Intenso día del Secretario Camilo Mouriño.
Ayer se reunió por más de ua hora con el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, el priísta Manlio Fabio Beltrones.
A su salida del encuentro el senador señaló que la denuncia de tráfico de influencias del secretario Mouriño no será moneda de cambio para continuar con la reforma energética. “La actitud reformista del Congreso no va a variar por un evento de esta naturaleza (…) Necesitamos ordenar el debate para evitar linchamientos anticipados o exoneraciones que no caben”, dijo.
Pero ya desde temprano, Moriño, había teniddo un encuentro en el que participaron Germán Martínez, dirigente nacional del blanquiazul, así como los coordinadores panistas en ambas cámaras, el Dip. Héctor Larios, y el Senador Santiago Creel.
Pero ya desde temprano, Moriño, había teniddo un encuentro en el que participaron Germán Martínez, dirigente nacional del blanquiazul, así como los coordinadores panistas en ambas cámaras, el Dip. Héctor Larios, y el Senador Santiago Creel.
Dice una nota de Fabiola Martínez (El Universal) que oficialmente el encuentro sirvió para abordar “diversos temas de la agenda legislativa” del actual periodo ordinario de sesiones, en especial la reforma judicial y otros rubros relacionados con la pretendida enmienda constitucional a los sectores laboral y energético.
Agrega que, no obstante, "fuentes consultadas precisaron que Mouriño Terrazo y sus compañeros de partido consideraron que el mejor escenario para el gobierno federal sería que el Frente Amplio Progresista, optara por la vía penal, porque entonces –afirmaron– el secretario de Gobernación y sus asesores tendrían todos los elementos a su favor para defenderse, especialmente para justificar el porqué Pemex no tuvo otra opción, en el sureste, más que firmar contratos con la empresa (Ivancar) propiedad de la familia del funcionario.
Por a noche el joven Mourino aceptó en un programa de TV haber firmado los contratos con Pemex Refinación para la prestación de servicios de transporte terrestre con la empresa familiar Ivancar cuando era funcionario público, pero argumentó que ésta acción fue legal y dijo que no dejará el cargo. Tras señalar que siempre ha actuado con “estricto apego a la ley”, aseveró que nunca ha utilizado sus cargos públicos en beneficio propio.
Al defender su actuación en una entrevista que concedió a López Dóriga Mouriño acusó a sus detractores políticos de pretender “debilitar y disminuir” al gobierno de Felipe Calderón y apostarle al fracaso del país.
“Yo no he actuado al margen de la ley ni he beneficiado absolutamente a nadie. Jamás he otorgado ningún contrato de Pemex o de ninguna otra empresa o institución del sector público para favorecer a nadie”, expresó.
Calificó su firma de “legal y ética”. Aclaró que cuando ocupó un puesto en la Secretaría de Energía “no tenía nada absolutamente que ver con el tema de los hidrocarburos o con Pemex.
Las opiniones de Ricardo Alemán y Francisco Martín Moreno
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
El Universal, 7/03/2008;
Calderón: ¿mudará estrategia?
El misil lanzado por el “legítimo” pegó seco y contundente en la credibilidad que tenía el Presidente
Con la caída de Mouriño, el diseño para la reforma energética se descuadró por completo
Por supuesto que no es lo mismo unacandidatura presidencial que el ejercicio del poder presidencial.
En el primer caso, está claro que un aspirante presidencial lo que busca es el cargo de elección popular más relevante, el centro de poder por excelencia. Para ello, el candidato debe convencer a los electores de que es la mejor de las alternativas existentes. Y para alcanzar ese objetivo, debe diseñar una estrategia mediática y de imagen en donde el mensaje a los electores es fundamental.
Por eso, durante una campaña presidencial el mensaje y su impacto en los potenciales electores se revisa minuto a minuto para ajustarlo —cuantas veces sea necesario— al objetivo último: ganar la contienda presidencial. De esa manera, si es necesario se deben mudar la estrategia y el mensaje, lo más rápido posible y las veces que sea necesario. Y por supuesto que si no se actúa a tiempo y en la dirección correcta, el candidato presidencial resulta derrotado.
