ortiz Domínguez y a la senadora Amalia Dolores García Medina, acudan a recibir a nuestra galardonada, la escritora Silvia Molina.

En tanto, declaramos un receso.

(La comisión cumple)

(Receso)

La Presidenta Senadora Laura Itzel Castillo Juárez: Se reanuda la sesión solemne.

Senadoras, senadores;

Distinguidas personas invitadas que nos honran con su presencia:

En el presídium nos acompañan la escritora Silvia Molina, quien recibirá el Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, correspondiente al año 2024.

(Aplausos)

El poeta Mardonio Carballo, quien acude en representación del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

(Aplausos)

Y la senadora Beatriz Mojica Morga, presidenta de la Comisión de Cultura.

(Aplausos)

También nos acompaña Gabriel Guerra Castellanos, hijo de Rosario Castellanos.

(Aplausos)


La senadora Verónica Noemí Camino Farjat, vicepresidenta.


(Aplausos)


La senadora Imelda Margarita Sanmiguel Sánchez, vicepresidenta.


(Aplausos)


La senadora Mariela Gutiérrez Escalante.


(Aplausos)


La senadora María Martina Kantún Can.


(Aplausos)


Ambas secretarias.


También nos acompañan las hijas de nuestra galardonada, la licenciada Silvia Verónica Molina Pérez y la licenciada Claudia Molina Pérez, bienvenidas.


(Aplausos)


Así como María Cristina García Cepeda.


Valentina Torres Septién.


La doctora Rosa Beltrán Álvarez.


La licenciada Isabel Margarita Ortiz Aja.


La licenciada Ángeles González Gamio.


El maestro Marcos Medrano.


Gerardo Jaramillo Herrera.


La maestra María del Socorro Venegas Pérez.


Y Diego Echeverría Cepeda.


(Aplausos)


También le damos la bienvenida a la diputada Alma Lidia De la Vega Sánchez, presidenta de la Comisión de Cultura y Cinematografía, quien acude en representación de la Cámara de Diputados.


(Aplausos)


Hacemos también mención especial de la presencia de la licenciada Mónica María Salcedo Medrano, el maestro Ezra David García Alcázar, la maestra Paola Morán Leyva y de Nadia López también, quienes integraron el jurado de este Premio y por ello les agradecemos en todo lo que vale esta importancia colaboración.


(Aplausos)


Del mismo modo, damos las gracias por su asistencia a todas las demás personas que nos acompañan en esta sesión solemne que honra a las letras.


Como es de su conocimiento, el 30 de marzo de 2021 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se crea el Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos” y se reforma el Reglamento del Senado de la República para reconocer a escritoras y escritores con obra consolidada escrita en idioma español o en cualquiera de las lenguas originarias de Latinoamérica y que pertenezcan a los géneros literarios de la narrativa, dramaturgia, poesía o ensayo.


Este premio ya ha sido entregado en tres oportunidades, la primera a la escritora Elsa María Cross y Anzaldúa, la segunda a la maestra Luisa Josefina Hernández y Lavalle, y la tercera al poeta Francisco Hernández.


Para esta ocasión, recuerdo a ustedes que el 6 de noviembre de 2024 la Comisión de Cultura emitió la convocatoria correspondiente en la que establecieron las bases para la recepción de candidatas y candidatos al Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos” 2024.


Como resultado de lo anterior, el 29 de abril pasado aprobamos por unanimidad un acuerdo por el que se estableció que la galardonada fuese la escritora Silva Molina.


En consecuencia, solicito a la senadora María Martina Kantún Can, secretaria de la Mesa Directiva, dé lectura a la semblanza de la escritora “Rosario Castellanos”.


La Secretaria Senadora María Martina Kantún Can: Muy buenos días a todos.


Bienvenidos a su casa, al Senado de la República.


Hoy nos convoca la memoria de una mujer que es raíz y vuelo de nuestra cultura: Rosario Castellanos Figueroa, nacida el 25 de mayo de 1925 en el entonces Distrito Federal.


Pero ese sólo fue un tránsito, porque su destino la llevó pronto a Comitán de Domínguez, Chiapas, tierra donde su infancia echó hondas raíces.


Desde temprana edad el conocimiento fue su horizonte.


Tras sus estudios iniciales, retornó a la capital a los 16 años, con la intención de abrazar la jurisprudencia en la Universidad Nacional Autónoma de México.


