Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 25 de julio de 2008
UdeG: la mafia de los trasplantes
Mientras la “opinocracia” focaliza la reforma petrolera, en Jalisco se vive una peculiar guerra universitaria —por la denuncia de presunto tráfico de trasplantes de órganos—, que puede marcar el fin del poderoso grupo mafioso de Raúl Padilla
El escándalo es de tal magnitud que intervino la Procuraduría estatal
Una historia al estilo de las mafias, pero para éstas también hay un final
Mientras la “opinocracia” focaliza la reforma petrolera, en Jalisco se vive una peculiar guerra universitaria —por la denuncia de presunto tráfico de trasplantes de órganos—, que puede marcar el fin del poderoso grupo mafioso de Raúl Padilla.
En las semanas recientes en la capital de Jalisco no se habla de otra cosa que de la fractura del influyente Grupo Universidad, que enfrenta al actual rector, Carlos Briseño, con el jefe real, todopoderoso y ex rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla, a quien se vincula con médicos y políticos dirigentes del PRD local, presuntos responsables de tráfico de órganos humanos para trasplantes.
El escándalo es tal que a demanda del rector de la UdeG intervino la procuraduría estatal, que ordenó arraigos a los presuntos traficantes, mientras que el poderoso jefe político de esa suerte de mafia del Grupo Universidad, Raúl Padilla, echó a caminar todo su poder para impedir que el rector reedite el golpe de mano que en 1989 operó el propio Padilla para hacerse del control de la UdeG, mediante traición.
El asunto no es menor, ya que por su potencial de votos Jalisco resulta estratégico para 2009 y 2012, y porque el control político de la UdeG es clave para cualquier partido político que pretenda el poder. En años recientes el poder universitario fue puesto al servicio del PRD —luego que en décadas estuvo al servicio del PRI—, y los nuevos vientos parecen empujar en dirección del tricolor. ¿Pero qué está pasando en Jalisco, en relación a la UdeG, a las luchas sucesorias? ¿Qué y cómo se da el vínculo político y de poder con el tráfico de órganos para trasplantes en seres humanos?
La historia comienza en abril de 2007, cuando ocupa la rectoría Carlos Briseño —como todo lo que pasa en esa universidad, con el aval de Raúl Padilla—, pero muy pronto es evidente una fractura entre los incondicionales de Padilla y el nuevo rector, al que pretenden convertir en mero títere de la mafia imperante. Así, luego de choques públicos, presiones contra el nuevo rector, de versiones de que Carlos Briseño coqueteaba con el gobierno mexiquense de Enrique Peña, llegó abril de 2008.
Y ante la sorpresa de propios y extraños, los dos capos de la UdeG, Raúl Padilla y su hermano Trinidad —los dos ex rectores—, no acudieron al primer informe de labores de Briseño. Al desaire siguió una guerra sorda que reventó de manera pública los primeros días de junio cuando Carlos Briseño denunció no sólo la presunta malversación de fondos del Conacyt —del anterior rectorado—, sino tráfico de órganos en el Programa de Trasplantes del Hospital Civil, institución que maneja la UdeG.
Son muchas las posibilidades de que las denuncias obedecieran a una reacción política y hasta de supervivencia ante la andanada mafiosa de Raúl Padilla. Sin embargo, “se desgranó la mazorca” ya detonado el escándalo, pues por todas partes aparecieron evidencias que confirmaban que grupos leales a Padilla están implicados en tráfico de órganos para trasplantes en la red hospitalaria que controla la UdeG.
Casualmente las irregularidades empezaron cuando llegó a la rectoría de la UdeG Trinidad Padilla —hermano de Raúl, el capo mayor—, quien designó como responsables de la red de hospitales a Raúl Vargas y Leobardo Alcalá Padilla, quienes a su vez llevaron como director del Programa de Trasplantes a Luis Carlos Rodríguez Sancho. Los tres han sido acusados por tráfico de órganos y el último, en arraigo judicial, reconoció en declaración oficial que sí, que manejaba una cuenta bancaria paralela e individual en la que se depositaban “algunos pagos” por los servicios de trasplantes. Al final, Luis Carlos Rodríguez Sancho logró un amparo y fue liberado.
El escándalo sigue y apenas hace unas horas el grupo de Raúl Padilla pagó un desplegado en todos los medios de Jalisco en que —con el apoyo de universidades— acusa al rector Briseño de usar a la UdeG como trampolín político; “como un instrumento para llegar a la gubernatura de Jalisco”.
En realidad Raúl Padilla parece olvidar su propio pasado. O se muerde la lengua. Y es que muchos recuerdan en Jalisco y Guadalajara la trayectoria política de Padilla: una historia de traición y muerte, al más puro estilo de las mafias sicilianas. Pero también para las mafias hay un día final.