Así, un ejemplo de mudanza radical de estrategia en una campaña presidencial la vimos durante los previos a julio de 2006, cuando Felipe Calderón, el entonces aspirante panista, reconoció que a pocas semanas de iniciado su periplo proselitista había fracasado su estrategia original. Por eso, en un inédito, anunció en el informativo de Joaquín López Dóriga que cambiaría de estratagema. Y en efecto, el cambio radical, a tiempo y en la dirección correcta le dieron buenos dividendos.
El ejercicio memorioso viene a cuento porque son muchos los que creen que frente al “escándalo Mouriño”, el mismo Felipe Calderón que en su momento entendió la urgencia de un golpe de timón en su campaña presidencial —el mismo político, pero ahora convertido en el depositario del poder presidencial—, hoy está obligado a un cambio radical en el diseño operativo de su gobierno —ya no en su estrategia de campaña—, porque la imagen de ese gobierno no es la mejor a los ojos de los otrora electores, ciudadanos hoy convertidos en mandantes de Felipe Calderón.
¿Por qué la percepción de que es urgente un cambio en el diseño operativo del gobierno de Felipe Calderón?
En primer lugar, porque el misil lanzado por el “legítimo” contra el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño —proyectil cuyo objetivo real era el cuarto de máquinas del gobierno de Calderón—, hizo un boquete de magnitudes aún no evaluadas en la administración calderonista, que debido a la reacción equivocada, tardía y nada efectiva del propio gobierno y su partido, ahora sí le provocó la primera gran crisis a la nueva administración federal.
Y es que más allá de que el señor Mouriño resulte o no un traficante de influencias, lo cierto es que entre amplios sectores sociales quedó la percepción de que el gobierno de Calderón tiene una larga cola que le pisen y que se trata de una administración de manos sucias. Y se podrá decir lo que se quiera respecto al secretario de Gobernación; que es un pillo, traficante de influencias y abusivo del poder… lo que se quiera, pero lo importante es que el golpe real no va contra Mouriño, sino contra Felipe Calderón, jefe del secretario de Gobernación y el responsable de llevarlo al cargo. Los simpatizantes del “legítimo” y los críticos del “espurio” —que para el caso son casi los mismos— podrán confirmar el grito en las plazas: “el de Calderón es un gobierno de pillos”.
Sí, porque el misil pegó seco y contundente en la confianza y la credibilidad —mucha o poca— que tenía el presidente Calderón. Pero sobre todo en la confianza que debieran tener los mandantes, los ciudadanos, en la seriedad, la pertinencia y la transparencia de las reformas que impulsa el gobierno federal, sobre todo la energética. Y aquí es donde viene la parte más delicada del asunto.
Y en segundo lugar, muchos creen que Calderón debe dar un giro radical al diseño operativo de su gobierno, porque frente al bajo perfil de su gabinete, apenas en el pasado mes de enero el Presidente dio muestras de un cambio radical en torno de sus operadores y decidió fortalecer a su “hombre de confianza”. El mensaje fue claro. El señor Mouriño es el “hombre fuerte”, de todas sus confianzas para atender a todos los sectores y todos los problemas. Ese diseño, por cierto, resultó muy parecido al que en su momento operó el entonces presidente Zedillo, al llevar a Gobernación a Emilio Chuayffet, en una ceremonia que no dejó dudas sobre el peso del mexiquense.
Pero no han pasado ni 60 días de la gestión del señor Mouriño, cuando a Felipe Calderón ya le reventaron a su “hombre fuerte”. Y se puede discutir todo lo que se quiera sobre la veracidad o no de las acusaciones contra el responsable de Gobernación, pero lo cierto es que la mitología con la que llegó al cargo ya está en el bote de la basura. ¿Quién confía hoy en el bisoño que despacha en Gobernación, incapaz siquiera de hacer frente al tsunami que lo sepultó? Y ya no se diga si existe quien cree en sus capacidades para encauzar la reforma energética.
Pero existe un factor adicional que abona en la hipótesis de que es urgente un cambio de diseño. Resulta que con la caída de Mouriño de ese pedestal de “supersecretario” el diseño para la reforma energética se descuadró por completo. Y está a la vista de todos que resultó un rotundo fracaso la estrategia destinada a vender a los ciudadanos la reforma energética, que da tumbos sin rumbo. Nadie sabe lo que quiere el gobierno de Felipe Calderón, y son muchos los que creen que decidieron dejar la plaza a los amarillos y a su “legítimo”. ¿Va a reaccionar el gobierno de Calderón? Ya es tarde, y el daño está hecho. Y al final de cuentas el señor Mouriño siempre sí tendrá que responder a sus detractores.