Sin embargo, su vocación profunda la condujo a la filosofía donde no solo obtuvo la licenciatura, sino también la maestría, con una tesis sobre la cultura femenina que prefiguraba su destino intelectual.


Empezó como becaria del Instituto de Cultura Hispanoamericana y en el Centro Mexicano de Escritores, pero su espíritu inquieto la trasladó hasta la Universidad de Madrid.


A su regreso, en 1952 asumió la dirección del Instituto Chiapaneco de la Cultura, sembrando ahí la sabiduría adquirida, con una visión amplia y humana; su sensibilidad la llevó a escribir textos escolares en el Instituto Nacional Indigenista y, más tarde, de 1962 a 1971 a enseñar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde impartió literatura contemporánea, novela contemporánea y crónica.


Integrante de la llamada generación del medio siglo, junto a plumas como Jaime Sabines, Juan Rosé Arreola, Juan Rulfo, Jorge Ibargüengoitia y Carlos Fuentes; pero Rosario Castellanos tenía una visión especial que la distinguió en dar voz a lo silenciado: “La desigualdad de las mujeres y los pueblos indígenas”.


De su pluma, nacieron obras imprescindibles; en la prosa, Balún Canán, Oficio de Tinieblas y Ciudad Real que conforman la trilogía indigenista más importante de nuestra narrativa.


Los Convidados de Agosto y Álbum de Familia abordan las relaciones de poder y sometimiento de la mujer mexicana.


En la reflexión feminista: Mujer que Sabe Latín, Apuntes para una Declaración de Fe, Trayectoria del Polvo y la célebre compilación Poesía No Eres Tú.


Dieron causa a un pensamiento que aún nos ilumina y en el eterno feminismo publicada tras su muerte, su voz se volvió estandarte de este movimiento que transformó México.


Su carrera trascendió las letras, en 1971 fue nombrad embajadora en Israel, donde, en medio de tensiones y guerras, permaneció firme, siendo recordada como la embajadora de la paz en la adversidad.


En ella, convivieron la diplomática capaz y de escritora insigne, la mujer que supo conjugar inteligencia con respeto y sensibilidad.


El 7 de agosto de 1974, la muerte sorprendió a Rosario Castellanos demasiado pronto, pero su legado inmenso e imperecedero la hizo merecedora de reposar en la Rotonda de Personas Ilustres, donde una inscripción nos recuerda: “Sabe. que entre mis labios de granito quedaron detenidas las palabras”.


Decía ella misma que partida era levantarse la memoria, la risa, el río y el aire.


En México, la despedimos bajo la lluvia y la convertimos en parque, en escuela, en libro abierto para todas y todos, la devolvimos a la tierra como símbolo, como certeza de que su voz no se apaga.


Rosario Castellanos no solo pertenece al pasado, su palabra sigue vigente, viva, necesaria.


Es, y será por siempre, orgullo de la patria.


Muchas gracias.


(Aplausos)


La Presidenta Senadora Laura Itzel Castillo Juárez: Muchas gracias, senadora secretaria.


Ahora, se le concede el uso de la palabra a la senadora Beatriz Mojica Morga, presidenta de la Comisión de Cultura, a nombre del Senado de la República.


(Aplausos)


La Senadora Beatriz Mojica Morga: Con su venia, presidenta Senadora Laura Itzel Castillo, presidenta de la Cámara de Senadores y Senadoras.


Diputada Alma Lidia de la Vega Sánchez, presidenta de la Comisión de Cultura, en representación de la Cámara de Diputados.


Saludamos a Gabriel Guerra Castellanos, hijo de Rosario Castellanos.


Muchas gracias por acompañarnos.


Les damos la bienvenida a todas y todos ustedes.


A las hijas de nuestra galardonada, la licenciada Silvia Verónica Molina Pérez.


Y a la licenciada Claudia Molina Pérez.


Muchísimas gracias.


Al poeta Mardonio en representación de la Suprema Corte.


Muchas gracias por acompañarnos.


Agradecemos mucho el trabajo que hicieron nuestros jurados en este Premio “Rosario Castellanos”.


Muchísimas gracias por su apoyo, porque sin ello no sería posible el día de hoy entregar este importante Premio “Rosario Castellanos”.


Estamos, sin lugar a dudas…


Y saludamos a todos los invitados.


Muchísimas gracias por acompañarnos.


