28 jul 2008

La UdeG

Guerra por la UdeG
Hermenegildo Olguín Reza, reportero.
Publicado en la revista Proceso (www.proceso.com.mx), No- 1656, 27/07/2008;
Tan insólita como ilustrativa de la descomposición política y social en el estado de Jalisco, que alcanza incluso a la educación superior pública, la disputa por el poder real en la
Universidad de Guadalajara entre el actual rector, Carlos Briseño, y el mandamás Raúl Padilla, se convirtió en guerra. Atizado por los excesos de la ultraderecha, así como por los desatinos de la izquierda y del priismo local, el conflicto cobró ya tal dimensión que hasta podría definir las alianzas partidistas en esa entidad rumbo a la elección de gobernador en 2012...
GUADALAJARA, JAL.- El exrector Raúl Padilla y el actual rector, Carlos Briseño, no sólo se enfrentan por el control de la Universidad de Guadalajara (UdeG), sino que desde ahora luchan por la candidatura al gobierno del estado en la elección de 2012.
Así, 19 años después de que llegó a la rectoría de la segunda universidad pública más importante del país y se convirtió en líder del autodenominado Grupo UdeG, Raúl Padilla se encuentra ante el desafío más serio a su poder: Briseño, a quien él impuso en la rectoría, le declaró la guerra.
Lo insólito es que tanto el priista Briseño como el perredista Padilla se han aliado a corrientes opuestas del panismo jalisciense: el actual rector ha hecho pública su alianza con el gobernador, Emilio González Márquez, y Raúl Padilla López busca, más discretamente, un acercamiento con Francisco Ramírez Acuña, quien fuera gobernador y secretario de Gobernación, y que controla al PAN en la entidad.
La confrontación es abierta. Este mes Briseño declaró que reconocía el papel histórico de Padilla, pero que “quien manda aquí (en la UdeG) ahora, soy yo” (Proceso Jalisco 192, 13 julio de 2008).
A su vez, el más reciente golpe del padillismo contra Briseño fue un desplegado difundido en la prensa local el jueves 24 por el Comité de Análisis Social.
El rector general, dice el documento, “ha llegado a concebir a la UdeG no como una institución académica dedicada al cultivo del saber, sino como una plataforma útil para la consecución de sus objetivos personales, como un instrumento para llegar a la gubernatura de Jalisco (...). Ha hecho vulnerable a la universidad al convertirla en objeto de interés de los políticos y partidos, y en moneda de cambio para sus aliados. De esta manera está posibilitando la intervención de actores ajenos al quehacer universitario”.
El desplegado lleva la firma de 20 investigadores, entre ellos el rector del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Marco Antonio Cortés, y el hermano del jefe político –y también exrector de la UdeG–, Trinidad Padilla.
Poder y dinero están en juego: la UdeG tiene un presupuesto anual de 7 mil millones de pesos y una matrícula de 195 mil alumnos (117 mil 800 de nivel medio) y es la segunda más importante del país, con 78 licenciaturas y seis carreras de nivel técnico superior, 68 maestrías y 25 doctorados. La casa de estudios tiene una docena de centros universitarios temáticos y regionales, así como 51 preparatorias que se niega a ceder a la Secretaría de Educación Pública.
Raúl Padilla encabeza ese imperio. Sus críticos lo atribuyen a que aun después de terminar su mandato (1989-1995) ha mantenido un control absoluto sobre el Consejo General Universitario (CGU) y los dos rectores posteriores a él, Víctor González Romero y Trinidad Padilla López, su hermano.
También domina los sindicatos de trabajadores administrativos y de académicos, y su influencia es determinante en la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que él fundó.
El exrector preside 12 organismos universitarios, entre ellos la Feria Internacional del Libro (FIL), el Festival de Cine, el Consejo Consultivo de Cultura de la UdeG, el fideicomiso del Centro Cultural Universitario y el Teatro Diana, además de coordinar la cátedra Julio Cortázar. El 12 de julio de 2007 fue nombrado por Briseño presidente del Consejo de Administración del Corporativo de Empresas Universitarias, que incluye hoteles, el auditorio Telmex y la Inmobiliaria Universitaria, entre otros negocios.
