20 dic 2007

El Papa y Sarkozy


Benedicto XVI y Nicolas Sarkozy, se reunieron en audiencia privada, y sirvio para repasar las relaciones Iglesia y Estado, así como algunas de las cuestiones más candentes del panorama internacional.
Una nota emitida por la Oficina de Información de la Santa Sede revela que el encuentro "ha permitido pasar revista a algunos temas de interés común concernientes a la actual situación del país, evocando las buenas relaciones existentes entre la Iglesia católica y la República francesa, además del papel de las religiones, en especial de la Iglesia católica, en el mundo".
«Se ha dedicado una atención particular a la situación internacional, con referencia al futuro de Europa, a los conflictos en Oriente Medio, a los problemas sociales y políticos de algunos países africanos y al drama de las personas secuestradas», añade la nota vaticana.
Al saludar al Papa, Sarkozy reconoció. «Santidad, habla verdaderamente un óptimo francés». Al despedirse ambos se felicitaron por la Navidad y el Año Nuevo.
Antes de dejar el Vaticano, Sarkozy bajó a las grutas que se encuentran debajo de la Basílica de San Pedro del Vaticano para rezar ante la tumba de Juan Pablo II.
Después, Sarkozy, pronunció un histórico discurso en el que presentó una visión de la «laicidad positiva».
El jefe de Estado francés ofreció un amplio análisis de su visión sobre la religión en el discurso que pronunció tras tomar posesión oficialmente del título de «canónigo de honor» de la Basílica de San Juan de Letrán, pronunciado en la Sala de la Conciliación del palacio contiguo a la catedral del Papa.
El presidente, explicó que «ya nadie contesta que el régimen francés de la laicidad es hoy una garantía de libertad: libertad de creer o de no creer, libertad de practicar una religión y libertad de cambiar, libertad de no ser herido en su conciencia por prácticas ostensibles, libertad para los padres de dar a los hijos una educación conforme a sus creencias, libertad de no ser discriminado por la administración en función de su creencia».
«Francia ha cambiado mucho --reconoció Sarkozy, quien ha escrito el libro «La República, las religiones, la esperanza»--. Los franceses tienen convicciones más diferentes que antes. Ahora la laicidad se presenta como una necesidad y una oportunidad».
Dejando claro esto, dijo, «la laicidad no debería ser la negación del pasado. No tiene el poder de desgajar a Francia de sus raíces cristianas. Ha tratado de hacerlo. No hubiera debido».
«Como Benedicto XVI, considero que una nación que ignora la herencia ética, espiritual, religiosa de su historia comete un crimen contra su cultura, contra el conjunto de su historia, de patrimonio, de arte y de tradiciones populares que impregna tan profunda manera de vivir y pensar».
«Arrancar la raíz es perder el sentido, es debilitar el cimiento de la identidad nacional, y secar aún más las relaciones sociales que tanta necesidad tienen de símbolos de memoria».
«Por este motivo, tenemos que tener juntos los dos extremos de la cadena: asumir las raíces cristianas de Francia, es más valorarlas, defendiendo la laicidad finalmente llegada a madurez. Este es el paso que he querido dar esta tarde en San Juan de Letrán».
Por este motivo, dijo, «hago un llamamiento a una laicidad positiva, es decir, una laicidad que velando por la libertad de pensamiento, de creer o no creer, no considera las religiones como un peligro, sino como una ventaja».
El título de «canónigo de honor» de la Basílica de San Juan de Letrán fue atribuido por los Papas a los reyes de Francia desde tiempos de Enrique IV, en 1593.
Foto de la agencia EFE

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