Estamos, sin lugar a dudas, en esta celebración y reconocimiento de una gran mujer que representa este premio, que es Rosario Castellanos, que ha sido guía del feminismo mexicano, que nos ha inspirado a miles y miles de mujeres en nuestro país para seguir en la ruta del fortalecimiento de las mujeres.


Y por ello, éste es uno de los premios que tiene el Senado de la República que ha sido importante, hay que decirlo, está también un poco desfasado, vamos a entregar el premio 2024, porque la pandemia nos desfasó un poco el premio.


Estamos muy contentos porque este día el Senado de la República se honra al entregar el Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos” 2024 a una mujer cuya voz ha sido puente entre la intimidad y la historia, entre la memoria individual y la memoria colectiva.


Démosle un gran aplauso a Silvia Molina, por favor.


(Aplausos)


Hablar de Silvia Molina es recorrer los caminos de la literatura mexicana en las últimas cinco décadas, es recordar a la narradora, ensayista, investigadora y promotora cultural; que con la misma pasión nos condujo desde las páginas de “La mañana debe ser gris”.


Ya me autografió por aquí.


Su primera novela premiada por el Xavier Villaurrutia, hasta relatos y ensayos que hoy forman parte de nuestro universo literario.


Su narrativa se caracteriza por una honestidad que sacude y una ternura que reconcilia, su obra amplia y diversa se despliega en cuentos, novelas, literatura infantil y juvenil, ensayos críticos y textos de difusión histórica.


Silvia Molina nos ha mostrado que la palabra escrita puede habitar en todas las edades, que los niños y las niñas también necesitan libros que despierten la imaginación, y que las nuevas generaciones merecen un acceso vivo y cercano a nuestras raíces.


En sus páginas hemos encontrado declaraciones que nos anidan en el corazón, como ella mismo escribió: “Tenía derecho a vivir una vida más estimulante de la que me enseñaron a esperar. Si deseas algo y no haces para obtenerlo, estás perdida”.


Esta declaración de fuerza y libertad resume quizá la esencia de la literatura mujeres y hombres que buscan su lugar, que desafían los límites impuestos, y que se atreven a imaginar otra vida posible.


Como Rosario Castellanos, Silvia Molina ha dado a la palabra un sentido emancipador, ambas escritoras comparten el gesto de escribir desde la consciencia social.


Castellanos habló de la desigualdad y la necesidad de la educación; Molina, desde su propia trinchera ha mostrado que la escritura es una manera de existir con plenitud y de resistir al olvido.


En cada novela, en cada cuento, en cada ensayo Silvia Molina ha tenido puentes entre la intimidad y la historia nacional. Ha narrado la vida cotidiana, los dilemas del amor y la libertad; pero también los ecos de nuestra historia. Además, ha sabido escuchar las voces que han sido silenciadas y darles un espacio en la literatura mexicana.


Al otorgarle este reconocimiento, no solo celebramos su trayectoria, sino también la permanencia de la palabra como herramienta de dignidad.


La obra de Silvia Molina nos recuerda que la literatura es una forma de vivir en libertad, de construir comunidad y de tender la mano a quienes vendrán después de nosotras.


Silvia Molina ha construido un universo literario con novelas como “La Familia vino del Norte”, “Los Inviernos de Lulú”, en donde se revela la manera en que los hilos familiares también tejen la identidad del país.


Sus cuentos reunidos en volúmenes como la Bata Roja, o Dulce Compañía nos acercan a personajes que viven entre la ternura y la incertidumbre como un realismo íntimo que interpela a cada lector.


Con sensibilidad y claridad ha demostrado que los niños y niñas son lectores capaces de pensar, preguntar y de soñar.


En este terreno, Silvia Molina ha cumplido una doble labor, sembrar amor por la lectura y al mismo tiempo defender el derecho de la niñez a imaginar futuros distintos.


Así pues, en nombre de la Comisión de Cultura del Senado de la República, expreso mi más profundo respeto y admiración a Silvia Molina, su obra nos acompaña, nos enseña y nos inspira.


El Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, que entrega hoy el Senado de la República desde el 2021 a escritoras, escritores destacados en distintos géneros, una trayectoria reconocida.


Que este premio lleve también un mensaje claro, México reconoce a sus creadoras y a sus creadores, a las mujeres que, con la fuerza de la palabra, han transformado la vida cultural de la nación.


