Un conflicto anunciado/Ana María Salazar
Publicado en El Universal, 7 de marzo de 2008;
Tal vez lo más sorprendente del conflicto surgido debido al ataque de las Fuerzas Armadas colombianas a un campamento guerrillero en territorio ecuatoriano es que no había sucedido con anterioridad este tipo de incidente. Desde los 90 cuando fui funcionaria en la Casa Blanca y después subsecretaria adjunta en el Pentágono, fui testigo de cómo en diferentes foros el gobierno de Colombia les advertía a sus vecinos ecuatorianos, venezolanos, panameños y brasileños que al ir incrementando la capacidad del gobierno colombiano de perseguir a los grupos armados en su país, estos grupos guerrilleros y paramilitares buscarían usar más y más las fronteras para escabullirse de las Fuerzas Armadas colombianas.
De hecho, una de las razones fundamentales que expresaron varios países sudamericanos al Plan Colombia era que temían el efecto “cucaracha” que pudiese resultar y que incrementaría las fricciones fronterizas. En una reunión de los ministros de Defensa del Hemisferio, ante las quejas de varios países por el Plan Colombia, nunca olvidaré cómo el secretario de Defensa les advertía a sus contrapartes que Colombia tenía que defender a su población de las FARC y los otros países deberían tomar las medidas necesarias para hacer lo mismo. Y las perspectivas de encontrar una solución pacífica y duradera se ven remotas, más ahora que el presidente Hugo Chávez ha tomado la violación de la soberanía ecuatoriana como una causa venezolana, a tal punto que mandó 10 batallones a la zona fronteriza.
En mi taller de negociación les presento a los participantes una tabla que señala todos aquellos factores que dificultan que las partes de una negociación lleguen a un acuerdo. Entre los factores que se mencionan incluye:
—Mientras más personas involucradas en el conflicto, menos posibilidades de llegar a un acuerdo. Las declaraciones y la participación de Nicaragua y Venezuela incrementan dramáticamente el conflicto.
—El uso de amenazas, expresiones de enojo, falta de respeto, temor o frustración por las partes. No solamente hubo amenazas de parte de los presidentes Correa y Chávez, pero casi, casi le dicen al presidente Uribe de lo que se va a morir.
—No se reconocen las necesidades de las partes. Colombia lleva años exigiendo que sus vecinos hagan algo para enfrentar a las FARC, con quien enfrenta una guerra civil de casi 50 años. Su decisión de llevar a cabo un ataque en territorio ecuatoriano refleja que es un país en guerra.
—Las partes no tienen ningún interés en mantener la relación, ha habido conflictos pasados. Aunque existen razones económicas y políticas, incluyendo la frontera que comparten, por las cuales Colombia y Venezuela deberían buscar tener una buena relación bilateral, se han ido acumulando conflictos entre ambos, Uribe y Chávez, que dificultan la posibilidad de que exista un acuerdo, mientras que los dos estén en el poder.
Y aunque la resolución de la OEA de esta semana fue aceptada por Colombia, en la que se reconoce que hubo una violación de la soberanía ecuatoriana, el mismo secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, afirmó que “aún falta mucho para resolver el conflicto entre ambos países”.
Uno de los efectos secundarios de este ataque en territorio ecuatoriano se está sintiendo en México, en donde, debido a la presencia de una estudiante de la UNAM en el campamento guerrillero, resurge el debate de si hay presencia de las FARC en México y qué están haciendo. Por el solo hecho de que México desafortunadamente es un país por donde transita cocaína procedente de Colombia se tiene que asumir que las FARC tienen contactos y probablemente alguna presencia en México, debido a que los grandes traficantes de coca son las FARC. Pero la pregunta es que si también tienen otras intenciones, la de apoyar y promover movimientos sociales que buscan usar las mismas herramientas bélicas que emplean las FARC para buscar un supuesto cambio político. Y es en esto que, de nuevo, el gobierno mexicano se enreda al estar negando a través de los años la presencia de las FARC en territorio nacional. Aquí lo importante es que el gobierno mexicano aprenda de la dolorosa experiencia colombiana: “Los países deben evitar a toda costa el nexo entre los grupos guerrilleros, los paramilitares y los grupos de protesta social con el narco”. Lo sucedido esta semana es un conflicto anunciado. Y México se va a salpicar.