En el camino
Se puede disentir con el columnista Miguel Ángel Granados Chapa, pero nadie puede negar que es uno de los más notables exponentes de la historia periodística mexicana. Por eso es merecida su aceptación como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Felicidades al maestro.
aleman2@prodigy.net.mx
La patria es primero: Mouriño/Francisco Martín Moreno
Calderón: ¿mudará estrategia?
El misil lanzado por el “legítimo” pegó seco y contundente en la credibilidad que tenía el Presidente
Con la caída de Mouriño, el diseño para la reforma energética se descuadró por completo
Por supuesto que no es lo mismo unacandidatura presidencial que el ejercicio del poder presidencial.
En el primer caso, está claro que un aspirante presidencial lo que busca es el cargo de elección popular más relevante, el centro de poder por excelencia. Para ello, el candidato debe convencer a los electores de que es la mejor de las alternativas existentes. Y para alcanzar ese objetivo, debe diseñar una estrategia mediática y de imagen en donde el mensaje a los electores es fundamental.
Por eso, durante una campaña presidencial el mensaje y su impacto en los potenciales electores se revisa minuto a minuto para ajustarlo —cuantas veces sea necesario— al objetivo último: ganar la contienda presidencial. De esa manera, si es necesario se deben mudar la estrategia y el mensaje, lo más rápido posible y las veces que sea necesario. Y por supuesto que si no se actúa a tiempo y en la dirección correcta, el candidato presidencial resulta derrotado.
Así, un ejemplo de mudanza radical de estrategia en una campaña presidencial la vimos durante los previos a julio de 2006, cuando Felipe Calderón, el entonces aspirante panista, reconoció que a pocas semanas de iniciado su periplo proselitista había fracasado su estrategia original. Por eso, en un inédito, anunció en el informativo de Joaquín López Dóriga que cambiaría de estratagema. Y en efecto, el cambio radical, a tiempo y en la dirección correcta le dieron buenos dividendos.
El ejercicio memorioso viene a cuento porque son muchos los que creen que frente al “escándalo Mouriño”, el mismo Felipe Calderón que en su momento entendió la urgencia de un golpe de timón en su campaña presidencial —el mismo político, pero ahora convertido en el depositario del poder presidencial—, hoy está obligado a un cambio radical en el diseño operativo de su gobierno —ya no en su estrategia de campaña—, porque la imagen de ese gobierno no es la mejor a los ojos de los otrora electores, ciudadanos hoy convertidos en mandantes de Felipe Calderón.
¿Por qué la percepción de que es urgente un cambio en el diseño operativo del gobierno de Felipe Calderón?
En primer lugar, porque el misil lanzado por el “legítimo” contra el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño —proyectil cuyo objetivo real era el cuarto de máquinas del gobierno de Calderón—, hizo un boquete de magnitudes aún no evaluadas en la administración calderonista, que debido a la reacción equivocada, tardía y nada efectiva del propio gobierno y su partido, ahora sí le provocó la primera gran crisis a la nueva administración federal.
Y es que más allá de que el señor Mouriño resulte o no un traficante de influencias, lo cierto es que entre amplios sectores sociales quedó la percepción de que el gobierno de Calderón tiene una larga cola que le pisen y que se trata de una administración de manos sucias. Y se podrá decir lo que se quiera respecto al secretario de Gobernación; que es un pillo, traficante de influencias y abusivo del poder… lo que se quiera, pero lo importante es que el golpe real no va contra Mouriño, sino contra Felipe Calderón, jefe del secretario de Gobernación y el responsable de llevarlo al cargo. Los simpatizantes del “legítimo” y los críticos del “espurio” —que para el caso son casi los mismos— podrán confirmar el grito en las plazas: “el de Calderón es un gobierno de pillos”.