Muchas felicidades, maestra Silvia Molina, este homenaje es para usted y también para todas y todos los lectores que han encontrado en sus páginas la certeza de que siempre podemos aspirar a una vida más luminosa.


Muchísimas gracias.


Y muchas felicidades.


Y hay que seguir leyendo.


(Aplausos)


La Presidenta Senadora Laura Itzel Castillo Juárez: Solicito ponerse de pie para hacer la entrega a la escritora Silvia Molina del Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos”, correspondiente al año 2024.


(Todos de pie)


(Se entrega el Premio Literario)


(Aplausos)


Sírvanse tomar asiento.


Ahora tiene el uso de la tribuna nuestra galardonada, la escritora Silvia Molina.


La C. Silvia Molina: Muy buenas tardes.


Senadora Laura Itzel Castillo Juárez, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República.


Señoras y señores senadores;


Gabriel Guerra Castellanos;


Queridos amigos y familia:


Soy hija de un campechano ilustre, que fue escritor, periodista, gobernador de su estado y oficial mayor, subsecretario y secretario de Gobernación de la República, Héctor Pérez Martínez; un intelectual que amó a Campeche y a nuestro país y sostuvo en todo lo que pudo al exilio español.


Murió prematuramente cuando yo tenía un año y ya no pude gozarlo ni vivir en su tierra natal.


Mi madre, María Celis Campos, sonorense, hermana de tres generales de división revolucionarios, quedó viuda joven con cinco hijos y sin dinero.


Yo la veía sufrir para sacarnos adelante y una tarde, siendo todavía niña, le pregunté si mi padre en realidad no les había dejado nada, no nos había heredado algo, por poquito que fuera y me respondió: tu padre les heredó un nombre limpio, algún día comprenderás y cuidarás su apellido.


Nunca pensé que iba a ser escritora como él, lo fui haciendo sin darme cuenta.


Cuando iba a publicar mi primer libro “La mañana debe seguir gris”, decidí no usar su apellido, era una responsabilidad grande para mí y, además, yo quería hacer mi propia carrera, buena o mala, pero por mí misma y mi circunstancia, de ahí mi seudónimo Silvia Molina.


Lo que les acabo de contar es el núcleo de mi obra, “La búsqueda del padre en Imagen de Héctor”, “El deseo de hacer mío De Veras”, “Campeche”, es decir, la búsqueda de mis raíces, “Ascensión Tun”, “Campeche”, “Punta del Ala del país”, “Las letras del siglo XIX en Campeche” y varios libros más.


En las fiestas familiares mis tíos, los generales Celis, hablaban de la revolución, de las batallas en las que participaron.


¿Te acuerdas mano, en Celaya, cuando te dieron en el brazo?


Nombraban a sus jefes y amigos Álvaro Obregón, Benjamín Gil, Ignacio Pesqueira, Gilberto Limón, Francisco Serrano y a otros generales y murmuraban algo que me intrigaba sobremanera.


Uno de ellos, Manuel, que fue jefe del Estado Mayor del general Benjamín Gil de la Secretaría de Guerra y Marina y también jefe del Departamento de Infantería de la misma, había estado escondido un año en un sótano.


Iban a catear la casa de mi abuela y no lo encontraban porque habían construido una falsa pared en el sótano.


Investigando, descubrí que había sido serranista y estaba contra la reelección de su jefe, Álvaro Obregón, el que llamaba a los Celis “mis muchachitos”, porque eran casi unos niños cuando se fueron con él.


Mi tío se salvó de la muerte en Huitzilac, de ahí mi novela “La familia vino del norte”.


Muerto mi padre, cuando yo era niña, a mi casa llegaban los domingos a comer los exiliados españoles que nunca lo olvidaron, entre otros, los poetas, León Felipe, que era como su hermano, y Juan Rejano, que le escribió: “todo lo mexicano que ya es mío lo amé por ti, por ti latió esta tierra para que mi dolor no se perdiese en la oscura osamenta del planeta”.


Iban los pintores, Miguel Prieto, José Moreno Villa.


Los médicos, ninguno nos cobraba la consulta, lo que era un respiro para mi madre.


José Lema Pinto, nuestro pediatra.


Victoriano Acosta, nuestro cirujano.


Rafael Fraile, el doctor de cabecera de mi padre y de don Indalecio Prieto.


Venían, también, los editores, los científicos y los políticos.


La lista es larga.