En su labor de promoción cultural y comercial, Raúl Padilla López ha sido duramente criticado por su obsesión con el negocio de los espectáculos, particularmente por la feria Zapopum!, que opera con números rojos, así como por promover los antros de Calle 2 en la zona de Los Belenes de Guadalajara.
Por si fuera poco, el exrector es el mandamás en el Partido de la Revolución Democrática en Jalisco, y como tal pone y quita presidentes y candidatos. Además, tiene amarres con algunos sectores del PAN, y con el PRI logró un acuerdo para colocar a su gente en la cartera de Cultura de Puerto Vallarta y varios municipios de la zona metropolitana.
Por su parte, Carlos Briseño es egresado de la Escuela de Economía, exmilitante del Partido Comunista, miembro de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) –que presidieron los hermanos Raúl y Trinidad Padilla López– y promotor de Arturo Zamora en su campaña para gobernador en 2006.
A un año de que fue nombrado rector, Briseño ya dio un viraje político y pelea con su exjefe Padilla el presupuesto universitario y enderezó tres denuncias penales en contra de notables padillistas, por lo que enfrenta sus airadas respuestas. Hasta el momento se han publicado casi una decena de desplegados en contra del rector.
Nuevo escenario
Para el investigador del CUCSH, Juan Carlos Cornell, “lo que ahora tenemos son dos proyectos políticos con los objetivos puestos en las elecciones de 2012; uno encabezado por Padilla López y el otro por Briseño. Ambos vislumbraron en el contexto estatal la posibilidad de establecer una candidatura ganadora.
“Carlos Briseño tomó la delantera y se apunta como candidato. En el lado opuesto la meta no pasa necesariamente por la candidatura de Padilla; ésta podría recaer en alguno de sus seguidores o uno de sus aliados más cercanos, pero lo cierto es que Raúl nunca consideró tener como competidor a Briseño, quien había sido su protegido y del que fue el principal promotor para ocupar la rectoría de la universidad.”
–¿Padilla se equivocó al nombrar a Briseño?
–Sólo Raúl sabe si se equivocó o no al promover a Briseño para la rectoría. Lo que parece claro es que Briseño se ha convertido en un fuerte competidor de los beneficios que representa tener el control político de la UdeG, cosa que Padilla tendía a monopolizar. Aunque las relaciones entre ambos se deterioran día con día, es cierto que siguen jugando en el mismo equipo.
“Raúl sabe que no puede remover a Briseño tan fácilmente, y éste sabe que el control político del primero tampoco se desvanecerá fácilmente, así que seguramente encontrarán un modelo de convivencia en el que, si bien ninguno de ellos gana, tampoco pierde”.
Las elecciones de 2009, agrega Cornell, probarán la efectividad de la estrategia de cada uno, ya que ambos intentarán fortalecer alianzas con el PRI, el PRD y otros partidos políticos, “aunque cada uno con sus respectivos candidatos y estrategias.”
Por lo pronto, la alianza del priista Briseño con González Márquez es motivo de críticas en el PAN, como la del coordinador de los diputados de ese partido en el Congreso estatal, Jorge Salinas Osornio, quien es la mano derecha de Ramírez Acuña:
“El gobernador debería reconsiderar su alianza con el rector, cuando todo mundo sabe que el poder político real en la universidad es Raúl Padilla. Aparte de eso, Briseño está más preocupado por donarle una página de internet al cardenal Juan Sandoval que por llevarle computadoras a los chavos que están en preparatorias de las zonas con más alta marginación del estado. Prefiere asistir a torneos de golf que invertir en infraestructura deportiva”.
A su vez, el politólogo y escritor Juan José Doñán señala que por mucho que peleen no les conviene ventilar sus pleitos ante la opinión pública, pero “no hay ni a quién irle: se trata del mismo grupo que ha manejado miles de millones de pesos en las últimas dos décadas, pero no ha sabido convertir a la universidad en una institución académica de excelencia”.
