Columna Historias de un reportero /Carlos Loret de Mola
Publicado en El Universal Martes 24 de febrero de 2009:
Estará de secretario porque es cuate del Presidente, será sinónimo del bajo perfil en el gabinete, lo descalificarán como interlocutor los líderes empresariales, pero cuando Gerardo Ruiz Mateos dijo que el próximo presidente podría ser narco tenía toda la razón del mundo.
No llegó a esa conclusión durante las horas de su vuelo a París, ni reflexionando frente a la arbolada vista de su oficina en los límites de la colonia Condesa. La oyó en Los Pinos. Y se la oyó a su jefe. Por eso, cuando el gobierno federal esquivó la alerta del secretario de Economía, la cúpula priísta se sorprendió: gobernadores, coordinadores parlamentarios y dirigente nacional escucharon la misma reflexión en una áspera, catártica reunión con el presidente Calderón.
—Y si no hacemos algo entre todos, el próximo con el que se van a sentar aquí a platicar va a ser un narco —les advirtió el primer mandatario cuando el encuentro de tres horas se fue tensando, según confiaron varios asistentes a este reportero.
Hace dos viernes se armó la encerrona en la residencia oficial. Llegaron los convocados, se saludaron y luego luego fuego. Primero hablaron algunos de los mandatarios estatales del PRI. El tono fue de reclamo: se quejaron de que el PAN usa como banderas la inseguridad y la crisis económica para golpear a nivel local. Les contestó rápido el primer mandatario: reclamó en algunos casos de manera individual, con datos y cuestionamientos en la mano, la falta de compromiso de ciertos gobernadores con el combate al crimen. Los priístas se sintieron regañados, así que cuando terminó de hablar Calderón, Beatriz Paredes canalizó en un discurso la incomodidad y furia tricolores.
Ya abierta la puerta del debate, se siguieron los aludidos: Ismael Hernández, de Durango, advirtió traer una carta de sus alcaldes con exigencias concretas; Calderón le respondió que cuántos de ellos estaban libres de nexos con el crimen organizado. Fidel Herrera, de Veracruz, reclamó que en la elección pasada el PRI sacó de sus listas a un candidato porque de Los Pinos llegó el aviso de que era narco; y ahora ese mismo hombre compite por el PAN. Desfilaron otros más (destacó también la intervención, en tono fuerte, de Humberto Moreira, de Coahuila) y cerró Beltrones sintetizando la dureza.
Calderón agradeció la presencia y cada quien a su casa. Fueron tan ásperas las formas, que se estableció un “pacto de silencio” para que nadie revelara lo sucedido. En ese empedrado camino, el Presidente se quejó de la inacción de Fox y recetó la declaración sobre el posible próximo presidente narco. Seguro Ruiz Mateos lo oyó antes de viajar a Francia. Lo que hizo allá fue repetirlo.
Pero en México, alguna extraña seducción en los medios de comunicación hace que sea más relevante ponerle el reflector a Téllez antes de profundizar sobre si Salinas se robó la lana, hablar de las declaraciones de Slim en lugar de mirar las cifras del desempleo para saber si hay catástrofe, y culpar a Gerardo Ruiz de bocón más que discutir el riesgo de que un hombre del narcotráfico llegue a Los Pinos.
Más aún si cuando se descartó esa posibilidad, varios políticos se sintieron ofendidos: con qué cara los estaban sacando de la jugada.
SACIAMORBOS
Presumen los promotores del ex presidente que su ex subsecretario le habló para ofrecerle una disculpa por lo que dijo, en privado y en público. Y que con ello, él da por cerrado el asunto. Ajá.
No llegó a esa conclusión durante las horas de su vuelo a París, ni reflexionando frente a la arbolada vista de su oficina en los límites de la colonia Condesa. La oyó en Los Pinos. Y se la oyó a su jefe. Por eso, cuando el gobierno federal esquivó la alerta del secretario de Economía, la cúpula priísta se sorprendió: gobernadores, coordinadores parlamentarios y dirigente nacional escucharon la misma reflexión en una áspera, catártica reunión con el presidente Calderón.
—Y si no hacemos algo entre todos, el próximo con el que se van a sentar aquí a platicar va a ser un narco —les advirtió el primer mandatario cuando el encuentro de tres horas se fue tensando, según confiaron varios asistentes a este reportero.
Hace dos viernes se armó la encerrona en la residencia oficial. Llegaron los convocados, se saludaron y luego luego fuego. Primero hablaron algunos de los mandatarios estatales del PRI. El tono fue de reclamo: se quejaron de que el PAN usa como banderas la inseguridad y la crisis económica para golpear a nivel local. Les contestó rápido el primer mandatario: reclamó en algunos casos de manera individual, con datos y cuestionamientos en la mano, la falta de compromiso de ciertos gobernadores con el combate al crimen. Los priístas se sintieron regañados, así que cuando terminó de hablar Calderón, Beatriz Paredes canalizó en un discurso la incomodidad y furia tricolores.
Ya abierta la puerta del debate, se siguieron los aludidos: Ismael Hernández, de Durango, advirtió traer una carta de sus alcaldes con exigencias concretas; Calderón le respondió que cuántos de ellos estaban libres de nexos con el crimen organizado. Fidel Herrera, de Veracruz, reclamó que en la elección pasada el PRI sacó de sus listas a un candidato porque de Los Pinos llegó el aviso de que era narco; y ahora ese mismo hombre compite por el PAN. Desfilaron otros más (destacó también la intervención, en tono fuerte, de Humberto Moreira, de Coahuila) y cerró Beltrones sintetizando la dureza.
Calderón agradeció la presencia y cada quien a su casa. Fueron tan ásperas las formas, que se estableció un “pacto de silencio” para que nadie revelara lo sucedido. En ese empedrado camino, el Presidente se quejó de la inacción de Fox y recetó la declaración sobre el posible próximo presidente narco. Seguro Ruiz Mateos lo oyó antes de viajar a Francia. Lo que hizo allá fue repetirlo.
Pero en México, alguna extraña seducción en los medios de comunicación hace que sea más relevante ponerle el reflector a Téllez antes de profundizar sobre si Salinas se robó la lana, hablar de las declaraciones de Slim en lugar de mirar las cifras del desempleo para saber si hay catástrofe, y culpar a Gerardo Ruiz de bocón más que discutir el riesgo de que un hombre del narcotráfico llegue a Los Pinos.
Más aún si cuando se descartó esa posibilidad, varios políticos se sintieron ofendidos: con qué cara los estaban sacando de la jugada.
SACIAMORBOS
Presumen los promotores del ex presidente que su ex subsecretario le habló para ofrecerle una disculpa por lo que dijo, en privado y en público. Y que con ello, él da por cerrado el asunto. Ajá.
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