24 ene 2013

Control de armas, un reto para las Iglesias cristianas

EU : Control de armas, un reto para las Iglesias cristianas
Entrevista con la doctora Luti, profesora visitante de la Escuela Teológica de Andover Newtown
Por Nieves San Martín/Zenit.org
ALMERíA, 23 de enero de 2013 (Zenit.org) - Una nueva masacre debida a "armas fáciles" fue denunciada por el diario vaticano L'Osservatore Romano este 21 de enero. Un adolescente de 15 años es el presunto autor del exterminio de su familia. El presidente de Estados Unidos Barack Obama, en lo que parece presentarse como un segundo mandato más centrado en las políticas sociales, instó poco antes, el 12 de enero, al Congreso a apoyar su plan de endurecimiento del acceso a las armas, con 23 medidas de control.
Algo se mueve en Estados Unidos, al menos en la intención del presidente que puso a trabajar al vicepresidente Biden liderando un grupo de trabajo sobre el argumento que es el que ha propuesto las 23 medidas.
La última matanza de niños en una escuela de Newtown y los subsiguientes tiroteos en otros lugares, por parte de francotiradores, se añaden a un número insufrible de muertos por arma de fuego en el país norteamericano.
Para saber cómo encaja el pueblo cristiano los últimos luctuosos acontecimientos que alcanzaron a niños de corta edad, ZENIT ha obtenido una entrevista en exclusiva con la doctora Mary Luti, hasta hace poco directora de la Wilson Chapel y profesora visitante de Historia Cristiana y Culto,en la Escuela Teológica de Andover Newtown, Estados Unidos.
-¿Cuál ha sido la reacción en los ambientes creyentes que conoce ante este trágico hecho?
-Doctora Luti: En general, las Iglesias reaccionaron a los tiroteos primero con horror y consternación, así como la mayoría de los ciudadanos. La segunda reacción fue pastoral: ayudar a la gente a expresar su dolor y escándalo en sincera oración y lamento, pedir la búsqueda de interrogantes sobre la ausencia y la presencia de Dios en estas situaciones, reafirmar la bondad de la vida y la comunidad humana frente al mal, y empezar a construir algún significado en medio del horror.
Muchos pastores cristianos que conozco, a toda prisa, reescribieron las homilías que habían preparado del cuarto domingo de Aviento para tratar los eventos de Newtown y ayudar a sus congregaciones a enmarcar lo que sucedió en términos evangélicos. Por supuesto, un número impreciso de pastores de las principales Iglesias también aprovecharon la ocasión para criticar la cultura de las armas de Estados Unidos y urgir a su gente a pensar seriamente sobre sus efectos en la salud tanto espiritual como física de nuestro país. Muchos abiertamente reclamaron una más estricta legislación de control y se comprometieron ellos mismos a este fin.
En las Iglesias con las que me identifico, hubo un llamamiento al perdón (estas tienden a ser las Iglesias más moderadas y liberales), a insistir sobre el mandato evangélico de perdonar a los enemigos y por consiguiente no excluir al francotirador de nuestra compasión por todos los afectados por la masacre. Esto fue controvertido, por supuesto, a la luz de la general asunción del público de que el francotirador debía ser un "monstruo" y por lo tanto no digno de compasión.
A este respecto, es instructivo notar que muchos de los progenitores de los niños asesinados no usaron ese término para describir a Adam Lanza, llamándole en cambio un chico perturbado, o un individuo enfermo. En entrevistas justo dos días después de los asesinatos, varios mencionaron explícitamente a los padres de Lanza en su reflexiones, reconociendo su sufrimiento por haber perdido a su propio hijo de este modo horrible. Fue conmovedor y notable oirles calificar las cosas de este modo, y desafiando a muchos cristianos que, incomprensiblemente, encuentran difícil imaginar que ellos pudieran perdonar tal acción atroz.
No todas las Iglesias cristianas reaccionaron con amplia compasión, sin embarrgo. En el ala fundamentalista eclesial, no era infrecuente oir las mismas cansinas acusaciones a las que estuvimos sometidos tras cada horrible tragedia, ya sea violencia humana o desastre natural: es la respuesta de Dios por la permisividad sexual de nuestra sociedad, o por haber "quitado toda mención de Dios de las escuelas públicas", por algún otro pecado que demuestra hasta dónde nos hemos desviado del verdadero modo de vida bíblico en este país.