El jefe y el aliado
El 9 de junio de 2006 Emilo González Márquez, entonces candidato puntero en la contienda por la gubernatura, arremetió contra los dirigentes de la UdeG. Los calificó como “una burguesía dorada” que no se interesa por las necesidades académicas de la institución, no transparenta sus gastos y se da el lujo de rechazar a 40 mil aspirantes cada año, mientras se involucra en la grilla electoral.
Entre tanto el Grupo UdeG, en vez de ofrecer su apoyo abierto al candidato del PRD a la gubernatura, Enrique Ibarra Pedroza, se volcó a favor del priista Arturo Zamora, sobre quien ya pesaban señalamientos por su presunta relación con el crimen organizado. E incluso por encima de ello hizo campaña contra Emilio González, acusándolo de ser miembro connotado de la organización de extrema derecha El Yunque.
Precisamente esa circunstancia favoreció a Briseño para llegar a la rectoría, “porque se veía como un político peleonero y bravucón que podría responderle a los yunquistas en caso de que se prolongara el enfrentamiento. Aunque yo no estoy de acuerdo con esa versión, sí la sostenían muchos”, asevera el actual rector del Centro Universitario de Lagos de Moreno, Roberto Castelán Rueda.
El caso es que Briseño tuvo el camino prácticamente despejado cuando su rival más fuerte, Tonatiuh Bravo, fue desplazado de la sucesión universitaria y a cambio se le incluyó en las listas de diputados federales plurinominales del PRD.
Posteriormente aparecieron dos nuevos contendientes en el escenario: el entonces vicerrector Raúl Vargas López y el rector del CUCSH, Juan Manuel Durán Juárez. No persistieron mucho tiempo, pues fueron conminados a renunciar. Reacios y molestos, se retiraron de la contienda y así se dejó entrever que el proceso estaba manipulado. Briseño fue así el candidato único para suceder a Trinidad Padilla López.
Antes de tener asegurada la rectoría, Briseño decía a todos que su líder político era Raúl Padilla y nadie más. Sin embargo, en febrero de 2007, cuando ya había sido nombrado rector general de la UdeG pero aún no tomaba posesión, declaró ante los medios locales que él estaba de acuerdo en que se empezaran a cobrar cuotas a los estudiantes de la UdeG que pudieran pagar.
El gobernador electo Emilio González y el cardenal Juan Sandoval Íñiguez estuvieron de acuerdo en su propuesta, pero el grupo de Raúl Padilla mostró su asombro porque esa opinión de Briseño contradecía el discurso que él defendió por décadas. Dos meses después, el nuevo rector tuvo que dar marcha atrás.
Con todo, el 5 de marzo de 2007, recién instalado en la Casa Jalisco, Emilio González Márquez recibió ahí al nuevo rector general, Carlos Briseño, al rector saliente, Trinidad Padilla, y al jefe político del Grupo UdeG, Raúl Padilla. Se saludaron efusivamente. Briseño declaró que después de la pelea había llegado el momento de sentarse a platicar.
Desde entonces Briseño dejó de aparecer en los periódicos junto a Padilla, pero sí salía en las fotografías junto al gobernador. En varios actos de inauguración de obra pública González Márquez contó con la presencia de Briseño. En reciprocidad, el gobernador acudió a recorridos de trabajo del rector, en particular a la sierra de Manantlán, donde la UdeG maneja en comodato una zona destinada a estudios de biodiversidad.
La ruptura de hecho fue evidente en el primer informe de labores del rector, el 17 de abril de 2008. Raúl Padilla, su hermano Trinidad, Tonatiuh Bravo y el resto de la plana mayor del padillismo no acudieron al Teatro Diana, donde dicha ceremonia se llevó a cabo con el oropel de las viejas glorias priistas.