Sí, porque el misil pegó seco y contundente en la confianza y la credibilidad —mucha o poca— que tenía el presidente Calderón. Pero sobre todo en la confianza que debieran tener los mandantes, los ciudadanos, en la seriedad, la pertinencia y la transparencia de las reformas que impulsa el gobierno federal, sobre todo la energética. Y aquí es donde viene la parte más delicada del asunto.
Y en segundo lugar, muchos creen que Calderón debe dar un giro radical al diseño operativo de su gobierno, porque frente al bajo perfil de su gabinete, apenas en el pasado mes de enero el Presidente dio muestras de un cambio radical en torno de sus operadores y decidió fortalecer a su “hombre de confianza”. El mensaje fue claro. El señor Mouriño es el “hombre fuerte”, de todas sus confianzas para atender a todos los sectores y todos los problemas. Ese diseño, por cierto, resultó muy parecido al que en su momento operó el entonces presidente Zedillo, al llevar a Gobernación a Emilio Chuayffet, en una ceremonia que no dejó dudas sobre el peso del mexiquense.
Pero no han pasado ni 60 días de la gestión del señor Mouriño, cuando a Felipe Calderón ya le reventaron a su “hombre fuerte”. Y se puede discutir todo lo que se quiera sobre la veracidad o no de las acusaciones contra el responsable de Gobernación, pero lo cierto es que la mitología con la que llegó al cargo ya está en el bote de la basura. ¿Quién confía hoy en el bisoño que despacha en Gobernación, incapaz siquiera de hacer frente al tsunami que lo sepultó? Y ya no se diga si existe quien cree en sus capacidades para encauzar la reforma energética.
Pero existe un factor adicional que abona en la hipótesis de que es urgente un cambio de diseño. Resulta que con la caída de Mouriño de ese pedestal de “supersecretario” el diseño para la reforma energética se descuadró por completo. Y está a la vista de todos que resultó un rotundo fracaso la estrategia destinada a vender a los ciudadanos la reforma energética, que da tumbos sin rumbo. Nadie sabe lo que quiere el gobierno de Felipe Calderón, y son muchos los que creen que decidieron dejar la plaza a los amarillos y a su “legítimo”. ¿Va a reaccionar el gobierno de Calderón? Ya es tarde, y el daño está hecho. Y al final de cuentas el señor Mouriño siempre sí tendrá que responder a sus detractores.
En el camino
Se puede disentir con el columnista Miguel Ángel Granados Chapa, pero nadie puede negar que es uno de los más notables exponentes de la historia periodística mexicana. Por eso es merecida su aceptación como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Felicidades al maestro.
aleman2@prodigy.net.mx
La patria es primero: Mouriño/Francisco Martín Moreno
Excelsior, 7-Mar-2008;
Es mejor cortar nuestras pérdidas ahora, por más elevadas que éstas sean, y no tener que pagar después facturas escandalosas a precios insospechables. Francisco Martín Moreno
Para Jorge Fernández, mi fraternal solidaridad.
Es duro, muy duro, querido Felipe, duro para ti, para mí, para tu gobierno, pero ya no te sirvo, ya no te soy de utilidad para defender los superiores intereses de la nación y, por lo tanto, debo retirarme, contra toda mi voluntad y con todo mi pesar, del cargo de secretario de Gobernación con el que me distinguiste apenas hace unos meses. Debo renunciar por el bien de la República.
He perdido mi principal activo como negociador de los proyectos más caros de tu gobierno, he perdido el respeto de la comunidad política nacional. Ya no podré enfrentarme, con la integridad moral requerida ni con la fuerza necesaria, a los sindicatos oficiales que tienen secuestrado al país ni mucho menos negociar con el Congreso de la Unión la reforma energética o la del Estado o la laboral. Nada. Mis interlocutores, principalmente los legisladores de todos los partidos, ya no verán en mí la figura recia, impoluta, determinada y conocedora para ejecutar el gran cambio, tan prometido como inaplazable, que requiere México. Me verán con sonrisas burlonas, me ignorarán y descalificarán, uno a uno, mis argumentos por más valiosos y sólidos que sean. A la severa politización de la agenda política debo ahora sumar la politización de mi presencia que perjudicará, sin duda, la marcha vigorosa de los proyectos que nos hemos planteado.
