1 abr 2011

La alianza contamina Los Pinos

La alianza contamina Los Pinos/Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, Excélsior, 1 de abril de 2011
Cuando un barco no sabe hacia dónde va, ningún viento le es favorable. Lo mismo sucede con los hombres y, obviamente, en la política. El grado de oportunismo con el que se construyó el mito de la alianza PAN-PRD en el Estado de México ha envuelto a todos sus actores en una confusión de la que sólo podrán salir muy mal parados, al quedar mal con todos y, en primer lugar, con quienes realmente apostaron ingenuamente por esa posibilidad.
Lo que ocurre en el PRD al respecto es grave, pero mucho más lo sucedido la tarde del miércoles en la Presidencia de la República. No puede ser que el presidente Calderón se haya reunido en Los Pinos con la cúpula partidista y que al término del encuentro nada menos que la secretaria general, Cecilia Romero (al estilo de su homóloga Dolores Padierna),  salga a decir que el Presidente los “instruyó” a sacar adelante la alianza con el PRD. No sé si esa instrucción se dio pero, ¿cuál es el sentido político de la señora Romero para hacer semejante declaración a la prensa?, ¿desde cuándo un Presidente “instruye” a su partido a tomar decisiones en contra de otro partido? Menos de dos horas después tuvo que salir el secretario particular del Presidente, Roberto Gil Zuarth, a desmentir a la secretaria general y a explicar que el Presidente sólo fue informado por esos dirigentes sobre lo que había ocurrido en el Edomex. El dato no es menor: Gil no sólo es el secretario del presidente Calderón, todo indica que era el hombre que éste quería que quedara en la presidencia del partido o por lo menos en la secretaría general, a la cual llegó Romero luego de una negociación infructuosa de Gil con Gustavo Madero. Quizá por eso, sólo después de que fue desmentida Romero por Gil y la Presidencia, es que salió, tarde,  Madero, a rechazar él también lo dicho por Romero. Y lo peor es que no pasa nada.
En el PAN apostaron demasiado por esa alianza, sin ninguna certidumbre de que realmente se pudieran sacar adelante las cosas, y ahora parece que descubrieron no sólo que el PRI no se equivocó a la hora de designar candidato sino que también el PRD decidió dejarlos solos mucho antes de lo previsto.
López Obrador ha abonado a esa confusión panista cuando dice que el presidente Calderón le ofreció a Alejandro Encinas ser el candidato de la alianza. No habría que sorprenderse de que López Obrador mienta, lo hace en estos temas en forma recurrente; tampoco, que lo haya desmentido la Presidencia, no me imagino a Calderón haciéndole ese ofrecimiento a Encinas, con quien no mantiene una buena relación, pero en última instancia lo que queda de manifiesto es que en el PRD todos intentan jugar con cartas marcadas.
Como ha dicho Jesús Ortega ante esa “revelación”, ¿cuándo se reunió Encinas con Calderón para que le hicieran esa oferta? A pesar de que Encinas ha dicho que no aceptaría una alianza con el PAN, ¿realmente no aceptaría un acuerdo de ese tipo y, si es así, por qué no lo aceptó? La conclusión es simple: o Encinas no nos decía la verdad cuando sostenía que no tenía nada que ver con el PAN o el que no dice la verdad es López Obrador, que con tal de levantar a su candidato sazonó tanto la información que la hizo incomible.
Pero la confusión no termina allí. Ahora los organizadores de la consulta, como Denise Dresser y Sergio Aguayo, se asombran y lamentan que el PRD la haya ignorado antes incluso de que se tuvieran los resultados de la misma. Deberían aprender algo: a pesar de que se suelen presentar como personalidades independientes, sus organizaciones están trabajando, por lo menos en estos temas, para los partidos, dependen de ellos, que son los que les pagan, y terminan siendo parte de sus agendas. Cuando comenzaron a organizar la consulta sabían que, en última instancia, el resultado no era vinculatorio y que los partidos podían hacer con ella lo que quisieran. No deja de ser por lo menos extraño que, en ese contexto, se ignore que no se puede ser tan independiente cuando se trabaja para dos partidos políticos por causas que sirven solamente a ellos. Salvo que se compruebe que lo realizado termina siendo tan vergonzoso que es mejor negarlo.
Cerramos la semana como la comenzamos: la designación de Eruviel Ávila acabó con cualquier expectativa seria de alianza PAN-PRD. Esos partidos han regresado al baúl de los recuerdos y han recuperado a sus mismos candidatos de hace 18 años, cuando Bravo Mena y Encinas se enfrentaron a Emilio Chuayffet.
La idea de la alianza llevada al extremo les sigue entusiasmando a varios actores, algunos de primerísimo nivel, pero no deja de ser eso: una idea que resulta cada día más difícil plasmar en hechos y llevarla a la realidad. El peligro es que, persiguiendo una idea, se puede llegar al peor de los destinos.

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