En contraste, compartían el presidium el cardenal Juan Sandoval, el gobernador de Puebla, Mario Marín, y la presidenta del PRI, Beatriz Paredes. También asistió González Márquez, quien dijo: “Así sea el rector Briseño miembro connotado de El Yunque, y un servidor miembro de la burguesía dorada de la UdeG, seguiremos trabajando en conjunto por el bien de la universidad y de Jalisco”.
Briseño le correspondió. En abril de 2008 el gobernador anunció que otorgaba un donativo de 90 millones de pesos a la Asociación Pro Construcción del Santuario de los Mártires, una iniciativa del cardenal Juan Sandoval. Mientras arreciaban las críticas al panista González Márquez por darle tal uso al erario, Briseño declaraba: “A mí me parece correcto que se trate de impulsar el turismo religioso en Jalisco. Es más, yo voy a dar un donativo de 10 mil pesos de mi bolsa, y voy a proponerles a mis amigos que también contribuyan a tan noble causa”.
El 2 de julio Briseño le confirmó al reportero Felipe Cobián: “Nosotros dijimos que él era de El Yunque y él dijo que éramos de la ‘burguesía dorada’, pero no podemos pelearnos con la realidad. En el trayecto me he encontrado con un panista que es decente, que no roba como otros” (Proceso Jalisco 192).
Conforme se refuerza esta alianza política, recrudece la disputa interna de la universidad. En la Coordinación de Recursos Humanos –oficina aprobada por el CGU el 29 de marzo de 2007– Briseño colocó a Dolores Rodríguez Díaz, su exsecretaria particular, quien tomó el control de la nómina. Hasta entonces la manejaba Gustavo Cárdenas Coutiño, titular de Finanzas y muy ligado a Padilla. Después de algunos jaloneos públicos, el CGU revirtió esa decisión del rector en febrero pasado y el control de la nómina volvió a la gente de Padilla.
A finales del año pasado el rector propuso un proyecto financiero que no sometió a la revisión de Raúl Padilla. En enero, ya fuera de los límites formales, Briseño tuvo que aceptar la presión del jefe político para ajustar las cuentas, pero en ese contexto el rector señaló que se debe revisar si son pertinentes algunas actividades culturales de la universidad. Y el 26 de mayo se manifestó contra un proyecto padillista, la feria Zapopum!, que la UdeG organiza junto con el ayuntamiento de Zapopan y el empresario Jorge Vergara.
Pero el golpe más espectacular de Briseño fue la divulgación de los negocios irregulares que los padillistas han realizado al amparo del prestigiado programa de trasplantes del Hospital Civil, y que involucran al presidente estatal del PRD, Raúl Vargas López, y a Leobardo Alcalá Padilla.
Ambos fueron directores del hospital entre 1995 y 2005. El doctor Luis Carlos Rodríguez Sancho, quien llevó a cabo los trasplantes, declaró que ellos estaban enterados del cobro discrecional de entre 500 mil y un millón de pesos en el hospital, que es una institución gubernamental gratuita.
Vargas y Alcalá contestaron el 8 de junio. El primero calificó a Briseño de “megalómano, fatuo y petulante”, y el segundo dijo que estaba dispuesto a hacer cualquier aclaración.
Por su parte, el rector del CUCSH, Marco Antonio Cortés –afín a Raúl Padilla– convocó hace meses a formar el llamado Comité de Análisis Social, y en un desplegado criticó al gobernador González Márquez por el manejo discrecional del erario. El 9 de julio, la plana mayor del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) publicó otro desplegado en el que conmina al rector a no meterse con el Hospital Civil.
El martes 15 se dio a conocer la denuncia penal que la UdeG presentó el 7 de mayo en contra de exdirectivos del CUCS, entre ellos Vargas López, por el desvío de 2.5 millones de pesos. El vicerrector Gabriel Torres Espinosa confirmó el miércoles 16 que también en el CUCSH se extraviaron y luego fueron cobrados dos cheques de un fondo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) por 813 mil 570 pesos, debido a lo cual se interpuso ya otra denuncia (averiguación previa 2530).
Actualmente, la disputa entre Briseño y Padilla se centra en el presupuesto ampliado de 2008 para la UdeG.

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