Estas son ideas reprensibles, por supuesto, y la mayoría de la gente de muchas confesiones en América las rechazan. Pero disturban sin embargo, e incluso más cuando algunos cristianos de extrema derecha también sugirieron que los asesinatos podrían haberse evitado teniendo profesores armados. Un predicador en una iglesia fundamentalista fue tan lejos como para sugerir que si Jesús hubiera estado en esa escuela, habría llevado un arma y salvado a aquellos niños. El ala extrema de la Iglesia que el representa cree que más pistolas, no menos, es la respuesta para todo.
Confío plenamente que, cuando se hagan públicas las propuestas de la administración para una nueva legislación sobre armas, veamos las huellas dactilares de las comunidades de fe moderadas y liberales sobre ellas; es decir, estas Iglesias, incluyendo la Iglesia Católica Romana de Estados Unidos, están dejando sentir sus voces e influencia en los debates post-Newtown sobre el control de armas, y continuarán haciéndolo hasta que algo cambie. Me parece que si estas Iglesias ven el control de armas como uno de los grandes temas morales de la actualidad, se moverán el tiempo que haga falta hasta ver que algo cambia.
Como en temas como la guerra y la paz, los derechos civiles y el matrimonio igualitario, no me sorprendería que el tema del "derecho a portar armas" dividiera a las Iglesias cristianas estadounidenses en facciones virulentamente antagonistas.
Las alas moderadas y progresistas de la Iglesia son profundamente escépticas sobre el modo en que la segunda enmienda ha sido interpretada durante años para definir un amplio y cada más extendido derecho a llevar todo tipo de armas para toda clase de propósitos; mientras, algunas Iglesias evangélicas y fundamentalistas han llegado a equiparar este derecho de portar armas con la identidad estadounidense, habiendo ya identificado la Identidad Americana con el cristianismo fiel. No será fácil.
Para un resumen de la reacción de los grupos religiosos, ver: http://archives.religionnews.com/politics/government-and-politics/newtown-school-shooting-galvanizes-religious-gun-control-advocates
-¿Basta con oraciones, flores y juguetes en el lugar de los hechos, y declaraciones políticas lamentando los hechos?
-Doctora Luti: Por supuesto no es suficiente. Es ya bastante evidente por la experiencia de otros países que el estricto control de las armas y municiones generalmente hará decrecer la violencia, y los tiroteos masivos en particular. Pero requerirá un esfuerzo hercúleo elaborar nueva legislación y un incluso esfuerzo mayor --algunos dicen un milagro- aprobarlo como ley, porque muchos estadounidenses no aceptan los datos de investigación como auténticos. De hecho, los defensores de las armas están firmes en que cualquier estudio que pretenda mostrar que el control de armas es efectivo contra la violencia armada es fraudulento. Contra toda evidencia ellos afirman que es verdad lo opuesto, que un más estricto control de armas hoy abriría la puerta a una mayor violencia, porque quita las armas de las manos de los buenos chicos respetuosos de la ley y las deja en manos de los chicos malos criminales que saben cómo obtenerlas ilegalmente. En algunos estados, la NRA ha incluso tenido éxito en lograr que las legislaturas aprobaran leyes que prohíben a los médicos preguntar a los pacientes sobre la propiedad de armas, que muchos venían haciendo rutinariamente como parte de un esfuerzo general por ina mejor comprensión y educación del público sobre el riesgo para la salud en casa y en la sociedad.
Tan desconfiada es la NRA hacia quien recoge datos fidedignos sobre armas y violencia que estaba dispuesta a suprimir la libertad de expresión para bloquear los estudios de salud pública sobre la cuestión.