Soy objeto de mofa y escarnio en tanta caricatura aparece en la prensa. Mi persona es blanco de ataques en los medios electrónicos. Soy el pan nuestro de cada día para los columnistas ávidos de notas. Conmigo cuentan, por lo visto, con un material inagotable. En la sociedad de hombres de negocios me ven como un imberbe o un imbécil, para ya ni hablar de los círculos políticos en los que se ha dicho que para ser corrupto se debe ser inteligente y no dejar rastro de las irregularidades en cuanto documento se encuentran… Ellos, según dicen, son rateros, no tontos…
Felipe: el escándalo que yo y sólo yo he provocado, puede escalar hasta alcanzar tu persona desde el momento en que, al defenderme con la enjundia que te caracteriza, te pueden llamar cómplice de los actos delictuosos que me imputan. Si algo no le conviene a tu gobierno ni menos a tu persona en tu carácter de jefe de la nación, es un desgaste prematuro e innecesario de tu imagen. Protegerme y oponer resistencia sólo provocará mayores daños y erosión de tu autoridad como mandatario, sobre todo cuando, al final, después de varios meses de rudas batallas libradas en todos los foros, tal vez tenga que renunciar, con lo cual, todo el esfuerzo realizado para rescatarme habrá sido inútil, así como estéril el desgaste. Los reflectores de la política nacional, querido Felipe, no deben apuntar hacia mi persona y menos, mucho menos, en razón de las acusaciones por comportamiento ilícito que me imputan, sino que deben estar dirigidos a la reforma energética que, de no lograrse en tiempo y forma, desquiciará al país a un extremo que ningún mexicano podría siquiera imaginarlo. No puedo permitirme ni me podría perdonar el hecho de sabotear indirectamente el proceso de modernización de México. Para comenzar es claro que ya no puedo presentarme como interlocutor válido, como el representante del Presidente de la República, en los foros legislativos para negociar los cambios que requiere la compleja estructura petrolera del país. Estamos rodeados de fanáticos que ahora se incendiarán aún más por mi culpa, por mi única culpa: no debo consentirlo…
Es muy grave y delicada la presente coyuntura económica de nuestro país. Si la reforma energética no se logra no sólo habremos puesto a disposición de unos bribones el futuro de México, sino que, lo verdaderamente preocupante consiste en que al haber vivido en los últimos 30 años de la bonanza petrolera es inimaginable lo que nos deparará el destino si en lugar de ser exportadores nos convertimos, por insensatos, en importadores. No, Felipe, perdóname, me tengo que retirar. Tú, con justificado malestar tendrás que nombrar a tu tercer secretario de Gobernación en 15 meses escasos. Es mejor cortar nuestras pérdidas ahora, por más elevadas que éstas sean, y no tener que pagar posteriormente facturas escandalosas a precios insospechables, si es que me veo obligado a renunciar después de un juicio político. Fox fracasó en el aeropuerto y de ahí le tomaron la medida: advino el caos. A ti no te puede pasar lo mismo con la reforma energética, al menos yo me niego a aparecer como el responsable del cataclismo de tu gobierno.
Lo siento, Felipe, lo siento, pero la patria es primero, te lo dice tu hermano que te quiere y te respeta y sólo ve por el bienestar del país.
PD: La presente columna de ninguna manera debe ser entendida como confesión de parte del secretario de Gobernación ni menos como una noticia, simplemente se trata de un relato de política ficción alejado de una desaseada realidad que deberíamos combatir aportando a la política “cierto” sentido del honor que, tal parece, se ha perdido para siempre.
fmartinmoreno@yahoo.com
Para Jorge Fernández, mi fraternal solidaridad.
Es duro, muy duro, querido Felipe, duro para ti, para mí, para tu gobierno, pero ya no te sirvo, ya no te soy de utilidad para defender los superiores intereses de la nación y, por lo tanto, debo retirarme, contra toda mi voluntad y con todo mi pesar, del cargo de secretario de Gobernación con el que me distinguiste apenas hace unos meses. Debo renunciar por el bien de la República.