Mientras la “opinocracia” focaliza la reforma petrolera, en Jalisco se vive una peculiar guerra universitaria —por la denuncia de presunto tráfico de trasplantes de órganos—, que puede marcar el fin del poderoso grupo mafioso de Raúl Padilla
El escándalo es de tal magnitud que intervino la Procuraduría estatal
Una historia al estilo de las mafias, pero para éstas también hay un final
Mientras la “opinocracia” focaliza la reforma petrolera, en Jalisco se vive una peculiar guerra universitaria —por la denuncia de presunto tráfico de trasplantes de órganos—, que puede marcar el fin del poderoso grupo mafioso de Raúl Padilla.
En las semanas recientes en la capital de Jalisco no se habla de otra cosa que de la fractura del influyente Grupo Universidad, que enfrenta al actual rector, Carlos Briseño, con el jefe real, todopoderoso y ex rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla, a quien se vincula con médicos y políticos dirigentes del PRD local, presuntos responsables de tráfico de órganos humanos para trasplantes.
El escándalo es tal que a demanda del rector de la UdeG intervino la procuraduría estatal, que ordenó arraigos a los presuntos traficantes, mientras que el poderoso jefe político de esa suerte de mafia del Grupo Universidad, Raúl Padilla, echó a caminar todo su poder para impedir que el rector reedite el golpe de mano que en 1989 operó el propio Padilla para hacerse del control de la UdeG, mediante traición.
El asunto no es menor, ya que por su potencial de votos Jalisco resulta estratégico para 2009 y 2012, y porque el control político de la UdeG es clave para cualquier partido político que pretenda el poder. En años recientes el poder universitario fue puesto al servicio del PRD —luego que en décadas estuvo al servicio del PRI—, y los nuevos vientos parecen empujar en dirección del tricolor. ¿Pero qué está pasando en Jalisco, en relación a la UdeG, a las luchas sucesorias? ¿Qué y cómo se da el vínculo político y de poder con el tráfico de órganos para trasplantes en seres humanos?
La historia comienza en abril de 2007, cuando ocupa la rectoría Carlos Briseño —como todo lo que pasa en esa universidad, con el aval de Raúl Padilla—, pero muy pronto es evidente una fractura entre los incondicionales de Padilla y el nuevo rector, al que pretenden convertir en mero títere de la mafia imperante. Así, luego de choques públicos, presiones contra el nuevo rector, de versiones de que Carlos Briseño coqueteaba con el gobierno mexiquense de Enrique Peña, llegó abril de 2008.
Y ante la sorpresa de propios y extraños, los dos capos de la UdeG, Raúl Padilla y su hermano Trinidad —los dos ex rectores—, no acudieron al primer informe de labores de Briseño. Al desaire siguió una guerra sorda que reventó de manera pública los primeros días de junio cuando Carlos Briseño denunció no sólo la presunta malversación de fondos del Conacyt —del anterior rectorado—, sino tráfico de órganos en el Programa de Trasplantes del Hospital Civil, institución que maneja la UdeG.
Son muchas las posibilidades de que las denuncias obedecieran a una reacción política y hasta de supervivencia ante la andanada mafiosa de Raúl Padilla. Sin embargo, “se desgranó la mazorca” ya detonado el escándalo, pues por todas partes aparecieron evidencias que confirmaban que grupos leales a Padilla están implicados en tráfico de órganos para trasplantes en la red hospitalaria que controla la UdeG.
Casualmente las irregularidades empezaron cuando llegó a la rectoría de la UdeG Trinidad Padilla —hermano de Raúl, el capo mayor—, quien designó como responsables de la red de hospitales a Raúl Vargas y Leobardo Alcalá Padilla, quienes a su vez llevaron como director del Programa de Trasplantes a Luis Carlos Rodríguez Sancho. Los tres han sido acusados por tráfico de órganos y el último, en arraigo judicial, reconoció en declaración oficial que sí, que manejaba una cuenta bancaria paralela e individual en la que se depositaban “algunos pagos” por los servicios de trasplantes. Al final, Luis Carlos Rodríguez Sancho logró un amparo y fue liberado.
El escándalo sigue y apenas hace unas horas el grupo de Raúl Padilla pagó un desplegado en todos los medios de Jalisco en que —con el apoyo de universidades— acusa al rector Briseño de usar a la UdeG como trampolín político; “como un instrumento para llegar a la gubernatura de Jalisco”.
En realidad Raúl Padilla parece olvidar su propio pasado. O se muerde la lengua. Y es que muchos recuerdan en Jalisco y Guadalajara la trayectoria política de Padilla: una historia de traición y muerte, al más puro estilo de las mafias sicilianas. Pero también para las mafias hay un día final.
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