La opinión pública a favor de las armas es formada y mantenida desde una cierta intimidación, y esto no sucede por accidente, y no es verdad que los estadounidenses fueran tan inflexibles sobre la segunda enmienda. Fue el resultado de una presión real, desde los años setenta del siglo XX. Los estadounidenses fueron objeto de una intensa propaganda de estos lobbies extremistas pro-armas y de alguna manera han llegado a creer que la segunda enmienda establece el derecho a un acceso ilimitado a todo tipo de armas. Más recientemente, la mayoría ultraconservadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha respaldado esta interpretación con un número de resoluciones controvertidas que han hecho más difícil para la legislación de control de armas resistir el escrutinio constitucional. Se ha escrito mucho sobre el modo en que esta nueva situación se produjo, y no puedo tratar todo aquí, pero baste decir que en la situación actual aquí se amontonan las cartas contra el control de armas efectivo.
Sobre este tema ver por ejemplo: http://www.newyorker.com/online/blogs/comment/2012/12/jeffrey-toobin-second-amendment.html.
Pero el esfuerzo debe hacerse de todo modos y la gente de buena voluntad y buena conciencia espera que las afirmaciones públicas de la administración sobre moverse con decisión hacia nuevas leyes es realmente cierta. Valdrá la pena la dura batalla que seguramente sobrevendrá para salvar miles de vidas al año, así como para gradualmente desenlazar el sentido que nuestra nación tiene de sí misma y de sus queridas libertades constitucionales de su enredo con armas de fuego y posesión de armas.
Una vez dicho esto, es también verdad que algunas nuevas leyes sobre control de armas, si pueden ser aprobadas después de todo, no es la única respuesta al problema de la violencia armada de nuestro país. Lo que hace a Estados Unidos tan proclive a los tiroteos en masa y muchas otras formas de violencia armada es un complicado problema con muchos niveles. Esto tiene que ver en primer lugar, sin duda, con el simple hecho de la proliferación de armas; pero también tiene que ver con la disponibilidad y eficacia de los servicios de salud mental y los servicios de salud en general (la violencia armada es considerada como un problema de salud importante por los médicos estadounidenses, dado que muchas personas son heridas y mueren cada año a consecuencia de las armas), y con las formas en que prestamos atención o no a la formación psicológica y emocional de los jóvenes en esta sociedad (los francotiradores son mayoritariamente varones adultos jóvenes).
Y tiene que ver, como era de esperar, con el dinero: los inmensos recursos y la influencia de los fabricantes de armas y los lobbies de las armas en demasiados políticos y un gran segmento de la opinión pública. Por lo tanto, también tiene que ver con la corrupción del sistema político de Estados Unidos por los bien financiados intereses corporativos cuyas lealtades en primer lugar, en mi opinión, son para el mercado libre y sin restricciones y para sus accionistas, no para el bien común de la nación.
-Entre las asociaciones que conoce, hay alguna dedicada a la lucha efectiva contra la proliferación de la venta de armas y la facilidad para su obtención?
-Doctora Luti: Sí, hay muchas organizaciones aquí en Estados Unidos que durante muchos años han estado trabajando para acabar con la violencia de las armas y para aprobar legislación de control; por ejemplo, la Coalition to Stop Gun Violence (Coalición para Detener la Violencia de las Armas), el National Gun Victims Action Council (Consejo de Acción Nacional de Víctimas de las Armas) y Mayors against Illegal Guns(Alcaldes contra las Armas Ilegales) que es una coalición de alcaldes de grandes ciudades de todo el país. Uno de los más prominentes grupos en favor del control de armas es la Campaña Brady, que recibe el nombre de James Brady, el secretario de prensa del expresidente Reagan, que fue herido de gravedad en el intento de asesinato contra el presidente en 1981. El y su mujer organizaron la campaña por un más efectivo control de armas inmeditamente después de este suceso, y sigue haciendo sentir su presencia en el esfuerzo nacional con gran autoridad moral. Pero estos grupos están generalmente escasamente financiados y se basan en gran medida en voluntarios para llevar a cabo su trabajo. En consecuencia, tienen más difícil influenciar el proceso que sus oponentes mejor financiados. Este es un hecho de vida en la política estadounidense.