salazaropina@aol.com
www.anamariasalazar.com
De hecho, una de las razones fundamentales que expresaron varios países sudamericanos al Plan Colombia era que temían el efecto “cucaracha” que pudiese resultar y que incrementaría las fricciones fronterizas. En una reunión de los ministros de Defensa del Hemisferio, ante las quejas de varios países por el Plan Colombia, nunca olvidaré cómo el secretario de Defensa les advertía a sus contrapartes que Colombia tenía que defender a su población de las FARC y los otros países deberían tomar las medidas necesarias para hacer lo mismo. Y las perspectivas de encontrar una solución pacífica y duradera se ven remotas, más ahora que el presidente Hugo Chávez ha tomado la violación de la soberanía ecuatoriana como una causa venezolana, a tal punto que mandó 10 batallones a la zona fronteriza.
En mi taller de negociación les presento a los participantes una tabla que señala todos aquellos factores que dificultan que las partes de una negociación lleguen a un acuerdo. Entre los factores que se mencionan incluye:
—Mientras más personas involucradas en el conflicto, menos posibilidades de llegar a un acuerdo. Las declaraciones y la participación de Nicaragua y Venezuela incrementan dramáticamente el conflicto.
—El uso de amenazas, expresiones de enojo, falta de respeto, temor o frustración por las partes. No solamente hubo amenazas de parte de los presidentes Correa y Chávez, pero casi, casi le dicen al presidente Uribe de lo que se va a morir.
—No se reconocen las necesidades de las partes. Colombia lleva años exigiendo que sus vecinos hagan algo para enfrentar a las FARC, con quien enfrenta una guerra civil de casi 50 años. Su decisión de llevar a cabo un ataque en territorio ecuatoriano refleja que es un país en guerra.
—Las partes no tienen ningún interés en mantener la relación, ha habido conflictos pasados. Aunque existen razones económicas y políticas, incluyendo la frontera que comparten, por las cuales Colombia y Venezuela deberían buscar tener una buena relación bilateral, se han ido acumulando conflictos entre ambos, Uribe y Chávez, que dificultan la posibilidad de que exista un acuerdo, mientras que los dos estén en el poder.
Y aunque la resolución de la OEA de esta semana fue aceptada por Colombia, en la que se reconoce que hubo una violación de la soberanía ecuatoriana, el mismo secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, afirmó que “aún falta mucho para resolver el conflicto entre ambos países”.
Uno de los efectos secundarios de este ataque en territorio ecuatoriano se está sintiendo en México, en donde, debido a la presencia de una estudiante de la UNAM en el campamento guerrillero, resurge el debate de si hay presencia de las FARC en México y qué están haciendo. Por el solo hecho de que México desafortunadamente es un país por donde transita cocaína procedente de Colombia se tiene que asumir que las FARC tienen contactos y probablemente alguna presencia en México, debido a que los grandes traficantes de coca son las FARC. Pero la pregunta es que si también tienen otras intenciones, la de apoyar y promover movimientos sociales que buscan usar las mismas herramientas bélicas que emplean las FARC para buscar un supuesto cambio político. Y es en esto que, de nuevo, el gobierno mexicano se enreda al estar negando a través de los años la presencia de las FARC en territorio nacional. Aquí lo importante es que el gobierno mexicano aprenda de la dolorosa experiencia colombiana: “Los países deben evitar a toda costa el nexo entre los grupos guerrilleros, los paramilitares y los grupos de protesta social con el narco”. Lo sucedido esta semana es un conflicto anunciado. Y México se va a salpicar.
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