De esa etapa acomodé mis recuerdos, de niña, en la república española, en un pañuelo.


Y mi más reciente novela “El tío Rafael o la huida del peregrino”.


Aprendí a leer tarde.


En mi época, la dislexia, no se trataba, era una discapacidad desconocida.


Cuando descubrí el milagro de encontrarle a la unión de las letras un significado, sentí, por primera vez, que nunca más viviría avergonzada de no saber leer, que había otros mundos y otras personas que me acompañarían toda la vida.


Los únicos momentos en que perdía el miedo, a un entorno que no podía entender, era cuando mi madre y mis hermanos me leían o me contaban cuentos que sabían o inventaban para mí, lo que fue siempre una manera de darme seguridad y decirme lo que tanto me querían.


Su lectura me hacía feliz y, por eso, también empecé a escribir literatura infantil para mis hijas. Algo que seguí haciendo, aunque fueron creciendo, porque me gustó el reto. Escribir para niños es más difícil de lo que se cree.


Pertenezco a una generación de escritores bastante disgregada, no nos conocíamos, empezamos solos.


Por lo tanto, sin conciencia de grupo, sin congregarnos en una publicación periódica.


Trabajamos, cada uno en lo suyo, como niños aplicados a hacer bien la tarea y punto.


“Escribir es una manera de vivir”, dijo Flaubert, y así lo hicimos hasta que los encuentros literarios y las ferias del libro nos fueron reuniendo, es decir, nos encontramos ya formados, leídos y, cosa curiosa, no rompimos con las generaciones anteriores, los leímos con agrado y respeto.


Una de mis escritoras favoritas ha sido Rosario Castellanos porque reconocí en ella, de alguna manera, mi sureste al ser humano marginado, el infierno de la explotación y de las pasiones humanas que se sufren en la intimidad.


Rosario fue una escritora inteligente, culta, de disciplina, irónica e ingeniosa que se exigía demasiado y que moldeó sus palabras con una tinta hecha de sufrimiento y, sin embargo, siempre la salvaron la ironía y el sentido del humor.


Su obra es notoriamente autobiográfica y como dicen ahora de auto ficción, y parte de ella feminista e indigenista. Estas palabras no le gustaban, pero la enaltecen.


Su escritura es tan literaria que es difícil dejar de leerla, sobre todo cuando habla de sí misma.


Rosario Castellanos tenía eso que Orwell llama “entusiasmo estético”, la percepción de la belleza en el mundo externo y en las palabras, y su acertada combinación, el placer en el impacto de un sonido sobre otro, en una buena prosa, en el rito de un poema o un relato.


José Emilio Pacheco escribió que la obra de Rosario Castellanos era una de las más importantes que se habían escrito en México, lo mismo en el verso que en la prosa narrativa o en el ensayo.


Perdón, me perdí.


Dijo que escribir no sólo era para ella el descubrimiento del mundo interior, sino el deber que nos acerca a los demás y da nombre y sentido a las palabras.


Su primera etapa como escritora versa sobre Chiapas y el mundo complejo de su niñez: Balún Canán, Ciudad Real, Oficio de Tinieblas.


Escribió a partir de sus vivencias y experiencias de su condición de mujer, de chiapaneca ladina, sometedora y sometida, y de una intelectual que buscaba la libertad para los oprimidos y para ella misma, la justicia para los otros, la educación para los débiles, el alivio de las heridas y el dolor, la democracia para todos.


La segunda etapa se desarrolla alejada de su terruño y está cimentada en la ciudad, donde sus personajes femeninos tampoco se salvan de la agobiante vida cotidiana.


Para esta gran mujer que ejerció todos los géneros literarios y el periodismo con una dedicación absoluta, el trabajo fue una tabla de salvación gracias a la cual sublimó sus angustias.


Escribió de la soledad un tema central en su obra, decía que ésta era la otra cara del amor y de la muerte.


Sus poemas son pequeñas joyas que hieren al lector, su prosa sencilla y precisa es melancólica y desgarradora, pulida, rotunda.


En fin, escuchen esto:


“Advertencia al que llega.


No me toques el brazo izquierdo. Duele de tanta cicatriz. Dicen que fue un intento de suicidio, pero yo no quería más que dormir profunda, largamente, como duerme la mujer que es feliz”.