Habría que notar que algunas organizaciones que promueven el uso de armas para ocio y deporte no están a favor ipso facto de la venta sin restricciones y la posesión sin regular de armas de fuego. De muchos hay constancia de que son favorables a un sano enfoque de la propiedad de armas. Es únicamente la Asociación Nacional del Rifle y uno o dos grupos similares quienes han tomado tal postura extrema, envalentonados por una serie de (estrafalarias, en mi opinión) resoluciones del Tribunal Supremo que interpretan la segunda enmienda en el más amplio modo posible.
Aunque ninguno de estos numerosos movimientos antiarmas está específicamente relacionado con las iglesias, muchas personas de fe destacan en ellos. Algunas organizaciones interconfesionales de acción política en nuestras mayores ciudades también han abordado el tema de la violencia armada como parte de su misión general para hacer sus respectivas ciudades más humanas y saludables para sus ciudadanos, especialmente niños y adultos jóvenes en el interior de las barriadas de la ciudad, muchas de las cuales viven con la diaria expectativa de convertirse en víctimas de alguien con un arma. El Consejo Nacional de las Iglesias de Estados Unidos también ha tomado una posición pública firme en el tema de la violencia armada (ver de mayo de 2010, la resolución Ending Gun Violence, www.ncccusa.org/NCCpolicies/gunviolence.pdf).
Tras Newtown, muchas comunidades confesionales están elevando una voz más pública sobre este tema, pero hasta la fecha no hemos visto el tipo de acción comunitaria galvanizante que seguramente se necesita para cambiar el clima actual. Por ejemplo, la Iglesia católica de Estados Unidos, que tiene mucho “músculo” político, que no duda en usar agresivamente para oponerse a ciertas medidas de la ley de reforma del servicio sanitario o los derechos homosexuales y por suspuesto los derechos de aborto, tiene todavía que usar este músculo en este tema. Ha hablado durante años en varios documentos sobre acabar con la violencia armada, pero su voz en esta materia, aunque firme, ha sido enmudecida. Será interesante ver si a raíz de Newtown los obispos hacen de ello más un asunto de alta prioridad, o si su reciente pública alianza con el ala derecha de los políticos estadounidenses sobre temas sociales y reproductivos les hará más difícil tomar distancia de estas facciones sobre el asunto del control de armas. Este queda por ver, pero si los obispos fueran una voz pública, rotunda, y persistente sobre la violencia armada como un tema pro-vida como lo son sobre el aborto, encontrarían muchos aliados en las alas progresistas de todas las diversas comunidades de fe estadounidenses.
¿Acabamos de pasar la época de los regalos infantiles, hay en su país organizaciones en favor del juguete no violento?
-Doctora Luti: Sí, muchas. Por ejemplo, The Lion and Lamb Project y Teachers Resisting Unhealthy Children’s Entertainment, un grupo nacional de educadores profundamente preocupado sobre cómo el entretenimiento y los juguetes de los niños afectan al juego y conducta infantil. Hay también fabricantes de juguetes que están comprometidos a producir juguetes infantiles no violentos. Además, muchas comunidades confesionales y sin ánimo de lucro, tales como la YMCA, que organiza campañas anuales de juguetes para chicos desfavorecidos siempre especifica que los juguetes donados deben ser de carácter no violento. Aunque el sentido común podría indicar que los juguetes y juegos violentos contribuyen a la insensibilización de los niños hacia los efectos de la violencia, los estudios sobre esta materia han sido generalmente contradictorios y no concluyentes.
-¿Cómo se podría actuar social y políticamente, con los instrumentos existentes en la sociedad estadounidense?
-Doctora Luti: He tocado ya aspectos de esta cuestión en otras respuestas pero para resumir, querría nombrar las siguientes líneas de acción:
--Legislativa: aprobar leyes de control de armas requiere un alto nivel de implicación del ciudadano corriente, manteniendo la presión sobre nuestros representantes, organizando local y nacionalmente, haciendo aportaciones financieras a candidatos que favorezcan una agenda antiarmas, etc.
