Agresión sacrílega

Hace poco más de un año -7 de noviembre de 2006- la arquidiocesis Primada de México publicó el siguiente comunicado, pos los hechos del 5 de noviembre en catedral, a saber:
AGRESIÓN SACRÍLEGA EN LA CATEDRALEn relación a las agresiones sufridas contra los fieles católicos y el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, el pasado domingo 5 de noviembre, la Arquidiócesis de México hace de la opinión pública las siguientes consideraciones:
Sin razón alguna, el cardenal Norberto Rivera Carrera, los fieles católicos que asisten a la Santa Misa y el mismo recinto sacro de la Catedral Metropolitana de México, después de las elecciones federales del pasado 2 de julio, han venido siendo centro de protestas y agresiones; la más grave acaeció este domingo 5 de noviembre cuando un grupo de aproximadamente 50 personas interrumpieron de manera sacrílega la celebración justo en el momento en que daba inicio. Sin ningún respeto a la Asamblea Eucarística, comenzaron a gritar a coro consignas llenas de odio y calumnias injuriosas contra el Señor Arzobispo, mostrando las manos manchadas de rojo que simulaban sangre y agrediendo a las personas que estaban a su lado, entre ellas, la fotógrafa de la Catedral de México. Admirablemente, los fieles cristianos no respondieron a las agresiones e insultos y sufrieron calladamente esta afrenta a su Pastor y a su fe.

Los manifestantes quisieron engañar a la opinión pública y a los medios de comunicación haciéndose pasar por integrantes de la APPO y de la Sociedad Civil sin filiación partidista alguna, cuando en realidad -según un informe especial que nos han hecho llegar-, este ataque sacrílego fue coordinado por Juan Carlos Ocampo del Grupo de Diversidad y Género, Fernando González del PRD, Coyoacán y el Grupo de Resistencia Civil y Pacífica que encabeza Jesusa Rodríguez y Gerardo Fernández Noroña.
Cabe resaltar que el señor Fernández Noroña, en varias ocasiones ha ido a la Catedral para insultar públicamente al cardenal Rivera Carrera, y fue él quien envió las anteriores incursiones partidistas a la misma Catedral. Asimismo, la señora Jesusa Rodríguez, domingo a domingo, en las así llamadas Asambleas Informativas, se ha dedicado a insultar públicamente y difamar al Señor Arzobispo; prueba de ello lo dan las reseñas de prensa que recogen sus agresiones, como la mofa que hizo de su investidura episcopal en el desfile que organizó el domingo 29 de octubre, haciendo pasear públicamente una efigie grotesca del Arzobispo de México.
El cardenal Norberto Rivera Carrera, como cualquier ciudadano, tiene el derecho a expresarse libremente. Como Pastor tiene el deber de orientar no sólo en lo moral, sino también en lo social a sus fieles. En una sociedad democrática ninguna voz o institución pueden ser callada o amenazada, pues la sociedad se construye con la colaboración activa de todos los ciudadanos. El mismo Señor Cardenal defendió públicamente la libertad de expresión y reunión de los que ahora lo atacan. La intolerancia de estos grupos radicales y violentos que han agredido al cardenal Rivera no lograran amedrentarlo y callarlo, por el contrario, será un motivo más para que cumpla su misión profética de anunciar y denunciar sin importar el costo que tenga que pagar.
La Arquidiócesis Primada de México hace un atento y respetuoso llamado tanto al Gobierno Federal como al Jefe del Distrito Federal a fin de brindar las garantías que le concede la ley tanto a su Arzobispo como la integridad física de sus fieles que se ve expuesta a la barbarie sacrílega de los agresores que han amenazado con volver.
En caso de una nueva incursión violenta y de que las autoridades competentes no pudieran garantizar la libertad de culto y la integridad de sus fieles, el Arzobispado de México se reservaría el derecho de ordenar la suspensión de culto en la Catedral Metropolitana y podría extenderse la medida aún más, pues no podría exponer a una profanación al sacramento más sublime y sagrado para los católicos que es la Eucaristía. Para un católico todo sería tolerable menos una ofensa al Santísimo sacramento. La suspensión sería vigente hasta que se nos devuelvan las garantías indispensables en el ejercicio de las libertades de culto.