Agradezco profundamente a las instituciones que me han dado cobijo y son mis casas: el Seminario de Cultura Mexicana, la Academia Mexicana de la Lengua y la Fundación para las Letras Mexicanas, la generosidad que me han demostrado.


Y al Senado de la República la distinción de este prestigioso premio, nada más que en el centenario de esta extraordinaria mujer, que ha sido otorgado a escritores que admiro: Elsa Cross y Francisco Hernández, y a otra campechana, Luisa Josefina Hernández, a quien Rosario le dedicó “Tablero de damas”.


Doy las gracias también al jurado del premio por su voto.


Si la vida es una aventura, la literatura es una reflexión sobre lo que uno recuerda de la vida, es una búsqueda de nosotros mismos, un repaso sobre el mundo y la condición humana.


Recibir esta distinción que otorga el Senado de la República es para mí una gran responsabilidad, cuidar otro nombre, un honor inmenso y un aliento para seguir adelante.


Les expreso mi asombro por el hecho de que el día de hoy me haya tocado estar aquí con ustedes honrando a esta escritora universal y recordándola como la gran intelectual que fue Rosario Castellanos.


Muchas gracias. 


(Aplausos)


La Presidenta Senadora Laura Itzel Castillo Juárez: Muchas gracias a la maestra Silvia Molina.


La literatura abre mundos, nos acerca a lo diferente y es espejo de culturas, deseos, horizontes.


Más allá de su valor estético, es el arte de la palabra, de la artesanía, de la escritura. Sí, artesanía de la escritura, texto viene de textil, de tejer, la creación literaria teje historias, construye dramas y metáforas.


El Premio “Rosario Castellanos” hace honor a una mujer comprometida, cuya obra dio voz a las mujeres, a los pueblos indígenas y a quienes habían sido históricamente silenciados, ha abordado distintos géneros, y en todos hizo aportes.


Este galardón que otorga el Senado de la República fortalece, enriquece y honra a la literatura mexicana; fue concebido para reconocer a escritoras y escritores consolidados en los géneros de la narrativa, la dramaturgia, la poesía o el ensayo, con la finalidad de destacar la importancia de lo producido en México.


Hoy, Silvia Molina es ganadora con el Premio al Mérito Literario “Rosario Castellanos” por su prolífica y destacada trayectoria como narradora, ensayista y editora, así como por su valiosa contribución a la literatura infantil.


Nacida en la Ciudad de México, su producción, como nos consta, esta producción literaria ha sido un medio para la difusión del estado de Campeche, donde también ha vivido como nos cuenta y retratado su historia a su gente, sus costumbres y sus tradiciones.


Este premio celebra la trayectoria de escritores y escritoras para fortalecer y poner en alto a la literatura mexicana, por lo que estamos muy orgullosas de entregarlo a una mujer que ha dedicado su vida a contribuir a la cultura de nuestro país.


Sin duda, es tiempo de mujeres y es tiempo de escritoras.


Muchas felicidades a Silvia Molina.


(Aplausos)


Honorable Asamblea:


Como aquí también ha dado cuenta la misma galardonada, hubo un premio que se le otorga al Mérito Literario “Rosario Castellanos” 2022 a la escritora Luisa Josefina Hernández y Lavalle, quien falleció el 16 de enero de 2023.


Yo les solicitaría que nos pusiéramos de pie y que le guardáramos un minuto, no de silencio, sino de aplausos a Luisa Josefina Hernández y Lavalle.


(Todos de pie)


(Un minuto de aplausos)


¡Descanse en paz Luisa Josefina Hernández y Lavalle!


Ahora les solicito que continuemos de pie para entonar el Himno Nacional.


(Se entona Himno Nacional)


Favor de tomar asiento.


Expresamos nuestro agradecimiento por su presencia en esta sesión solemne a todas y a todos nuestros distinguidos invitados.


En consecuencia, solicito a las senadoras y senadores integrantes de las comisiones de cortesía se sirvan a acompañar a las personas invitadas hasta las puertas de este recinto.


(Las comisiones cumplen)


Y damos por finalizada la sesión solemne.


Muchas felicidades a Silvia Molina.


(Aplausos)


Se levantó la sesión a las 11:57 horas.

No hay comentarios.:

Vigencia y necesidad de Juan de la Cruz/ Carlos Aganzo es escritor y poeta.

San Juan de la Cruz fue el nombre religioso de Juan de Yepes Álvarez (1542-1591), una de las figuras más importantes de la literatura y la e...