--Educativa: Esfuerzos para educar a la gente sobre la probada efectividad del control de armas, sobre la violencia armada como un tema de salud pública (y por lo tanto también una preocupación fiscal enorme y un drenaje de los recursos financieros de la nación), y sobre otras materias relacionadas que son cruciales para sanar esta herida abierta en el cuerpo político estadounidense. Pero estos esfuerzos se han hecho muy difíciles por la extrema polarización de la opinión pública estadounidense en los últimos veinte años más o menos. Muchos estudios han mostrado que cada vez más los estadounidenses sólo leen opiniones y análisis con los que ya están de acuerdo, sólo nuevos puntos de vista que confirman y refuerzan sus puntos de vista, y raramente o nunca entablan una conversación significativa con gente que está en desacuerdo con ellos. Y los nuevos medios de comunicación cooperan a esta polarización retando a "ambas partes" en temas controvertidos por igual, incluso cuando es patente que una parte adolece de racionalidad, así como animando "conversaciones" sobre argumentos que son poco más que máquinas de disparar. Los medios más responsables no dedican mucha atención fuera de los grupos que les apoyarían de todos modos. En consecuencia, parece a veces que estamos viviendo en dos planetas completamente diferentes, tan diversamente vemos el mundo los unos de los otros.
--Eclesial: Las Iglesias que han sido portavoces del control de armas deben incrementar sus esfuerzos para formar en su propio pueblo un reflejo bíblico y teológico tal que actúe no sólo por convicción política sino también y prioritariamente con una respuesta profundamente creyente al evangelio. Y estas Iglesias deben capacitarse ellas mismas en la resistencia y la perseverancia, de modo que no vacilen ni desfallezcan cuando los demás cristianos les acusan de politizar la fe o de ser falsos fieles, una táctica a menudo usada por la derecha para silenciar a los progresistas.
--Acción de masas: Espero ver marchas, manifestaciones e incluso desobediencia civil respecto al control de armas, como parte de un esfuerzo general por mantener el tema en la mira pública y la presión sobre la administración y el Congreso para transformar sus palabras de dolor en hechos de justicia.
-¿Existen organizaciones de diálogo ecuménico e interreligioso para trabajar efectivamente contra la violencia en la sociedad y para prevenir contra el uso de armas entre niños y adolescentes?

-Doctora Luti: Sí, hay grupos trabajando en el Consejo Nacional de las Iglesias, muchos consejos locales interconfesionales y movimientos han asumido el tema, y organizaciones tales como Faiths United to Prevent Gun Violence (Confesiones Unidas para Evitar la Violencia Armada) están también trabajando duro, por nombrar sólo algunas. No nos faltan movimientos, organizaciones, y esfuerzos grandes y pequeños, individuales y colectivos. Lo que nos falta, especialmente cuando hay que traducir estos esfuerzos en legislación efectiva, es voluntad política en nuestros representantes, el coraje de desafiar a los adinerados lobbies e incluso a un buen segmento de la opinión pública, y hacer lo correcto en favor del bien común, aunque eso signifique no ser reelegidos.
La gente que está a favor del control de armas no está también tan movilizada para la acción ni tan bien financiada como los lobbies pro armas. Adolecemos de líderes de relevancia nacional como los tuvimos en los años 1960, y puede también que hayamos perdido el gusto por la acción de masas que aprendimos en la era de los derechos civiles y la era anti-guerra de Vietnam, cuando las Iglesias estaban a la vanguardia del cambio social significativo
Si parezco algo pesimista respecto a las posibilidades de un cambio real en este momento, como poco soy realista. El país está en un extraño estado de ánimo, y es difícil ver un camino a seguir. Como persona de fe, sigo esperando que esta vez sea diferente y estoy deseosa de aceptar pequeños pasos, lo posible aunque no sea perfecto; pero no sería una sorpresa si nuestros esfuerzos fueran sólo un capítulo más de una larga y triste historia de inacción y aquiescencia.
Yo misma defiendo la completa derogación de la segunda enmienda y la prohibición de la posesión privada de todas las armas de todo tipo, con algunas excepciones bien reguladas para la caza y el tiro deportivo. Mis propios puntos de vista sobre lo absurdo de argumentos contra el control de armas está bien representados por este artículo de opinión reciente:
http://www.newyorker.com/online/blogs/comment/2012/12/the-simple-truth-about-gun-control.html?fb_action_ids=183546678453360&fb_action_types=og.recommends&fb_source=aggregation&fb_aggregation_id=246965925417366.

 

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