He perdido mi principal activo como negociador de los proyectos más caros de tu gobierno, he perdido el respeto de la comunidad política nacional. Ya no podré enfrentarme, con la integridad moral requerida ni con la fuerza necesaria, a los sindicatos oficiales que tienen secuestrado al país ni mucho menos negociar con el Congreso de la Unión la reforma energética o la del Estado o la laboral. Nada. Mis interlocutores, principalmente los legisladores de todos los partidos, ya no verán en mí la figura recia, impoluta, determinada y conocedora para ejecutar el gran cambio, tan prometido como inaplazable, que requiere México. Me verán con sonrisas burlonas, me ignorarán y descalificarán, uno a uno, mis argumentos por más valiosos y sólidos que sean. A la severa politización de la agenda política debo ahora sumar la politización de mi presencia que perjudicará, sin duda, la marcha vigorosa de los proyectos que nos hemos planteado.
Soy objeto de mofa y escarnio en tanta caricatura aparece en la prensa. Mi persona es blanco de ataques en los medios electrónicos. Soy el pan nuestro de cada día para los columnistas ávidos de notas. Conmigo cuentan, por lo visto, con un material inagotable. En la sociedad de hombres de negocios me ven como un imberbe o un imbécil, para ya ni hablar de los círculos políticos en los que se ha dicho que para ser corrupto se debe ser inteligente y no dejar rastro de las irregularidades en cuanto documento se encuentran… Ellos, según dicen, son rateros, no tontos…
Felipe: el escándalo que yo y sólo yo he provocado, puede escalar hasta alcanzar tu persona desde el momento en que, al defenderme con la enjundia que te caracteriza, te pueden llamar cómplice de los actos delictuosos que me imputan. Si algo no le conviene a tu gobierno ni menos a tu persona en tu carácter de jefe de la nación, es un desgaste prematuro e innecesario de tu imagen. Protegerme y oponer resistencia sólo provocará mayores daños y erosión de tu autoridad como mandatario, sobre todo cuando, al final, después de varios meses de rudas batallas libradas en todos los foros, tal vez tenga que renunciar, con lo cual, todo el esfuerzo realizado para rescatarme habrá sido inútil, así como estéril el desgaste. Los reflectores de la política nacional, querido Felipe, no deben apuntar hacia mi persona y menos, mucho menos, en razón de las acusaciones por comportamiento ilícito que me imputan, sino que deben estar dirigidos a la reforma energética que, de no lograrse en tiempo y forma, desquiciará al país a un extremo que ningún mexicano podría siquiera imaginarlo. No puedo permitirme ni me podría perdonar el hecho de sabotear indirectamente el proceso de modernización de México. Para comenzar es claro que ya no puedo presentarme como interlocutor válido, como el representante del Presidente de la República, en los foros legislativos para negociar los cambios que requiere la compleja estructura petrolera del país. Estamos rodeados de fanáticos que ahora se incendiarán aún más por mi culpa, por mi única culpa: no debo consentirlo…
Es muy grave y delicada la presente coyuntura económica de nuestro país. Si la reforma energética no se logra no sólo habremos puesto a disposición de unos bribones el futuro de México, sino que, lo verdaderamente preocupante consiste en que al haber vivido en los últimos 30 años de la bonanza petrolera es inimaginable lo que nos deparará el destino si en lugar de ser exportadores nos convertimos, por insensatos, en importadores. No, Felipe, perdóname, me tengo que retirar. Tú, con justificado malestar tendrás que nombrar a tu tercer secretario de Gobernación en 15 meses escasos. Es mejor cortar nuestras pérdidas ahora, por más elevadas que éstas sean, y no tener que pagar posteriormente facturas escandalosas a precios insospechables, si es que me veo obligado a renunciar después de un juicio político. Fox fracasó en el aeropuerto y de ahí le tomaron la medida: advino el caos. A ti no te puede pasar lo mismo con la reforma energética, al menos yo me niego a aparecer como el responsable del cataclismo de tu gobierno.
Lo siento, Felipe, lo siento, pero la patria es primero, te lo dice tu hermano que te quiere y te respeta y sólo ve por el bienestar del país.
PD: La presente columna de ninguna manera debe ser entendida como confesión de parte del secretario de Gobernación ni menos como una noticia, simplemente se trata de un relato de política ficción alejado de una desaseada realidad que deberíamos combatir aportando a la política “cierto” sentido del honor que, tal parece, se ha perdido para siempre.
fmartinmoreno@yahoo.com
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